sábado, 27 de julio de 2013

FERNANDO EMMANUEL BOGADO [10.282]


Fernando Emmanuel Bogado 
(Buenos Aires, ARGENTINA). Nació el 2 de enero de 1984. Editó en el año 2007 La paz desnuda para luego formar parte de la editorial CILC, en donde sacó El hilo de las horas, Patria y Este envase contiene el jugo de ocho naranjas exprimidas aproximadamente, todos ellos entre el 2008 y el 2010. Vuelto de una estadía de meses en Brasil, abrió la editorial Punto Muerto en donde editó Cŷ.



Perro

(Cueli 1628, Santos Lugares)

No encuentro palabras para mi dolor. Por eso lo llamo “perro”
La gaya ciencia, Friedrich Nietzche


I

Cuando murió mi primer perro
mis padres, para evitar mi tristeza
consiguieron uno nuevo,
blanco,
con nombre de perfume.

Inventaron una relación familiar
entre mi perro muerto
y el blanco,
mi nuevo perro:
dijeron que las manchas marrones
(que sólo tuvo por un corto tiempo)
lo hacían hermano
del atropellado por un auto.

Mi perro blanco,
con olor a perfume de nombre,
que me salvó de la tristeza
agoniza:
espero su muerte de momento a otro.
Y sé por dentro que cuando suceda
pasará a ser el último síntoma de la desaparición 
de mi mejor infancia.


II

Mi cuerpo de 24 años
envejece.
Los perros
cuando van a morir
se retiran de sus hogares
para perderse
y dejar que las patas
decidan
su momento final.


III

Desde la cama de arriba
miro dormir a mi perra
acostada junto a la almohada.
Tiene un tinte color rojo.
Es tan roja:
como si toda la sangre de su cuerpo
bajara a sus patas.
Está como muerta: tan azul
y pienso
que muchas veces
todos los poemas que invento
no los escribo.


IV

Si regreso a mi casa tarde
sé que mi perra
habrá destruido un par de cosas
(no muchas)
y todas ellas
habrán perdido su importancia
de un momento a otro
mientras yo no estaba.


V

Al costado de las vías
alguien que quizás vea regularmente
dejó a su perro negro y gigantesco
atado con una cuerda
fuerte, o reforzada,
y dejó que el tren…

Fui a mear una vez,
al costado de las vías,
con el calor de todo el verano
calentándome las espaldas.

La cabeza del perro negro
estaba de un lado;
a escasos metros,
el resto del cuerpo.

La cabeza del perro
casi ni tenía moscas:
“No pasó mucho”, pensé.
“fue recién, fue quizás en aquel tren
antes de apartarme con cautela
para mear en el verde desprolijo
del costado de las vías”,
pensé o dije,
o escribo que pensé o dije.

Traté de nunca contarle esto a nadie.

Patria, Editorial CILC, 2008.





Tratando de mirarte a los ojos

Tratando de mirarte a los ojos sin cerrar los míos

Camino lisiado sin ninguna pierna que me siga como sombra
o como perro muerto que pueda cargar llorando
con 

          UN AGUJERO DE BALA EN EL PUTO PECHO
          CON OLOR A trolo A SALIVA A PUTO PECHO ABIERTO
          con gatos o animales de diosDIOS en-vueltos en nieblas suaves

Camino acostado tratando de mirarte a los ojos
sin cerrar los míos
prometiéndote que esta noche no nos vamos a ver 
porque no hay epicidad en lo épico...Solo meo muerto
SOLO SOLTAR TODAS las palabras hasta sentir que ACABE
con este conchudo tiro de 1200 años en el cerebro 
todo el tiempo 
hasta cargar mis piernas por la trinchera sucia que es tu cama
después de vomitar o sangrar o ver la puerta del día
abrirse en mi cerebro para siempre
porque no hay historia en mi historia
solo un perro muerto.











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