sábado, 26 de enero de 2013

DAVID BOBIS [9095]




David Bobis (Madrid, 1985) Diplomado en Trabajo Social por la U.C.M. Trabaja en un Centro de Acogida de Menores de la C.A.M

Autor de los poemarios: 

-Puñales en la garganta editado por  Mandala &Lapicero. 
-La sed de la arena. Ediciones Amargord, 2012. 

Miembro de la asociación Artese quién pueda y del proyecto editorial de la misma. Parte de su obra aparece recogida en diversas publicaciones literarias (Lovecraft Magazine, Es hora de embriagarse con poesía, Voces….)
Durante el año 2011, dirigió el círculo poético “Reversos” en el Espacio Niram Art (Madrid)
Actualmente, coordina el poemario colectivo Ropa tendida.



DE Puñales en la garganta 
editado por  Mandala & Lapicero.



Cuéntamelo todo,
así podré clavarme un puñal en
la garganta
para sangrar inmensidades.

Respuestas retóricas.
Lenguaje directo.
Facundia admirable.
Ilusiones reales.
Ficticias veracidades.
Amalgama emocional.
Elocuencia políticamente
incorrecta.

Un espíritu descuartizado en
apenas treinta poemas.







DE La sed de la arena. 
Ediciones Amargord, 2012. 




Brilla lo lejos
                         de una ola:

gotas de sol
en el camino,

tras el desierto,
                         el propio espejismo.

Como luciérnaga parpadeante,
aullidos demenciales
en tiempo de piel ácida.

Recoveco de haces y bruma,
disparos en poema desenfocado
de madre pariendo lágrima.



*


Dibujas en la arena
usando como herramientas tus manos,
un cubo desgastado
y una pala de plástico.

La arena, dibujas: la propia arena.


*



Desconsolada
en el suelo,

una lágrima
se evapora,

mojando
                el sol.



*



No te eres,
te son,

Palestina,

tesón.



*



Dos niños juegan:

para no ser
A_ORC_DO_



*



     Escarbo mi tumba
                                      con
las
              manos:

mi boca besa lo que muere,
y lo acepta:

continúo cavando.



*



Cae la lluvia
en esta casa
sin suelo:

entre la tormenta
y en el frío

el lugar para las flores
del desierto.


Entra noche
y hombres
y hogueras.

A lo lejos se completa
la caricia:

la fuga
de sembrar luciérnagas.


Sólo mi cuerpo
sentado.

Tan sólo mi cuerpo
y la lluvia,

cada uno a un lado,

esperándonos.


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