miércoles, 17 de octubre de 2012

ROSSE MARIE CABALLERO (8070)



Rosse Marie Caballero
Nacida en Cochabamba, Bolivia, escribe poesía, cuento y novela. Al respecto, el poeta Luis Andrade Sanjinés destaca que la escritora boliviana Rosse Marie Caballero “más que boliviana es latinoamericana; y más que latinoamericana, universal–, como heredera en línea directa de la más acendrada, y ya rica, tradición woolfiana, de la cual es tributaria, pero con un concepto auténticamente personal y latinoamericano, que ahora nos entrega una novela lírica con un sugerente y provocativo título El vuelo de la Esfinge”.


Ha publicado los libros:

*Antítesis (poesía, 1998)
*Hojas de Eva (poesía, 2004)
*In versos (antipoesía, 2006)
*Enigmas de la esfinge y otros relatos (cuentos, 2007)
*El vuelo de la esfinge (novela, 2009)
*Los vagidos del gato (cuentos, 2009)





Haikais de trasluz

alas de argalis
siempre sé
feliz.

amorfo, el sapo
canciones decanta
de los basureros.

la lluvia tenaz
urde mariposas
presas de alcatraz.

salina sonora
salió una mañana
agua cristalina.

alas de ceibal
juntos se los ve
en el arrabal.





TRES

De tanto amar
el amor ya fatigado 
lluvia, céfiro, mares, vientos.
Vientos –duendes del Levante-
hojas secas, polvo, arena.
En el umbral los naranjos,
casi rojos, amarillos han tornado.

Nubes blancas, mortajuelas
grises, plomizas, esfumantes
en el fondo de la sombra se ha quedado
la encendida lamparilla titilante.
¿Cómo vencer al sueño herido
cuando el alma desterrada no camina?
Vientos –duendes del Poniente-
hojas secas, polvo, arena.

No camina, no. Duerme,
-trémulas palidecen sus mejillas-
o tal vez desfallecida, sueña el eterno
navegar de los mortales.
Trashumante cielo oscuro sin arroyos
haz de abrigar esa divina palabra
sin testigos. Una firma negra y sola
en el envés de la luna
dice adiós al buen destino.

Adiós... ¡ una palabra tan débil !
Vientos –duendes del Levante-
hojas secas, polvo, arena.

Hay que inventar la muralla que divida 
el odio de palabras vocingleras
hay que verter en la tinaja de arcilla
otras aguas atmosféricas, más tranquilas.

Vientos –duendes del Poniente-
hojas secas, polvo, arena.
En el umbral los naranjos, 
casi rojos, amarillos han tornado.





Cuando un hombre ama a una mujer

El sol mira con ojos de Adonis
-hermoso y brillante como la luz-
caracoles y caballitos de mar
cabalgan la orilla mojada en cayenas,
azules irradian las nubes
y en el espejo el rostro
se dibuja bordado con hilos de amor.

Todo. Todo parece un sueño
también la penumbra
la noche encrespada de celos
las calles, que solas pasean
envueltas en manto caliente de besos.
La neblina, la brisa que golpea tu pelo
con el viento olímpico de las alamedas.

Adonai, 
tu nombre ha sonado como un portazo en mi oído
¿acaso no viste el daño que has hecho en mi cama
al dejarme sin sosiego ni aliento, desnuda?

El hombre que ama no perdona una noche
se nutre de algas y aromos
entre las enaguas de su bien amada.

Adonai... no corras...
pues juntos podemos alcanzar la gloria.
Deja los quejidos y tu arrebato de loco y de niño
espera que llegue a tu pecho cansada y sedienta
(bebamos café...)
ya la noche aprieta los melocotones
y una sombra ardiente derrite mi cuerpo.

El jardín espera que llegue su lluvia y se moje.







La caracola

La caracola arrastra su vagabunda herida, 
se aleja soberana: el acantilado
-cementerio de cristalinas sensaciones-
despoblado. A lo lejos navegarán otras velas
al soplido fantasmal de algunos vientos.

Apenas la ventanilla nostálgica
de unos días terminados: TODO HA MUERTO
la poesía no es, ya no, poesía
se ha quedado archivada en un folio
de carpeta bien labrada.

Volver
adonde nadie espera
al infinito mar del Poniente
las palabras han callado sus símbolos apagados.
Volver
sin el unísono grito de la esfinge
con el dolor implantado en las arterias.

Marinero, la barca se ha transformado
en roca, arena o sal.





La vida mató a la muerte

Una sola vez murió la muerte
(ella sigue imperturbable y callada
en su habitación ilícita).
La sal parida por su volcánica boca
se llevó azogada la respiración del espejo.

¿Qué es la vida?

La viajera de un tren desconocido
una estación de frontera
que espera inconmovible su apertura
una falla de cartón para la Cremà
o una tora en Zaragoza que danza contra el torero.

Una quimera clandestina.

¿Y qué la muerte?

Un sepulcro blanco sin ruido permitido
la tristeza del viento en las montañas
una languidez sin adjetivo
o una lengua extranjera incomprendida.

La enigmática utopía.

Ningún secreto es ya secreto
sólo el silencio mudo del silencio.

La vida vive mientras escribe su poesía. 





materialismo

Algo hay en ti amor
que me gusta
no sé, pero tu aroma
 tus ojos o tu boca...
o, tal vez, tu Mitsubishi.

(Oh, sí. Creo que es tu Mitsubishi).




15

 sabemos
somos
nos conocemos
sabemos
somos
nos entregamos
sabemos
somos
nos lastimamos
sabemos
somos
nos abandonamos
sabemos
somos
nos olvidamos.




21

salió en silencio
ya era tarde
un ave cruzó
la calle
y se perdió
en lontananza
se fue a encontrar
con la esperanza.

bolivia, 2011







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