jueves, 17 de julio de 2014

EUGENIA TOLEDO-KEYSER [12.374] Poeta de Chile


EUGENIA TOLEDO-KEYSER

Eugenia Toledo Renner de Keyser nació en 1945 en Temuco, Chile.

Hizo sus estudios de profesora de estado en castellano, en la Universidad Católica de la misma ciudad. En 1975 emigró a Estados Unidos, donde obtuvo su Master en Literatura Latinoamericana y su Doctorado en Literatura Española del Siglo de Oro, en la Universidad de Washington, Seattle (1981). Hace más de treinta años que reside en Seattle con su familia.

Ha publicado un libro sobre la poesía de Fray Luis de León (Santiago, 1986) y ocho textos para la Educación de Adultos, proyecto dirigido por la OEA en Chile, como coautora (1985-86).

Escribe ensayo, poesía y crítica literaria. Colabora en revistas y diarios de países como Chile, México, Canadá, Honduras, Nicaragua, Argentina y Estados Unidos de Norteamérica. La revista chilena SAFO ha sacado en noviembre del año 2005 una separata sobre su producción. Ha ganado premios y ha sido publicada por la revista estadounidense Artella. Es miembro de la Asociación Internacional de Literatura Femenina Hispánica. Actualmente, tiene un poemario en prensa en España.

También se dedica al arte, especialmente, a la pintura, collages y libros artísticos a mano, algunos de los cuales han aparecido en revistas estadounidenses. Forma parte activa de un grupo literario femenino en Seattle, “Mujer Entreletras”.



CONDENADORA

La hiedra sube por la chimenea de la casa
y la ahoga entre sus brazos.

La jaula, aunque de barrotes dorados,
le puso un tajo en la garganta.

Se paseaba airoso con su túnica de colores
y tenía los pies atados con cadenas.

Las barras le aprisionaron la cabeza,
fue la víctima de los caprichos de una mujer.

Los presos fueron humillados ayer
en una pequeña fiesta.

La amazona sacó fotografias en pose
cuerpos desnudos cabezas cubiertas.

Una crisálida aprisionada en su capullo,
piensa qué le deparará el futuro.

Imposible mantener un picaflor en la mano
y verlo palpitar mil veces seguidas.

Es igual a un corazón depositado en el altar
muriendo ante el mismo centinela.

Y tú, ¿crees en milagros?

¿Sabes quién será el próximo?
El próximo serás tú.



EL ECO

Entre a los bosques y mis poemas fueron un puro suspiro entre el follaje.
Subi a las montanas para lanzar mis versos al vacio y descubri el eco.

Como Moises alzando ambos brazos, pronuncie mis palabras,
Mil voces me contestaron y rebotaron en mi cuerpo.
El eco y yo dialogamos.
Me permitio hasta acariciarlo.
Repase sus rasgos curvos con mis dedos.

Baje de la montana esta manana. Caminando las calles de la ciudad conocida,
el eco se reflejaba en mis ojos, mientras iba unos pasos antes que yo.
Iba recitando aquellos versos que le cante y que aun salian de mi cuerpo,
texto quebrado, lenguaje inutil de mujer al mundo.



ARIADNA

La vida es el laberinto que vive en el calendario.
Es el Minotaurio sangriento del tiempo,
esperando en cada esquina, en cada vuelta,
devorando las ilusiones de los incautos.

La madeja que llevo en el bolsillo cercano al corazon
me protejera hasta que vuelva Teseo,
tal como fue escrito;
aunque ha demorado tanto, que cuando llegue
va a encontrar solo el laberinto de mi oreja,
mi pulso perdido y la tierra descuartizada.




Quiero

Quiero la historia de antes
y las incógnitas que me esperan

Capturar el objeto que pasa inadvertido
como soplo de otros tiempos

La espiritualidad de lo mínimo
el valor de lo simple

La levedad de la superficie
las arrugas imperceptibles en el agua

Quiero lo que escondiste
quiero volver a verte

Quiero tu curriculum vitae
quiero lo que me prometiste

Lo que es y aún sigue siendo
lo que aún siendo no es
y aún no siendo
voy a su encuentro.

En Tiempo de metales y volcanes, 2007




LA OTRA

Eres la otra que va conmigo
desde hace algún tiempo.

Eres la guerrera, la fuerte.
Soy la vestal, me refugio en el templo.

Eres la certera, la aventurera.
Soy la intuitiva, la mística.

Tú eres la experiencia.
Yo, tu seguidora.

Tú eres la línea y la vereda.
Yo soy la espiral y la hélice.

Tú eres la poesía.
Yo soy tu traductora.

Tú eres puerta, yo te abro.
Tú eres ventana, yo me reflejo en ti.
Tú eres mapa, yo te descortezo.

Tú eres el perdón.
Yo ando por los bordes.

Eres salomónica, yo soy la culpable.
Tú decides, yo cumplo la sentencia.
Tú posees mi vida, yo no olvido quién soy.

Por ello,
viviremos ambas en un mismo libro
en la cárcel de una biblioteca
(esperando lectores)
porque tú me has incluido.

Desde hace algún tiempo,
yo soy la otra que va contigo.




En 2006, un año antes de que viese publicado en Nicaragua Tiempo de metales y volcanes, la poeta y profesora chilena (nacida en Temuco en 1945) Eugenia Toledo-Keyser tuvo la fortuna de que su primera obra poética quedase recogida en el catálogo de Torremozas, la editorial española dedicada por antonomasia, desde 1982, a la literatura escrita por mujeres. Precisamente el poema "La otra" proviene de aquel admirable libro, titulado Arquitectura de ausencias, donde la autora construye un discurso lírico de la identidad basado en una genuina constatación de lo vivido; de lo perdido y ausente, en efecto, pero también de cuanto perdura o puede llegar a resurgir. Otros poemas de la obra, como "Envoltura", "Último viaje", "Acción del tiempo", "Aquella misma", "Volver" o el propio "Arquitectura de ausencias" resultan al respecto paradigmáticos.

Autora también de un libro sobre la poesía de Fray Luis de León -no en vano es Doctora en Literatura Española del Siglo de Oro por la Universidad de Washington, Seattle, 1981-, y con una amplia labor como ensayista y divulgadora cultural a sus espaldas, Eugenia actualmente reparte su tiempo entre su Araucanía natal y Estados Unidos, donde ha residido por espacio de más de tres décadas.



EN TRÁNSITO

Por aquí pasan los trenes
ir y venir ir y venir
sacándole brillo a los rieles
los indicativos del deseo
buscando un sur que no encuentran
ni en el mismo sur
ni en el Museo Ferroviario Pablo Neruda
por el que pasan de largo.
Cruza la ciudad el circo Las Águilas Humanas
y con él las calles entran a otra tierra
la sombra de lo que fueron un día
recorre los barrios acongojados
quién va quién va a ver el espectáculo en su propia carpa
Avenida Caupolicán una maravilla no se lo pierdan.
LAN irrumpe en el cielo truena el aeropuerto
alas metálicas de sueños embargados
rebajas de asientos tarjetas de crédito qué privilegio
cartera en un brazo y paquetes en el otro.
El sistema de transportes con un boleto en mano
trofeo destartalado de una gloria de ayer
arrasa por las vías aórticas del sistema que no practica
las reglas de velocidad o tránsito
y hace del próximo paradero la única salida.
Este proyecto horizonte al sur
que nos deja solos
con su inútil y soberano orgullo.






BRÚJULA

Las calles siempre invadidas
corre y corre el agua por las cunetas.
Me muero de miedo en el décimo piso
después de la esperanza no hay nada.
Se quedaron lejos mis amores
y en el camino perdí los sueños.
Me equivoco mucho siempre
me pierdo como ciega bajo un pino florido.
Me dan miedo los mapas topográficos
sus alturas y el matiz exacto del clima.
Mientras mis ojos se encienden
en el rubí de un volcán.

Hoy he vuelto a mi jaulajunto a mis pájaros amarillos.
Solo un balcón tengo para nadar
trinchera de memorias truncas.
Podo las palabras que están de más
como se queman los insectos
bajo la pira de una lámpara.
Y procedo a beber el agua verde.

(Temuco, Chile 2012).






LOS DÍAS

Al alba se levanta
con una taza y un remedio
conoce la vista desde el décimo piso
las luces apresuradas la noche se apaga
las nubes de lunes acurrucado
el martes cuando sale a las diligencias
las carreras alrededor de la Plaza de Armas
el miércoles de vuelta a las oficinas
y también los jueves, aunque el ejecutivo no está
y se somete a la presión de la angustia
el viernes es lo inmediato para la siguiente
el sábado se encierra disipa los cansancios
ni invitada ni visitada ni nadie a la puerta
clausura de domingo la lluvia
de un peligroso lunes que repite
el miedo de abrir los ojos en otra semana





POÉTICA

Mi palabra es paciencia
la perseverancia eterna
que antes se rebelaba
hoy ocupa su territorio y
en silencio pone huesos
en una tumba de cemento
como en una página.
Mi palabra siente
no aquí adentro
sino en la conciencia
que antes se rebelaba
hoy ocupa su territorio
en la vejez del tiempo.
Mi palabra es blanca
es mi osamenta
que un día marcará su territorio
saldrá de la lluviosa infancia
ingresará en lo rojo de la tierra y
mis huesos encontrarán su origen polvoriento
mi cadáver, mi humanidad,
estos versos.



I

Como pájaros salidos de su jaula
entraremos en setiembre
Con la transparencia del invierno
edificios paredes de ladrillo
ahogados por los techos, haz de luz
Como vapor desvaneciéndose desde ti
nubes de sustancia seré
Como la composición de un amor
te quiero pero me fui


II

Sale de la casa silenciosa,  no silenciada
de la oscuridad de la ventana penetrante
y cruza un arco al manso espacio verde,
tan verde como la espalda de una lagarta,
ojos que van por pasillos arrastrándose.
Vagando sin llave la Mujer en su espalda
el musgo los árboles y todo lo que escala
se desprende hacia el atardecer, a la hoja,
buscando ese recuerdo lejano de ti,
la célula que fuiste.  





“CASA DE MAQUINAS”, poesía de Eugenia Toledo Renner, editorial 400 Elefantes, 75 pgs., Managua, Nicaragua, 2013.

En el Museo Ferroviario “Pablo Neruda” de Temuco, Chile, se lanzó el libro “Casa de Máquinas”, de Dra. en Literatura de la Universidad de Washington, Seattle, Eugenia Toledo Renner.

Casa de MáquinasEfectuó la presentación la Dra. Patricia Mora Troncoso, quien durante su intervención destacó los rasgos de esta obra en que la autora ha querido volver a sus raíces mediante un trabajo literario que refleja su experiencia y caminar por las letras, específicamente en la poesía.

Es indudable que mediante la poesía se pueden expresar sentimientos, recuerdos, anhelos, esperanzas e ideas, todo ello con los adornos literarios que vayan fluyendo de la mente y la visión creadora del autor.

En esta “Casa de Máquinas” esa visión es un retorno al lar, un reencuentro con una vida que dejó grabadas muchas imágenes; imágenes que Eugenia Toledo necesita retrotraer de su mente para formar un poemario actual, interesante, de registro, modelación que ella sabe definir muy bien. Ya nos expresa algo de eso en su Movimiento Primero:

Duermen en el horno de cuba/carbones encendidos
Retales de hierro derretido/ la abertura de la caldera
El crisol y la página en espera…

Así comienza a moldear su obra, en la vieja fundición familiar, que en este caso no acrisolará metales, sino versos, que seguramente estuvieron siempre presentes en su alma de poetisa y que hoy, macerados en un crisol menos abrasivo se van vertiendo en cada página del libro, en una colada de letras que van dejando la huella de su oficio en el antiguo arte de la poesía.
Aflora una cierta reverencia por la figura del padre, una necesidad de establecer ciertos “permisos” para iniciar un recorrido literario y es por eso que su pérdida se refleja en “Viaje al Sur, 23 y 24 de marzo” y algunos poemas más, que actúan como una puerta figurada, un obstáculo que hay que salvar, para ingresar a la calidez hogareña, a la genealogía familiar, para abrir arcones y maletas, para desempolvar viejos recuerdos de la niñez. Aunque no se le nombra, la palabra “padre”, que aparece sólo dos veces, nos da una perspectiva de su evocación.

Acaso el hierro por si acaso mi padre hablo muy claro
era otoño, una tarde desde la tierra de la lluvia
la última llamada, la esquela con sus palabras finales…

(Acaso el fierro ya fundido)

Desde aquí comienza el recorrido de la memoria, el simbolismo de ciertos elementos, empezamos a descubrir que la “Casa de Máquinas” era su propia casa, la fundición de su padre y que la casa de los trenes (muy cercana a la suya en realidad), era una parte del paisaje de su barrio, interesante sí, porque era una actividad similar a la de la fundición

Repuestos fuego en el horno
Esmeriles abrillantando los días
El yunque y el martillo
La soldadura junta y pega
(Casa de Máquinas)

El lenguaje utilizado es sencillo, fluido, aunque hay expresiones que no son de uso común, o ya han perdido vigencia; algunas de ellas son conocidas en el lenguaje de la fundición (que la autora conoció desde niña), como: crisol, horno de cuba, horno de cubilote, colada, jitios, a las que se unen otras como Underwood –máquina de escribir-, radiola –radio tocadiscos- y Singer –máquina de coser-, términos poco conocidos para la juventud actual.

Es este un aporte a la cultura del barrio Pueblo Nuevo de Temuco y específicamente al sector del Museo Ferroviario en el que por muchos años tuvo su local la antigua “Fundición Toledo”, en cuyas dependencias la autora vivió su niñez y su juventud y que hoy recuerda en estos hermosos poemas que quedarán como un recuerdo de una época pasada y que sólo podía ser rescatada por la memoria y esta bella creación literara de Eugenia Toledo Renner.



AGUAS INARTICULADAS
 (Patagonia Chilena)

 Eugenia Toledo Renner 


I

Que el viento patagónico
nos atraviese el día de hoy
Quiero pensar lo que más quiero
construirme un techo encima del alma
una casa de palabras que no se deshaga
estable, segura y sin cambios
quedarme aquí
para apreciar la topografía
y la ecología del espacio
a medida que este viento nos desgaste
o nos seque para siempre 



II

Desataron el barco
en un momento entre aire y muelle
las cuerdas nos sujetaban
y navegábamos un planeta diferente
con rostros incrustados en glaciares
paine y turquesa el amor
calcados por el autor de los vientos
en las cuencas de tus ojos acuosos
Habíamos regresado como antaño
a la osadía de los canales roca calcárea
callados contamos los milenarios cuentos 



III

Rostro azul
Rostro de hielo
Tu luz propia
La velada de la noche
La otra ribera a la que me aferro
Con colmillos y garras de tigre
En tus arenas restos marinos
Tu noche cualquiera en que el Dios Transparente se
deshiela
Sólo existe este azul detenido en las cicatrices de las
piedras
           Rayas blancas y negras
                     Pinturas de los espíritus
                            Rojas de sangre 




IV

Fui al fin del mundo
me traje unas piedritas
y una ramita de calafate
Ahora que lo pienso
debí guardarme un pedazo
de glaciar en el corazón 




V

Al sur de este poema
Habita un témpano
Al sur de los faros
Un manto blanco
Al sur del cielo
No una Cruz, sino
Chispas de fuego humano 












1 comentario:

  1. Eugenia,nos gusta tu poesía, lenguaje directo que no necesita de artificios y dice mucho en pocas palabras. Mis felicitaciones. Carmen Grangier Sáez

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