sábado, 14 de febrero de 2015

FERRÁN MANUEL DE LANDO [14.863]



Ferrán Manuel de Lando

(¿  -  1450).
Poeta de cancionero español, natural de Sevilla. Poeta de estética más artificiosa que la de su supuesto oponente, Alfonso Álvarez de Villasandino, partidario éste de un estilo más libre y menos académico. Es uno de los mejores representantes de la poesía cancioneril de los años de Juan II. En su producción, recogida en el Cancionero de Baena, destaca, sobre todo, la poesía de asuntos doctrinales, morales y filosóficos.



APROXIMACIÓN A LA VIDA Y A LA OBRA DE FERRÁN MANUEL DE LANDO

Sandra Álvarez Ledo
Universidade de Vigo

En el presente artículo se exponen algunos de los aspectos fundamentales
de la vida y obra de Ferrán Manuel de Lando. La primera parte, dedicada a la biografía del poeta, introduce los vínculos familiares, la posición social del  autor, sus relaciones con la corte y el problema del supuesto origen converso  del linaje. En el segundo apartado, además de delimitar la obra conservada de Ferrán Manuel, se presentan los principales escollos que han afectado a  la transmisión textual de la misma.



Al igual que sucede con la inmensa mayoría de los poetas cancioneriles, los datos disponibles para reconstruir la trayectoria vital de Ferrán Manuel de Lando son escasos. A esta dificultad elemental se suma el problema de  las contradicciones que nacen de las diversas fuentes informativas. Existen,  a pesar de estas dificultades, dos hechos incuestionables que resultan de gran importancia para aproximarse a un mejor enfoque y conocimiento de


la biografía del poeta: su pertenencia a una familia de la aristocracia media sevillana y sus vínculos profesionales con el ámbito cortesano.



Los Manuel de Lando constituyen un linaje de origen extranjero que se remonta por línea bastarda a los descendientes de Don Juan Manuel, según los estudios genealógicos de Argote de Molina.



El vínculo con el autor del Conde Lucanor les llega a través de una de las nietas de este, Beatriz Manuel, hija de Don Sancho Manuel.

Los lazos foráneos del linaje se originan en el matrimonio de Beatriz con un caballero francés, Pedro de Lando, venido a Castilla para combatir en el bando de Enrique II durante la guerra civil.

Los miembros de esta familia adquieren a lo largo del siglo XV un notable dominio en el contexto oligárquico andaluz, así como en el marco de la corte.



El padre del poeta sirvió a Juan I; su prima, Inés de Torres, obtuvo gran valimiento con la reina regente Catalina de Lancaster durante la minoría de edad de Juan II;su hermano Pedro ejerció como ayo del príncipe Enrique  por deseo expreso de Álvaro de Luna, compartiendo la custodia con Juan  de Luna y Ruy Díaz de Mendoza.



El mejor ejemplo de la intervención en los asuntos públicos por parte de este linaje está representado por un sobrino del poeta, Juan Manuel de Lando, quien disfrutó del cargo de alcaide de las atarazanas y reales alcázares de Sevilla, entre otras dignidades, durante  unos quince años.



La presencia de su familia en la corte es muy relevante a la hora de abordar el estudio biográfico del poeta andaluz. Las experiencias de sus parientes en el ámbito político-cortesano, además de servir como testimonio fundamental para perfilar su estatus social, ofrecen el contexto que justifica la existencia de algunas composiciones de Ferrán Manuel. Este es el caso, por ejemplo, del decir sobre la Fortuna dedicado a Inés de Torres cuando fue expulsada de la corte. Atender al lazo de parentesco entre el autor e Inés amplía las vías de interpretación para el texto que, en ausencia de este elemento, tendría que ser considerado como una enseñanza abstracta para todos los cortesanos.



La advertencia moralizante a su prima puede ser leída como un intento de salvaguardar la situación familiar en el medio áulico tras la desavenencia con Catalina de Lancaster, a cuyo servicio estuvo Lando durante la época de la regencia.

La particular vida profesional del autor, así como su modus vivendi y su formación personal, se explican desde este entorno familiar. Los hijos de los linajes de la aristocracia media estaban destinados a progresar en la corte, desempeñando cargos funcionariales para el rey, o en los poderes locales, ocupando importantes puestos de poder bajo el auspicio de las familias de la alta nobleza, como los Niebla y los Ponce de León.



Tales vías de ascenso social no eran incompatibles, pero hay que suponer que Lando desarrolló su vida pública centrándose en la primera de ellas. No existe ninguna noticia, exceptuando el cargo de doncel que Juan Alfonso revela en algunas de las rúbricas para los textos del autor, que dé a conocer la actividad del poeta en otros puestos o responsabilidades profesionales.



No se ha podido determinar de manera uniforme para qué rey ejerció Lando esta responsabilidad, pues es tal la disparidad de opiniones al respecto que la crítica ha manejado hasta tres opciones posibles: Juan I, Enrique III y Juan II.

Si se atiende a los usos de la corte, no sería inverosímil que el titular de un cargo mantuviese su puesto bajo el ejercicio de distintos monarcas, pues la muerte del rey no implicaba necesariamente el cambio de los funcionarios.

Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, si bien esta ha sido tradicionalmente situada en torno a los años finales del siglo XIV. Los apoyos que han servido para fundamentar tal propuesta son esencialmente los datos cronológicos deducibles de sus poemas, los interlocutores que intervienen en sus debates, los personajes mencionados en ellos, o los datos de las rúbricas.



Siguiendo la clasificación de Vicente Beltrán, habría que situar a Lando en la generación C. Sí que es posible, en cambio, proponer con más seguridad documental una fecha para su muerte, gracias a la citada ejecutoria que en 1470 ponía fin al pleito por la herencia mantenida entre sus hijos y su sobrina nieta.



LEER RESTO DOCUMENTO


Preciosa margarita

Preciosa flor, margarita,
lirio de virginidad,
corona de la humildad,
sin error santa, bendita;
la de limpieza infinita
que no podrá ser cantada
por mi lengua tan menguada,
ni por mi mano escrita.

Pero, Virgen coronada,
en tu merced esperando
siempre viviré loando
tu bondad muy acabada.
Singular eres llamada,
que pariste sin dolor
mi Dios e mi Salvador
que me hizo de non nada



Garci Fernández, en dos poemas de sus coetáneos (II)

Ferrán Manuel de Lando


La segunda composición del Cancionero en la que vemos a Garci Fernández irónicamente humillado por un contemporáneo suyo es obra de Ferrán Manuel de Lando. En la colección de Juan Alfonso de Baena lleva el número 279.

Con la correspondiente rúbrica del recopilador, es la siguiente:

Esta pregunta fizo e ordenó el dicho Ferrant Manuel de Lando contra Garci Ferrández de Jerena, por quanto era christiano e se fue a tornar moro a Granada, E después que moro se passó a tierra de christianos con sus fijos e se tornó christiano



1 Eçelente e sabio dino
grant poeta e natural,
aquel Dios qu'es uno e trino
vos guarde siempre de mal,
por qu'el dragón infernal
non aya en vos poder,
e que podades caber
en la gloria çelestial.

2 Protestando mi simpleza,
que non es por vos dañar,
señor, la mi gran rudeza
vos querría preguntar:
¿a qué fin fuestes dexar
la Ley santa perfeta,
por vevir en tan vil seta
trece años sin mudar?

3 Si dixéredes arguyendo
alguna sotil manera
que, maguer moro seyendo,
vuestra opiñón buena era;
mas dezidme, si la espera
su grant rueda trastornara
e la muerte vos levara,
¿vuestra alma dónde fuera?

4 Bien puedo dezir verdat,
qu'el mi breve entendimiento
es ledo con caridat
por vos ganar salvamiento;
mas tengo un pensamiento
mucho de que me non plaze:
que aquel que un cesto faze
presumo que fará çiento.

Claramente se advierte que este poema en forma de pregunta lo compuso Lando después del regreso de Garci Fernández a tierras castellanas -y una vez reconvertido a la religión de Jesucristo- ya que en él se informa de que fue a dejar «la Ley santa perfeta / por vevir en tan vil seta / trece años sin mudar».

Esta directa alusión a su renuncia a la fe católica se completa con la noticia -que por fin Baena se decide a dar en el epígrafe de esta poesía- de que «después de moro se pasó a tierra de christianos con sus fijos e se tornó christiano». Se confirma asimismo que efectivamente fueron trece los años que estuvo viviendo Gerena en el reino de Granada.

El autor de la composición, Ferrán Manuel de Lando, era judío converso, como Baena, o procedía de familia judía. Nació en Sevilla hacia 1385 (entre 35 y 45 años después que Gerena) y en 1407 ya se le menciona, según vimos, como doncel del rey niño Juan II. Era primo de doña Inés de Torres, dama de confianza de la reina madre doña Catalina, hija del duque de Lancaster (o de Alencastre, como transcribe este título la Crónica de los Reyes de Castilla) y de doña Constanza de Castilla, y esposa, desde 1388, del que dos años después sería el rey don Enrique III el Doliente. Al morir éste el día de Navidad de 1406, su hijo y heredero Juan II aún no había cumplido los dos años (nació en Toro en marzo de 1405), por lo que la regencia de Castilla la ejercieron doña Catalina y el infante don Fernando de Antequera, tío del rey y después soberano de Aragón.

«Era este Ferrán Manuel de Lando -informa Amador de los Ríos-, hijo de Juan Manuel, hidalgo de Sevilla, quien, ganoso de labrar su fortuna [la de su hijo, naturalmente], le enviaba muy joven a la Corte, donde era bien recibido de la nobleza, logrando plaza de doncel del niño rey don Juan y con el tiempo la estima de la reina tutora».

En su incorporación a la corte influyó sin duda la presencia en ella de su prima Inés a partir de 1388. El ascendiente de ésta sobre la reina doña Catalina debió ser muy grande, sobre todo a raíz de la marcha del infante don Fernando para ocupar el trono aragonés. Y no menos grande la confianza que la soberana depositaría en el noble sevillano, al que llegó a encomendar misiones de importancia extraordinaria. Una de ellas la menciona Fernán Pérez del Pulgar en su Crónica de Juan II.

Según el cronista, «como la reyna doña Catalina fue certificada que el Rey don Fernando de Aragon, su hermano [realmente hermano político, pues don Fernando era hermano de Enrique III], se iba á coronar á Zaragoza, hubo dello muy gran placer, é mandó traer ante sí todas las joyas del Rey Don Juan, su hijo, para le embiar alguna joya de gran valor, y entre aquellas halló una corona que podría pesar quince marcos de oro, en la cual había muchos balaxes y esmeraldas, é zafires, é perlas muy gruesas de gran valor; e mandó llamar a Fernan Manuel de Lando, é á Juan de la Cámara, é mandóles que con ella fuesen al Rey Don Fernando, e le dixesen de su parte cómo ella había habido muy gran placer en saber que se quería coronar, é por eso le embiaba aquella corona con que se había coronado el Rey Don Juan, padre del Rey Don Enrique, su señor é su marido, é suyo. El qual [don Fernando] recibió muy graciosamente el rico presente que la Reyna le embió, y escribióle teniéndoselo en merced, é dio a los mensageros sendas piezas de seda, é cada doscientos florines para el camino». La privanza de doña Inés se prolongaría hasta 1416, en que fue desterrada de la corte junto con su aliado Juan Álvarez Osorio, Guarda Mayor del Rey, a cuyos tristes sucesos dedicó Ferrán Manuel sendos poemas (los números 277 y 278 del Cancionero de Baena).

Para Charles F. Fraker, Lando fue «un hombre inteligente, coherente consigo mismo, cuyas dispersas ideas religiosas, globalmente consideradas, presentan una armonía y una consistencia lógica notables». Sus conclusiones, añade, no son a veces muy ortodoxas, pero de un poema suyo, un «dezir» en que elogia la figura de San Vicente Ferrer y en el que le manifiesta su cordial y total admiración, deduce este hispanista que «el cristianismo de Lando no era meramente superficial o convencional».

De esta elogiosa opinión participa también Amador de los Ríos: «Era el joven sevillano hombre de gentil continente, de noble semblante, discreto en el decir y tan presto como agudo en sus réplicas. Uníanse a estas dotes naturales, que le ganaban desde luego admiradores y envidiosos, la reputación que traía de atildado trovador y alto poeta, docto en la lengua latina...».

Pero era, al mismo tiempo, un tanto presuntuoso. En palabras del mismo historiador, «más confiado en su ingenio de lo que debiera, achaque sin duda de sus cortos años, hizo Ferrán Manuel inmoderada ostentación de sus versos, menospreciando a los poetas de la corte» (lo que vemos hace con Garci Fernández).

Así, pues, su composición contra Gerena -la fecha no es posible precisarla; sólo puede establecerse con certeza que fue después de 1401- la tuvo que escribir siendo muy joven, en los momentos en que viviría digamos su época áurea, y cuando, por contraste, Garci Fernández pasaba por los peores años de su vida, viejo ya, mendigo y desamparado. Como antes hiciera Villasandino, Ferrán Manuel también pone el acento en la apostasía del gerenense y apenas alude a su arrepentimiento ni a su «reconversión». En el caso de Villasandino podemos suponer que sólo conociera por ajena referencia (por el «viejo almirante») la noticia de la apostasía, pero no, tal vez, la de su vuelta al cristianismo; Manuel de Lando, en cambio, sí que conocía el retorno del anciano vate a su primitiva fe cristiana cuando escribió contra él esta despiadada poesía.

Su tono en apariencia admirativo y respetuoso nos lleva a preguntarnos: ¿Utiliza la ironía cuando le llama «excelente», «digno sabio», «grande y científico poeta», incluso «señor»? ¿Le habla así porque así se solía, y aún se suele -a veces- hablar a los mayores? ¿Es sincero el respeto que parece dedicarle? En todo caso, el final de la composición no deja duda alguna de su malicioso pensamiento cuando en los últimos versos sugiere que Gerena, pese a todo, no resulta de fiar, pues, como dice el proverbio, «quien hace un cesto, hace ciento».

Tanto esta actitud del «joven y lindo hidalgo sevillano» -así lo llamó Menéndez Pidal- con respecto a Garci Fernández como la más hostil y persistente de Baena nos permiten descubrir la superioridad o prepotencia que exhiben ambos cuando escriben de él y nos llevan sobre todo a sospechar que por su condición de conversos -o tal vez, en el caso de Lando, descendiente de judíos conversos- utilizaran a Garci Fernández para mostrarse ante el Rey y los poderosos como paladines de su nueva fe.

Indiquemos finalmente que ninguno de los dos poemas, ni el de Villasandino ni el de Lando, compuestos ambos como «preguntas», encontró «respuesta» alguna de Garci Fernández. O, si alguno de los dos la tuvo, Juan Alfonso no quiso incluirla entre las composiciones de su Cancionero. Per o más nos inclinamos a pensar que fuera el propio Gerena quien optase por no contestarles. Ni su temperamento, por lo que se puede deducir, era muy proclive a la polémica, ni él se hallaba a la sazón en el mejor estado anímico para responder a los ataques de sus, por entonces, felices y satíricos amigos.

http://www.lluisvives.com/servlet/SirveObras/scclit/24604731213571839622202/p0000007.htm







Este dezir fiso e ordenó el dicho Ferrando Manuel de Lando en loores de maestro Fr. Vicente, acatando e aviendo contemplacion a sus notables sermones e a las deceblinas e vida apostolical de sus devotas compañas, el cual decir es muy bien fecho, sabiamente ordenado e por sotil arte.



Maestro Vicente, devoto esmerado,
Que ansi nuevamente nos es enbiado
De Dios glorioso, nuestro Salvador.
E cantemos gracias en alto el amor,
A la su eterna Real magestat,
Pues quisso menbrarse con grant piedat
De nos que pecamos en grave tenor.
 Es claro e notorio que en esta partida,
De grandes e chicos, de mas de la gente
Bivia sin orden asas largamente,
Enbuelta en pecados e muy corronpida,
Sobervia, orgullosa, su llama encendida,
E toda malicia en trono reinando,
Mas este bendito nos va ya tornando
A obras perfetas de muy santa vida.
 Aqueste nos manda sin toda dubdança
Que sienpre loemos a Dios e sirvamos,
E que por tal via le satisfagamos
Que de nostros yerros non tome vengança
De otra riquesa poder nin privança
Non tiene cuidado, nin fase mincion,
Ca todo es puesto el su coraçon
En la perdurable bienaventurança.
 Con grant abstinencia e duro cilicio,
Segunt que al mundo se va publicando,

[p. 164] En todos los dias devotos llorando
Presenta a Dios el su sacrificio:
E desque fenesce tan noble oficio,
Luego pronuncia sus altos sermones,
Jamas non tractando en otras quistiones,
Ca este es su goso, su gloria, su vicio.
 Las dubdas escuras que son peligrosas
A los inorantes en la fé cristiana,
Aqueste las muestra, dispone, esplana
En formas sotiles e muy provechosas: 
Condena e estruye las artes dañosas
De los adevinos e falsos profetas,
Mostrando que sinos, cursos, planetas
A Dios obedecen en todas las cosas.
 Yo vi muchos ommes de religion,
Señoras e monjas de alta loança,
Tratar luengos tienpos con grant aficança
E non acabar un solo perdon:
Mas aqueste justo, perfecto varon,
Sin les requerir nin les suplicar,
Los injuriados le vienen buscar
E todos perdonan de buen coraçon.
 Aun otra virtud en él es fallada,
Notoria señal de grant perfecion,
Que cualquier persona de mala entençion
Que una ves vea su vida esmerada,
Así es corregida, así es emendada,
Que todos sus graves e feos errores
Convierte en vertudes, cantando loores
A la magestad de Dios coronada.
 Por la su devota e buena doctrina,
Vee claramente por espiriencia,
A muchos errados faser penitencia
Con aspera, fuerte, cruel deciplina:
Su firme planeta asi nos enclina
Que luego en punto a Dios nos tornamos;
Por ende, señores, sin dubda creamos
Que bive alunbrado de gracia divina.
 Algunos movidos a pura maldat
Retraen sus dichos por vias mintrosas,
Personas cativas, muy enbidiosas,
Sin fé, sin querencia, sin toda bondat,
Que sus obras dignas de grand santidat
E frutos que faze su predicacion,
Dan d'él testimonio que su entencion
Es buena e linpia e ama verdat.

 [p. 165] Non me quieran mal algunos señores,
Letrados e sabios que son en Castilla,
Nin ayan nin tengan a grand maravilla
Por que yo desir d'él tan altos loores:
Ante revoquen sus viles errores
Los que contra él fueren retratantes,
Que muchos comigo estan concordantes,
Teologos altos e grandes doctores.
 E yo contenplando su vida escelente,
Devota, benigna e justa opinion,
De todos los buenos christianos que son
En aquestas partes de contra ocidente,
Tan bien de letrado commo de astinente,
Católico, linpio e santa persona,
Mi sinple juisio le da la corona
E asi concluyo aqui finalmente.

[Cancionero de Baena. Ed. P. J. Pidal.] 













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