viernes, 16 de noviembre de 2012

FRANCISCO TABOADA [8.419]


FRANCISCO TABOADA

Francisco Taboada nació en Bilbao en 1957 y reside en Cantabria desde hace quince años.

Escritor y pedagogo. Ha sido profesor de Didáctica del Pensamiento en la Universidad del País Vasco. Es autor de los libros de poemas Garbanzos (1979), Palabras dactilares (Cantárida Poesía, 2011) y Frontera de carne (Arte Activo Ediciones, 2015); de las novelas Memorias de Yoser Pez (web Vertedero Sonoro), La cosecha (Arte Activo Ediciones, 2012) y El pozo séptico (Ediciones Oblicuas, 2015); y de la obra de teatro El Maestro (Editorial Anagnórisis, 2012). Colabora en las revistas Cantárida y Espacio Luke. 





de “Palabras dactilares”


UN POEMA arrugado vuela
de mi mano
a la papelera, certero,
ni una sola palabra
se ha salvado,
todo ha sido desechado
sin piedad,
desde el impulso inicial,
el torpe recorrido,
la frustración de sentirse
equivocado, hasta
el rechazo final,
definitivo.           

Otro más que ha sido sacrificado
en aras de la estadística:
un acierto por cada mil errores.
Otro intento,
otro intento,
nada pasará si no es verdad
o al menos lo aparenta
con solvencia
y elegancia.




ALGUNAS VECES casi me siento,
como si al decirme estuviera aquí
y fueran éstas mis palabras dactilares,
inquietas y anhelantes,
al acecho,
dibujando sus líneas retorcidas
para caer de garras sobre lo real,
destrozar el tiempo cuando todavía es carne,
y otorgarme consuelo breve,
parca compañía,
terca conversación,
tal vez una herida nueva,
una duda sangrante,
y si tengo suerte una pregunta.




DE DÓNDE viene el frío
por qué no se incendian estas palabras
y me calientan, ahora mismo,
con lo avanzado que está el invierno.




OTRO día más
en la abrupta terquedad de estos ojos
enrojecidos,
ante un paisaje que cambia
para idéntico, reconocible,
siempre reconocible. Agónico.
La mirada busca con desesperación
una brizna de hierba nueva,
algo que haya crecido
al amparo de la noche
mientras mi cuerpo descansaba
noqueado.
La falta completa de importancia,
lo irrelevante de las transformaciones,
la persistencia que tienen las cosas
para no transgredirse
y conservar su ofensiva materialidad…
Sólo el dolor, la herida abierta,
la enfermedad y el desgarro de la cura,
mantienen la esperanza
de regresar
a la normalidad del grito.




AQUELLOS pasos malogrados,
intenciones, sueños y proyectos,
tantas piernas rotas como saltos,
obstinado palpar el aire
que sopla de lo remoto,
lo imaginado.




NO QUIERO saber de qué hablo,
jugar con ventaja, anticiparme,
ejercer sobre la mirada
la malevolencia de lo tardío,
resabiado y prepotente.

Me muevo certero por este pantano
henchido de convencimiento,
cada paso depende
de la firmeza adjudicada,
el suelo imaginado, dado por cierto,
la tierra sumergida que espera por mi
pie, lo refrena, y lo hace triunfar
sobre la posibilidad
de un naufragio,

un naufragio, por otra parte,
al final inevitable.




JUNTO a mi cadáver irán mis amigos,
tambaleando,
delgados ellos, gordo yo en la caja,
la tripa llena,
la cena eterna,
el corazón detenido en grasa,
el partagás a medio fumar:
¡que me entierren con el puro!
dirán que dije,
y vaciarán sus petacas sobre mí.
                       
De regreso el sol
lo habrá quemado todo,
el instante quieto,
las piedras sofocadas,
los árboles esperando viento,
ningún testigo a quien preguntar nada,
el pensamiento,
al fin,
descansa.
           
Estoy muerto, vaso vacío,
todos los bares están chapados,
me rindo contra la pared, vomito estrellas,
intento completar una definición,
identificarme:
Yo soy.
Pero ya no hay eco.




CONTRA la espera me debato
haciendo formulaciones,
regateos,                   
dando vueltas alrededor de mí mismo
buscándome un rabo de lagartija.
                       
No hay nada detrás,
nunca hay nada,
y delante la sospecha
de estar dándole la espalda
a algo, pero a qué.
                       
La luz que engaña y es cierta,
los pájaros que cruzan indiferentes,
los gusanos, la tierra
indiferente, todo
sucediendo en la mirada.
                       
Las certezas atragantan
pero hay hambre,
algo hay que darle de comer
a este pensamiento desnutrido y terco.




SOLITARIO y ancestral,
viejo ginko,
nos llegó la tarde,
roja, inacabada,
reliquia del pensamiento
que se vacía en el hueco,
buscando sentido
inútil, al ocaso. 

Pobres desgraciados,
ya estamos incendiados,
las palabras nos han dado fuego
y nos consumimos en este preciso instante,
cuando la idea quiere.







de Frontera de carne
Arte Activo Ediciones 2015


TODAS LAS LÁGRIMAS QUE NO LLORÉ

Todas las lágrimas que no lloré
de niño las estoy llorando ahora,
y son, como entonces, lágrimas secas,
de furia y de pavor, porque era cierto
y no tenía ni cura ni remedio.

Esto es lo real
la vida es el cuento.
Vacío la casa de gente
la lleno de pensamiento.



LA RAZÓN HA PERDIDO
                                 
La razón ha perdido                                        
el asidero. Caen
migajas infantiles                                
reclamando la pérdida                             
prometida.




VAGAMENTE SE AGRIETA LA TERNURA

Vagamente se agrieta la ternura
en el túnel de carne prieta,
el ímpetu ejercita una malversación
entre lamentos. El lugar de la
esperanza lo ocupa ahora la
máquina irrefrenable, desbocada,
demostrativa. ¿Pediremos perdón
una vez más por ser tiempo?
La sombra del árbol es testigo de
lo fugaz.
Mueren las lágrimas al instante
y al instante se reanuda la
alegría del llanto.




AMANECE, LA LUZ

Amanece, la luz
lo oculta todo,
los pájaros asordan
el aire con sus cantos,
enmudece el pensamiento
a la vida diaria,
el ajetreo de buscar
un hueco para picotear
el pienso. Rugen
los estómagos, se agotan
las voces, y, con la oscuridad
renace mi vida.



SE VA A DORMIR EL MURCIÉLAGO
                
Se va a dormir el murciélago                   
saciado de mosquitos, pasó                     
ya la lechuza sin ratón
y dejó el halcón media
gallina rota contra
el alto muro
el alba
es todavía una promesa que mantiene
dormidos a los gorriones
quietos a los topos, la escarcha
no tiene nombre, es frío aún,
la noche sigue rendida
a la luz evidente que
se anuncia con este
silencio. Yo, espero.
En este hueco vive
mi alimento. Aquí
soy la presa. Una palabra
retrasada caerá en mis garras
y retorcerá sus trazos
abrazando mi cuerpo,
justo, en ese momento,
amanecido.




TODO QUEDA YA DEMASIADO LEJOS-Frontera de carne
                           
Todo queda ya demasiado lejos                        
para mí, ando falto                     
de nitidez, con la boca                      
chorreando niebla.




HAY VOCES DE CARNE EN LA NOCHE

Hay voces de carne en la noche
pastosa y quemada de vino
amargo. Le doy fuego al orujo
de mi piel y me paseo incendiado
por los salones oscuros. Nadie
observa las llamaradas de mis ojos.
El grito mudo a punto de nacer
queda suspendido en su dolor.
Corro veloz por la planicie desolada
con los brazos en alto
esperando el consuelo de mutar
en rescoldo, al menos,
algo más que ceniza apagada y fría
que espera por mi soplo de viento
para desaparecer en polvo.




CALIFICAN LOS ESTORNINOS

Califican los estorninos el cielo
oscuro, como plaga de insectos que
atesora un orden depredador. Devoran
la luz, evolucionan, incansables
hasta cerrar las clorofilas de los
girasoles. Todo muere, de un
momento a otro. El árbol sin
sombra se calcina imposible.
Se suspende el aire.
Se evapora el agua. Cuando los
pájaros desciendan sobre la tierra
yerta, una brizna de sol
se alzará sobre las esferas
desmintiendo el mal presagio
de las horas.





SE DERRUMBA EL AIRE

Se derrumba el aire
cae a mis pies
se detienen la hojas
queda el tiempo en suspenso
se abre la boca
en un vacío de atenta espera
los pájaros callan
la hierba se estira
y suma su recta quietud
al pálpito que ya se siente
nadie puede aguantarlo ni un segundo más

entonces cae la primera gota
y la siguiente, la vida entera
se pone a cubierto, regresan
los murmullos,
la lluvia le habla a la sed
de la palabra esperanza.






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