miércoles, 27 de marzo de 2013

XIMENA RIVERA ÓRDENES [9.557]


XIMENA RIVERA ÓRDENES 

(CHILE, Viña del Mar, 1959 - Valparaíso, Marzo 2013) publica su primer y esperado libro en 1999: Delirios o el Gesto de Responder (Valparaíso, Gobierno Regional de Valparaíso), después de publicar colectivamente en numerosas recopilaciones, como Valparaíso/ Versos en la calle (ed. por Ennio Moltedo, Valparaíso, ed. municipal,1996), Breviario de las Poetisas del Litoral (Valparaíso, Universidad de Valparaíso, 1996), Valparaíso/ versos en la calle (ed. Juan Cameron, Valparaíso, ed. municipal, 1998), Historia de la Poesía en Valparaíso ,de Alfonso Larrahona (Valparaíso, Ed. Correo de la Poesía, 1999). Le siguieron Una noche sucede en el paisaje (Valparaíso, ed. Hormiga, 2006), 18 Poemas de Agua (Santiago: Ediciones para el Olvido, 2005), Una noche sucede en el paisaje (Valparaíso: Ed. Cataclismo, 2006), Puente de Madera (Santiago: Balmaceda Arte Joven, 2010) y Poemas de Agua (Valparaíso: Hebra, 2012). Su poética se fundamenta en una investigación intensa y dolorosa con respecto a la posibilidad de comprensión del mundo, investigación en la que se recurre a mundos otros: la entrada de lo extraordinario, el sentimiento religioso, el delirio. La religiosidad esencial de Ximena impone un lenguaje que evoca el contacto directo e íntimo del diálogo, sin que la forma por sí sola pueda tomar una autonomía por sobre el lenguaje “de revelación”, en el que no faltan reminiscencias bíblicas y mágicas. Hay que considerar, asimismo, la fuerte presencia de la pasión iluminadora de un Rimbaud o un Hölderlin, aludidos y citados en su poética. Ximena habitó la mayor parte de su vida en la ciudad de Valparaíso,con una existencia absolutamente marcada por la poesía.


2

Ahora bien
La iniciación puede verse
Como un regreso guiado

Una vuelta a uno mismo
No al que fue o al pasado, sino al ahora

Puede verse como la recuperación de la visión
Por lo cual el ahora parece detenerse
Y sin embargo
Es una inmovilidad que transcurre

Imposibilidad lógica -clásica-
No obstante realidad irrefutable
Que abarca el ahora antes de la separación
Antes de lo falso o verdadero
Antes de lo bello o lo feo
Antes de lo bueno o lo malo
Antes de la otredad
Antes de la fragmentación

¿Es importante ver?
Supongo que si
Porque en este territorio ver significa 
Ver todo el mundo en el mundo de todos los días

Sí, allá está aquí
Y no hay nada que decir
Y sin embargo cuando todo el mundo se ve
El mundo inevitablemente habla

Ahora bien    ¿cuál es el centro de una esfera?


         
AQUÍ ESTÁ

Y está también la separación entre centro y periferia

El centro de toda figura
Sea cual sea la figura
Es un punto X distante de su figura
Porque es el desarrollo de la figura

Al morir perdemos 23 gramos

¿Entonces qué hay en nosotros que pesa 23 gramos?

en: 
"Puente de Madera"
(Parte 1, Panfleto contra la cultura)
Ximena Rivera Órdenes + 13 poetas jóvenes 
Editado por Balmaceda Arte Joven
Valparaíso
2010




Poemas de agua 


El Vacío

No sé modular la palabra amor,
ese verbo grande y final.

Grande, grande es mi súplica,
mi ruego es comprender por qué
el amor demora siglos en llegar a ser amor.



Mantra

Entonces lo que hay
es la palabra:
                          Palabra.

La palabra,
                          es lo que hay.



El silencio

Comprendemos después
el canto del gallo al amanecer.

Es una contradicción
bastante benévola ésta
saber que el mundo cantando siempre
permanece silencioso.



No es verdad que Dios exista.
No es verdad la serpiente
                       el árbol
                       la manzana.

¿Y si no es verdad que Dios exista?
¿y si no es verdad la serpiente
                       el árbol
                       la manzana?
¿Para qué insistir en esta historia?

Sabemos que no hay fundamento
en el cuento del exilio.

        Podemos vivir en paz,
        podemos dormir tranquilos.

Ya que 
no es verdad que nuestros hijos se mataron.





Yo recuerdo un estado de la noche, una especie de olvido sumamente físico, un olvido cósmico, por decir algo, que para ustedes se manifiesta en sueños. Es una navegación que me lleva de mi nombre hacia la noche, noche abajo; un viaje nocturno, una ruta por un brazo de la noche, que soy yo misma. Me digo Ximena para reconocerme, me nombro, y lo olvido. Ya sé: es la locura que viene, y en el río de aquella noche lloro con un llanto que corta la piel y reseca la lengua. Cuando salgo de puerto, de inmediato reconozco el hecho insólito de una nueva lengua: me creo en otro país, por lo tanto, estoy en otro país; ningún nombre está sujeto a sus cosas, los nombres están salidos, idos de sus cosas. Todo es intercambiable, pero en un principio entendible y aceptable. Por ejemplo: la calle es un río, la pared un árbol, mi bebé un ícono.





Mi abuela acuña nombres en un libro grandísimo: es un trabajo privado. Luego mira maravillada la profundidad del espacio celeste, y comprende lo tremendo del asunto. Se envuelve en su chal y guarda silencio; las polillas, debido a la luminosidad y brillantez de la tela, se estrellan contra ella también en silencio. Mi abuela enmudece y comprende lo tremendo del asunto. Cavila, y yo escucho cómo mi abuela enmudece doblemente su silencio. Luego, aborda un viejo automóvil que la llevará al centro de la ciudad. Mi abuela me mira, y comprende lo tremendo del asunto. Luego, el automóvil ahuyenta a unos perros de pelaje rizado a causa del aliento húmedo de la neblina.





¿Es verdad que no podemos pensar sin palabras? ¿Es verdad que la vieja conjunción de palabras y de cosas, obviamente en su también vieja ligereza, lo altera todo? ¿No será un vicio, un residuo?
Con claridad se piensa que el lenguaje constituye y funda, entonces él entra en mis dominios, en mi ámbito, como un caballero a caballo, invicto, sin derrota, incólume. A mí tanta perfección me disminuye, y la enorme palpitación de los lenguajes no me conmueve; más bien me producen un largo desaliento. Las primeras palabras -de la mañana, por ejemplo- me enferman.
Es entonces que reconozco que los lenguajes se exhiben, y lo que yo soy entre una modulación y la siguiente: se borra.



Selección de Gladys Mendía del libro Puente de Medera (2010)


2

  

Sabes que debo escribir
Y someterme a las leyes
Instructivas del lenguaje

La cosedura del entramado
Se notará siempre
Pero quisiera omitir aquí tu voz
Y esa discreta tendencia
Ese sarcasmo vagamente higiénico al cual recurrimos
Con esa establecida finalidad que sólo hoy empezamos a valorar

Me defines como una predadora
Esta vez no te concederé la razón
Porque la dificultad para esto radica
En las toallas calientes que soportan mis brazos
Y en esas toallas heladas que soporta mi frente

(Por otra parte sabemos
Que las definiciones toman vida propia)

Por eso mi pelo cae sobre tu frente
Y no hago ningún esfuerzo
Para que este instante sea distinto de lo que es

Ahora bien
La joven estudiante
Inquietamente ve delante de sus ojos
Un número determinado de vivencias
Un número calculado de vivencias para su estabilidad
Y disponible para sus sentidos

Esto no lo sabe ella
Pero es extremadamente claro
No hay ambigüedad
No hay elección

Pero si repican los relojes con indolencia
O incluso bajo influencias frías
Reagrupamos esos acontecimientos
Es probable que lo irreparable
Continuamente aplastado
Salte delante de nosotros
Con esa necesidad que tiene de imprecarnos con dureza
El porque arrastramos
A ese que cumplirá con todos nuestros recuerdos después

Te ríes desafiando este acontecimiento
Te ríes de mí frente a estas construcciones
Te ríes de mis artificios
Te ríes de ese coche fúnebre de mi sueño

Pero mendiga sólo de ti puedo esperar algo
Puedo esperar descender rápidamente por una ladera de la ciudad
O puedo hacer creer en esta pantomima
Que puedo concederte un grado de seguridad tal en esta farsa
Que amortigüe el miedo que sientes como una imperfección

Además tú sabes muy bien
Que si omití nuestros vicios
O no dejé que se vieran
Fue porque quise comportarme
Como la más alta clerecía

Pero forcé el poema mendiga para quitarte algo
Algo que me calme esta lógica
Que me llama a seguir con estos supuestos de siempre
En esta noche tórrida de verano


9

Tú eres el señor de la casa
Tú eres el señor de tu cuerpo
Estás en él esperándome y de una manera diferente
Cada día en la puerta me acoges

Tú eres el señor de tu casa y de tu cuerpo
Y nada se oculta ni se acalla ante ti
Pero el padecimiento viene cuando a veces no estás
Y el señor que hay en ti se exilia
Y es otro el que me abre la puerta de una casa que no es suya totalmente

Tu cuerpo está en exilio
Estás lejano
Pero rara vez se expone con franqueza esta lejanía
Mi corazón y mi alma ya no saben percibir ni ver
A ese señor que un día me esperara en el umbral

Te nombro y me escucho nombrarte
Pero tu nombre se ha ocultado en la casa
Se ha recogido en un cuerpo
Y de esta manera resulta que todo lo que eres
Está en la habitación esperando que llegue
El verdadero señor de la casa
Para que ame a ese señor recogido en sí mismo
Para que así el cubra su rostro con las manos
Y reconozca mejor su amor por mí
Porque sabe que en esa habitación
Cuerpo y casa acogen de una manera univoca
De una manera simple

Ahora bien
El poema vuelve al orden de la casa
Y sólo ahora es donde queda establecido en todo su rigor
La necesidad física para que aquello que no es físico
Se infiltre en el ámbito de lo que no es
Claro que con reservas
Ya que tu casa y tu cuerpo me obligan a participar de su significado
Y esto debido a su exagerada complejidad
Es todo el ser por todas partes



Selección por Gladys Mendía del libro inédito  CASA DE REPOSO (2013)


CASA DE REPOSO


I

Los dolores se suceden y se repiten  en Pompeya con una monotonía abisal.
Te diré que llegar aquí es difícil, hay una suerte de tiranía en el acceso. No sé cómo lo hice, las coordenadas cardinales y geográficas no las sé, pero sé el camino, cómo me conduje aquí.
Llegas a una especie de avenida, y a la gente de ese lugar le fluye algo por los ojos que no logro definir.
Lo que fluye no es una luz blanca, ni fluye un alma fuera en esos ojos: si al menos fuera un esbozo de sonrisa, no me daría ahora escalofríos el pasto que se quema en los inviernos, aquí.
La verdad de lo que fluye en este lugar es más bien la imagen de una boca, una boca desdentada que te besa, te da terror y te sostiene.


*

¿Por qué los ancianos y los enfermos son una carga hoy para nosotros? Algo que no nos interesa, que no es asunto nuestro.
Los niños son también una dificultad, pero de otra factura, ya que sabemos que son la carne fresca que llevará nuestro pasado marcado a fuego en la memoria.
No sé cómo llegamos a esto, pero un poeta comentaba que no sabía de dónde venía la tristeza, y le preguntaba a un dios natural por ella.
Para mí la tristeza viene de Pompeya, y es una tristeza indiferente, como un amante estático con un cuerpo inerte y una sonrisa sub urbana.


*

La casa es de madera, es más bien una hilera de medias aguas en un sitio rodeado de palos con enredaderas que ficcionan una reja. El dinero es importante aquí, lo percibo por sus necesidades, y la gente me parece buena.
En el umbral de la pequeña sala no sé si sigo viva, nadie me contiene en su memoria, por lo cual hago un trato ventajoso –y por otra parte, el pacto lo hago con mi corazón y  mi memoria.
Un detalle perturbador: ellos creían que iba a dejar ahí a alguien enfermo o anciano de mi familia. Luego, reflexioné que ni siquiera a mi padre dejaría en este lugar, ya que busqué el último rincón en el que yo podría quedarme.
Y me di cuenta que la casa de reposo, literalmente, es una barraca militar en el vacío: horarios, deberes, esperas y abusos.
Ya me busqué un lugar que representara una madre maligna, una madre abusadora desde el primer día, para poder vivir.
¿Lo crees?
Luego, en mis noches de insomnio, crecía y crecía la percepción de que había un dios en aquella casa, que me seducía pobremente a pasar ese umbral.
No pretendo que este escrito te guste, pero en esta casa, te guste o no, se anuda Chile y nuestro destino –con su dios feo, ese dios de tantos chilenos–, que me grita en este instante: «entra, te quedarás».


*

En esta casa hay algo simétrico, algo pendular: si te mueves un poco hacia la izquierda, alguien se mueve a la derecha.
Es algo inconsciente, sabes, casi un reflejo. Somos enfermos, claro: estamos imposibilitados de recordar nuestro origen con claridad, y lo que queda como residuo es dejarse llevar por este espacio, y de múltiples maneras cumplir con los horarios.
Yo, por mi parte, tengo la noción de que recordando tendré un poco de sanía, pero recordar siempre ha sido decir la verdad, y no creo que seamos capaces de nombrarla. Si tan sólo esta gente, estos extraños cantaran, pero no, sólo miramos el vacío.
Si sólo existiera aquí un pasajero que trajera un vislumbre, un recuerdo vivo a este lugar, habría esperanza, pero no.
Sólo tenemos aquí la parodia del amor, la parodia de ese caos tan deseado, de esa angustia feliz, como un universo en su plenitud, que nos lleva a un frenesí anclado a un orden.
Pero basta, basta de todo esto. Estoy lejos de toda armonía, de toda serenidad aquí en Pompeya. Siempre vuelvo los ojos en torno mío, y he sentido ahora una monstruosa, una indescifrable apariencia, rodeada, sitiada por otras apariencias, tan incomprensibles: todo tan feroz, tan desgraciado, quizá como yo misma.


III

A la manera de AntoninArtaud, soy una imbécil, porque mi pensamiento es estrecho y corto: mi pensamiento no sucede. Acá hay horarios de visita. Se rompe la monotonía, pero en la casa no sabemos si esta ruptura es algo positivo o negativo. Por ejemplo, me visitan chicos de alguna comunidad cristiana que sólo tienen una imposición de venir, por compasión a la casa de reposo. Pero yo entrego una imposición con respecto a mi pensamiento, por lo cual, sólo alcanzan a ver una especie de espejismo. Y frente a eso, se ponen a pensar en esta imposición, como si todo esto significara la señal de una experiencia privilegiada aquí.
Mi yo se desgaja como un panecillo en la mesa donde ellos comen. ¿Habrán pensado alguna vez por qué no bebo agua en esta mesa?
No estoy triste, no se confundan: yo soy una imbécil y lama fama me encarcela.
Pero pasa que ustedes perciben no sé qué debilidad, no sé qué amorfía en esta aseveración. Debilidad mi ansia de concordancia, mi hipócrita necesidad de ustedes, cuando les represento la angustia y corro a pedirles piedad por las calles.
Por supuesto, ustedes se conocen a sí mismos, claro. Pero yo velo lo que hacen. Es más, todos acá vemos muy bien lo que hacen. Les pregunto, entonces: ¿es que así se acaba la poesía, el lenguaje, los diálogos?
Por otro lado, ellos observan mi cuerpo, mi ajado cuerpo, miran mis ojos, piensan en mí.
¿Piensan en mí? ¿En mí?
Y creen que éste es su privilegio.
Se apropian del privilegio como lo haría un sacerdote o un zapatero. Yo, que hablaba de zapatos frente a ellos, para que ocuparan la palabra privilegio como una prostituta o una verdulera que diera un juicio sobre la realidad, ya que ellos ocupan todo su quehacer verbal para no salir nunca del círculo del verbo.
En esto percibo una sombría sombra que avanza. Me agobian, tanto como yo los agobio a ellos.
Pero me pregunto: ¿qué ven cuando me ven?
¿Ven acaso el desequilibrio, este aplanamiento, estas ausencias, este hundimiento en la realidad? Me pregunto:
¿Qué ven cuando me ven?




XIMENA RIVERA: LA TENSION ENTRE EL SER Y LA PALABRA
Presentación de Ximena Rivera Órdenes. Obra Completa en Ediciones Libros del Cardo, 2016 

Por Eugenia Brito


Conocí a Ximena Rivera hace ya algunos años atrás, en el año 2011. Yo estaba participando en el lanzamiento de Obra Reunida, de Stella Díaz Varín,  cuando  aparece  la joven poeta Gladys González, con un grupo de artistas de  Valparaíso,  para  leer parte de la poesía de Stella en esa presentación y como homenaje a la  gran poesía  de Stella Díaz Varín.

Entre ellas estaba Ximena Rivera.

Dos años más tarde,  me avisan de su inesperada,  prematura muerte.  Lo lamenté y  me quedé con la sensación de que había perdido conocer un ser  impresionante y sensible, una escritura secreta y  sin concesiones.

Comprendí el privilegio  del homenaje a Stella Díaz Varín. Aunque había visto a Ximena  quizá acompañando a la misma Stella, no  había leído sus textos, no había comprendido ni una sola palabra de ella.

Gracias a la querida Gladys tuve acceso a su poesía en el marco de una  lectura de  la obra de Ximena Rivera, y hoy, en 2016, al homenaje y presentación de su Obra Completa en EDs. Libros del Cardo, 2016.

Leo sus poemas con admiración, nostalgia y afecto. Leo  la mente de Ximena y entonces empiezo a entender la distancia entre ella  y sus textos en el poema: "La más pobre demostración de amor". "Yo sospecho que me será negada la alegría / que seré dividida en  muchas voces/ que el corazón no muere/ cuando uno cree que debería /" p.9

La visita  a la amada (ella misma o su doble, su heterónimo), no lo sabemos transcurre en el páramo, “va con hojas secas a buscarla, hojas heladas, llenas de códices".

Códices como la  historia que intenta transformar en “guión, en argumento/ pues ese cuerpo persiste en mí/ como la costra de cemento/ que soporta la tierra que esparcimos/ y que ahora dibujamos  para representar /otras historias” p.10.

En el primer poema publicado por Ximena en esta Obra  Completa,  ella  siente el vacío entre palabra y gesto, historia y cuerpo, lenguaje y  cuerpo, lenguaje y escritura. El repudio contra el guión preescrito, contra los argumentos preestablecidos  en su cuerpo y quizá en su historia. Hay una intolerancia en ella hacia ese cuerpo que persiste en coexistir con ella de manera simultánea y porfiada, escribiendo sobre su carne y su memoria su guión divisorio, formando la costra entre el ser y su autorepresentación.

Guión fantasmal y herido que permeará no sólo el cuerpo de Ximena, sino también su escritura,  como se aprecia en el trayecto de la “tierra “ y su “vacío" en el interior de su cuerpo así como en los afectos que recibe y en las historias que desencadena y en las casas que habita. En su caída al “cemento” que finalmente se formula como una lápida sobre ella y sus proyectos.

En “Lo Bello y lo Triste” (cita de la novela magistral de Yasunari Kawabata)  se lee: “Usted, después, lee tarde/ no sé que sombras/ no sé que cuerpos  de mi memoria / tenemos todavía su nombre / distinguido en las letras/ que no es nuevo sino derivado /como un vaso de hermosas  líneas, / aunque vacío".

Esta estrofa suspendida entre preguntas marcan la pausa  entre la nada y el ser; la desconfianza en toda representación  que sentía la poeta, con cada  “guión”, como  el trabajo de la memoria, o de la letra. De manera paralela a Artaud, el “soplo” como lo designa Derrida en “ La palabra soplada”, [1] es el nombre de un doble que toma su cuerpo y lo ocupa con prestados nombres, con nombres usurpadores  que le quitan ser:

“No, no fui la esperada
la invitada a la fiesta  grande
-la única que tuvo-

Y Ud. Me impugnó más allá de su naufragio
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .De su dominio
De su temor

A puertas cerradas en la noche honda
Desmintió  mi intimidad.

El amor  no es la contracara del desamor, para la poeta, sino una   invitación, una pregunta que las más de las veces  no encuentra respuesta:

El Vacío

No sé modular la palabra amor,
Ese gesto grande y final

Grande, grande es mi súplica
Mi ruego es comprender por qué
El amor demora siglos en llegar a ser amor.

La casa como umbral y fundamento, a ratos equívoco  y el cuerpo, que “huele a tierra” y que  cae en el cemento, son dos lugares, a ratos el mismo lugar que estructura la gran pregunta por el ser y por el lugar,  que es Ximena Rivera y su poesía,  la casa como incertidumbre y disgregación de los que moran, como la madre y la abuela. Cito: “Hay una casa al amanecer/ que cae hacia arriba/dejando una luz azul en las ventanas/”…. “La casa parece estar vacía y finalmente el único ser que la acoge y le brinda hospitalidad es Valeria, a pesar de que la casa  que ella le brinda es una “jaula”.

Valeria  quizá su doble, su amor y su odio, somete  a la poeta a un sacrificio, símbolo de su acceso a su casa y su mundo. Sacrificio que implicará posteriormente   la entrega de su ser en un festín (p.43)

“En mi cuarto  recuerdo el sacrificio
Y sé que Valeria está
Refrescando mi corazón para el festín

... - cada vez que sea necesario-
...- porque para ella
...- lo asombroso ya pasó
...- y sabemos muy bien que los dioses
...- dan su bendición
llorando.”

La soledad y el vacío parecen ser los sucesores de  estos amores de  la poeta.: “Y ahora/ qué me espera?/ las sombras / y / un decorado laberinto /Oh, ceremonias / pellejo hostil”. P.49.

Esta gran casa, vacía y llena de fantasmas, es la casa en la que predominantemente habita   la poeta  Ximena Rivera. Una casa traicionera y abandonadora. En que no están la madre  ni la abuela. En que Valeria, su doble, la somete a duros sacrificios para inaugurar su relación y  su amor. En que la casa es un nombre para dejar pasar el viento, los pájaros y la lluvia.

Sin duda, hay un intervalo, Pepe Carvallo. Quien la acoge y la quiere. Pero Pepe Carvallo muere. Es un defecto.

Pepe es fugaz, Ximena lo sabe. Luego vienen las deudas. Y la poeta dice con orgullo y legitimidad: ”Yo trataré de pagar a mis acreedores., trataré de pagar la cuenta completa, pero tengo claro hoy que no pagaré o mejor dicho, jamás volveré a pagar con poesía” p.68.

El horror como dimensión de Dios, de lo viviente es algo que siente Ximena Rivera en su poesía, a la manera de Borges, en  “Tres versiones de Judas” (Artificios, 1944).  Esa dimensión del horror está en todo el libro, como la sombra, el doble, en palabras artaudianas presente en su  lengua, en sus gestos y en su aproximación  a lo cotidiano. Toda una cosmogonía que  revela la maldición de Eva, los hijos que se matan (Caín y Abel ), las figuras de la serpiente bíblica,  la casa que  en lugar de acogerla, la espera como un ente sacrificial y  el agua  que  venía, con un légamo   que la lleva al horror, del pequeño gato muerto en sus ropas, de la muerta que habita en el río y que ingresa en su casa, como gran doble de la poeta: ”Una muerta en el río  ha llegado a mi vida/ como llegaría el otoño a la primavera / una extranjera que muere en el río / por su propia mano: una persona puesta al margen/ por su propia mano” (p.73).

El enigma de la poesía  de Ximena Rivera es que ella rompe  el principio de identidad de sus materiales; el agua es discontinua, como la imagen de su rostro visto en el espejo; en cuyos ángulos, no ve la realidad. Su poesía está llena de desdoblamientos, en que la realidad se vislumbra desde múltiples ángulos y perspectivas paradojales, pluralizando el paisaje de lo vivido, señalando también la angustia y tensión en que vivió la artista: su talento, su sexualidad, su enfermedad, su soledad y su  asilo.

La casa se llena de agua y no sólo de ella, también de la muerta, un doble entrevisto de manera vidente, como figura surgida de una pesadilla, la muerta, la suicida, se cuela por su  casa y su cuerpo, pero no es tampoco una suicida, es una mujer  castigada, liberada a un sacrificio social, dañada por la falta de atención médica y  social, una gran artista, una poeta  marginalizada en los recovecos de Valparaíso y sus crueles cerros. 

“Y ya se sabe que mis tíos no son ingenuos. Son cazadores. Y cuando cazan, dejan en el bosqur una carnada para que así se manifieste la presa en lo más apacible, lo más elemental.
Mis tíos no son ingenuos, y saben que de esa manera se manifiesta un misterio que comprenden. Por eso, sostienen  una serie de secretos que guardarán como un tesoro. Claro está  que en sus cacerías mis tíos nunca encontrarán plenitud en el instante preciso de la muerte” p.91. “Una noche sucede en el paisaje”. EDs. Hormigas 2006.

La casa  por otra parte,  a pesar de que le exige un sacrificio, de que a ratos la casa la expulsa, la preserva a veces de “ la hora del lobo”, de la sensación de vacío y absurdo, de lo que Ximena llama “el olvido", "ese desplazamiento", su salida del contrato social,  que es para ella “un abismo oscuro,  y algo más primigenio, más antiguo que Dios, algo mucho más lejano a El que el mero sufrimiento  por una acción determinada en el antiguo paraíso”. Eds. Hormiga 2006.

En el texto “Puente de Madera” (EDs. Balmaceda Arte Joven, 2010).  Se concentra la estética de la poesía de Ximena Rivera; está el Demiurgo: quien la piensa y la oculta, de manera limpia y trasparente; donde delata su “escucha de voces “, por lo que debería, sentir vergüenza, sin saber por qué, ya que con ellas está “en su real figura", es decir, ella con sus voces, es su ser íntegro, y esas voces son el material psíquico vivo en Ximena, como en todos nosotros, las voces son el discurso de  nuestra historia, el de la sociedad y el destino del país..

En “Casa de Reposo" , inédito (2013), escribe  que  ahora vive en ella, la nombra. “barraca militar en el vacío", y por último : “en esta casa, te guste o no, se anuda Chile y nuestro destino- con su dios feo, ese dios de tantos chilenos- que me grita en ese instante: Entra, te quedarás”
Allí la poeta  dice que se desgaja como el pan.

A modo de colofón

Ximena Rivera fue sin duda una de las grandes poetas chilenas de estas últimas décadas. Si  fue conocida en Valparaíso, yo diría que Valparaíso es un universo chileno, rodeado de mar. No hay mayor diferencia entre ser conocida sólo en Santiago o en Concepción  que en Valparaíso. Las palabras, los escritos de Ximena son porteños,  son grises,  buscan una casa, con olor a mar o a río, sueñan con el agua. Cosa que  no nos pasa en Santiago; uno sueña con  la mayor democratización del país, con  el trabajo, con el dinero. Nunca con el río ni con el agua. Y  se esfuerza  con no  caer en la locura. Después de todo, qué es ésta, sino la incomprensión del  vacío a pesar de que nos rodee,  hasta la médula.

Ximena escribió sobre todo de ese vacío, de su existencia en el núcleo del ser y del lenguaje. Lo padeció, lo escribió, lo vivió y lo nombró como la casa del amor. O la casa de Chile. Pues Ximena dio con el nombre de Chile, la madera, el doble, la sombra, el fantasma, la amenaza y la disolución como lo hiciera  José Donoso en El Obsceno Pájaro de la Noche, un guijarro, una llama. Después el vacío, la nada.

Eugenia Brito
Diciembre, 2016





[1] Derrida, Jacques. “La Palabra Soplada”. La Escritura y la Diferencia. Madrid. Anthropos. 1989.








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