domingo, 11 de diciembre de 2016

VANESSA ALMADA NOGUERÓN [19.728]


Vanesa Almada Noguerón

Vanesa Almada Noguerón nace en la ciudad de La Plata (Buenos Aires, Argentina), en 1980. Tiene estudios en Letras y en Gestión Cultural. Obtiene, en 2008, el 1º Premio en el Certamen Internacional Poesía de las Américas por su cuento corto “Final”. En 2012, es convocada por la Firma Editorial “de los Cuatro Vientos” para integrar la edición antológica “Poetas y Narradores Contemporáneos”. En Octubre de 2013, la Latin American Intercultural Alliance galardona su obra con el 1º Premio de su Certamen Anual de Literatura Internacional, en el Queens Museum of Art de NY. En 2015, es invitada por la Universidad de Sonora (México) como representante de la República Argentina en el XX Encuentro Hispanoamericano de Escritores.Actualmente, reside en Mar del Plata, pertenece al equipo de redacción de revista cultural “Poética” e integra el staff artístico del ciclo “Arte sin Aduanas”. Parte de su labor en verso se encuentra también disponible en las revistas de creación literaria “Desnuca2”, “La Avispa” (Grupo ‘de la palabra’), “Pangea” (Ciudad de Salamanca) y “Ergo” (Universitat de València).Su libro #entrelosruidos (Baldíos en la Lengua, 2015) recoge algunas de sus más recientes producciones.


DESHABITADOS 

si fuéramos cajones huecos 
nos pondríamos fuego dentro, 
nos patearíamos las puertas 
buscándonos la llave, 
nos desinflaríamos las partes 
gravitándonos los suelos como atletas acrobáticos, 
no nos alcanzaría la muerte 
para gastarnos la vida, 
nos marcaríamos la raya con la plancha 
nos fregaríamos los pelos contra el colchón 

si fuéramos cajones huecos 
nos rellenaríamos los cuerpos 
con vueltos de caramelos, 
nos quitaríamos las biografías de encima, 
nos falsearíamos las ropas con embriones nuevos 
y caeríamos a baldes 
sobre una hoja en blanco



ÚES DE HIERRO 

por ahí andaba otra vez la pared 
(ahí estaba) 
sucia de Man Ray y de Dalí 
de Cocteau y de Magritte 
aplastada sobre la irrealidad misma del cemento fresco 
impresa sobre barbarie inerte / sobre úes de hierro / sobre bestias 
(a lo mejor míticas 
a lo mejor simples criaturas de moda medieval puestas de mitad en mitad) 

ahí estaba otra manera de decir 
un poco más inexacta que de costumbre 
menos fiel 
de melenas enchapadas en hojas de lata 
en elegancia equina
en cueros 

ahí estaba otro giro del habla maltratado por la lengua escrita 
descosido por las puntas 
embalsamado 
abandonado sobre los granos de arena que habitan los relojes cuando hay mucho aire 
cuando hay ventisca

por ahí andaba / ahí estaba 
otro montón de nosotros mismos 
otro genio encerrado en un vaso de Gin Tonic 
con el aceite de la lámpara quemado y la lista de deseos abrochada al cuello de la camisa 

por ahí andaba 
(ahí estaba) 
otro zodiaco de mayo puesto en pleno diciembre 

otro absoluto perfecto mirándose las partes 
con la apatía de un fragmento 
y la arrogancia de un todo




ACLIMATAR LA COSA 

Ya va siendo hora de que te pases los ojos por la piel 
y de que cedas sin peros el lado de la ventanilla 
a la señora gorda que arrastra las bolsas reventadas de frutas, 
con las ciruelas negras rojas de tanto estar verdes. 

Ya va llegando el día de que agarres viaje, 
o corras la palangana de gotera, 
antes de que el cigarro haga un agujero en el sillón, 
antes de que las brasas le derritan los brazos. 

Ya ha entrado en decurso 
el comprarle un buffer a la película muda 
y dejar de envejecer el tiempo a relojes, 
pidiendo pido a cada rato para aplastarle los dedos con la puerta 
a la vejez aniñada que te explota los llantos. 

Ya va terminando el auge del culebrón de costumbre, 
a Santo de la bazofia entoldada de paso, 
y de darle de comer en la boca a las artes, 
que resulta que no eran tan bellas como todos creían. 

Ya arranca la temporada estival de darte por enterado 
de que para hacerte de una vez por todas de la máquina, 
no va a quedar otra que usar los veinte para empeñar la chancha, 
y renunciar para siempre a la placenta dental del embutido en cajita.

Ya va corriendo la aguja 
para fluorescer los hongos y alar las letras imprenta, 
o carroñar los altos lotes, 
antes de que la golondrina haga verano, 
antes de que la horma se encuentre por fin con el abrojo de los cordones. 

Ya va siendo tiempo
de que tires para aflojar, 
de que la chicha y la limonada, 
de que hables mal y pronto. 

Es gratis encarecer la baratija. 
Date un poco cuenta.




ESCALERA SERVIDA 

De entre los vidrios rotos de un espejo de botiquín 
se ahuecan a silbidos dos mentiras enfrascadas en agua hirviendo, 
con los iris sordos de perfumes 
y las lenguas tuertas de papilas dactilares. 

Sediento sobre una mesa ratona está 
el póker de ases 
con las mangas del pensamiento por afuera del saco 
y cuatro entradas con descuento para el Italpark en el bolsillo. 

A las mentiras no tardan en ponérseles difícil los cien metros llanos 
(como la mandioca no puede ocultarle a nadie que es harina de otro costal). 

Pero resultó ser cierto 
eso de que el tiempo es demasiado ancho y no se deja llenar. 

Y en medio del suponer encristalado hay 
un tubo dentífrico apretado desde abajo 
y un par de mentiras que nos siguen chiflando bajito 
ciegas de oídos y roncas de párpados 
con el blanco de los ojos polarizado, 
la salamandra encendida 
y la baraja incompleta.





SIMULTÁNEO SUI GENERIS 

Ninguno dicta. 
Todos copian y van por el mismo párrafo 
la misma oración 
la misma palabra 
la misma letra 
el mismo pedazo de firulete en el papel. 

No sangran.
No les dejaron piedras para escarbar. 

No crecen. 
No les quedaron canciones para morir. 

Todos escurren el lápiz en la misma zanja. 
Se cierran con llave el mismo renglón. 
Pero ninguno tiene el tintero tan aguado 
como para sacarle punta al otro.





APATÍA 

por otro lado 
me cae gordo lo neutro facial 
como un libro que empieza por el medio 
o una calle sin letreros 

me asfalta los dedos en brea vencida, 
me astilla las risas 
se traga la sombra que me hace el bonete 
y se abulta 
se empotra en los pechos de la gente ajena 

me caen bajo la herencia genética 
y algunas rimas de verso blanco 

por otro lado 
se les arruina el invicto a los dueños de casa, 
se nos fatigan los ruidos a gritos 
y se les mojan las tormentas eléctricas 
a los chaparrones 
y a la ropa seca




LOS HAY 

Nadie sabe lo que tiene esto de otro 
porque no tiene nada de suyo. 
La otredad 
no obstante 
no es tan ucrónica 
como suelen figurarse 
aquellos. 
Un día de éstos 
van a venirse a flote 
como corchos en el vino 
o molusco invertebrado 
con medallas olímpicas sobre el pecho.





OTRAS PRUDENCIAS INÚTILES 

No sea cosa que nos quedemos descalzos de idiomas: 
ensuciémonos las páginas de escándalos.

No sea cosa que los perros nos canten el póker desde la puerta del lienzo, 
que nos sigamos pisando los pies en los vals de bodas, 
que nos engruden la inocencia a cuentos, 
que nos caigamos en algún boquete del cielo: 
confisquémosle la grasa a las bisagras, 
mordámonos las orillas, 
los juncales secos 
y los autorretratos. 

Y pongámosles los puntos a las íes griegas. 
No sea cosa que nos chamusquen Troya 
y nos agarre la hoguera 
sin rifa de los bomberos, 
no sea cosa que nos enferme la furia aturdida del estofado 
un viernes santo 
por más que el ayuno estricto del lunes 
por más que los vértigos y las urgencias: 
descosámonos las pajas de los ojos 
tiñámonos los juicios de rubio suicida 
jurémonos laureles 
y alquilemos balcones.




AL QUE MADRUGA 

Te levantaste. 
Fuiste a comprar cigarros 
aunque sabés 
                            que no te los vas a fumar. 

Desfondaste los cajones de la cómoda 
buscando qué ponerle al cuerpo. 
Pasaste lista. 
Te levantaste y te arrugaste los dientes. 
Con la pasta bucal que te venía sobrando 
pensaste en la poesía oculta 
que desprenden las cortinas de seda oscura rozando el suelo. 

En eso estabas cuando te levantaste. 
Los ruiseñores que se salvaron de la fiebre Harper 
confiscaron la valla cuartelera 
y Martín pescador te dejó pasar. 

Dejaste el grifo entreabierto 
chorreando escalas de grises, 
le preguntaste a un daltónico si el verde ocre sería capaz de favorecerte 
y encuadernaste las cenizas del cigarro consumido 
que habías dejado prendido 
sobre un cajón de la cómoda.





ILUSIÓN ÓPTICA 

escalera de caracol 
(con escalones lentos / para que 
pueda escurrirse las secreciones 
en el andar), 

relojes 
de péndulos y pájaros en las ventanas
sobre los pies. 

lo contrario a la sed, 
un semáforo en blanco, 
un poema que es el agua. 

una deidad 
retratista de llaves, 
una llave que es puerta, 
un pez muerto en la playa que 
se sacude la vida. 

una lámpara tomando sombra, 
un bostezo que se cierra, 
un libro 
que empieza y termina todas las palabras 

y cosas por el estilo.




APOSTILLA 

todos los vasos de la casa rebalsan, 
como mi cuerpo 

un traje de espejos 
-o acaso esa voz, en vocativo
bastará para sanarlo 

ya corrompí los naipes, 
ya volqué lenguas y estampillas encima del parqué lustrado, 
de la ropa blanca, 
de manteles plásticos zafios amancillados; 

ya volqué perlas domésticas en suelos ajenos 
ya terminé de volcarlas 

otros vendrán 
bailarán en la sangre hervida de esta contraproducencia, 
sospecharán que fui nombre y fuego 
voy a adjetivarlo todo



Pausa

La tarde sucede y suceden también otras furias
otros caprichos de paladares intactos, 
consumados,
místicos

Suceden la elegancia rústica y el sabor a Norte grande, 
el guiño guaraní,
la siesta,
la danza imposible del río

Sucede el agua ardida,
escarmentando calores sobre la leña empapada del vaso recién curado,
la niebla tibia
que el pan murmura a pulmón abierto en el borde de la mesada.

A veces suceden también otras furias
sucede una pausa
gigantesca y mítica.

Cuando la tarde sucede,
sucede Sudamérica.
Tremenda.



32 SEGUNDOS

estallamos a un ritmo único
vamos de casa en casa abriendo espejos
y por acuerdo tácito
guardamos los gestos y nuestros nombres completos  para el final
(aunque no los decimos nunca en voz alta;
no me nombrás
porque sería imperfecto)

mientras rotás las páginas
la deformidad del libro se va emancipando
hay una botella de agua helada arriba de un mueble viejo que te imita las manos
y también transpira;
también ella le teme a los bordes escalonados del suelo
también ella es un sudoku de celdas infinitas
porción de tiempo que hierve debajo de los tablones
de la sala llena

esta es la fiesta confesional a la que nunca más quisiera faltar
la forma no geométrica
que alguna vez
vamos a tener que aprender a infringir



ENTRE LOS RUIDOS
Colección: Plaza prohibida


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