viernes, 16 de mayo de 2014

JOSÉ DOMINGO GÓMEZ ROJAS [11.699]


José Domingo Gómez Rojas 

(Santiago, 19 de junio de 1896 – Santiago, 29 de septiembre de 1920) fue un poeta chileno. También es conocido por ser la única víctima de la Guerra de don Ladislao.

Hijo de una modesta familia, fue criado por su madre ya que su padre y su padrastro lo abandonaron tempranamente. Nació en la calle Agustinas, en las inmediaciones del centro de Santiago y después su pequeña familia se trasladó a la calle San Diego. Estudió en el emblemático Liceo Manuel Barros Borgoño.

Se inclinó tempranamente haca la poesía, la mayor parte de su obra, fue escrita entre 1912 y 1915. Durante sus primeros años, Gómez Rojas estuvo vinculado con sectores del cristianismo protestante que se oponían al papel tutelar y autoritario que ejercía la Iglesia Católica en la sociedad chilena. Pero pronto se acercó al "anarquismo intelectual" y escribió influenciado por Nietzsche y D'Annuncio. Opera Omnia, uno de sus textos, inédito hasta hace algunos años, revela esta evolución a veces contradictoria frente a la que se declaraba como un poeta "simultáneo y unimúltiple". Finalmente, hacia la segunda mitad de la década de 1910, se inclinó por la elegía cuando trató de superar las temáticas modernistas influenciado por las vanguardias estéticas y artísticas.

Participó de varios grupos de intelectuales y artistas de la década de 1910, Los Caimanes, Los Diez y Los Inmortales. Éste último estaba formado por sus amigos más íntimos Manuel Rojas y José Santos González Vera, a quienes incitó a escribir tempranamente, y por el dramaturgo popular Antonio Acevedo Hernández. Rojas y González Vera el tiempo se consagraron como algunos de los mejores prosistas del siglo XX tanto, que ambos recibieron el Premio Nacional de Literatura. Desde su prematura muerte ambos escribieron sobre la obra y personalidad de su malogrado amigo.




Protestas De Piedad (fragmento)

En esta Cárcel donde los hombres me trajeron,
en donde la injusticia de una ley nos encierra:
he pensado en tumbas en donde se pudrieron
magistrados y jueces que hoy son polvo en la tierra (...)
Creyeron ser la mano de Dios sobre la tierra,
la ira santa, la hoguera y el látigo encendido,
hoy duermen olvidados bajo el sopor que aterra,
silencio, polvo, sombra, ¡olvido! ¡olvido! ¡olvido!

José Domingo Gómez Rojas, (durante su reclusión)

Su único libro, publicado en vida, en 1913, a la edad de 16 años, en medio de la efervescencia social que exigía cambios a la sociedad oligárquica chilena, fue Rebeldías líricas. En 1916 toma el seudónimo de Daniel Vásquez, sin embargo no durará mucho ese nombre ya que al años siguiente Pedro Prado lo destaca en la revista de Los Diez. El grupo "Selva Lírica" selecciona seis de sus textos poéticos en la antología que hizo ese año dicha revista. Le catalogan como:

“… un visionario de las cosas misteriosas y ultraterrenas…sus poemas breves, entrañan ideas trascendentales expresadas con un bello esplendor que aparece realzado por la aristocracia de su estilo”
Extracto de la critica literaria en Revista "Selva lírica.1
Cuando era estudiante del Instituto Pedagógico y de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, Gómez Rojas participó en la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile pero su militancia más orgánica fue en la Asamblea de la Juventud Radical, organización del sistema político en la que convergían muchos jóvenes revolucionarios de la época. Además, estuvo vinculado simultáneamente a la Federación Obrera de Chile (socialista) y a la sección chilena de la IWW anarquista.

Reclusión y muerte

En julio de 1920, el país se encontraba en ebullición, con movilizaciones a lo largo de todo el país, denominadas "Las Marchas del Hambre", convocadas por la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (AOAN), para demostrar el apoyo popular a los proyectos de ley (memoranda) emanados de los comiciones de la AOAN, que habían deliberado por más de dos meses. Fue tanto el apoyo en las calles, que el presidente Sanfuentes se ve la obligación de recibir a delegados de la AOAN. Ellos le hacen entrega de la memoranda con la expresión "He aquí la voluntad del pueblo" y se le señaló que si no se aprobaban en 15 días habría desacato a la autoridad en el país. Sanfuentes recibe cortésmente la memoranda y acepta la petición, pero al día siguiente nombra como ministro del interior a Ladislao Errázuriz, quien moviliza tropas a la frontera y siembra el rumor de una guerra inminente contra Perú y Bolivia (Aún no se había firmado el tratado de Ancón), se denominará posteriormente dicha confabulación en forma burlesca como: "La guerra de don Ladislao". Por dicho motivo decreta ley marcial, el ejército se hace cargo de las ciudades, miembros de la aristócrata juventud conservadora, junto a militares asaltan la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y destruyen su sede (21 de Julio), se hacen juicios contra obreros y estudiantes "subversivos", se apalea, juzga, extradita y encarcela a dirigentes (entre ellos a Luis Emilio Recabarren). Domingo Gómez Rojas fue enviado a la cárcel por el juez José Astorquiza Líbano, donde es sometido a torturas y hostigamientos constantes. En esta situación su salud mental comenzó a resentirse; entonces se lo incomunicó en una celda especial, donde también su cuerpo manifestó los efectos de la reclusión y los abusos.

Detenido en la penitenciaría, fue transferido posteriomente a la Casa de Orates, donde, luego de una meningitis no diagnosticada a tiempo, enloqueció y falleció el 29 de septiembre de 1920. A su funeral asistieron más de 40.000 personas, demostrando la enorme crisis social, política, económica y cultural a que la oligarquía dominante tenía sometido al país y el apoyo nacional a las demandas de Las Marchas del Hambre, proceso del cual se transforma en un símbolo. Su poema Protestas de Piedad, escrito durante su reclusión en la cárcel, leído y difundido durante su funeral se transformó en un símbolo de los grupos anarquistas y pacifistas contra la oligarquía que dominaba el país.

Homenajes

El Teatro Fresa Salvaje puso en escena la ópera punk,“El montaje, ¿Quién conoce a José Domingo Gómez Rojas?”, declarando como objetivo: "reflexionar sobre el movimiento estudiantil y los montajes políticos de estado" . 3
Frente a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile en 1940 se diseño una plaza que llevaba su nombre,4 el cual fue cambiado en 2007 a Plaza S.S. Juan Pablo II, intentándose además ubicar en ella una estatua del fallecido Papa, lo que fue duramente criticado por sectores de la ciudadanía, y expertos en arquitectura y urbanismo, siendo finalmente no aprobado su emplazamiento por el Consejo de Monumentos Nacionales.

Bibliografía

Antonio Acevedo Hernández. Memorias de un autor teatral, Santiago, Nascimento, 1982.
Fabio Moraga Valle y Carlos Vega Delgado. José Domingo Gómez Rojas, VIda y Obra, Punta Arenas, ATELI, 1997.
Fabio Moraga Valle. "Muchachos casi silvestres". La Federación de Estudiantes y el movimiento estudiantil chileno, 1906-1936, Santiago, Ediciones de la Universidad de Chile, 2007.
José Domingo Gómez Rojas. Rebeldías Líricas, Santiago, 1913.
Andrés Sabella. Popularización de Gómez Rojas, Santiago, 1939.
Obra[editar]
Rebeldías líricas, 1913.
Ópera omnia, (c1915) en: Fabio Moraga y Carlos Vega, José Domingo Gómez Rojas. Vida y obra, Punta Arenas, Ateli, 1997.
Elegías, 1935 (Publicación póstuma).







Se llama Miserere

La juventud, amor, lo que se quiere,
ha de irse con nosotros. ¡Miserere!

La belleza del mundo y lo que fuere
morirá en el futuro. ¡Miserere!

La tierra misma lentamente muere
con los astros lejanos. ¡Miserere!

Y hasta quizás la muerte que nos hiere
también tendrá su muerte. ¡Miserere!





Bajo este cielo azul todo florido 

Bajo este cielo azul todo florido de astros 
cada pupila siente que se ahonda el abismo
y que ampliando sus formas tiene un florecimiento 
de estrellas y de cielos, como la inmensidad. 
Bajo el desnudo azul, luminoso de estrellas, 
se dignifica todo: charco, flor y gusano; 
y en el florecimiento desnudo de los astros 
la original belleza canta a la Eternidad. 
La beatitud serena de la noche refresca 
las canciones de chapo sonoro de la fuente 
y en toda cosa humilde la santidad del cielo 
pone unciones de estrellas, pone besos de amor. 
Los árboles enhebran sus canciones al viento, 
las raíces ahondan el negror de la tierra 
y entretejen los dedos de sus finas urdimbres 
presintiendo en el polvo la transfusión del sol. 
Las arañas triangulan sus geométricas telas 
en rosales o en cardos y a través de los hilos 
se proyectan pedazos de cielo con estrellas 
y así, hasta la araña teje su cendal de luz. 
Los senderos se alargan narrando una leyenda
de antiguos peregrinos que no volvieron nunca... 
Los ojos se humedecen de bondad bajo el párpado 
y los labios cuajados de besos se hacen frutas 
largamente gustadas por una juventud. 
Los abuelos se sienten renacer en los nietos 
y sienten que prolongan la humanidad, la vida; 
y la madre que siente la tibieza del hijo 
al darle los pezones del seno, santifica 
el horror de la carne que florece gusanos... 
Yo pienso que en las noches todas floridas de astros 
hay olor a la luz nueva de vírgenes estrellas, 
y pienso que algún día lejano de una estirpe 
nacerá él que, venciendo los zipos de la muerte 
nos pondrá frente a frente de Dios y de la Vida 
(y hasta pienso que yo vendré, lejanamente 
desde otro astro, a escuchar las parábolas nuevas).







Como el mar

'The Image of Eternity: the sea'
Lord Byron.

Dedicada al poeta que ha comulgado con las multitudes: Víctor Domingo Silva.


Como oleadas que se agitan, 
se revuelven, se estremecen, gimen, gritan 
en mi pecho las tormentas del amor; 
y cual toros de fornidas, torvas testas 
y pupilas inyectadas y enhiestas, 
ya se escapan mis protestas,
mis protestas de dolor.

Mar rugiente donde fluyen y refluyen los enojos 
de mi raza, tal es mi alma dolorida
donde rugen iracundos cantos rojos; 
en mi pecho toda fibra estremecida 
es como una gigantesca ola de llanto 
y cada ola -cada fibra- forma un verso de mi canto, 
y es mi canto de alma herida 
como un grito de tormenta enfurecida, 
como un ay de rebelión

Mar rugiente, 
mar hirviente 
es mi alma estremecida 
al vibrar con el amor, 
como el mar ella canta y modula los poemas. 
Los poemas de mi vida, 
que son gritos y anatemas 
de dolor.

Como el mar, profundo abismo 
que se agita, tal es mi alma toda llena de idealismo.

Como el mar y sus oleajes 
y sus ímpetus salvajes, 
en mis cantos y en mis giros tan diversos, 
se retuercen las ideas de mis versos.

Como el mar que modula sus canciones 
-sus canciones formidables, sus tormentas y tormentos- 
es mi alma que modula sus lamentos 
que son cantos que predicen las futuras, 
las tremendas, formidables rebeliones!... 





ESCRITO EN LA PRISIÓN


Fragmento de un poema

Yo que tengo lejanos jardines en la luna 
y reinos invisibles en estrellas lejanas 
y princesas dormidas de embrujada fortuna 
y reinos interiores y cosas extrahumanas.

Yo que tengo un silencio de armonía profundo, 
gravitando con ritmo de misterio en mí mismo; 
yo que siento y que vivo la belleza del mundo: 
jamás podrán hundirme en el 'pequeño abismo'.

Basta que mire al cielo y llame a las estrellas 
para arrullarlas dentro del corazón transido; 
basta que, cara a cara, diga a Dios mis querellas 
para que Dios conteste: '¡Hijo! ¿te han afligido?'

Por eso nada importa, Madre, que a tu buen hijo 
los pobres hombres quieran herir: ¡Piedad por ellos! 
Piedad, Piedad, Piedad! Mi amor ya los bendijo; 
que la luz de los astros les peine los cabellos! 






PROTESTAS DE PIEDAD


En esta Cárcel donde los hombres me trajeron,
en donde la injusticia de una ley nos encierra:
he pensado en tumbas en donde se pudrieron 
magistrados y jueces que hoy son polvo en la tierra.

Magistrados y jueces y verdugos serviles
que imitando, simiescos, la Justicia Suprema
castraron sus instintos y sus signos viriles
por jugar al axioma, a la norma, al dilema.

Quisieron sobre el polvo que pisaron, villanos,
ayudar al Demonio que sanciona a los muertos
por mandato divino y en vez de ser humanos
enredaron la urdimbre de todos los entuertos.

Creyeron ser la mano de Dios sobre la tierra,
la ira santa, la hoguera y el látigo encendido,
hoy duermen olvidados bajo el sopor que aterra,
silencio, polvo, sombra, ¡olvido! ¡olvido! ¡olvido!

II

Y pienso que algún día sobre la faz del mundo
una justicia nueva romperá viejas normas
y un futuro inefable, justiciero y profundo
imprimirá a la vida nuevas rutas y formas.

Desde esta Cárcel sueño con el vasto futuro,
con el tierno solloza que aún palpita en las cunas,
con las voces divinas que vibran en el puro
cielo bajo la luz de las vírgenes lunas.

Sueño con los efebos que vendrán en cien años
cantando himnos de gloria resonantes al viento;
en las futuras madres cuyos vientres extraños
darán a la luz infantes de puros pensamientos.

Sueño con las auroras, con los cantos infantiles
con alborozos vírgenes, con bautismos lucientes:
que los astros coronan a las testas viriles
y su clamor de seda es un chorro en las frentes.

III

Desde aquí sueño, Madre, con el sol bondadoso
que viste de oro diáfano al mendigo harapiento,
con las vastas llanuras, con el cielo glorioso,
con las aves errantes, con las aguas y el viento.

La libertad del niño que juega sobre un prado,
del ave que las brisas riza con grácil vuelo;
del arroyo que canta, corriendo alborozado;
del astro pensativo bajo infinito cielo.

La libertad que canta con las aves es trino,
con los niños, es juego; con la flor, es fragancia;
con el agua canción, con el viento divino
véspero, errante aroma de lejana distancia

Todo es nostalgia, Madre, y en esta Cárcel fría
mi amor de humanidad, prisionero, se expande
y piensa y sueña, y canta por el cercano día
de la gran libertad sobre la tierra grande.

IV

Sin ti, madre, la vida sería un don maldito;
una infame limosna de la carne sufriente;
pero tu amor, es rosa y es cristal inaudito,
es la divina música y es pensarosa fuente.

Hace ya muchos siglos que te vivo y te siento.
Mi tristeza es belleza de un extraño destino,
hacia ti me llevaba este o esotro viento,
hacia tu eternidad ese o aquel camino.

Como tú eras eterna, como tú eras divina,
como sobre tu frente caminaron los astros,
me creaste divino por gracia peregrina:
la eternidad, sumisa, seguirá nuestros rastros.

V

Por ti, la raza humana, madre, se transfigura
ante mis pobres ojos, por tu amor se redime
la carne y la pasión. Por tu inmensa dulzura
nació en mi la piedad para el hombre que gime.

¡Dolor de ser tan triste y tener que ser bueno
porque siempre en mi frente siento que están tus manos!
¡Dolor de ser dulzura para tanto veneno
y de tener el alma puesta en astros lejanos!

¡Dolor, madre, dolor, de escribir mi elegía
por darte en rosas pálidas un secreto tesoro!
¡Dolor, madre, del canto que profanará un día
un mendigo, un tirano y el becerro de oro!

¡Dolor, madre, dolor de tener que cantar
porque un nudo fatal se anuda a la garganta,
dolor de no poder odiar, y amar, amar
a un pueblo vil que deja poner en sí la planta!

¡Dolor, madre, dolor de tener que vivir
y amar la vida cuando lo vulgar mancha el mundo;
y dolor de saber que se ha de revivir
sobre una tierra pura que mancha el rico inmundo!







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