lunes, 11 de agosto de 2014

DAFNE MEEZS FLORES [12.788]


Dafne Meezs Flores 

(Temuco, CHILE   1979) ha publicado en la antología Sur Fugitivo, poetas jóvenes de la IX y X regiones, Riesgo País, recopilación de poetas participantes en el encuentro del mismo nombre realizado en Valdivia 2008, y en publicaciones virtuales. Ha participado en diversos encuentros poéticos en distintas ciudades del sur de Chile. Es profesora de Lenguaje y comunicación. Ediciones Lar publicará publicará este año su libro Jardines abisales.



PUPA 

haciendo una crisálida de origami, una niña 
mira 
a una niña sentada en el suelo, hacer 
una pupa de papiroflexia. 

Imagina que su papel se desdobla 
y vuela hacia los diminutos miosotis amarillo y celeste, olvidados en 
la falda de la niña 
en cuyos dedos la metamorfosis de la pupa se despliega 
animada por la memoria de los colores 
celeste y amarillo 
de los nomeolvides que una niña, sentada frente a ella, colectara en 
el vestido.  





Llegué tarde 

Llegué tarde a casa 
Anduve buscando poesía, 
Gasté mi dinero 
Gasté mis zapatos 
Mis rodillas. 
Encontré sólo nombres diferentes para las cosas de siempre 
Y el ritmo inconstante 
De algunas canciones remozadas. 
¿Dónde está mi cabeza? 
Recuerdas cuando la tomaste y dijiste -tengo un corazón-
Y agarraste tu corazón y lo empezaste a golpear contra ella 
preguntando ¿dónde está tu corazón, su temperatura, su zona de 
calor oscuro, su frío de miedo? 
Restregaste tu pequeñito corazón por toda mi calavera hasta 
hacerla incandescente, tu voraz, tu feroz corazón abrazó mi cabeza, 
la abrió por arriba. 
La luz, el aire frío, el olor de tu corazón se metieron como una horda 
de bárbaros mostrando su hambruna, despertaron las lombrices 
ciegas, sus cuerpos celestes y rosados, que dormían en mis 
circunvoluciones. Pusimos mi corazón, no una réplica de mi corazón 
sobre la mesa, supo del aliento acercándose. 
Pero mi corazón quiso tener hambre y devoró el tuyo desde dentro 
y salió a buscar… tú sabes…
Golpeó, restregó, entró exhibiendo su apetito. 
Caminó hasta la madrugada entre los cráneos que rodaban, 
subió a gatas la escalera oscura. 
Sabes tú donde está hoy mi cabeza? 
-se fue por el desagüe, junto con la sangre y las aguas servidas, 
debe estar mar adentro-
En invierno, ve a pasear por la costa, cuéntale cómo se ve el resto 
de las mañanas en las ventanas de tu pieza, 
Intenta describirle el olor de tu cuello, para que no sienta frío. 
Y este cuerpo dóblalo junto con la sábanas, para que no tropieces, 
Ponlo en el cajón de más abajo. 




Jardines Abisales

Las manchas no son impresiones
son cuerpos
arrancando de otros cuerpos más oscuros.

Un  tropismo deliberadamente lento reproduce
los miembros autónomos de un ser filamentoso
dentro de èl
a los que arrancan
el terror pánico les fosforece
como trizas de un sol extinto en los ojos,
trazas verde dejan como rastro.

Mi sombra también es una bestia
temblando bajo los amorphophalus.

En los jardines abisales
la falaz ataraxia vegetal
encubre el espectacular canibalismo
en el fondo màs profundo, autofagia.






Con estrépito

En el espacio del descanso al ático
de rodillas,
como en jaculatoria con dentelladas,
entre resacas con pedruscos
avanza el aceite por las glándulas.

Penetra túneles hacia un incierto cielo de seda que fosforece detrás del ojo. Como promesa: alivio de abrasiones.  Y nada, entre todo lo que imaginarse pueda, se revuelca.

Afuera,
por las trepidaciones,
el estropicio también es espanto y éxtasis








Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Recuerdas que tengo 32
que soy un animal desertor
que soy comida hambrienta
que siempre vuelvo sucia
que casi muero a diario
y que todo es sobre mí.

Que tengo una enfermedad no manifiesta
y una fiesta por celebrar.
Que tengo la risa rebobinando
como serpentina ansiosa,
una vergüenza todavía verde
y un porcentaje impúber.

Que me asusta
Que se me salga el cuerpo
Y quede algo y eso me supere
o que se me pierda la cabeza y ya no sepa
quien le hablaba le hablaba le hablaba todo el tiempo

o que los ojos se me multipliquen
y pueda verlo todo,
menos si sigo ahí.

Que hay un tiempo aparte del tiempo constante
del que hago uso y se vuelve
desesperantemente temprano
cuando llego tarde
que el tedio diabólico me come la figura y la postura
que me hiela las palabras el aliento
y cada día olvido algo que recordaba a diario
pero no la acción de revolver
de transformar las sábanas en un muladar.

Que imagino no ser biodegradable, una bolsa plástica vacía
aventada para siempre por los autos.

Que me divido cada vez que digo yo
que mis sinapsis son mordiscos en peleas de perros irracionales,
que hago poemas
llenos de erres como ripios.
Que me ahogo y desahogo sola,
que mi lamento me encanta,

Que no sé nada pero tengo ideas
que hacen que pasen cosas en el medio externo,
que incluso todavía a veces me pregunto
donde podrá radicar
la infelicidad del hombre.
Que no me gusta que me miren
que me toquen
que vicien mi aire,
que la sal y la luz me escruten las papilas y las pupilas,
que soy el asco exquisito.
que no soporto la imperfección,
menos la perfección.

Que digo que nunca
debió separarse la luz de las tinieblas.
Que amar la propia estupidez
es la mas brillante
manera de ser feliz,
que aprecio lo inútil
porque el deseo desprecia a la necesidad,
que no juego con las palabras
porque nací niñita pero lo estoy superado,
que seré joven hasta que me canse hasta que me harte hasta que me agote
que por suerte no soy mujer
sino un ser humano hembra,
que me fascina la palabra
fascinación,
la palabra rara, la frase eye sex and make up de una canción que nunca ha escuchado,
la sinceridad, la abrasión, la sinceridad, la carne viva, la insistencia, las repeticiones.

Que te había contado
que elucubro
un estado psicosomático hiperestésico de felicidad mórbida inmotivada,
cuyo principal síntoma sea andarse riendo por los rincones.
Que lo único que le pido, a Dios es
que cuando me plagie
me contagie
o por lo menos
le ponga mi nombre
y que este poema
no termine aquí.







Un suave y balando movimiento deglutorio

No creo en el sosiego cuando abro los ojos.
Tengo en cuenta el escenario,
es otro entre nosotros.
Aunque desaparezca cuando el juego cesa
y los párpados caen,
con una piel diferente
siempre se levanta.
La silueta de la cadera
que se delimita al mirarla
ignora que está adherida a la lengua de la madera
del suelo en que descansa.
A los pies azules bajo la ducha
los azulejos les lamen las plantas.
No es una cadena de fondos pintados,
es la bestia que juega con su presa
antes de tragarla.

Ya no creo en el sosiego
Cuando abro los ojos.





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TODAVÌA PUEDO VOLVER A CASA, escribo con letras felices en un paradero, NO como los niños perdidos para siempre, que no se ven ahora en la plaza, pero se oyen en una jerga completamente escindida del idioma o un idioma ya antiguo y más brillante, comunicándose, entre los resquicios del cemento mojado en la noche. Llegar, bañarme, comer, meterme entre el desorden de las frazadas. Puedo volver y ya no seguir creciendo, como los que afuera crecen hacia adentro y se vuelven mortalmente peligrosos para nosotros los débiles. La lluvia en el poste diluye la tinta del plumón permanente, se infiltra en las ranuras de la madera, se desintegra. No recuerdo lo que acabo de escribir…quiero volver a alguna parte.




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