viernes, 6 de febrero de 2015

LEO CASTILLO [14.727] Poeta de Colombia


LEO CASTILLO

(Costa Caribe de Colombia, 1961)
Poeta, narrador breve, ensayista y novelista colombiano. Estudios de Idiomas en Universidad del Atlántico (Barranquilla, Col.) y de Lengua Francesa en Alliance Française de esta misma ciudad.

Empezó su actividad en ingresando a la Universidad mediante la publicación de poemas que sus amigos hacían llegar a La Libertad, uno de los tres diarios locales de entonces. En humildes plegables y revistas (El Comején, Musas del Trópico, Arcadia A; revistas Muestra, Huellas -de Universidad del Norte-, Flota la Prosa, etc.), fueron dándose a conocer sucesivamente colaboraciones en prosa (narraciones breves) y poesía (poemas) de su autoría. Durante este período (1984) obtuvo un modesto segundo lugar en el Concurso Iberoamericano de Cuento y Poesía promovido por la Caja de compensación del Departamento del Atlántico COMFAMILIAR en la modalidad cuento con Fetiche.

El escritor atravesó por una prolongada adicción al crack, que lo condujo a una especie de descenso dantesco y que comportó igual una exploración a través de una solvente cultura literaria de su mundo interior y de su experiencia vital. La condición humana parece habérsele revelado entonces en todo su magnificencia, pero también en toda su inquietante tenebrosidad. Llegó a vivir durante dos tenaces años en la calle, durmiendo en la banca de un aparcamiento a la intemperie y en un puente peatonal.

Las imágenes de archivo del documental Ciudad de letras (http://www.youtube.com/watch?v=Ec_H6WMsU-c), premio Cine a la Calle versión local, escogido para el Festival Internacional de Cine de Bogotá, Caracas, Lima, Barichara (Colombia); con récord de emisiones en el canal regional Telecaribe, emisión en Señal Colombia, Mochila Audiovisual del Ministerio de Cultura, Itinerancia Audiovisual del mismo Ministerio, Catálogo Audiovisual de la UNESCO, etc., las imágenes de archivo, decimos, corresponden a la sumersión en el peligroso universo de las drogas y la errancia urbana.

El año 2007 el Instituto Distrital de Cultura, habiendo el escritor sobreaguado en el abismo de la droga, publicó su libro de poemas De la acera y sus aceros. Este volumen recoge trabajos ya publicados por Antillas en 1992, así como la interesante producción poética sobrevenida durante su experiencia en la calle. Datan del 92 también su primer libro de narraciones Convite, publicado por Luna y Sol y la fábula ilustrada por el “pintor del Carnaval” de Barranquilla, Historia de un hombrecito que vendía palabras.

La primera novela de Castillo, una reviviscencia con abundante recurso intertextual historia el asesinatos en serie de indigentes perpetrados en una ciudad del Caribe colombiano en un lapso de tiempo de al menos cinco años, descubiertos con escándalo nacional durante el reinado de Brigitte Abuchaibe (reina del carnaval 1992); fue escrita cuidadosamente durante por lo menos diez, recurre a lo documental incluso, haciendo acopio de información de prensa de la época de los sucesos materia de narración ficcionada (especialmente el capítulo XXII, de carácter absoluta y rigurosamente forense.) Fue impresa gracias a la inocente amistad de Jan Arctander, amigo noruego del escritor que aportó para la tirada de unos 95 ejemplares. Su difusión, dado el modesto tiro y la reluctancia del autor a la gestión promocional de su propia obra mantienen hasta hoy Labor de taracea como el secreto literario de Colombia más apasionante luego de la obra de Gabriel García Márquez.

Leo Castillo es coautor en Cartagena de Indias, ciudad en que residió algunos años, del libro Al alimón Caribe. El año 2012, de entre 3200 participantes, obtuvo una de las diez distinciones del certamen La poesía de los objetos, de Casa de Poesía Silva con su poema El ventilador. Hasta aquí su exiguo reconocimiento público, apenas noticia suya dado la actitud marginal asumida voluntariamente por el autor Maldito.

Actualmente Castillo escribe para la página El Magazín El Espectador, diario de Bogotá y para revista Macondo, de Diario del Magdalena, de Santa Marta, en la costa Caribe de Colombia.
Trabajos suyos pueden encontrarse en diario El Heraldo de su ciudad y otras publicaciones regionales. Hasta el año inmediatamente anterior Leo Castillo mantuvo una publicación en línea, la revista (blog) especializada en literatura http://imagineriabruja.blogspot.com donde puede verse ensayos en que despliega sus afectos literarios universales… y en cierta ocasión sus rechazos. Su poesía, particularmente vivencial, enfatizando la directa primera persona, huye del color local y es de resabio decididamente universal (lo mismo cabe decir de su prosa narrativa y ensayística.)

Aforismos suyos en la sección correspondiente de página El Malpensante http://elmalpensante.com/index.php?doc=list_aforismos&orden=2&y=%25&m=%25&&pag=106 , acaso la primera revista de cultura literaria de este país.


Leo Castillo es un escritor en el visceral sentido de esta palabra. Un poeta y fabulador desde las entrañas. Un autor que crea regido por una sensibilidad loca y una serena formación intelectual, lo que pareciera importar una paradoja. Me refiero a la atención que le merecen temas y cosas menudas que la mayoría de nuestros escritores pasan desdeñosa o ignaramente por alto. Una sensibilidad educada que canta a un insecto (a Samsa en el potente poema “Réquiem por un insecto”); a una mariposa en el bello relato poético “Alguien contra el viento”; a una cucaracha, a un golero...

Bachiller del Colegio Barranquilla, Leo Castillo es poeta, novelista, narrador breve, traductor y ensayista colombiano. Ha cursado estudios de Idiomas (Universidad del Atlántico, Barranquilla, Colombia); "lucha y pervive" en esta ciudad del Caribe. Abundantes textos de su autoría circulan en la Red. 

Ha publicado los siguientes libros: “Convite”; “Historia de un hombrecito que vendía palabras”; “El otro huésped”; “Al alimón Caribe”; “De la acera y sus aceros”; “Labor de taracea”; “Tu vuelo tornasolado” y “Los malditos amantes”. Su correo: leosemata@gmail.com 




Empalado en un rayo

Tus dedos tocan tus dedos
tus ojos tus ojos ven
escuchando te escuchas
tu piel siente para ti.

El tajo de luz del medio día
hiende la creación:
la noche de anoche
la noche que vendrá.

Nada tan inmenso como un cocuyo
nada tan leve como el cosmos
a sí mismo sostenido entre tus manos titilando.

Desde el panorámico de los autos la luna
a través del ventanal
se pega al techo a frotarse el vientre.

Bocarriba en la soledad
ella
hacia ti
bocabajo baja.

Te vas
luego
con tres azotes de luz.




Los pasajeros

Irrumpen un día
en nuestra zona de riesgo:
—Me llamo Paco Nieto
el inquilino de arriba
y estoy a tus completas órdenes.

—Me llamo Diana
la reina de Bellas Artes
y me gana bailar y enloquecer.

—Soy tu querida María Eugenia
y te quiero
te quiero tanto Leo.

—Me llamo Ricardo, amigo mío
y te convido a fumar
de mi fantástico cigarrillo verde.

—A mi puedes llamarme Susana
pero págame antes mi amor.

Al otro día son espejismo y nostalgia
fantasmas borrosos enredados entre el gentío
que el tiempo hábilmente escamotea
y finalmente devora
con su habitual eficacia.




La indiferencia

El culo en tierra
delirante mendigo un escupitajo
que me honre el rostro.

Tus zapatos importantes
me patean en el cuello para que aúlle.

Me aconsejas
un motor 450
cuatro tiras de fibra de vidrio
y un objeto de plástico y alambritos para poder hablar
en voz alta
con invisibles interlocutores
mientras camino o conduzco sin ver
para que me puedas ver.

Si nunca llevo prisa
una palabra llevo para saludarte
saludar la vida a cada paso
y en mi celebración de la luz
soy una fantástica fiesta inaudible un fantasma
en tu corazón muerto.




Águila

Anido hacia la parte alta del mundo
junto al puñado de los pocos de mi especie
me place del día su música y su silencio súbito
descuajado de la raíz del trueno.
Vivo para remar en el azul color
de esta región eminente
y sólo me poso en un risco
que es la última antena de la tierra.
Estos parajes son alcanzados por escasas perturbaciones
- ocasionalmente el delgado sonido
del arco creciente de la luna
que tañe el cordaje del crepúsculo.
Mi pupila es como un potente láser
que investiga en las entretelas de la niebla
hasta detectar al cobarde ratón
que se refugia horrorizado
al sólo paso de mi sombra aerodinámica.
Solamente puede seguirme el viento
cuando desciendo hendiendo las nubes
hasta la bandeja verde del campo
tras una escogida presa

sobrevolando la reverberación de las manadas
que pacen en lodazales floridos
que pronto pudrirá el otoño
y su perfumería de la descomposición.
Aquí el fuego de la estrella de la tarde
es ofrenda votiva arrimada a la luna de estreno
mas ,alguna vez, mi grito coincide con el deslumbrante rayo
que dispara su ágil dardo de oro
al filo tenso de mis fuertes alas :
Águila.




Tarde, verano, tucán, golero

Ataviado con el más profuso colorido de sus galas
- verdadero arcoiris de plumas -
un doméstico tucán en la flexible rama
su pesada torpeza balancea y exhibe en el laurel.

Más al fondo y más arriba en la tarde
de luto estricto su silueta leve revestida
un golero silba al tajo de elevados aires
su susurro desasido en vertiginosa libertad.

La vistosa vanidad su colorido apoya en baja rama
y cada vez más
el pájaro obscuro parece del suelo
retirar su aéreo ser
hasta la cúpula justo del limpio azul
deslizando su gracia y su pena
a través de la vasta nave de la tarde.

Toda su gloria es el vuelo
toda la tarde su capa azul
y las blancas nubes de un suave brillo
una corona en su ceño ciñen.

Y su trono es el viento.






Esfinge

Nada extraño mantengo oculto
salvo un hueco
la llaga pública que al sol expuesta
asesinará el fuego que ya está ardiendo.

Yo sólo elaboro pajaritos de papel
que tararean y describen en vuelo
las maldiciones de mi consentimiento
pues maldecir me purifica como una oración
una zarpa dentellada al tobillo
herido en la nada me fermento
y clavo sangrientos insectos decapitados previamente
en el turbio bestiario de mi memoria.

Anoche he muerto como una rata vieja
en el zócalo de los criminales silencios
de rabia babeada
resucito cansado y perdono remotamente
como quien arroja hojas desde una roca saliente de la luna
hacia un rayo ultramarino.

Sordo rugía el arpa del corazón
desde el vértigo de la curvatura
de las horas y sus agujeros infernales
voy mordido de bestia
y su veneno de indiferencia circula pesadamente
en mis venas como una sombra lenta
me revuelco
son ascuas las yemas de mis dedos llamean mis ojos
bebo vidrio molido y cago hielo.

Asomados a mi ojo del culo
no verán lo que no digo
soy una esfinge rellena de vacío
ustedes y la policía por igual están sensiblemente equivocados.




Corsario y espejo

La calle se precipita veloz
en mis entrañas.

Desfondado
de ruido y de luz
grávido quedo.

He saqueado de esta calle su noche
y la tristeza inconmensurable
que mi canto canta no lo soy
amigo, yo
yo soy tú
regurgitado abstracto y desnudo
sin la inútil artillería de tu ferocidad
horra de sentido.   
  


Ajenamente azul

Tocar a una puerta impone cómos y cuándos
astucia para amordazar tácticamente la dignidad
una puerta es una cosa rotunda y maciza
que no cede a las mondaduras en las roídas rodillas.

Tocar una puerta como salir de caza
con la pólvora mojada de nuestra fe
baba canina nuestra mirada resbalada.

Toco a tu puerta que mezquina entreabre
climatizada la delgadísima brecha de tu desconfianza
accedo
soy engullido y sin digerir
me vomitas ya fermentado.





¡Llueve!

                    
I

¡Alborotada niña de los rizos de plata!
lluvia  pianista, cómo vienes y vences
siempre gratis y de nuevo nueva
la magia antigua de tu música
aportando a esta sola orilla de silencio
donde se crispa mi ser
y fresca me sabes a la calle  sacar.

Lluvia de los niños jubilosos
del sapo concertino, de las lombrices y de la siembra
lluvia
para tu pública disertación
disponible llevo siempre mi oreja
decididamente a la orden
para tu ocioso reclamo.

                       
II

La lluvia  me lava el rostro
cuerpo abajo se lleva la sal de mi piel
y me endulza los labios.

Del olivo se desprende un sonoro revoloteo:
la evidencia verde en el pico
la paloma vuela a proclamar
que el mundo no se fugó con la lluvia.

Como aquel anciano egiptano
vengo de la lluvia con ingenuos ojos
y como él
busco  entre las nubes
el bellísimo arco de Dios.








2 comentarios:

  1. Ese man lo conozco yo, Marihuanero inspirado, escribía agachado debajo de la luna a los duendes de los desquiciados. Reloco y lúcido, como todo buen poeta.

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  2. Leo es todo un PERSONAJE de nuestro caribe colombiano; quien lo conoce sabe que es mordaz y muy sencillo; deambula en las noches barranquilleras para tomar registro de todo lo que escribe y sobre todo lo que vive; grande LEO.

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