domingo, 16 de septiembre de 2012

7861.- CÉSAR MILLAHUEIQUE



CÉSAR MILLAHUEIQUE
Poeta mapuche
César Millahueique nace en Curanilahue, Octava Región, CHILE pero su infancia la pasa en Osorno donde llega antes de cumplir el año. Su tronco familiar proviene de Nolgllehue, una comunidad mapuche Huilliche.

Es actor de teatro, comunicador social por escencia, conductor de más de 20 programas radiales en Osorno, Viña del Mar, Santiago y Buenos Aires; y diplomado en Gestión Cultural.

Ha publicado el libro Profecía en Blanco y Negro. Es autor de dos libros inéditos: Imágenes de la Santa (cuento), Imágenes del rito (Mosquito Comunicaciones, 2007) y Daguerrotipos para Todas las Historias del Mundo (en homenaje a los pueblos indígenas de los cuales forma parte).





Los pájaros temblaron en mi esqueleto y caí al vacío de las calles, loca de sensaciones, de sonidos y de fuegos proyectando al mundo, a multitudes y animales de las especies más diversas, de los pueblos más antiguos, pastando en el circulo del bien y del mal, en el útero del día y de la noche.

Permanecí desnuda ante el juicio final, los jueces se susurraban unos a otros y con señas ordenaban recalentar los fierros en el brasero central de la sala, el chisporroteo se elevaba y los fuelles a todo dar por un verdugo que se esmeraba por mantener los fierros al rojo vivo.

Cerré los ojos y el aroma a metal fundido atravesó mi espíritu y volé junto a los átomos que llovían hacia el universo; en esa lluvia que descarnaba mis huesos supe de otros mundos y de otras alegrías...

Antes que el sol caiga al poniente de las autopistas, la danza explota al son de los sintetizadores electrónicos, y el sonido elevado a lo sublime expira en medio de los dioses que se cortan las muñecas, se degüellan y desaparecen entre explosiones fosforescentes.

Una voz emerge entre alucinaciones tras la cabalgata ceremonial y sentencia «Mujer, bebe sobre el ojo hasta el infinito de un pájaro»...

Me muestra el espacio, el universo, la velocidad de la flecha y en off me dice «tendrás que prender el televisor»

Las imágenes corren desbordando la pantalla en voces precolombinas, todas adosándose en mi retina, en mis caderas, consumiéndose en mis senos, llevándome al agudo enigma sensorial, al off de la sentencia. «Ve al mar, se te a dado el secreto de los pájaros...»entonces lo supe, puedo volar.

Los pájaros acompañaron mi destino hasta el borde de las montañas, aletearon en mi costado y se alejaron en direcciones matemáticas.

El vuelo se hizo en las alturas y crecía ante las murallas milenarias; fui por el espacio entre naves y satélites espías -a la velocidad de la luz- Fui a los astros, donde se consumen las súplicas y oraciones.

Fui a los limites donde Dios es la idea que ocultan esos veleros perdidos en la nostalgia.

Fui a los tendones del universo colgados en la utopía.

Fui al naufragio del tiempo, donde yace un vestido de novia y volé más alto hasta encontrarme reflejada en la «luna que se desangra como ano roto»...

Allí me dije, soy la que corre al pie de las montañas, la despojada del infierno, soy esa, despojada de la enagua, esa que alucina al pié de la cruz, la que pernocta en las playas del cielo...

Soy la joven contractura del jazz, soy mi propia Vía láctea, el comienzo y término de Dios, la contradicción más pura, el principio y el fin fluyen por mi. Esa cósmica duda, soy yo, mirando la pupila del ministerio, sí, sí ... sí! Soy la que corre gritando el mar... el mar por las avenidas del país. Soy la Santa post- modernista, soy el festín de la vida, la que ama, la que odia, la que entierra a sus amantes al borde del océano, la que busca tus labios y vomita horizontes proféticos, soy la energía
que circula en los ojos de una gata negra, soy el evangelio que abre sus piernas.

El mar...el mar...el mar me acaricia, me chupa los senos, me llena de náufragos y estoy ahí, presta, enloquecida codificando todo, en mi memoria Olivetti y lloro de deseos... de éxtasis, mientras el mar, el tranquilo macho baila Regae al borde del ombligo y bailamos tras un himno roquero, sublime... con los ojos llenos de lágrimas, creyendo que los pájaros y el mar son el origen de la neurona que sentencia.




- Navega sobre un ojo hasta el infinito de un pájaro.-

En la pupila dilatada, trompes y danzas de choiques enamorados, escapan de esqueletos precolombinos, por tiuques esquizofrénicos y ceremonias que naufragan entre papas cocidas y chicha de manzana.

Las alturas del fuego regresan con la boca y el mundo amanece en el filo del machete, con animales que braman, un manifiesto de guerra y piedras que enrojecen en la hoguera del curanto, pifilcas emborrachan a los dioses y éstos gritan y paren la forma del cuchillo, abren el cordero para el mundo enloquecido de lenguas de guerreros bautizados al ñachi, de raíz desnuda, en la noche que se escapa, por la imagen de la Machi que baila, preñada de espíritus y de la siluetas que vuelan a la pupila dilatada.

No quiero estar libre de ningún pecado, al contrario quiero ser cada uno de ellos, hasta caer desnuda, iluminada por los tubos fluorescentes del sanatorio. Quisiera tener el idioma correcto para insultar a cuanto Dios se me cruce en la memoria, pero caigo a mi ombligo con los ojos llenos de lágrimas, cierro los ojos y lloro, lloro toda la noche hasta que los pájaros aletean el día, hasta que las vírgenes bajen a la playa. Las fogatas crepitan en la costa y borracha toco el Cultrun, entre los
cuerpos que desnudos se entrelazan; El éxtasis del nquillatun transforma las hogueras en imágenes, mis amigas claman heridas y yo caigo de bruces en la arena llorando a gritos, por que éstas voces no vienen de la cruz, surgen de la tierra y me hablan en mapudungun señalándome el camino.


Caminó por esos barrios, vio a los amigos de infancia
envejecidos a trago lento, les acarició el rostro y luego aulló
como el quiltro que era

(...)

El dolor lo llevamos tatuado en la piel, caminamos ahora
con esos presagios hacia la aldea perdida, hacia la casa de la infancia.
Esos helicópteros vienen de vuelta, han tirado su carga en el mar
cubren el horizonte y pasan sobre el techo de los caseríos.
Los ve, les sigue de reojo.




Ese hombre camina.
Piensa en la lluvia, en otra ciudad.

(...)

Todos miran en la tarde del parque.
Se alejan.
La silueta del hombre se queda en la tarde cubierta de diarios.






Se incorporó a las ánimas y marchó junto a los difuntos
mascullando entre flores secas, en esas piedras, en esas cruces
de caminos polvorientos, en esas bermas sin señales.
Antes de caer lapidado imaginó esos labios, cayendo en el
mar, entonces pudo recordar una copa vaciándose al fondo
de la boca...

(...)

Esos jinetes bajo el otoño buscan a la novia que se anuncia
en el canto de las aves que se consumen.





Los wekufes han bajado por estas calles, han cabalgado hacia
estas riveras, han prendido fuego a la ciudad marrichiweu le
gritan desde la Casa de Gobierno y el General Palacios dispara hacia el último 
combatiente, al mapuche de Boroa que
cae tendido con la vista fija en los Honken Hanters que aletean
sobre aquellos cielos.
Al cerro Pindahue se imagina subiendo.
Allí los asediaremos una vez más –dice en su agonía-.





4 comentarios:

  1. estamos haciendo un trabajo investigativo del poeta Cesar Millahueique. Necesitamos la fecha de nacimiento, y los premios obtenidos. Se agradece mucho la pronta respuesta

    ResponderEliminar
  2. Angélica

    César Millahueique, nació en Osorno en el año 1961

    es posible que si te diriges a Rayen Kvyeh (rayenkvyeh.tko@gmail.com)
    importante poeta mapuche de temuco, que está por aquí abajo en mis fotos
    te podrá ayudar a contactar con César

    abrazos

    ResponderEliminar
  3. Siempre te recuerdo Millahueique, y tengo pendiente ir a Pucatrihue....

    ResponderEliminar
  4. Siempre te recuerdo Millahueique, y tengo pendiente ir a Pucatrihue....

    ResponderEliminar