viernes, 8 de mayo de 2015

DANNY NUÑEZ [15.903] Poeta de Chile


Danny Nuñez

Nacido en Agosto de 1978, Licenciado y Profesor de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Permanece inédito, sin embargo aparece antologado en los libros “Zarpe de poetas porteños” Editorial del Ateneo de Valparaíso, “23 Escritores Jóvenes de Valparaíso” Ediciones Municipalidad de Valparaíso, “Poetas en la Quinta” Ediciones LOM y Municipalidad de Valparaíso; “Creación desde la Palabra” UTFSM y Municipalidad de Viña del Mar, “Señales en la Piedra” Editorial Balmaceda 1215, Valparaíso, y "El Mapa no es el territorio", Editorial Fuga, Valparaíso.
Participó activamente de lecturas de poesía en el bar “Mariella”, en el bar “Leo” y en el “Playa Bar” de Valparaíso y en la feria del Libro de Viña del Mar.
Organiza y lleva a cabo la “I Jornada de Arte y Filosofía UCV 2000”, realizadas entre Agosto y Octubre de ese año. Es becado, al año siguiente por la Katholische Universität Eichstät Ingolstadt de Alemania, donde permanece por dos semestres. Durante su estadía participa del Primer Encuentro de Literatura Centroamericana.
En Septiembre de 2002 participa como Expositor en Jornadas Chileno- Brasileñas de Filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Durante los años 2003 y 2004 publica en el segundo volumen de la revista “Los poetas del cinco”, en su versión electrónica y en la revista virtual “asdecopas”.
Participa desde el año 2004 del Seminario de Investigación Poética en el centro cultural La Sebastiana.
Trabaja actualmente en dos colegios de Viña del Mar.


El hambre que no se sacia

El hambre que no se sacia
es el hambre del conocimiento,
el apetito por ver más,
la dulce experiencia del azar
o la amarga despedida.
Se vuelven los pasos,
para inaugurar un punto de vista
y siempre cambia la atención.
Nunca nada es conocido.
La lluvia, evaporada
mientras un cordero
amamanta sus cachorros
en presencia de otros
cincuenta corderos
apilados en fila india.
Se estrangula mi conciencia
con un lenguaje extraviado,
pero no llega a decir el minuto,
la hoja verde,
el trozo de carne ahumado.




Alimapu

Nos deleitan los comercios eternos,
las plazas obsoletas, la pileta sin agua
y el tranvía alemán.

Nos avergüenzan las azoteas,
las escaleras que nos vieron
abanicar las diferencias
desarmados, sin pudor;
nos gastamos los talones,
empeines, y pantorrillas,
hurgando sin pedir permisos
perdiéndonos en desvaríos
intentando recuperar las danzas
de aquel adolescente fulgor.

No sabemos qué será de lo pasado
ni entendemos qué será el futuro.

La baldosa chueca de la calle
mira atenta al qué dirán.




Casa de techo alto.

Las maderas anudadas de los pisos,
se quejan con el frío subterráneo;
por cierto, convencidas
que con sus lastimeros guiños
se apiadarán del amanecer.
Cuántas mentiras a diario,
siguiendo el rito del alcohol,
cuánta desilusión ocurrente,
la velocidad del vínculo que se desata,
una vez que la palabra aleja su significado.
El aliento, vapor de madera,
un silencio frágil de escaleras sudadas,
una baranda al filo del abismo.
Mareándose,
con el tiempo obsoleto,
una astilla se desliza confidente,
rotando encima del musgo vital.
Todo hambriento,
el peinado dislocado de memoria,
la ruptura, ceder por el paso,
el cantar evolutivo
sin retroceso
de quien fuera árbol y testigo.




Hito cero

Bandurrias sobre ovejas
y aquí a mi lado, nadie
el silencio me obliga a oír.
Una cuchara de aluminio
vuelva a estallar tras la reja
se eleva un instante, se deja
caer, y por respuesta, la
balada suave y monótona.
Un ruido de madera transparente
anuncia el resto del camino
superado, un fin del inicio,
la estatua carcomida
por los segundos.
Una poza se alarga,
contenida en sí misma
por una solución sulfúrica
del mismo cielo.
Poco queda por esperar.




1998

Este mar que hoy me arroja al vacío
tiene su encrucijada llena de panteluces,
y briznas de gusanos idiotizan su voz.

Está tiznado de soles que no duermen,
y bautiza con sus lenguas solas
esas costillas de un sacrificio enlodado.

No perdona mis revueltas suicidas
ni respeta dichas
calles de la deshonra.

Como un vigilante atemporal
se desnuca y se desboca diariamente
tragando estos versos ponzoñosos.






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