miércoles, 15 de octubre de 2014

ADELA MONTESINOS [13.689]


Adela Montesinos  

(1910-1976)
Nació circunstancialmente en Lima, se crió en Arequipa, donde comenzó a publicar sus artículos periodísticos en pro de los derechos de las mujeres.  Luego vivió en Lima y Chile, retorna a Arequipa por unos años, y luego va a Lima, donde reside desde 1955 hasta su fallecimiento.     
Escritora, militante feminista y del Partido Comunista, se abocó a la poesía en los últimos años de su vida.  
Adela Montesinos es una paradigmática y ejemplar mujer peruana, cuya vida fue dedicada a luchar con pasión por los derechos y dignidad de la mujer, obreros, estudiantes y campesinos. En 1930 empezó a publicar sus artículos sobre feminismo y necesidad de una toma de conciencia, respecto a la dolorosa condición social de la mujer. Nació en Lima el 12 de diciembre de 1910, se casó con Pompeyo Herrera Mejía, quien fue torturado en El Frontón por el gobierno de Sánchez Cerro, a consecuencia de lo cual falleció (1935), matrimonio del que nació Guillermo. En 1939 contrajo matrimonio con Gustavo Espinoza Rosales, del que nacieron Dunia (1940) y Gustavo (1941). Precisamente su hija Dunia ha terminado de preparar la obra en prosa y doctrinaria para presentarla con ocasión del Centenario del Nacimiento de Adela Montesinos. Se trata de un libro que contendrá todos sus artículos sobre feminismo, como textos escritos en el destierro y ensayos que fueron publicados a lo largo de su fecunda existencia. A diferencia de muchas escritoras, Adela Montesinos sólo cursó hasta el segundo de primaria por haber sido expulsada y leer a Víctor Hugo. Sin embargo, su fuerza de voluntad la convirtieron en un ejemplo de fe y esperanza. 




Siempre hay más

(1933)

Hay un cónclave siniestro de
voces cavernarias
Hay rejas de prisiones
y noches de orfandad sin una
estrella
Hay rondas de cuchillo apretados
cerrando los caminos
por ello sufro, lloro, grito,
muero una hora y resucito.
El alma humana enraizada
siempre es más que las voces
inclementes,
Que las duras rejas,
que los leos ardientes,
que la orfandad sin luces,
que las rondas sin pan y con
cuchillos.





Pablo

A la muerte de Pablo Neruda

Esta vez la primavera
fue rota y torturada
antes de llegar a tu vera,
principio del verbo poético.

Querías vanamente que el pan
fuera de mano en mano,
querías que la cuchara
no durmiera en su sitio.

Ojalá pudiera conservarse
un poco de tu luz.





La pena

Una mañana grisácea
La pena cayó en mi patio.

Yo era niña y sin saberlo
Cogí en mis manos la pena,
Con ella jugué de niña
Y con ella fui creciendo,
Y con esa pena vivo
Desde que cayó en mi patio.

Fui creciendo… perdí el patio
Pero no se fue la pena.

Enero de 1945.





¿Cuándo?

¿Cuando al fin se podrá comer tranquila
sabiendo que todos han comido?





Necesidad vital

Si sé del hambre
cómo no cruzar despavorida el mundo,
buscando, anhelando, suplicando
llorando, peleando, exigiendo
porque todos tengan por igual,
expedito y cabal
el derecho elemental
de ganar su pan cada mañana.
Necesidad vital:
¡El pan cada mañana!.





Adela Montesinos
Por  Mario Rommel Arce Espinoza

Luchó por cambiar la condición de la mujer en el Perú. En esa línea, fue opuesta a la marginación social de la mujer soltera. Así como también, abogó por la familia horizontal, donde ambos esposos tengan igualdad de oportunidades laborales y de realización profesional.

Adela Montesinos destaca hoy como la primera mujer feminista de Arequipa. Nació en 1910 en el seno de una familia con mucho prestigio social e intelectual. Ella, en particular, mostró desde niña mucha emoción social. Tampoco fue ajena a las preocupaciones sociales del momento.

Desde muy joven vio con pesar la condición de los trabajadores, sobre todo del trabajo femenino y en muchos casos del maltrato de que eran objeto por parte de sus patrones. También percibió que la condición de la mujer se encontraba en franco desequilibrio con relación al hombre. Vio allí la frustración de un proyecto de vida. El carácter patriarcal de la sociedad peruana condicionaba a la mujer a una situación de dependencia, que fue rechazado por el movimiento feminista de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Se lucha, no por un predominio de la mujer sino por la igualdad de género que reconozca la igualdad ante la ley, donde todos tengan las mismas oportunidades de desarrollo personal, profesional y familiar.

Adela Montesinos, no obstante su extracción social, estuvo muy identificada con la causa obrera local y a la temprana edad de 19 años, comenzó a publicar en el diario “Noticias” varios artículos con el seudónimo de “Alma Moreva”. Su inquietud intelectual evidenció desde entonces un marcado compromiso social con la mujer de su tiempo.

Su hija Dunia Espinoza Montesinos recuerda que fue Juan Manuel Polar Vargas, el más querido maestro de todos los tiempos, quien sirvió de intermediario entre ella y el periódico. No era raro pero si extraño que una joven de sociedad, escriba sobre temas tan sensibles para el espíritu más conservador del momento. Por eso, quizá el maestro Polar protegió la identidad de la joven. Sin embargo, la respuesta a sus artículos no tardó en aparecer. Desde el periodismo, la escritora y poetisa Hortensia Málaga de Cornejo Bouroncle polemizó con ella a nivel ideológico.

Recordemos que el rol de la mujer por mucho tiempo estuvo limitado al trabajo doméstico. El predomino del varón sobre la mujer hizo que ésta dependiera de aquél en todo. Los esquemas sociales de la época impidieron que la mujer por sí misma pueda desarrollarse.

Contra todo esto escribe “Alma Moreva”, en un intento por crear conciencia entre las mujeres de su tiempo para que sean ellas las dueñas de su destino. En un artículo suyo titulado “Feminismo”, Adela denuncia la condición de la mujer y rechaza su dependencia económica. En su opinión, la mujer debe prepararse para conseguir su propio dinero que le permita lograr su desarrollo personal. También fue opuesta a la marginación social de la mujer soltera. Igualmente consideró que no debía existir diferencia entre los hijos legítimos e ilegítimos. Así como también abogó por la familia horizontal, donde ambos esposos tengan igualdad de oportunidades laborales y de realización profesional.

En respuesta a sus planteamientos recibió el apoyo de muchas mujeres que escribieron a la redacción del periódico identificadas con sus ideas. No fue, por cierto, la única en el país que luchó por la causa de la redención de la mujer. Y si bien parecían esfuerzos aislados, condenados a la mayoritaria crítica social, el ambiente de cambios que vivió el mundo con la llegada del siglo XX, abrieron la posibilidad de un cambio de actitud en relación a ellas. Así fueron incorporadas progresivamente a la actividad laboral y, también, a los centros de enseñanza superior. Su rol comienza a partir de entonces a cobrar más protagonismo en la sociedad.

Aunque tampoco se puede desconocer que en el siglo XIX hubo mujeres dedicadas a la enseñanza y a ejercer el periodismo como escritoras. En los colegios para mujeres, fueron ejemplares profesoras y allí mismo las educandas fueron preparadas para el hogar, cuando fueran esposas, pero también en caso de necesidad, para poder defenderse en la vida con un oficio.

Sin embargo, el camino hacia la igualdad de derechos entre el varón y la mujer, no estaba lejos de concretarse. La acción que en ese sentido desplegaron los grupos feministas de la época fue muy valiosa. De ahí la importancia de Adela Montesinos.

La lucha que libró a favor de la mujer, propuso además conseguir el voto universal, que les permita elegir y ser elegidas, coincidiendo en ello con María Jesús Alvarado y Zoila Aurora Cáceres, quienes desde la década del veinte pusieron en debate dicho tema. Por esa razón, no fue extraño que en los debates del Congreso Constituyente de 1931 el voto de la mujer fuera materia de ardua polémica. Y que finalmente en 1955 se lograra el reconocimiento del voto femenino para las elecciones generales de 1956.

Adela luego se trasladó a Lima y allí se vinculó con el movimiento “progresista” que integraron Ángela Ramos, Zoila Aurora Cáceres, las hermanas Bustamante, Carmen Saco y otras mujeres cercanas a José Carlos Mariátegui.

Para entonces Adela comparte el ideario del Partido Comunista de reciente fundación en el país. En las actividades de militancia política que desarrolla, conoce a Pompeyo Herrera, quien será su esposo. El era un joven activista político en la Universidad de San Marcos y, por lo mismo, el gobierno de Sánchez Cerro ordenó su prisión en el Frontón. Mientras tanto, Adela fue la primera mujer que habló en un mitin organizado por el Partido Comunista en la Plaza San Martín.

Poco tiempo después acompañó a su esposo en el exilio a Chile. Allí viajó también con su pequeño hijo Guillermo. Solo que al poco tiempo murió Pompeyo Herrera y Adela enviudó con la responsabilidad ahora de sostener a su hijo. Nada la arredró y, por el contrario, aprovechó la oportunidad de estar en Chile para entrar en contacto con el Movimiento por la Emancipación de la mujer chilena (MEMCH), al cual se adhirió por compartir los mismos ideales de lucha. Trabajó junto a Elena Caffarena y Martha Vergara para unificar a las mujeres. Con el seudónimo de Fernanda Martínez escribió numerosos artículos periodísticos: “Las mujeres contra el fascismo”, “Porque las mujeres queremos la paz” “Levántate y anda”, “Los hijos legítimos e ilegítimos son todos iguales, hijos de la vida”, etc.

Regresó al Perú y se casó nuevamente. Establecida temporalmente en Arequipa, tuvo dos hijos en su segundo matrimonio: Dunia y Gustavo Espinoza Montesinos. Radicada en Lima a partir de 1955, participó en la fundación de la ANEA, donde trabajó como bibliotecaria. Transmitía por Radio Nacional del Perú el “Boletín Cultural de la Semana”. Fue de las primeras mujeres en enrolarse para atender la distribución del vaso de leche en los colegios.

Debido a un enfisema pulmonar, producto de fumar dos cajetillas de cigarros “Inca” por día, permaneció guardando reposo en su casa, adonde iban para conversar con ella Magda Portal, Catalina Recabarren, Carmen Luz Bejarano, Emilio Adolfo Westphalen, Ernesto More, Ana María Portugal y muchos otros.

Sus últimos años de vida fueron dedicados a la meditación y a la producción poética, que también fue su pasión. Su vida se extingue el 2 de abril de 1976, pero no así su pensamiento y la trascendencia de su obra, que últimamente está siendo difundida por su hija Dunia, quien prepara una obra sobre su madre.


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