martes, 19 de agosto de 2014

MARTÍN JOSÉ LIRA [12.930]


Martín José Lira

Martín José Lira nació el 19 de Abril de 1833. Hizo sus estudios en el Instituto Nacional y se recibió de abogado en 1854. Comenzó a escribir en El Museo, en 1853.

Por algún tiempo ejerció libremente su profesión, pero luego entró a la carrera judicial como relator de la Corte de Apelaciones de Santiago. Entre 1858 y 1859 colaboró en 1a Revista del Pacifico de Va1paraíso y en La Semana y El Mosaico de Santiago. En 1859, enfermo de gravedad, hizo un viaje por Europa, del cual regresó en 1861. En Sevilla tomó parte en las tertulias de los escritores andaluces.

Fue a su regreso nombrado juez de Valparaíso y más tarde de Illapel de donde tornó, gravemente enfermo ya, a Santiago. Hizo aún otros viajes dentro de Chile, en busca de salud hasta que la muerte le sorprendió en Valdivia. Murió el 25 de enero de 1866.

Referencias:

En 1868, su hermano don Pedro publicó en un volumen titulado Poesías las de que fue autor; el prólogo del libro, obra del mismo don Pedro Lira, contiene datos sobre el poeta. Don Enrique del Solar examinó esta obra en La Estrella de Chile, 1869, p. 257.






DIOS

Del templo entre los puros resplandores
que brillan a la par del claro día,
te buscó fervorosa el alma mía
arrebatada en célicos amores:

allí elevé a tu gloria mis clamores
al compás de sublime melodía,
mas no te hallé jamás; el alma, fría
tornóse de la duda a los rigores.

Te hallé sí, del amor en la ternura,
en la paciencia que con faz serena
soporta de la vida los pesares;

Te hallé también doquiera en la natura:
¡que de tu nombre y de tu gloria llena
sólo ella te ofreció dignos altares!





INCONSECUENCIA

Nace el hombre, y no bien ha desplegado
sus ojos a la luz del claro día,
cuando de bien sediento, una sombría
lágrima sus mejillas ha empapado.

Abandona la cuna, y deslumbrado,
a impulsos de su loca fantasía,
tras de la dicha que su pecho ansía
corre veloz por la ambición guiado.

Jamás contento con el bien que alcanza,
gime su corazón por mejor suerte
y halaga su existencia la esperanza.

Mas si del mundo la miseria advierte
cuando va a disfrutar dulce bonanza 
¿por qué teme las sombras de la muerte?





Caída del Sol en el mar

¡El baño!, ¡el baño!…, la postrera hora
del día, exclama con solemne acento;
su delicioso aroma esparza el viento
de la urna inmensa en la onda bullidora.

Ya va de un punto en otro, voladora
tapizando de grana el firmamento.
Tienda formando al frígido elemento
donde el sol templa el ardor que lo devora.

Ya el gigante desciende, ya su canto
entona la sirena misteriosa:
ya se echa en brazos de las olas bellas

Rápidas éstas tienden su manto;
pues fingiendo mirada perezosa
su desnudez atisban las estrellas.






Soneto

Eternidad, ¡idea misteriosa!
¿Existe acaso para el alma humana
o es tan sólo una sombra, ilusión vana
que en su sed de vivir al hombre acosa?

¿Es acaso la tumba silenciosa
crepúsculo que anuncia otra mañana,
o la noche sin fin que al hombre hermana
con el inerte polvo en que reposa?

¡La eternidad! ¿Es aéreo monumento
que en su ambición el hombre se ha forjado
para consuelo de su triste suerte?

¿Será también un vano pensamiento
cuanto grande la mente allí ha encerrado,
y sólo eterna y real será la muerte?





Martín José Lira: Un poeta casi olvidado de Chile, 

por José G. Martínez Fernández

El siglo XIX no fue precisamente una gran centuria para la poesía chilena. Tendría que llegar Carlos Pezoa Véliz para darle un cuerpo más personal a nuestra lírica y eso viene a ocurrir solamente cuando el siglo se va despidiendo.

Al revés de España que estaba en la cumbre de su poesía, casi tanto como en los Siglos de Oro.

En efecto España tenía poetas de la estatura de José de Espronceda y Gustavo Adolfo Bécquer.

Dos románticos excepcionales. En especial Bécquer quien, para muchos estudiosos españoles, es el segundo poeta más grande de todos los siglos en lo que se refiere a su país.

Pero el problema de Chile era similar al de casi todos los países de habla castellana, exceptuando España.

No hay que olvidar que la “gran sacudida poética” recién ocurre con la publicación de AZUL de Rubén Darío en 1888.

Será el padre del modernismo el que echará a andar el gran barco de la poesía en lengua hispana en los países que la hablan.

En ese siglo triste para nuestra poesía, sin embargo, hay algunos poetas que salvan algo nuestro quehacer lírico.

Guillermo Blest Gana, José Antonio Soffia y Martín José Lira.

Lira fue un poeta sencillo, de una voz delicada y franca, mirando siempre los eternos temas del hombre: el amor, la muerte, el delirio, Dios, etc.

Martín José Lira había nacido en 1833 y su estrella se apagó en 1866. Pocos antecedentes biográficos hay de este aeda.

Lo cierto es que él, junto a Blest Gana y Soffia, serían la antesala para la llegada –pocas décadas después- de Carlos Pezoa Véliz, el primer gran poeta de Chile.




2 comentarios:

  1. Martín José Lira, el romántico escritor chileno, cuyas letras se resisten a dormir...

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  2. ...Cuánto daría para que su hermosa y corta poesía la conociera todo el mundo... una funesta enfermedad lo impidió... hoy 6 de Noviembre estás de cumpleaños Martín... Fernando de Lira...

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