viernes, 12 de septiembre de 2014

ARISTÓBULO ECHEGARAY [13.290]


Aristóbulo Echegaray 

Argentina, 1904-1986

Obra: 

-Cinco Pesos, Poca Plata. Novela. Edición: Buenos Aires, Feria, 1944.1945
-El nudo desatado. (Poemas). Edición: Buenos Aires, Editorial Acanto, 1950.
-Don segundo Sombra, reminiscencia infantíl de Ricardo Guiraldes, Publicación:Buenos Aires: 1955. Ediciones “Doble P”
-Ahora Y Allí. Ediciones del Instituto Cultural Argentino Búlgaro, Buenos Aires, 1959.
-Antología de cuentos búlgaros, Argentina 1961
-Copledal, Poesía, 1961.Buenos Aires, Instituto Amigos del Libro Argentino, 1960. 76 pag. ilustrado con xilografías de Amadeo Dell’Acqua. 1ª. ed. Rustica con solapas 20 x 10 cm. Buen Estado de conservación. 
-La vocación Publicación, Buenos Aires: Instituto Amigos del Libro Argentino, 1964
-Antología. Estudio liminar de Osvaldo Rossler. Buenos Aires, Ediciones Crisol, 1976. 



 

 



Romancillo a papá

                                Papá: yo envidio tu vida,           
tu vida de hombre sencillo,
que jamás pensó en la gloria
como el loco de su hijo.
Soñaste una esposa dulce
y un hogar bueno y tranquilo;
esto aparte, claro está,
de algún peso en el bolsillo.
Y eres feliz, tienes patria,
tienes dios, mujer e hijos...
   Papá: yo envidio tu vida,
tu vida de hombre sencillo.
 
   Yo ni en patria ni en Dios creo;
qué quieres: soy descreído...
   El dinero me da náuseas
y me repugnan los ricos.
 
   Mas, millonario de ensueños,
cuántas veces -ay- me digo:
Papá, yo envidio tu vida,
tu vida de hombre sencillo.

(Poeta Empleadillo)





Aventura
 
   Un poncho de vicuña pequeño y livianito
-hoy lo envolví en mi cuello-
detrás de unos galpones nos servía de cama
y servía de abrigo a mis deseos
cuando como un ladrón me acercaba a los ranchos
y, bien pegado al suelo,
mis ojos perforaban las tinieblas
alarmadas de perros.
 
   Y venías,
la pollera blanca,
yo musitaba «Negra...»
tú componías la garganta... 
Hasta que al fin un día me diluí en ausencia,
te casaste con otro;
¡pero aquella aventura de mis 17 años
es entre mis recuerdos una roseta de oro!
 




 
De «servicio militar»

   Domingo de guardia.
Ella vendrá esta tarde,
con un lírico encanto de calandria
y una sonrisa grave.
Mi mano sucia de machete
no estrechará su mano breve.
Mi boca cuartelera jugosa de puteadas
no besará esta tarde su pico de calandria.
 
 




Al sol de la bandera de mi regimiento

   Paliducho y ajado,
hace ya medio siglo que está en esa bandera.
Ni ánimos tiene para abrir la boca
y bostezar su abulia.
Los meses pasan dentro de un armario,
sorbiendo aires de pura naftalina
y sin hablar con nadie....
¡Si el trapo bicolor que lo aprisiona
no dice nunca nada!
Y cuando sale, a veces,
-son de fanfarras, gritos que lo aturden
y siempre al frente de hombres disfrazados-
se aburre más aun.
Ya no tiene esperanzas; mas tiene una esperanza:
que unos hombres valientes se levanten un día
y le den una muerte digna de un sol:
Las llamas. 




 
 
Primavera en la oficina

   Anda la primavera por las calles
poniendo suaves pinceladas verdes
en los gajos desnudos de los árboles,
reverdeciendo el césped de las plazas...
Anda, la primavera por las calles...
 
   Penetro en la oficina.
 
                                          Esta mañana
soberbiamente clara de Septiembre
se acuerda poco de los empleadillos
giro la llave de la luz eléctrica;
aquí no hay luz, no hay sol, no hay una hoja
¡y anda la primavera por las calles!
 
   Pero de pronto -sombrerito verde
y trajecito verde y verdes ojos-
llega la dactilógrafa.

                                       En sus manos
trae un ramo magnífico de rosas,
y ¡oh milagro!, ¡milagro! esta mañana
¡la primavera ha entrado a la oficina!
(de «Poeta Empleadillo»)

 



Ausencia

   Se desangra mi amor
por la herida tajante de una estrofa.
 
   Hoy que las tapias altas de la ausencia
nos separaron implacablemente 
nada me dice el campo
con sus inmensidades de esperanza,
nada me dice el sol, la estrella, el libro.
La Nostalgia ha engrillado mi alegría y mis pies.
 
   ¡Si parece mentira! Tú, con tus ojos tristes
y tu cuerpo menudo tan femenino y frágil
eras como un elixir para mis energías.
 
   Cuando estaba a tu lado hasta el cansancio
me parecía un ansia de caminar más lejos.

(«Dado») 





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