sábado, 1 de marzo de 2014

EDUARDO MESA [11.114]


EDUARDO MESA 

(La Habana, CUBA   1969), fue fundador de la revista Espacios, dedicada a promover la participación social del laico. Coordinó la revista Justicia y Paz, Órgano Oficial de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y el boletín Aquí la Iglesia. Formó parte de los consejos de redacción de las revistas Palabra Nueva y Vivarium. Ganador de los premios de poesía Ada Elba Pérez y Juan Francisco Manzano. En la actualidad colabora con las revistas Convivencia, Misceláneas de Cuba e Ideal y edita el blog La Casa Cuba, donde trata temas relacionados con la fe, la sociedad y la cultura. Ha publicado en narrativa El bronce vale y otras crónicas (Editorial Silueta, 2011). Reside en los Estados Unidos desde el 2005.





Me asusta

Me asusta la ciudad de mis mayores,
la vieja
-absorta como un pez-
tras la ventana,
el policía de azul o a cuadros,
el joven camorrista,
hecho a su itinerario de murciélago heroico
y los secretos del alambre escondido
para llegar donde no te escuchan.

Algo me invita a no salir de casa
y el miedo toma el tono rotundo de la muerte,
en el Paseo del Prado
ese niño que juega con las fauces de bronce
me hace virar la cara.

También el mar
va rodeando mi casa,
siento golpear las olas en mi puerta.

Cambien el tema,
no hablen mierda cojones,
nunca se sabe quién.

No puedo,
más miedo del que tengo,
ya nada me asusta,
soy casi un insolente,
de no sentir
que estoy muriendo.






EN LA ESPIRAL DEL SUEÑO AGUARDAN LOS DIFUNTOS

amanezco cansado de tanto hablar con ellos
son los amigos quienes más me visitan
tienen la misma voz
el mismo tiempo
de cuando caminábamos a la orilla del mar
nada quieren contarme de su ausencia
pero los veo en paz
y eso me basta






LA NOCHE

como un río de oscura pertinencia,
quebró luces y espejos.

La noche sin palabras
se apoderó de todo
y callaron los perros.

Es tenebrosa y larga
la noche sin estrellas.






CAMINO IMPERTURBABLE

como el mago de los cuentos
a la espera del niño
del eclipse
que hace saltar los peces del estanque

vuelvo la vista al mundo
con sus desolaciones y augurios es mi casa
nadie tiene zapatos para el viaje
descalzo ha de ir el hombre

amanece
el frío toca la puerta
y en un poco de mar termina el sueño

eterno azul en franjas
designio de la tierra que ve nacer a un hombre

beneficio del agua
roja la sangre
blanca la estrella






AUNQUE RONDA LA MUERTE

los marineros vuelven al mar
y Dios soporta el humo de sus pipas
y cualquier maldición a su nombre

desde la barra
solo se ve la bruma

si no vuelves al mar
nunca estarás arrepentido

no habrá gozo grande
ni pequeño






EL HUMO DEL TABACO

sale por las persianas y navega
hacia cualquier lugar

pero yo me distraigo en retruécano
en el sutil azul de la escapada

del abuelo aprendí a rezar el humo
esta tarde me voy por la persiana






NADIE HA DADO LA VOZ

hablan las hondas del agua en el estanque
ya no quiere rosas ni carrusel
ni la chuleta acompañada de buen vino

cambia sus monedas
por el cantero de flores amarillas

ha perdido su nombre y su camisa

la tarde en el jardín
tiene cierto poder sobre los hombres







EL TIEMPO DE LAS SOMBRAS SE HA HECHO LARGO,
queda una costra dura,
un daño germinal en los que han sido
expuestos a la oscura pirámide del miedo,
             que abruma,
             que vacía,
que rompe los tendones de la dicha,
el bien y los sentidos.

El tiempo de las sombras se ha hecho largo,
hemos visto morir a nuestros héroes
y la maldad también ha envejecido,
como un falso consuelo
o el embuste,
que uncimos en el carro de la vida,
medio buena,
casi de cara al sol,
aunque sabemos
que el mal también es nuestro,
que dejamos entrara a nuestra casa
y se hiciera de todos los trajines
casi sin darnos cuenta,
por el ojo del otro,
por desidia,
por el instante del aplauso.

Para esta sombra que nos cubre,
pertinaz y promiscua,
poner el corazón sobre la mesa
es la única esperanza que nos queda.






A LO MEJOR ES HOY Y NO MANAÑA
porque el hombre se cansa de su miedo.
Lo que invita a morir en la esperanza
es un algo vital que conservamos
del hombre que gozaba el paraíso,
los demonios lo saben y se espantan,
esa vida sin mal que nos habita
puede romper el cerco,
      la coraza,

y soplar las cenizas.

A lo mejor es hoy y no mañana,
el momento preciso de la aurora,
y pobre del que espere en su balance,
del que invite al dogal de la prudencia
para no amanecer.

A lo mejor es hoy y no mañana,
porque es fácil matarnos,
pero la vida tiene que estar viva,
nadie puede torcer ese designio que viene de lo alto,
y se encuentra en hombre con el hombre.



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