miércoles, 2 de julio de 2014

MARIO ARNELLO ROMO [12.135]


Mario Arnello Romo 

(Santiago de Chile, 25 de diciembre de 1925). Abogado, académico, poeta y político chileno. Diputado por la 7ª Agrupación Departamental "Santiago" en dos períodos consecutivos entre 1969 y 1973. Fundador del Partido Nacional en 1966. Director de la Dibam desde 1986 a 1990. Embajador especial ante la ONU los años 1974-1978 y ante la OEA entre 1974 y 1976.

Mario Arnello nació el 25 de diciembre de 1925 en Santiago de Chile. Sus padres fueron José Arnello Alcorta y Zulema Romo Romo. Por el lado materno estuvo ligado desde temprano a la política nacional. Gracias a su tío Luis Salas Romo, político radical, diputado, senador y ministro, conoció a la edad de ocho años a Arturo Alessandri Palma.

Realizó sus estudios secundarios en el Instituto Nacional, donde fue presidente del Centro de Alumnos. Pero además, en 1941 mientras cursaba el 5° de humanidades participa en la creación –luego será presidente- de la Academia de Letras Castellanas (Alcin) del histórico establecimiento, donde pudo compartir con escritores como Pablo Neruda, Salvador Reyes y Francisco Coloane. Al margen de estas actividades, las dos pasiones de Mario Arnello, en la época de estudiante secundario le tocó presenciar el incidente que el 5 de septiembre de 1938 desembocó en la llamada Matanza del Seguro Obrero. En la década del 40 ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, titulándose de abogado con la tesis “Sindicalismo”, la cual fue aprobada con distinción. Continuando con su carrera académica, más adelante recibió una beca del Instituto de Cultura Hispánica para efectuar un doctorado en Derecho en la Universidad de Madrid. Esta vez, la tesis se tituló “Sindicalismo Nacional”, 1953.

En el plano laboral, se desempeñó como abogado de numerosos sindicatos, gremios y federaciones industriales y campesinas. Entre 1954 y 1955 colaboró, ad honorem, con dos ministros del Trabajo. Participó, a su vez, en proyectos de reforma del Código del Trabajo, de leyes estabilizadoras y de la creación de una universidad laboral. En el área docente, ejerció como profesor de Sindicalismo y Derecho del Trabajo en el Instituto de Seguridad Social, ejerciendo hasta 1956.

Durante su época universitaria se desliga un tanto del área poética y crea, junto a Arturo Fontaine Aldunate, Fernando Leiva, Gonzalo Vial Correa y Ricardo Rivadeneira, el periódico político de tendencia nacionalista “MAS”. En la misma línea política, un poco antes y asombrado por la figura del general Ariosto Herrera, ingresa al Movimiento Nacionalista de Chile, dirigido por Guillermo Izquierdo Araya. Luego, en la época del gobierno de Gabriel González Videla, se pasó a Unión Nacionalista, cuyo primer presidente fue Juan Gómez Millas. En la década del 50, influido por las ideas nacionalistas de Jorge Prat, ingresa a la revista “Estanquero” y, años después, funda el movimiento de Acción Nacional con Jorge Prat y Sergio Onofre Jarpa.

A estas alturas resulta más que evidente que las ideas nacionalistas gravitaban con fuerza en la mentalidad de Arnello. Fueron sus padres quienes inculcaron el sentido patriótico. A ellos, les siguió el influjo de los nacionalistas criollos como Nicolás Palacios, Francisco Antonio Encina y Alberto Edwards Vives. Así, en la visión política de Arnello los conceptos de nación y patria cobran especial relevancia; sobre este último dirá que es una especie de sentimiento telúrico que lo vincula a la tierra natal.

En el transcurso de la década del 50 e inicios de la siguiente, la tendencia política a la que adscribía Mario Arnello tenía una discretísima incidencia tanto en la política chilena como en su sector, la derecha, dominada indiscutiblemente por el Partido Liberal y el Conservador. Sin embargo, las cosas pronto cambiarían a favor de Arnello y los nacionalistas.

En 1963, en las postrimerías del gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez, Mario Arnello funda junto Sergio Onofre Jarpa el Movimiento de Acción Nacional, liderado por Jorge Prat Echaurren y que pretendía ser la plataforma para su candidatura a la presidencia en 1964. De hecho, Arnello fue coordinador general de la candidatura de Prat. Sin embargo, ese año, no sólo no prosperó la candidatura de Prat, sino que los partidos históricos de la derecha, el Conservador y el Liberal, sufrieron una fuga de votantes que los dejó al borde de la extinción. Fue en esas horas de retroceso en que las tendencias del nacionalismo y el agrario-laborismo cobran fuerza, y logran fusionar en 1966 a toda las fuerzas de derecha en torno a un nuevo referente; el Partido Nacional, cuyo primer presidente fue Víctor García Garzena. Corría 1966, y Mario Arnello Romo se reveló como el principal ideólogo en la redacción de los Fundamentos Doctrinarios y Programáticos del nuevo conglomerado de derecha que rápidamente iría a recuperar la votación que el Partido Demócrata Cristiano les expropió.

Perfilando este rol de ideólogo de la nueva derecha nacionalista, sería redactor de las revistas “Qué Pasa” y “Portada”. Asimismo, entre 1966 y 1967 se desempeñó como comentarista político en radio y televisión.

El ex diputado Arnello ocupó diversos cargos durante el régimen militar. En 1974 fue designado delegado ante las Naciones Unidas y consejero de la Caja de Accidentes del Trabajo. Paralelamente, ejerció como embajador de Chile en la 29ª y 30ª Asamblea General de las Naciones Unidas, NU, y a la V Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, OEA, entre 1974 y 1975.

Durante esos años, también, fue ministro plenipotenciario en la Conferencia de Costa Rica para la modificación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca y fue enviado especial del Presidente de la República a Colombia y Ecuador. Retomando su actividad laboral, ejerció como fiscal de la Línea Aérea Nacional, LAN, hasta el año 1979. Más adelante, desde el 1 de junio de 1981 al 1 de abril de 1982, participó en la 4ª Comisión Legislativa, como titular y reemplazante. En 1986 fue nombrado director general de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, cargo que sirvió hasta 1990.

Es profesor de las cátedras de Derecho Internacional Público y de Fronteras de Chile, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, cargo que ocupa por años, y ejerce libremente su profesión.

Es escritor, ensayista sobre temas contingentes, como geopolítica, entre otras materias. Además es miembro de la Sociedad de Escritores de Chile y del Grupo Fuego, de poesía.




LA LUNA

Lenta, la noche ha traído al jardín la quietud de las sombras.

Ya callaron los zorzales y se fueron borrando los rincones.

Con Pía, ella en mis brazos, dejábamos que los minutos cayeran en el silencio y sacaran alguna frescura de la oscuridad.

Primero, fue una claridad qeu señaló el perfil duro de la montaña; y luego, lenta e imponente –espacio, inmensidad y misterio- la enorme luna de enero alzó su redonda faz amarilla.

Allí, sentada en la tierra, con su carita abismada hacia la luna, los brazos abiertos en alto, espera anhelante que ese globo de luz y plata termine su vuelo y caiga -¿por qué no?- entre sus pequeñas y esperanzadas manos.





América nuestra
Autor: Mario Arnello Romo
1951

CRÍTICA APARECIDA EN EL DIARIO ILUSTRADO EL DÍA 1952-03-27. AUTOR: CARLOS RENÉ CORREA
Es poeta Mario Arnello Romo, y al afirmar su calidad de creador de belleza no exageramos. Basta la lectura de este poema: “saludo para la segunda mitad del siglo”. Nuestro autor que vive, al parecer, sin ambiciones de nombradía literaria, ha realizado ya una labor de poeta veraz, digna de encomio. Sería injusto exigir en los comienzos de su labor una perfección absoluta. Quede ella para los que han vivido largos años de experiencia y creación poética. Pero ya en Arnello Romo el canto se ha hacho vida y un vigor extraordinario sostiene la bandera de su saludo de alborada. El poeta dice:


“Yo canto a la América hispana y pura,
a su pasión solitaria;
a la tierra que se extiende bastamente
al alma que en ella se dispersa y ama,
a la flor de los riscos y cristales
a la voz del agua que en canciones
corre la morena tierra del hombre americano”.


Para él “sobre las estrellas concluye la ruta terrestres – del hombre solitario”. El encendido llamado de este poeta es una invitación varonil a todos los americanos para que se superen en la vida y el espíritu y laboren la auténtica riqueza de este continente. Exagera, a nuestro entender, cuando alude a un determinado país: para hacer la grandeza de la propia tierra no es preciso odiar o destruir la de los otros.

Suele el verso lindar con la prosa declamatoria, especialmente cuando se entrega a prolongadas peroraciones y vaticinios; pero regresa de súbito a la poesía purificada de arrestos que la maltratan, para decir en sus “advertencias”:


“Cuida, hermano, el florecer de la cruz
en esta tierra entrañable y tuya.
En ti, hermano, en el acento
que de los Andes y el llano alcanza
el río de tantos siglos.
Con trabajosos tipos se reedita un viejo libro
develado en Arauco y venido de Castilla”.



Este poeta tiene algo nuevo que comunicar, ha dejado que su verso se convierta en musical mensaje del hombre que sufre frente al destino de hermanos que están muy distantes de una felicidad más o menos completa. Arnello Romo se revela en este libro un poeta de auténtico sentido cristiano; acaso su poesía no revista una forma novísima y se adivinen lejanas influencias, pero eso no desvirtúa en absoluto la calidad de este libro. Tan interesante como la primera parte, son sus “Tres Cantos Telúricos”, en los que el espíritu del poeta vuelve al mar, acaso para satisfacer la ambición de eternidad que lo sacude profundamente. Interroga:



“¿Qué es la niebla sino el alma del mar
posada amorosamente, envolviéndonos?”



Y más adelante es la cordillera de los Andes la que sirve de inspiración a su vigoroso canto: ha buscado los grandes símbolos para acercarse a Dios y toda su poesía nos parece fuera un prólogo a algo muy superior a que está obligado. Sin duda, que resume todo su canto esta hermosa y sugerente estrofa:



“Sobre ti, Andes,
vértice
extensión de América,
solo la cruz del sur
mantiene cuatro estrellas”.



No es Mario Arnello Romo un poeta más de nuestra joven literatura, no. Este libro lo sitúa en el número de los que son ya más que una promesa.


Mi hija Pía
Autor: Mario Arnello Romo
Santiago de Chile: Impr. El Imparcial, 1964

CRÍTICA APARECIDA EN EL DIARIO ILUSTRADO EL DÍA 1964-11-22. AUTOR: AGUSTÍN BILLA GARRIDO
Mario Arnello ha editado un breve manojo de poemas en prosa titulados “Mi hija Pía”, dedicadas “a la madre de Pía”. Se trata, pues, de una obra de absoluta intimidad, cabalmente lírica.

Leyendo “Mi hija Pía” uno se siente acariciado por suavidades de ala y como ungido de candor. Así, en ese poema o, mejor dicho, en esa estampa titulada “La luna”, dice Arnello:


“Lenta, la noche ha traído al jardín la quietud de las sombras.

Ya callaron los zorzales y se fueron borrando los rincones.

Con Pía, ella en mis brazos, dejábamos que los minutos cayeran en el silencio y sacaran alguna frescura de la oscuridad.

Primero, fue una claridad qeu señaló el perfil duro de la montaña; y luego, lenta e imponente –espacio, inmensidad y misterio- la enorme luna de enero alzó su redonda faz amarilla.

Allí, sentada en la tierra, con su carita abismada hacia la luna, los brazos abiertos en alto, espera anhelante que ese globo de luz y plata termine su vuelo y caiga -¿por qué no?- entre sus pequeñas y esperanzadas manos”.





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