domingo, 25 de mayo de 2014

FERNANDO DÍEZ DE MEDINA [11.813]



Fernando Díez de Medina

(La Paz, BOLIVIA   1908 - 1990) Escritor boliviano. Durante muchos años representó a su país como agregado comercial en Washington y fue miembro del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, cargos a los que llegó después de una fructífera trayectoria como escritor, pensador y analista de la sociedad hispanoamericana de su tiempo.

Fue también una de las voces más autorizadas de la prensa boliviana contemporánea y colaboró en rotativos y revistas como El Diario, La Razón, Última Hora y La Noche. En estos medios de comunicación se destacó también por su agudez y lucidez en el ejercicio de la crítica literaria y artística, a la que aportó monografías de interés como El arte nocturno de Víctor Delhez.

Demostró ser un poeta exquisito en su cancionero titulado La clara senda, pero mayor renombre alcanzó como prosista de ficción, con algunas novelas tan notables como Mateo Montemayor (1969) y María Montevelo (1985), y con una recopilación de relatos breves, La enmascarada (1956). Asimismo, cosechó un notable éxito en su faceta de dramaturgo, en la que destacó sobre todo por su obra Ollanta, el jefe kolla (1970).

Afín a la corriente nacionalista surgida y difundida en Bolivia a lo largo de los años cuarenta, denominada por los estudiosos "mística de la tierra", Díez de Medina recogió el legado del poeta, filósofo y político boliviano Franz Tamayo (1879-1956), a quien dedicó Franz Tamayo, hechicero del Ande. Relato al modo fantástico (1944). Siguiendo sus ideas, confiere a la tierra andina sobre la que se asienta su nación una especie de poder espiritual capaz de determinar la peculiar sensibilidad estética, moral y religiosa del pueblo boliviano (idea central de esa "mística de la tierra"); lo que, además de ligar inexorablemente al hombre con la naturaleza, sienta las bases de una identidad nacional.

Estas ideas aparecen desarrolladas con mayor profundidad en otros ensayos: Thunupa (1947), Pachakuti y otras páginas polémicas (1948), Sariri (1956) y Nayjama (1950), así como en su ya mencionada narración extensa Mateo Montemayor (1969), en la que la imponente visión natural de las cotas más elevadas de la cordillera andina se convierte en una poderosa fuerza telúrica capaz de gobernar las conductas de los personajes. Otro ensayo suyo que gozó de especial aceptación entre los lectores bolivianos de mediados del siglo XX es el titulado El velero matinal.




DEL HOMBRE Y SU TRÁNSITO

Misterio de la sangre y de los genes,
menos entiendes cuando más indagas.
Clave del universo y sin embargo
eterno enigma de su propio sino.
Buscar, buscar sin límite y sin pausa.
Es el pensar eterno móvil raudo.
De incertidumbre y de conflictos nútres
los días que te fueron concedidos.
La Gran Maga te llama y desafía:
le dicen. "voluntad "y eres tú mismo.
Acaso lo sensible te rescata
de la perplejidad de lo difícil.
Pero también la dicha y el sosiego
alternan con lo instable y el peligro.
Subir, caer, mudanza, encuentros súbitos:
las cuatro fases del lunar designio.
Yal cabo el hombre es el fragmento mínimo
que abarca el Todo y su plural reflejo.



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