miércoles, 5 de septiembre de 2012

7708.- ANTONIO CIENFUEGOS



Antonio Cienfuegos (San Salvador, EL SALVADOR 1982). La familia de Cienfuegos tuvo que salir de su país debido a los conflictos guerrilleros durante los años ochenta. Hallaron refugio en México. Actualmente se dedica a la traducción y a la docencia.
Ha publicado en diversas revistas de circulación local y nacional. Su primer poemario se titula FURENS.





CALÍGINE 

Light, the prime work of God, to me is extinct…
John Milton

Soy el eco de un pantano en tiniebla
Soy el eco de un pantano en tenebra
En esta fronda donde penetra una brisa
regando el silencio de la ausencia
Entre tierra y agua las libélulas crecen de miedo
El trajinar del moho se petrifica
y en el légamo de este oscuro pantano –Hospital General–
no hay una ligera fibra que exista






MANILKARA HUBERI

Parte uno

Manilkara huberi
Agua del fruto que se fuga a través de los cristales
Manilkara fuego del fruto que se filtra a través de los ojos

Manilkara huberi se desvanece entre parques, jardines y atrios 
se deshace en la mano de los niños y se pudre en la lengua de la tierra

Manilkara es un fruto imaginario que mi abuela saborea 
en el pórtico de su casa ante las puertas de un mundo que a veces existe

Manilkara amanece en el tacto de la mulata que recoge su piel del árbol
parido por la aurora
rociado por la aurora que desenvaina toda la naturaleza en un parpadeo

A veces Manilkara es la línea del relámpago que se cruza
A veces es el sonido del cántico del Níspero





Parte dos

Para el Caimito cuando se abre

No hay verso manantial ni gota ni sal
aun el fruto fuga su vida hacia la luz
Pero el Caimito es tan rebosante de jugos que se reblandece al tacto
Para saborear las llagas del fruto hace falta tener llagas en la lengua
de otro modo sólo nutre sus huesos

Para florar las maledicencias de los frutos amargos
también se necesitan pústulas en los dedos
que deshojen el palpitante centro done el Caimito habita

Porque no podemos decir que el agua se fuga en todo momento
sí diré que los frutos maduros que no caen
se pudren en el palma de Dios.






De tanto caminar por los alcores
Agrios de mi vivir cansado y lento,
Mi desencadenado pie sangriento
No gusta ya de ir entre las flores.

Juan Ramón Jiménez


LEYENDO TRILCE (POEMA LXXVII)

Granizo tano como para que yo recuerde!

Aguardar a que el granizo se diluya en las veredas insaciables del desprecio, a que se calme tanta violencia de hielos ahora apilada en el páramo de mi pecho, a que tanta lluvia inunde las charcas donde tus ojos son. El cuenco donde nace tu voz como las cuerdas más finas,  la música más profunda que se escuchaba en Chopin. Afuera tanto granizo encareciendo las almas, recalando los tugurios de la soledad. Me contento con el alarde de tu sonrisa, y tus frágiles manos que bordan cicatrices a mi costado. Me contento con el recuerdo de esta y otra tempestad.

Granizo tanto como para que yo recuerde!

Momentos de la lluvia para salir del letargo, empaparse de los codos, de los húmeros  hasta aventar la camiseta y dejarse golpear por aquellas perlas que al hocico del cielo brotan. Para así, resistir las bandadas de golpes azarosos que me nacen con tu desprecio. No se vaya a secar esta lluvia entre las avenidas de tus ojos y el cardo punzante en mi pecho. Momentos de lluvia para atenuar el letárgico y oscuro horizonte donde brillan campanas de muerte, de silencio.

Granizo tanto como para que yo recuerde!

Y para qué recordar estando en medio de tanto estruendo, de horcajadas de relámpagos que asedian sin parar la tarde vuelta gota grana que escurre entre mis dedos, bermellón que semeja todo lo blando, todo lo frágil de nosotros lo hombres sin aliento ya para soplar las brasas. O tarde de aquel carmesí que se recuerda en una película hollywoodense donde algún disparo dibuja una gran mancha en la pantalla. Yo recibí aquel disparo bajo una lluvia donde las gotas pesaban como el granizo.

El aguacero aquí era tanto
y las costas eran aún sin mar
que las lágrimas se secaban antes de caer del rostro.







ROMEO EN EL INFIERNO

Aquel sentir frente a Julieta
labios frutos bermejos ya sin vida
ahora sólo apagados faros sus ojos
virginal fuerza absorbida en alburas

Aquel sentir que destroza y llaga
la conciencia del más cuerdo
doblega los más impetuosos bríos
hunde las más potentes naves

Aquel sentir frente a Julieta
que te corrompió en un psicosis paranoica
en que preferiste la muerte
y bebiste aquel amargo láudano

Aquel sentir es tan mínimo tan menos tan nada
ante este ardor quemante que siento
al saber a Julieta (antes flor encendida en mi mano)
revolcándose felizmente con otro.







CATÁSTROFE DEL YO

Quedarse sin los sentidos sino con los sentidos del otro
es la otredad misma
es una gota de lluvia que cae en la pupila
y vuelta lágrima se seca en el ojo

Quedarse en la orilla del precipicio y mirar al fondo
abandonarse a un cuerpo a unas manos a una silueta
es ponerse el dogal al cuello la venda a los ojos

Abandonarse a las hordas encrespadas que le nacen al pecho
en hondonadas desiertas
y caer
súbitamente

Es el amor






DEDICATORIA

Ni mi más profundo desprecio
no expresado aquí
sería suficiente poema






IDUS DE OCTUBRE

Fue el viento de otoño
la nostálgica hojarasca que creaba olas donde no había mar
las parvadas oscureciendo el rojizo atardecer con un giro inesperado
y los ruidos del abandono de alguien que no volverá
por aquel camino ya marcado
sinuosa senda asediada por la soledad

Fue el viento de otoño
con su áspero soplo revolviendo tu cabello
impidiendo nuestro encuentro en una tolvanera ardiente
de incertidumbre
aún aquel silbido del viento nos trae recuerdos

Fue en el viento de octubre en el que nos perdimos.






RECLAMO

Me quejo del poco placer
de las pocas horas que estuvimos
tengo mucho de qué quejarme

Pero sobre todo me quejo de la sentencia del recuerdo.





CAÍDA

Del derrumbe ya nadie se levanta
las velas consumidas ya con nada se incendian
y el velamen de un navío encallado no sirve más

Del derrumbe ni los dioses
ni los reyes ni los héroes
pudieron desprender su rostro de la tierra

Sólo el polvo se levanta del derrumbe
para saciar el hambre del desprecio
y la tarde vuelta roca inmensa
a nadie deja andar
seguir su camino

Levántome ahora como Lázaro regresando de la muerte
para decir que el derrumbe no me ha derrumbado.






DESDE ESTA TARDE

Desde esta tarde
con tus ojos delineados por una curva de zarzas y tus labios

ni qué decir de tus labios si no son frutas ni piedras preciosas ni gladiolas ni jazmines no son colores ni versos de Neruda tampoco son horizontes ni atardeceres ni mares ni olas ni litorales tampoco ceibas ni manglares ni animales fantásticos tus labios no son fuego ni cenizas ni la luna quizá no sean la vía láctea ni las operas de Verdi ni las pinturas de Cezanne que algún día vi en Orsey ni la mutilación de Venus en el Louvre quizá no sean ni siquiera la Cala Rossa donde el agua es más nítida que tus pupilas no son eso tus labios son tus labios otra cosa que nadie puede mirar como yo.







PANEGÍRICO 

Discúlpame:
porque después de este poema
todo mundo te sabrá desnuda
porque conocerá tus senos blandos
y tus pezones rosas con lunares en órbita
y las cicatrices cercanas a tu sexo
y que en verdad no eras rubia

Discúlpame
porque serás entonces del dominio popular
como una chica en la Playboy





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