lunes, 10 de marzo de 2014

ISMAEL DOMÍNGUEZ [11.188]


Ismael Domínguez 

(Tacoronte, Tenerife, 1900 - 1931) La intensa actividad de Ismael Domínguez se vio interrumpida por una enfermedad que acabó con su vida a la temprana edad de treinta años. Sin embargo, logró afianzar una obra poética que, aun no siendo publicada en libro, vio la luz en diversas publicaciones como Hespérides, El Progreso, La Mañana o ABC. Domínguez fundó y dirigió la revista Letras (1922) y fue incluido en la célebre Antología de la poesía canaria de Pérez Minik, quien hacía referencia en ella a la melancolía característica de la poesía de nuestro autor.

Nació el 25 de julio de 1900 en Tacoronte. Periodista de renombre y, según Pérez Minik, su formación autodidacta se cimentó, desde muy joven, sobre una fuerte vocación literaria. Fundó y dirigió en Santa Cruz de Tenerife la revista “Letras”. Fue redactor de la revista “Hespérides” de 1926 a 1929 y de los periódicos “El Progreso”, “La Mañana” y “La Tarde” (1927-1931). También intentó una incursión en el mundo periodístico madrileño en el “ABC” y “Cosmópilis”.

Murió a los 31 años en su pueblo natal, haciéndose eco de la noticia toda la prensa escrita del momento.




SELECCIÓN DE POEMAS POR: José Manuel Martín Fumero  



Fue… ¿fue acaso ese país un país encantado, 
donde una princesita llorase la añoranza 
de sus dulces ensueños de amor y de esperanza 
al recordar la gracia de algún príncipe amado, 
o fue tal vez un país de gentílicas diosas 
que gustaran contemplarse en las aguas verdosas? 
¿Fue quizá un vergel, 
donde flores sin nombre de fragancias de miel 
brindasen al viajero su perfume inmortal, 
o acaso fue un palacio de risueñas ondinas, 
recamado de perlas y de espumas marinas, 
erguido sobre el agua como un esquife irreal? 





“Himnos de Gesta” aparece en Hespérides, nº. 40, Santa Cruz de Tenerife (3-10-1926).

[…] 
...El viento siembra brisas por todos los celajes 
 y al beso caricioso 
 de las auras marinas 
las olas se columpian ansiosas de alborozo, 
en un arrullo lánguido de tiernas golondrinas 
cantando a coro todas para después reír... 
[…] 

Descendiendo los montes avanza una mesnada 
de indígenas soberbios… Un clamor formidable, 
de grandiosa fiereza, por todas partes cunde, 
y entre el pavor inmenso que la batalla infunde 
llora un llanto de rabia la raza venerable… 
[…] 




Mi culpa

... Y dejar de ser malos... 
... Y volver a nosotros cual vuelve el descreído 
 hacia la cruz. 

... Y lavarnos el alma, 
y arrancarnos la escoria 
que el trajín de la vida nos pegó al corazón. 
... Y vivir el milagro de una nueva niñez... 

Y andar, andar... 
... Un camino... Un camino muy blanco... 






Siembras 

 Pan... 
 Cuerpo, 
porque sabe a caricias de dolor de la carne, 
 porque es risa y es lágrima, 
porque es alegre y dulce, como el vino y la miel. 

 Pan... 
 Alma, 
 porque es hostia y es luz. 
 Divino primor de nuestras manos. 
 Palabra de Dios. 

 Pan... 
 Almas niñas en la siembra, 
 vidas blancas 
como estrellas diminutas sobre el surco abierto al sol. 
[…] 






Palabra de mi verso

[…] 
 (Sepulcro de las voces 
de mis estrofas íntimas 
-clamorosas y alegres-, 
con el temblor mimoso de aquel júbilo nuevo 
de la primera fiesta 
en que diera a los aires 
el repique labrado de mis sueños de luz). 

 Yo presiento la hora 
que ha de nacer mañana. 
He de beber en ella, 
con el virgen milagro de su nuevo color, 
todo su encanto virgen, 
y su frescura fuerte, 
y la gracia pujante de su ritmo y su voz. 







Poema infantil

Hoy he querido –a olas- entretener mis manos 
 en desflecar las hebras 
 de un nuevo sol... 

(Me enrollaría con ellas todo mi cuerpo, 
 y un gran milagro 
-luz de mi carne- 
me haría lucero que se olvidaba de su palacio 
de allá en los cielos 
 -azul, azul-, 
para lanzarse por los caminos, como un Dios niño, 
 a poner iris y auroras nuevas 
 sobre la tierra, 
 sobre la mar...) 

... Mis manos tienen nostalgias 
de aquel juego en que quisieron desflorar un nuevo sol. 







Horas

 Y tener el alma –como un claro espejo- 
sobre el panorama que se presintió… 

Y captar su gesto, 
si ritmo, 
su luz. 

…Anticipaciones de una nueva hora 
-jubilosa y fuerte- 
que labra los fuegos 
del nuevo crisol… 

 Donde ha de quemarse 
nuestra voz anciana –nuestra voz anciana-, 
impasible y muda, 
llena de la nieve de los muchos años, 
de los muchos siglos de su gran vejez…20






Nocturno

[…] 
... Y fue como un mundo nuevo, 
estridente en la algazara 
de extrañas y viejas voces, 
sucias de tumba y de larva. 

... Y fue el labrar del misterio 
en las sombras de la sala... 
Y fueron las sombras negras 
-fugaces-, desenterradas, 
llenas de pavor de ausencia, 
de mil miradas vacías, 
de mil pupilas fantasmas, 
riéndose de mis sueños 
desde la noche agorera 
del silencio de la estancia. 

Mi dolor –el de ahora- es un dolor ya viejo.
Un dolor de silencios, de nostalgias, de ausencias. 
Un dolor de vacío… 
El dolor de vacío de las horas ahogadas 
en el hondo naufragio de las cosas ya muertas. 

 Mi corazón –vigía- 
tiende sus reflectores de recuerdos, 
y un horizonte de años 
-un horizonte viejo- 
quiebra las lanzas blancas de mi faro, 
encendidas de ausencias, de silencios… 
[…] 






Como la frente de los niños

Hierro… 
Hierro… 
Hierro… 
En todos los caminos. Y en las almas 

Hierro… 
Hierro… 
Hierro… 
¡Mi yunque! ¡Mi martillo! 
Sea yo mismo mi fuego… 
Sea yo mismo mi fragua… 

…Hasta quemar mis odios, 
mis orgullos, mis ansias… 

Hacerme un alma nueva, 
una buena y sencilla y humana palabra. 
[…] 





Motivos de gitanería

Una mirada larga 
-buída, negra-. 
Una mirada larga... 
Estudiante de crimen 
en todos los caminos y en todas las tabernas. 

 ... Sobre el alto tablado 
-oliendo a humo, a vino, a pena-, 
la canción bailadora 
de mil escorzos niños... 
La canción bailadora 
de una carne en dolor... 
Tostada por los vientos de largas romerías, 
herida en los asaltos de mil encrucijadas... 
[…] 





Simple romero…

Y ser romero, romero… 
Sin aljabas, 
sin caminos, 
sin horizontes ni puertos. 
Romero. 
Simple romero… 
Para vaciar mis sonajas 
sobre las fugas del viento. 
Romero. 
Simple romero… 
Para robar en la noche 
la plata de sus luceros. 
Romero. 
Simple romero… 
Para beber vino azul 
en los lagares del cielo. 





Campanario de la primavera

Todas las tardes 
la niña 
se va solita a la fuente. 
  
 Baja el camino, 
saltando, 
como una garcilla leve. 

 Sobre sus ojos 
la gracia 
de un blanco abril muy alegre. 
[…]







Tratado de las tardes nuevas

Un pedazo de niebla 
se encarama en la torre del pueblo. 

La tarde –toda de gris- 
es un gris ataúd de silencio. 

... A Santa Catalina 
-por el Camino Nuevo- 
baja la fila negra de un entierro... 

Por entre mi ventana 
cruza un aire tajante de hielo. 





Poemas

Aquel cielito. 
-El de ayer. 
Tan bonito... 
Grana y azul y naranja. 
Parecía... 
Parecía un pañolito 
-bordado con vino y sol- 
para una virgen gitana. 

Y este cielo. 
-El de esta noche. 
Qué pena me causa verlo... 
Abierto frente a mi alcoba, 
sus mil heridas de plata 
parecen un acerico 
de lágrimas. 







Tu nave

Rubio, 
tu pelo, 
en el aire, 
era un racimo de sol. 

 Oro claro 
tempranero, 
todo aromado de abril. 
Era tu risa 
una nave... 

 Tus ojos, dos lucerillos 
pintados de noche azul. 

 Una mañana 
-¿te acuerdas?- 
tu nave llegó a mi puerto... 

 Entre los labios traía 
un cargamento de mil. 





Regatas

Veinte lonas veleras. 
Veinte quillas ligeras 
en la pista joyante del mar. 

Veinte gritos de espumas. 
Veinte gritos de viento y de sol... 

(Lejos, 
el horizonte 
-colgándose del cielo- 
parece un aro azul.) 

... Una niebla de oro 
en la comba lejana... 
Y en el agua del aire 
un ¡hurra! jocundo y triunfal. 

¡Hosanna, vencedores! 
¡Victoria, capitán! 




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