miércoles, 23 de marzo de 2016

GREGOR PAPEZ [18.289]



Gregor Papez

Nació en 1961 en Buenos Aires, hijo de exiliados eslovenos y perteneciente a la comunidad eslovena más activa fuera de sus fronteras originarias. Esta corriente migratoria de eslovenos no se ha adaptado al entorno y las corrientes contemporáneas por la propia voluntad de mantener un rasgo distintorio que no les permita olvidar el pasado. Su poesía pareciera adoptar el lema: antes morir que evolucionar. Gregor Papez colaboró asiduamente con la revista literaria eslovena Meddobje, escribió ensayo y poesía para RTV Ljubljana, editó tres libros de poesía: Poezija Animal (2014), Qué (2015) y Never (2016); en los que se reúnen distintas voces y generaciones de eslovenos.



VIENTO     
                                                                                                                               
El Ingenioso Hidalgo aún lidia con la realidad de los 
molinos de viento – porque donde hay viento, hay una 
realidad.
El viento que barre los caminos trazados con esmero y 
dedicación.
El Hidalgo sabe, en el fondo, que estos monstruos del 
viento, su primera aventura, su única aventura en verdad, 
son una ficción disfrazada de realidad, porque el viento 
es el gigante de los pequeños que se disfrazan con 
armaduras.
Deshazte del momento justo, como la oportunidad 
se deshace de ti.
Hay en el viento satisfacción 
de haber barrido las cadenas
y sin embargo suele encadenar a todos al barro:
a unos por lo que lleva, a otros por lo que trae.





AL SUR

Se había trasladado al sur después de vender
su casa en el campo, cansado de pedalear en
la bicicleta por el costado de la empinada ruta,
con los bordes del silencio envolviendo
la encorvada figura como un lento
y asmático molino en un día sin viento.
La marea del campo, la distancia, punto final.
(una orilla que en otro resplandor desviste la tierra,
como lo hace la inercia tropical de la fruta madura.)
El sur eran techos de chapa vistos desde
la ventana del tren entre vigas de hierro
y borroneados azules detrás, cables y sol
colgado entre la ropa puesta a secar.
El aire arrancando de la seca luz
una bocanada de árboles tempranos,
como insectos que en el vidrio se pegan
por obra y gracia de una gris resolana.
Y las aves que no parecen entrar fácil-
mente dentro del cuadro.
Miro en las aves su sombra prehistórica
dibujar con el lápiz de carbón un fuego
que atraviesa el cielo a la hora en que
nacen las tardes como páginas de historia.

              (del libro Never, editado por SKA (Slovenska Kulturna Akcija)




BREVEMENTE

Las relaciones humanas, ese canto entre
un hombre y una pared
en medio del amarillento azulejo de la noche
y entre las muletas de una sombra -
la pared suele imputarme horrores
agigantados por las muletas de su sombr

Prefiero conversar con esa otra pared,
la del mar. El mar es Pitágoras en persona.
Empecinado en la pureza. Infinito en su
interés. Y el mar también considera que
el fuego es el elemento más importante

El fuego es oración. Tú, entre cuyas paredes
rezo para no caer como una hoja, muy lejos
de su árbol.
El afligido llega a Dios, pero este hombre
no está entregado - que mane leche y miel
y que de una mejor vida el tiempo llegue

Y el tiempo, ¿nos escucha cuando el sol
se haya puesto y no hayamos arriesgado
nuestro ser, apostándolo todo a una sola
equivocación?

                (del libro Qué, editado por SKA)




A ALGUNOS LA VIDA

A algunos la vida les trajo
la compañía de una buena esposa
(son los menos), a otros les trajo
la compañía de muchos amigos.
A mí me obsequió con la compañía
de unos miserables gatos callejeros
que merodean día y noche mi puerta.
No he sido merecedor siquiera
de alguna cosa a escala humana
y relegado a la escala animal
suelo con la punta del pie expresar
mi gratitud por semejante compañía.
La mayoría de los hombres maduros
no conoce el amor más que de oídos,
yo lo conozco en forma de maullidos
que reclaman su tazón de leche.
Estos gatos dotados de alma
a veces se esconden en su tristeza -
¿Tiene el alma predilección por la 
tristeza y su semblante oscuro, 
como una joya en su rincón lunar
o como un dios en su lecho duro?
Ellos rara vez responden alguna 
pregunta, salvo cuando se les pre-
gunta si quieren un poco más
en el tazón de leche.
          
               (del libro Poezija Animal, editado por SKA)





***



del nuevo libro (En preparación, Ska, septiembre 2016)

UN LITERATO ALLÁ ABAJO

Heme aquí, parado en medio
de este páramo seco del infierno
donde la luz me vuelve el rostro
y la oscuridad destila azufre.
Johan Weyer calculó en el siglo XVI
que el número de los demonios 
que moraban en el infierno era 
de 7.405.926, ni uno más 
ni uno menos.
No se ha hecho otro censo desde entonces
en este lugar donde moran, regidos por Caos, 
el viejo Anarca, el Rumor y el Acaso, el Tumulto 
y la Confusión y, sobre todo, la Discordia.
Nada que no conozca desde siempre,
pero este olor a azufre, esto es
lo que termina de crispar mis nervios.

Cuán odioso es el espíritu envidioso y 
que se cree justo. Es carne del infierno – 
y bien, aquí me hallo,
engrosando el número de Johan Weyer.

Yo, que consideré ligeramente
las consecuencias y el tamaño en que 
las fauces del acontecer se abrirían,
yo –estoy seguro– fui justo.
Vivir, no viví en paz conmigo mismo.
Gloria a los que pueden
vivir en paz consigo mismos y que no 
conocen este peso que contrasta con 
la liviandad del cuerpo 
al no poseer alma.
Cuán pesado es el vacío
en términos físicos (no tengo alma
para hablar en forma espiritual).
No intento deshacerme de este peso
porque, fuera o no hecho para mí,
reconozco la horma final, donde
todos los actos confluyen
como ríos exactos hacia
la orilla definitiva, la puerta total.

¿Y qué puedo decir ahora
 que no haya dicho antes?
En mi breve literatura
quizá me ha quedado por decir
que el 90 % de la buena poesía
es de izquierda, hay pocas chances
de que sea de derecha.

Pocas cosas más puedo añadir.
Ah, del amor y sus discordias...
Digo en mi defensa:
mientras yo elucubraba
la idea del suicidio
ella iba al gimnasio
y sonriente elongaba.

Pero no es suficiente, lo sé.
Y en lo que oscila la noche negra
y se duerme el perro a mis pies,
la estrella que se deshace
o que no se deja caer 
empuña un brillo
último como apretando los dientes
y apretando el odio dentro de sí.
Pero soy justo: el odio
es un callejón sin salida – al menos
el amor es un callejón con salida
al lodazal más próximo.


LOS CHANCHOS


Dos veces por día la gospodínia
cocinaba en grandes ollas
la chulubodra para alimentar
a los chanchos. Daban trabajo
esos chanchos, mucho más
que una persona.

Pero después, en el campo de refugiados
en Austria, el abuelo descubrió perplejo
que se alimentaba a los chanchos
con comida cruda y restos de basura –
¡y salían mejor así!
A pesar de los cielos negros en esos
días aciagos, el abuelo se iluminó,
había visto y aprendido sobre los chanchos
y fue todo un progreso en su mente
de campesino.
Es todo lo que le dejó
la guerra de positivo.

De los tiempos de paz
que llegaron después
nunca dijo, en cambio,
nada positivo.





.

2 comentarios:

  1. Gregor Papez - tengo el placer de conocerlo personalmente y de haber participado con algún humilde aporte en algunos de los libros que nacieron por iniciativa de él - es un poeta de talento extraordinario. A veces es rebelde y un poco irreverente, pero siempre auténtico y de genialidad descollante. Por este medio quiero enviarle un abrazo afectuoso y mi más profunda gratitud. Luis Lavric

    ResponderEliminar
  2. Me gustaría poder contactarlo. Trabajo con traducciones de esloveno y he estado en Ljubljana algunas veces. Desde ya, gracias

    ResponderEliminar