jueves, 9 de abril de 2015

SAMUEL IBN NAGRELLA [15.523]



Samuel Ibn Nagrella 

Córdoba,  993 - Granada, 1066 
Político y escritor

Su educación discurre en el seno de una familia de elevando rango social. Estudió en Córdoba la cultura árabe y hebrea, pero debido a la situación social y los conflictos de la época se trasladó a Málaga. Cuentan los anales de la historia que debido a sus dotes como calígrafo fue seleccionado para entrar en la corte de al-Mutasim. 
Experto en teología y filología, fue uno de los granes pensadores de su tiempo. Recibió el título de "Nagid", nombramiento que le elevó a representante legal de los judíos andalusíes. Este personaje también estuvo al servicio de los reyes beréberes de Granada y desarrolló algunas importantes cuestiones financieras. 
Es necesario además destacar su faceta como literato. Fue un gran poeta. Cultivó la poesía hebrea e, incluso, en los momentos de mayor actividad bélica dedicó su tiempo a componer versos en agradecimiento por ganar en combate. Con estas composiciones dio lugar a un género único. Samuel escribió más de 1.700 versos de tema secular. Sus poemas aparecen recopilados en tres libros "Continuación de los Salmos", "Continuación de Proverbios" y "Continuación de Qohelet". Su legado se complementa con escritos filológico y asuntos de derecho judío. 
Su fallecimiento se produjo durante el célebre pogrom granadino de 1066, en el que fue asesinado junto a centenares de judíos.




Daré vueltas hasta subir a lo alto
a una cima que sea por siempre conocida,
que mis enemigos hallen en mí espanto,
y mis amigos ayuda.





¡Oh cálamo!, voy a cantar tus favores,
pues gracias a ti se llenó mi mano
de riqueza y gloria, y por tu lengua
hizo callar la mía a los valientes.
Toma el cálamo, pues con él se reúne
la riqueza; el cálamo levanta a los humildes
al poder, y el cálamo habla
por escrito en lengua de reyes.






Mira hoy mi angustia,
escucha y atiende mi plegaria.
Recuerda lo que a tu siervo declaraste,
¡no quede confundida mi esperanza!
¿Alcanzará algún brazo a hacerme daño,
siendo Tú mi vigor y mi refugio?
Me hiciste la promesa y el favor
de mi albricia por mano de ángeles:
estoy cruzando las aguas,
¡líbrame de mi terror!
Camino por hoguera ardiente,
¡libérame de mi fuego!
Y aunque haya obrado mal,
¿qué soy o qué significa mi delito?
Estoy afligido y ni siquiera puedo
prolongar mis súplicas.
¡Cumple lo que mi corazón anhela
y apresúrate a socorrerme!
Y si no te parezco digno,
¡hazlo por mi hijo y por mi ley!






¿Intervendrás en mi favor año tras año
como con los Patriarcas y elegidos?

Al llegarles su hora, Tu incitas a quienes retroceden;
Tu separas a los malvados el día de venganza.

Tras la muerte de Ibn Abbas, con la venida de
Ibn Abbad me sobrecogió la aflicción.
Ambos me persiguieron, mas uno ceñía su cabeza 
de corona real, el otro apenas contaba.
Entre él y mi rey había desavenencia y envidia,
nadie en España les hacía frente.

Tenían sus tropas capitanes a millares,
caudillos con estandartes sobre sus cabezas.

Penetramos en sus tierras con fuerza,
para vengar a los señores despojados;
iban con nosotros varones cual leones,
tropas numerosas como langostas o saltamontes,
todos empuñaban veloces la espada
sobre corceles impetuosos que volaban como nubes.

Salió veloz a perseguirnos siguiendo su consejo
con infantes por centenas y millares.

La noche del jueves como a perdices les perseguimos
lo mismo que hacen los enjambres.

Apresamos a quienes quisieron capturarnos,
los que creyeron devorarnos fueron consumidos.

Al acercarse mis enemigos para devorar mi carne,
me levanté yo y ellos cayeron aniquilados.

Nosotros construimos cabañas con alborozo,
en tanto que ellos se duelen de su deshonra.





Al advertir el rey que residía junto al mar,
y su visir llamado Ibn Abbas, 
la gloria de que yo gozaba ante mi rey, que
de mí pendían los asuntos y dictámenes del reino,
y que nada quedaba dirimido
mientras yo no lo diera por acabado,
envidiaron mi esplendor y quisieron
derribarme presto con sus manos...

Mas Dios, para su caída, tenía preparada desde antiguo
en la ciudad del manantial una fosa excavada...

Valientes varones perdían el gusto
por la vida y elegían la muerte;
pensaban los leones que las heridas abiertas
de sus cabezas eran coronas;
de acuerdo con su fe, lo recto era morir,
seguir viviendo les estaba vedado.

Los abandonamos en la estepa para las hienas,
los chacales, los leopardos, los jabalíes;
los dejamos protegidos por piedras,
recostados en cardos y espinos,
entregamos su carne como presente a los buitres,
como dádiva para leones y lobos”.





Buen mensajero, ¡dame la nueva!
por favor, levanta tu voz...
¿Es verdad lo que oigo?
¿Cómo fue? ¿De qué manera?
Dime, ¿es cierto que el cuerpo de Ben
Abi Musay ha sido destrozado?
¿Fue su cadáver arrojado
a las calles y destrozado?







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