lunes, 4 de febrero de 2013

GUILLERMO MARTÍNEZ GONZÁLEZ [9.160]



Guillermo Martínez González

Guillermo Martínez González nació en La Plata, ciudad del departamento colombiano del Huila, el 11 de mayo de 1952. Murió el 26 de Septiembre de 2016.

Poeta, ensayista y editor de Colombia.


Desde la infancia, Guillermo Martínez González recibió la fuerte influencia estética de sus abuelos paternos, la poetisa Matilde Espinosa de Pérez, y el pintor payanés Efraim Martínez.

Licenciado en Filosofía en Letras, ejerce en la actualidad como librero y editor.


Ha publicado los libros de poemas Declaración de amor a las ventanas (1980), Diario de Media noche y otros textos (1984) y la selección anotada de poemas Marx y los poetas (1984), Puentes de Niebla (1987), El Bosque de los Bambúes (traduccioners de poesía china, de 1988), Mitos del Alto Magdalena (1990), Lu Xu, Poemas (traducciones de 1990), El Árbol puro del río (1994).


Como Director del Instituto Huilense de Cultura, en l987,llevó a cabo una serie de eventos para la promoción de los valores culturales de ese departamento colombiano.


Se ha desempeñado como profesor de literatura hispanoamericana, además de llevar la dirección de Trilce Editores y de la revista literaria "Pretextos".


En 1990 reemplazó al artista Fernando Granda como asesor lingüístico de la revista China Hoy, en Pekín, cargo que dejó en manos del poeta Harold Alvarado Tenorio, cuando regresó a su país en 1991.


En 2000 participó en la serie de actividades El Libro de las Celebraciones, de la Corporación Otra Parte, con la ponencia Luis Vidales y Suenan timbres.1


Ha publicado varios libros de versiones de poetas chinos, entre otros: Wang Wei, Lu Xin, Li Po, etc.


En 1993 obtuvo la Beca de creación individual en Poesía, Francisco de Paula Santander, del Instituto Colombiano de Cultura, con el libro Tres Poetas de Lengua Inglesa (traducciones de W.B. yeats, Theodore Roethke y Kenneth Patchen).2


Su obra aparece en varias antologías de poesía colombiana y del exterior.


Crítica


“Con Guillermo Martínez González se abre una llameante posibilidad poética porque partió de la seriedad de la poesía cuando otros aquí parten del efecto dejando en la cuenca de los sueños la causa. Creo que su poesía es una respuesta espigada en este momento en donde muchos poetas está subestimando la obligación de la claridad que tiene el lenguaje y que por ese alambicamiento les conducirá irremediablemente a la ruina de la literatura”, anunciaba Álvaro Bejarano en la Declaración de amor a la ventanas (1980). Y no era una apreciación apresurada: su poesía sigue teniendo la misma claridad prístina y vale la pena encontrarse con estos versos que fueron escritos con la misma alegría de un día de verano".


Milcíades Arévalo en Puesto de Combate.


Bibliografía


1980. Declaración de amor a las ventanas

1984. Diario de Media noche y otros textos
1984. Marx y los poetas selección anotada de poemas,
1987. Puentes de Niebla
1988. El Bosque de los Bambúes. Traducciones de poesía china
1990. Mitos del Alto Magdalena
1990. Lu Xu, Poemas
1993. Tres Poetas de Lengua Inglesa (traducciones de W.B. yeats, Theodore Roethke y Kenneth Patchen.
1994. El Árbol puro del río.Bogotá, 1994



Piensa en sus cabellos de agua

Si un hombre
Vestido de lluvia
Te visita en la noche
No lo dejes partir muchacha
Piensa que sus cabellos
Son de agua
Que él ha escapado
De salvajes que bailan
En el verano.
Piensa que es alguien
Que conoce la música de los acantilados
Un hombre dispuesto
Para el tercer turno
De los oficios de la noche.
Alguien que ha caminado
En el mar sobre las aletas
De los tiburones.
No lo dejes partir
No lo dejes que se pierda en la tarde
Como si el arco iris devorara su cabeza.
Piensa que el jamás estropeará tus pies
(El será suave como la luna
Llena de pájaros)
Ni pasará como el viento sobre tu lecho.
Y ordenará tu cama
Y tu colección de abejas
Y no te dirá adiós sin un mensaje

De palomas en la puerta.




Árbol derribado

Ya no serás más 
De las estrellas y el viento
Pajarero de flores rojas
Caído como un hombre 
Que se desangra en la lluvia



La Creciente

Cuando crecía el río era como un rey lluvioso 
entre las hojas de plátano y batracios negros 
celebraban la muerte en las orillas.
Era la fiesta de los leñadores y lanzadores de 
lazos en las barandas del puente. La algarabía 
de los gitanos en los mercados de la Ceiba y los Helechos.

Niños tristes deambulaban en las aguas. Espantados 
gallos se detenían en los techos flotantes.

Nadie sabía qué había despertado aquel tumulto 
de hojas y animales perdidos. Aquel grito de piedras 
y de náufragos en el lodo.



Los Muertos

Amanecían en las calles con la cara de espanto 
alterada por las moscas.
O bajaban al pueblo en el lomo de las mulas 
guindados como animales de sacrificio.

O flotaban en la hierba y el río con el treno 
inflamado bajo la luz de la luna:

En aquel tiempo la violencia se paseaba con su 
tambor de medianoche por las aldeas.

  



EL CANTANTE

Empezó a cantar
Con su guitarra de sangre
Agitada por la lluvia.
Pájaros de ojos negros
Sobre el lomo de la luna
Escucharon su canción
Agujereada por el relámpago



DE NUEVO LO DESPIERTA EL ALBA

De nuevo lo despierta el alba
Como una invasión de mosquitos.
De nuevo con el espanto
Que hierve como un tejido
De gusanos jubilosos.

En el espejo se pregunta
Por el sentido de la muerte
Mientras afuera cae la lluvia
El canto de la paloma torcaz.

Y así sale sin alma, desterrado.
Implacable la luz cae
Pero siempre más allá
En una distancia que enloquece
Como pájaro que huye.

Y así lo devora la ciudad
El metálico ruido de su agonía.
Ve al lotero junto a la prostituta
Y al ciego que feroz
Desgarra su guitarra contra el polvo.
  
Lo deja impávido el aguacero.
El chapoteo de la mujer que cruza la calle
Y el delirio de los semáforos en la neblina.

Nada posee. Sin herida
Ni salvación. Sin luz ni llaga.
Ciego,  solamente ciego.




CIUDAD

Maligna es esta ciudad
Como baba del diablo
Desde que surge la luz del sol.
Donde la lluvia cae interminable
Como una monodia
Sobre los ventanales y los muros
Sobre el rostro de pordioseros
Que  aúllan como bestias heridas
Ante los basureros
Las iglesias
Y los portalones de mármol.
Donde cada saludo
Se parece a una pedrada
E inútiles brillan las estrellas en el cielo.
Sí, maligna es esta ciudad:
Temibles sus atardeceres de vaho plomizo,
Sus crímenes ocultos, sus jóvenes asesinos
Que conspiran en los bares.
Terrible es el espasmo de sus prostitutas
En los baños o los camastros de tendido grasiento
Mientras avanza el alba como un puñal
Sobre el sueño de los pobres.



VISIÓN

La luna desciende sobre el árbol
Como una mancha roja
Y un rezagado murciélago
Se pierde con su destello.
Todo queda oscuro en el bosque
Aunque algunas veces
Brillen las hojas de los eucaliptos.



EL ADIÓS

Cantar de ciegos
Cantar de viento herido
Cuando dos amantes
Se despiden en el alba.



NOCTURNO

Este es el instante de los acantilados
Y de los fantasmas que gimen
En el soplo de las tinieblas.
La hora en que los sonidos crecen
Y la ciudad se queda sola
Y como bestia muda
Despierta en busca del amanecer.
La hora en que la noche se baña
En el silencio de los árboles
Que temblorosos se sumergen
En el luto de la ciudad.




EL TRASNOCHADOR

Bebiéndome la luna
Ebrio de vinos nocturnos
Recorro la ciudad hasta el alba
Comiendo fábulas en la sombra.
Recordando que cuando llegue a casa
Tendré que espantar
Como casi todas las noches
A los caballos salvajes que pastan
Cerca de mi ventana.
Pensando que tal vez no alcanzaré
A ver como todas las mañanas
A la muchacha que se baña desnuda
En la alberca del patio vecino
Mientras silba una canción de moda.
En la alcoba como siempre me esperan
Algunos fantasmas
Los que me acosan ansiosos
Hasta que muerdo las cobijas
Y llega el espejismo de los sueños.

De Declaración de Amor a las Ventanas (Ediciones Puesto de Combate, Bogotá, 1980)



ESAS TARDES, ESOS PARÉNTESIS

Sucede que hay días
Que hay tardes en que uno
No quisiera trabajar
En que uno quisiera estar por ahí
Fumándose un cigarrillo
O bebiéndose un buen vino
Mientras se acerca la noche.
En que uno quisiera estar por ahí
Hablando sobre las primeras novias
Con un viejo amigo
Mientras la lluvia cae sobre la ciudad
Como una cortina blanca
Como un coro de ángeles húmedos.
Sucede que hay tardes
En que uno quiere volar por la ventana
En que uno quisiera ser como la música
Que no pesa en el aire ni en los hombres
En que uno está para soñar
Para conversar con antiguos
Días de la infancia.
Sucede que hay días así
Mañanas de esas en que uno amanece de vago
Tardes de ésas paréntesis de ésos
En que duelen los horarios del oficio
Y las teclas de la máquina
Se clavan en el alma.
En que uno está totalmente
Desligado del mundo
Y no quiere hacer nada
Y quisiera estar todo el tiempo
Bailando sobre la lluvia.

De Declaración de Amor a las Ventanas (Ediciones Puesto de Combate, Bogotá, 1980)



EL AGUA QUE LLEVA EN SUS BOLSILLOS

Vendrá entonando la Rapsodia de Saulo
Y te hablará de un río
Del cuerpo blanco
De las mariposas en la sombra
Del lenguaje chino
De la luna y el pasto.
Espéralo muchacha
Vendrá en el mes de mayo
En el mes de los días de lluvia
Y del movimiento de los árboles
Bajo la luz de las estrellas.
Espéralo
No dudes
El maneja la trayectoria del sol
Y tiene tu signo
Y todo será tan simple
Como el alma de los pájaros.

De Declaración de Amor a las Ventanas (Ediciones Puesto de Combate, Bogotá, 1980)



SÍMBOLO

Como fluye el agua
De lo profundo de la tierra,
Como alguien enciende
El fuego en medio de la borrasca,
O Alicia, a través del espejo, se une
Al aire en el País de las Maravillas;
Así quisiera escribir mi poesía: desnudo,
Casi invisible: cantando
Como un pájaro de luz sobre la muerte.

De Puentes de Niebla (Trilce Editores, Bogotá, 1987)



EL VUELO

Para
Que no te derribes
En el lodo
Vuela ángel mío
Vuela:
Pesado monstruo de mi pureza.

De Puentes de Niebla (Trilce Editores, Bogotá, 1987)



UNA RESURRECCIÓN

Una resurrección,
Pido ahora para poder vivir
En estos días de muerte,
De mal que se agarra
A mi garganta como una soga.
Para volver a sentir de nuevo mis heridas
El sol que quema al deseoso
El odio, la ironía que nacen de mi amor.
Para volver a verte, amiga mía,
Dulce cantora entre la lluvia,
Como cuando estábamos poseídos de luz
Y tú soñabas frente a mi espejo
Y de tu boca salían pájaros.
Renacer,
Eso pido como cualquier Lázaro
En estos días en que transito
Solo en la sombra
Como una piedra lanzada al vacío.

De Puentes de Niebla (Trilce Editores, Bogotá, 1987)



CAIN

Mudo contemplaba la hoguera cuando
pensó en matar a Abel. Ciego anda el crimen
desde la tarde en que levantó su garrote de
odio, su hueso negro.

De El Árbol Puro del Río (Trilce Editores, Bogotá, 1993)




EL MÚSICO

Llegó con los zapatos raídos, cuando
nadie estaba en casa. Lo dejamos seguir
porque algo tenía en sus ademanes que
invitaba al asombro. Se sentó en medio de
todos y de pronto empezó a dirigir una
orquesta invisible. Nunca supimos su nombre
ni a dónde se dirigía aquel vagabundo
que llevaba la música en sus manos.

De El Árbol Puro del Río (Trilce Editores, Bogotá, 1993)





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