lunes, 4 de agosto de 2014

VICTORIA ESTOL [12.663]


Victoria Estol 

Victoria Estol (1983) nació en Montevideo – Uruguay. Está formada en Sociología y Comunicación Social. Trabaja como Gestora Cultural. Su primer libro, Bicho Bola (Yaugurú, 2012) fue bien recibido por la crítica literaria local. Obtuvo una mención en el “Concurso Nacional de Poesía Joven Pablo Neruda” y participó en el libro colectivo, Cualquiercosario, co-editado entre Uruguay (Ed. Yaugurú) y España (Ed. Libros de la imperdible). 
Ha leído en diversos ciclos de poesía de Uruguay y Argentina. Algunos de sus poemas han sido traducidos y publicados en la revista digital The Cortland Review (New York - USA) y en la revista italiana Quaderni Ibero Americani. 



Poemas sin título


Dicen que mi padre descolgó de los árboles a todos los suicidas de mi familia.
Dicen que le gusta estar cerca de la muerte.
Dicen que los besa en la frente fría, antes de cerrarles los ojos.
Dicen que les saca las muelas de oro con una pinza.
Dicen que así pago mi fiesta de 15.
Dicen. Y yo les creo.





Las carreteras seguras me cansan
La monotonía de los postes de luz
Puro eucaliptus
Un zorro aplastado
Con su adentro afuera
Mi hígado que se retuerce pidiendo un volantazo
Si viene un camión me tiro.
Al menos las marcas quedarán en el asfalto
Y yo seré el zorro, al fin.






Bicho bola
Victoria Estol.
Selección y comentarios de Diego Recoba.

La poesía uruguaya actual, salvo saludables excepciones, sigue atada a los mismos gestos y poses desde hace por lo menos quince años. Esto ha generado que las figuras centrales de la poesía sigan siendo los mismos desde hace un tiempo, todos mayores de 50 años, y que sean muy pocos los poetas jóvenes con una obra potente, nueva en la búsqueda de una voz propia.

Las razones de nuestro estancamiento han sido muy diversas. En primer lugar se podría mencionar el acceso a lo que se está escribiendo en la región y el resto del mundo en estos años. En Uruguay, las editoriales que publican poesía son pocas, éstas cada vez publican menos poesía, y las que publican una buena cantidad de poesía cuentan con una distribución y una llegada escasa. A su vez, salvo algunas pocas librerías, es imposible encontrar poesía actual en las librerías, al igual que en los eventos literarios, las ferias del libro, los programas de estudio terciarios, las páginas de los suplementos culturales. Uno podría decir que los blogs y las ediciones digitales vinieron para suplir esa carencia, pero la verdad es que es muy poca la actividad que los poetas uruguayos tienen en la red y es casi nula la atención que se le da a la poesía publicada en internet.

Otra razón de la quietud de la poesía de los últimos años es lo fuertemente atados que están los nuevos poetas a dos o tres faros, dos o tres libros, una o dos formas de entender la poesía: libros, faros, formas de entender la poesía que por lo general son de una época muy lejana a la actual, que a pesar de ser clásicos y casi atemporales, no dialogan con la realidad que vivimos como dialogaban con su presente. Los cantos de Maldoror, la pose de poeta atormentado por la vida, la experimentación lingüística más cercana a la escritura automática que a la verdadera experimentación, el poeta como ser incomprendido y antisocial, el vino, la pluma, la calavera, las palabras esdrújulas, Benedetti mal leído, el sexo barroco, la sensación que las cosas alegres y festivas son aquellas cosas que no le pasan a un poeta y por lo tanto no están en su poesía, entre otros aspectos hacen que cuando termina de leer o escuchar a un nuevo poeta, quede la sensación de que esa persona fue extirpada de una época muy lejana.

Los maestros locales están, siguen estando, y pueden nombrarse a Circe Maia, Roberto Appratto y Elder Silva entre los vivos. Pero estas entregas no hablarán sobre ellos, que si bien son también el presente de la poesía uruguaya, no son lo más nuevo. Dentro de los nuevos voy a mencionar a cuatro, nacidos entre 1977 y 1984. Advertencia final antes de entrar a sus obras: con al menos tres de los poetas seleccionados tengo una gran amistad que me ha hecho compartir con ellos noches, asados, y hasta partidos de fútbol. Quien quiera ver que estas notas son simplemente publicidad entre amigos está en todo su derecho. Quien confíe en que realmente creo que se trata de cuatro de los poetas más interesantes de la actualidad y que no es necesario ser un antisocial u odiar a todos para ser crítico, puede seguir leyendo y evaluar esta nota en sus afirmaciones y no en la vida privada de los mencionados.

Victoria Estol (1983) tiene un sólo libro publicado. Se llama Bicho bola y fue publicado por la editorial Yaugurú, una de las pocas que siguen dándole una importancia real a la poesía.

Su poesía, como si fueran canciones pop melancólicas tienen una mezcla entre una bella y extraña tristeza y la celebración de los placeres mundanos. Pero ni la tristeza o melancolía es simplemente un inventario de formas de autoflagelarse o querer dar lástima, ni los placeres son la puerta de entrada a un paraíso que en su poesía no es un lugar al cual llegar sino sensaciones fugaces que vienen tan rápido como se van.

El sexo y el encuentro con el propio cuerpo y el cuerpo de otro son uno de los placeres que nos acercan a la felicidad para luego llevársela. La voz de estos poemas en cuanto a lo erótico y el acto sexual es tan sumisa y pasiva como activa y distante. Va de la entrega total a la entrega en cuotas. Desde una forma casi intelectual de vivirlo a la más primitiva y sensorial. En ese constante tránsito se mueve toda la poesía de Estol: es una poesía viva, pero no sólo porque habla de seres vivos que habitan este mundo y lo hacen sin medias tintas sino que el libro es un constante fluir de tensiones y aflojes, de vida y muerte, de sensaciones y pensamientos.

Hay una desconfianza de la felicidad y a la vez la idea de que la tristeza y el desasosiego no están tan mal después de todo. Esa desconfianza de la felicidad deconstruye el propio concepto, lo vacía de contenido y lo reinventa. Lo mismo pasa con el lenguaje. En las poesías de Bicho bola, la poeta sabe que el acto de decir, de escribir, de crear comunicación quizás esté sobrevalorado, quizás no sea más que un intento fugaz y desesperado de escribir con vapor en el aire, pero tan efímero como imprescindible.




arte dramático

Una pareja nueva sentada enfrente. Empieza la obra. Están cerca, casi de la mano. Ella ríe cuando no hay que hacerlo. Su risa caniche invade la pieza. Él se incomoda, cada vez más.

Yo no toco a mi pareja. Me gusta mirar sin ser tocada. Hace un par de intentos
y me alejo

Falsos aplausos.

Se prenden las luces. El novio de la chica que ríe se quiere separar. Sus gestos son la evidencia.

En los pasillos, mientras comentan las virtudes y defectos de lo visto, me acerco al novio y le toco el culo. Lo miro distraída y entro al baño.

Me bajo la bombacha. Sé que él viene.



*

Estimado:

Desde que lo conocí soy un globo rojo con plomada adentro.
Quiero negociar.

Empiezo a entender lo que quiere de mí, pero vayamos despacio.
Yo sí creo en los hombres bomba. Be careful.

Me gusta disecar las cosas, tensar la piola.
Poner el corazón en sal y ver hasta cuándo late.
Estirar las cuerdas vocales y darles un tiquiñazo.
Raspar escamas a contrapelo.
Al ojo, darlo vuelta.

Tiro tentáculos al aire. Los peces pueden entrar o salir, no apretó mucho.
Si baja la marea, tengo agua suficiente.

Soy un globo de helio con plomada adentro.
Negociemos.

Saquemos la plomada y atemos una piola larga, muy larga.



*

se me cayó el sistema basado en la distancia
ahora programo uno basado en la confianza

mi perro mea todos los árboles del parque
es más eficiente que yo.






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