martes, 21 de abril de 2015

HUGO FABEL ZAMORA LÓPEZ [15.693] Poeta de Cuba


El poeta y narrador cubano Rafael Vilches Proenza junto a  Hugo Fabel Zamora López 



Hugo Fabel Zamora López 

(Marianao, Ciudad de la Habana, Cuba  Julio de 1983) es Licenciado en Estudios Socioculturales por la Universidad de Granma, Cuba. Poeta, escritor y guionista de radio, es miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Obtuvo premio en el “Encuentro Debate de Talleres Literarios Municipal 2009″, así como en la vigésimo cuarta edición del concurso literario “20 de Octubre”. En el año 2010 resultó finalista del premio nacional “Poesía de primavera”. Fue mención en el concurso nacional “Fidelia” en el 2011. Ha colaborado con varias revistas como Ventana Sur y El cuaderno del tábano. Actualmente trabaja como editor en la filial de la Asociación Hermanos Saíz en Granma. Tiene inéditos los libros Informe del parricida y Plus ultra.




CARTA DEL HIJO PRÓDIGO

Mamá, el caso es que las estatuas no regulan el precio de las especias. Traes un verso entre manos y lo depositas sin saberlo en mi boca, me alimento suave, como un viejo sabio y demente que no tiene más remedio que tragar su raíz amarga y callar. El caso es que los perros me venden un ladrido enjuto para transitar la noche. Tendré que salir en busca del condimento, del astrolabio y la insignia de francmasón. Por supuesto ignorar la cabrona insularidad mamá, tan jodido me tiene tanto picotear en el plato de aluminio los ojos del que se va, e inventa una canción con la cual vendernos la lejanía. No me interesa. Tú y yo somos de otra condición, todavía nos sorprenden las miserias, el encantamiento donde se asoma el duende y nos guiña un país. Sabremos esperar, quiera dios tengamos suficiente madera para sortear los cristales ciegos de este invierno. Te saluda, tu hijo mayor, incluso mayor que tú, por más que duela saberse ya la pérdida y el encuentro delirante de los que aún, pese a héroes y traidores, se confiesan.



NO ES EL REALITY

Mi onda no es el reality, aunque igual me digiera la cimitarra. Los estetas vociferan endemoniados sus esteroides y no consigo la distancia del objeto. No consigo ser el malo, gástrico showman de los domingos, que por la tarde revuelve la cerveza y gravita en el novísimo tono. Mi onda es proteger el cigarro de los ventiladores, salir en busca del animal fronterizo y amarlo hasta quedar exangüe sobre la grama, sobre la mesa de póquer, sobre el vinilo que circunda en su patética ensoñación.



EL ARMA SABE

El arma colgada sabe de entelequias, revoluciones. No le espanta la vigilia, el polvo frío que a su sombra iguala. En ella se cumple una ensoñación mayor que le rebasa, le habla en sueños con su lengua oscura. El arma refulge cuando la casa es un esternón arrebatado a las fauces del viento. Sigue allí, socrática. Se empeña en subsistir sin la anuencia del mártir, del mendigo. No es ni heroica ni  pérfida. Su nobleza consiste en aguardar como asceta. Reunir en sus entrañas toda la gloria y la mierda de un tiempo y saberse posible, magna, solícita a la mano de quien la sueñe, le hable en su lengua obscura, y en un mínimo de caricia devuelva su rostro de Jano, su alma inabarcable en la vida de los hombres. El arma cuelga, respira. Suyo es el sueño de andar  y caer deshecha, intacta.



PICTURE DONDE MI ABUELA FUMA ENTRE  LOS MONOS

Mi abuela no fue la chef acaramelada, la revolución fue su delito. Fumaba como yo, como si el humo suplantara. Mi abuela siguió al elefante blanco, al mono mítico de Abisinia. En aquella foto igual fumaba, bebía refrescos y disponía vestidos para el albor; para cubrir la virginidad incandescente de mi madre. Con el tiempo renegué del elefante blanco, el mono mítico era un mono cualquiera, alpinista y caído como todo mito. Mi abuela fumaba como un prófugo, cual doncella en los esteros hacía poemas donde algo era inmenso: frágil. No tuvo vestidos para cubrir sus ocasos, su inocencia, no bebió refrescos donde abrevara la consigna. Mi abuela no fue la chef permeable, acaramelada. Fumaba como yo por la amplitud, y corría solícita a donde era bello su delito.







1 comentario:

  1. Gracias Fabel. Leí emocionado lo que escribiste sobre mi libro El perfume de las líneas de veda. Un libro muy mal editado. Ya te habrás dado cuenta. Vivo por acá por la Isla de la Juventud. Estoy cursando un doctorado en Ciencias Físicas en la UH. Gracias. Abrazos. Leí tus poemas y me parecen de una sensibilidad exquisita y muy originales. Escribe a: esanchezm@uij.edu.cu

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