miércoles, 21 de agosto de 2013

RAFAEL SÁNCHEZ CAMPOY [10.364]


RAFAEL SÁNCHEZ CAMPOY
Lorca (Murcia), 1913-1980
Rafael Sánchez Campoy nació el 7 de noviembre de 1913 en la calle Selgas. Quedo huérfano con dos años al morir su madre a los 25 años de edad como consecuencia del tifus. Sus primeras letras son en el colegio San Francisco. Desde el centro lorquino pasaría a ser alumno interno en un colegio de frailes de Totana. Pronto demuestra su ingenio y a los catorce años publica su primer poema. En sus versos refleja la falta de cariño durante su infancia. A esa edad, ya recibe los primeros premios a nivel regional.

Entró a trabajar en una entidad bancaria aunque no por mucho tiempo. A los 19 años se convierte en el redactor-jefe de la revista republicana La Lucha. Se aficiona al mundo escénico y a partir de ese momento la convierte en la actividad central de su vida y la que le permite sacar dinero para subsistir. Como guionista de cine tiene ochenta guiones de los cuales cuarenta fueron llevados a la gran pantalla. Se relacionó comercialmente con productores como José Frade, cesáreo González y Benito Perojo que le compraron sus guiones; y también con productoras inglesas como Michael Lester Production, entre otras.

En lo que se refiere a su obra teatral, toda su producción es en verso, y cabe destacar Cesarión, la única obra de teatro que ha sido publicada. Su poesía tiene varias facetas. En sus primeros tiempos estuvo influenciado por la Generación del 27, no por la poesía filosófica sino por la de García Lorca. Tiene una poesía más moderna con influencias americanas. Sus últimos versos no han sido publicados. Falleció en 1980.







A PÍO SOPENA

Solos la noche y tú forjasteis nuestra aurora.
Piedra sin tradiciones ni atavismos.
                                                    Contacto
de carne buena, ágil, dolorida, pagada
y de estatuas rebeldes, inmóviles, sin salto.
¡Oh, el sublime heroísmo de tu alta rebeldía
que al inconsciente puro el gesto le has robado
para ti, con tu vida, con tu ritmo innombrable
y trágico que afirma un suicidio encontrado.
En tu plegaria íntima y sincera, el ensueño
de creer destruido lo que te había creado
¿Por qué no hiciste tú con la tierra una bomba
-pólvora de pasiones, dinamita de engaños,
metralla de intereses- y nos volaste a todos
-todos, todos malditos, todos intoxicados
de tradición, de noches, de memoria, de nombres-
y nos trajiste tu alba roja, firme, sangrando,
machacando cerebros, encandesciendo entrañas,
horrorosas, eso sí, pero virgen de engaños?
Abre el hondo abanico del olvido en las frentes,
pero deja tu alta rebeldía al rebaño...

La Lucha, nº 11, 31 enero 1934.

Nota: Pío Sopena era un sargento que falleció el día 10 de diciembre de 1933 en el convento de Villanueva de la Serena donde se había refugiado con otros rebeldes anarquistas al ser rechazados cuando pretendían tomar el Ayuntamiento. La faceta política de Sánchez Campoy no había sido tenida en relación a su poesía. Es, pues, un aspecto más que puede ser estudiado por algún posmoderno que otro, porque investigadores de la antigua usanza quedan dos o tres.







ENTIERRO

Un sollozo. Otro sollozo.
Lenta procesión de hombres.
Los ojos duros, clavados
en futuros y horizontes.
Al aire -rumor de fragua-
la campanada de bronce
abierta a todos los vientos
igual que los girasoles.
La oración florece extraña
en la procesión de hombres.

En la casa, voz remota.
Soledad de luna y soles.
Vacío entre el corazón
y el alma que el llanto rompe.
Silencio de cipresal
sobre un repique de nombres.
Naranjal sin azahares,
coplas sin ayes y oles.

El aire calenturiento
de hondonadas y de bosques
finge en los cirios lejanos
malicia y guiños de noche.
Las cuatro pupilas ciegas
saltan al aire de un golpe,
y la guitarra medita
en su aljibe de horizontes.

Horizontes de la vida;
amarguras y dolores.
Horizontes de la muerte
sin caminos y sin nombre.

El brazo del cementerio
se tiende de monte a monte.

La Lucha, nº 6. 30 diciembre 1932








¿Y DESPUÉS...?

¿Y después?
                    La sazón fresca
y el logro exacto, preciso.
El racimo ya maduro,
escueto y denso; glorieta
azul donde afluirán
las sombras compactas, nuevas;
punto de imán en la vida
en donde los días sueñan
cristalizarse y fundirse
armonizados en meta.

Todo en ti. Vibrante y dura
tu sombra tajante, negra,
perfilada sobre un fondo
de ventisqueros y niebla.
Abajo, a tus pies, dormidas
las sombras. Ritmo y cansera
en el pedestal que muerde
horizontes de evidencias.
Arriba, la luz, sin sol,
fría, agrisada, inconcreta.

Y apuñalando tu estatua
una mancha roja, fresca,
jugosa:
               mi corazón
tuyo, tuya mi vida. Entera
el alma para ti. Siempre
tuya. Tuyo siempre. Plena
de exactitud para mi 
tú, un momento. ¿Después? Sea
lo que sea.

Este instante de sazón
y logro vale una vida,
un alma, una inteligencia,
un beso, un verso, una nota,
una emoción, una vida.

La Lucha, nº 6, 11 diciembre 1932







LOS BANDOLEROS

Un clamor de estrellas viene
por la limpia carretera.
A la orilla fresca y verde
el estanque parpadea
luces de níquel reciente,
sombras antiguas, perfectas.
La pitas -cine sobre estaño-
en el fondo tibio sueñan
y van recortando flecos
en la penumbra de higueras.

Un clamor de estrella viene
por la limpia carretera.
Pañuelos alunarados,
trabuco y navaja nueva.
Los borlones de las mantas
largos hasta las espuelas.
Patillas de boca de hacha
y chaquetillas flamencas.
Compás de guitarra ronca
va alfombrando las estrellas.

¡Ay, si las jacas volaran,
ay, si las jacas pudieran!
¡Ay, si los cascos brincaran
sobre el agüica serena
para clavarla un repique
redondo, de luna llena.

Pasaron los bandoleros
sobre sus jacas morenas.
¡Cómo volaban al llano
por picos y torrenteras!
Los pedernales dejaron
una fogata en la sierra.
Sus coplas tenían un largo
dolor de navaja abierta
y al llegar al naranjal
se iba el azahar con ellas...

Ya pasan los bandoleros,
¡cómo corren, cómo vuelan!

Las puntas de sus cuchillos
hirieron la brisa fresca
que se quebró en los pinares
con un delirio de estrellas

La Lucha nº 4, domingo 20 noviembre 1932





REVELACIÓN

Antes de obrar, pensemos. Mira bien lo que haces,
mira bien lo que dices, sobre todo qué sientes.
No te ocultes a ti con extraños  disfraces:
piensa, y no te deslumbres como hacen los valientes.

Si vienes a mí, vienes a una leprosería,
a un enjambre de lacras, de mentiras y vicios.
Tu vida va a un mar  amplio y sereno, y la mía
es un torpe sendero bordeando precipicios.

Yo, si vienes, no tengo ni la poca nobleza
de alejarte de mí... ¡conmigo has de perderte!
Ir de horror en horror, de vileza en vileza,
es mi triste destino y esa será tu suerte.

Pero antes de que llegues has de saberlo todo
aunque yo me convierta en mi propio verdugo;
y si después de esto de alejarte no hay modo
sufriré, y llevaremos los dos el mismo yugo.

Sé que voy a perderte, y aunque a ello me rebelo
te advierto de quién soy hablándote con pena.
Huye de mí, no vuelvas y déjame el consuelo
de saber que es a mí a quien debes ser buena.

La Lucha, nº 3. Jueves 10 noviembre 1932.





FORJA

¿Para qué luchar? ¡Qué bajo
luchar por forjarse nuevo!
El que fue malo no debe
nunca ya dejar de serlo.
El mundo llama cobarde
al que se deja un sendero.
Hay que seguir adelante,
siempre adelante, sin miedo
de ser demasiado malo
o ser demasiado bueno.

¡Luchar por luchar...! Sin ansias
ni estímulos. El deseo
sólo de poder cambiar
la forja a fuerza de ensueños.
Y todo inútil. La vida
yunque y martillo de anhelos.

Después dle fracaso, ¿quién
volverá a empezar de nuevo?
Todo se derrumba. Ocaso
de arrogancias y de empeños.
El corazón de la forja
sale indiferente, escueto,
sin enigmas, sin temores,
sin vacilaciones: recto.
(Encrucijada de piedra
donde hay sombra al acecho).

Rendido al destino. Inútil
quererle comprar con sueños.

La Lucha. nº 2. Domingo, 30 de octubre de 1932.


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