martes, 1 de abril de 2014

ROBERTO ZARIQUIEY [11.413]



ROBERTO ZARIQUIEY 

(Lima, Perú   1979) 
Con tres poemarios, Lo torpe (Corsafragil, 2001), Un charco en la otra cuadra (Corsafragil, 2004) y Tratado de arqueología peruana (PUCP, 2005), así como varios libros de estudios lingüísticos de culturas aborígenes selváticas, ha forjado una obra que, a pesar del largo silencio poético (después de Tratado de arqueología peruana -un libro imprescindible en la poesía peruana última), es sólida y auspiciosa.





en Chavín de Huántar

uno puede escuchar a la pareja de muchachitos
que hace dos mil quinientos años
esquivando los cuidados de guardias y sacerdotes
llegó hasta la piedra ceremonial
para hacerse el amor

uno puede intuir las faldas levantándose
los senos abiertos ante la noche estrellada
las estelas y monolitos como ciegos observadores
(ambos se recuestan y sienten el frío de la roca
los pigmentos antiguos y frescos de sangre ya sacrificada
el calor de ese otro cuerpo recostado y ansioso)

uno puede presentir en Chavín de Huántar
mujeres y hombres orinando juntos
olor profundísimo a sexo
a miembro despierto de hombre

no hay muertos en Chavín de Huántar
al menos no los suficientes
para borrar el perfume resinoso del amor
que hay en sus galerías y en sus muros
los cuerpos se aprietan todavía
a pesar de la antigua vigilancia de los guardias
y hierven como líquido sometido al calor
el sudor se bebe como chicha deliciosa
y el desenfreno es la natural manifestación
del mareo ardoroso de los vientres
hay arrechara en Chavín de Huantar
pero no todos los arqueólogos reunidos
podían darse cuenta

(de Tratado de arqueología peruana)






Cuando los muertos no son tan antiguos
Hacia una arqueología de lo contemporáneo

I

Yungay no está más en medio del callejón de Huaylas
Yungay no existe y sí existe
los ojos que contemplan Yungay no lo contemplan
y las voces que se escuchan en sus calles no son voces
sino el eco repetido de algo que ya no está

no conozco Yungay a pesar de haber recorrido sus quebradas
no conozco Yungay a pesar de haber visto a aquellos que lo
habitan
porque hay gente en Yungay
y todos ellos ingresan a tiendas y a comercios
algunos extienden mercaderías en los puestos del mercado
otros almuerzan o llegan a sus casas a dormir

todo a pesar de que no hay nada
no hay nada cientos de personas no se han dado cuenta
no hay casas donde entrar
no hay camas donde recostarse
ni mesas en que servir alimentos

Yungay es solamente un campo santo
mirando a las montañas






II

1

-excavación silenciosa
de una tumba pequeña
en el valle de Chilca-

el arqueólogo
contempla distraídamente
el paisaje
excava
busca lo que
debajo de nosotros permanece

“los paisajes en el Perú
Son tumbas enormes y calladas”

espera

ya tiene la pequeña pala
entre sus dedos
siente la frialdad del metal y anota

“no me toca expresar
en esta brevísima libreta
lo que es que un hueso humano
se haga polvo entre mis manos”






2

por una cuestión puramente de azar
el arqueólogo ha amanecido en Ayacucho-Perú
plazuela de Huanta
la flor de la retama nace de la sangre caída
de los hombres de las mujeres de los niños
allí mismo florece
y los sinchis matan estudiantes
huantinos de corazón

el arqueólogo piensa en una arqueología de lo humano. excavar en la misma plazuela de Huanta. excavar todas las fosas comunes de la tierra y saber si seríamos capaces de perdonar.

es indispensable estudiar los patrones de esas tumbas silenciosas y disfrazar de tierra carente de muertos. el arqueólogo ha iniciado un pequeño artículo sobre el tema y ha renunciado a su proyecto del valle de Chilca. repite: “no me toca expresar / en esta brevísima libreta / lo que es que un hueso humano / se haga polvo entre mis manos”:

(de Tratado de arqueología peruana)






En la playa

me gusta en la playa
espantar a las gaviotas
aunque no son gaviotas
sino otro pájaro
y aunque no sé si realmente las espanto
o sólo vuelan
porque tienen que volar
y es que en la arena de la playa
uno tiene todo el derecho de ser niño
aún cuando pasa la mujer bonita
y ni te mira
uno tiene todo el derecho de ser
niño y embarrarse a propósito
cual si fuera la más dulce
inocente e infantil casualidad

En Lo torpe, 2001



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