lunes, 5 de noviembre de 2012

SARA R. GALLARDO [8.269]


Sara R. Gallardo 

(Ponferrada, España, 1989).

No me gusta hablar de mí en tercera persona, pero lo haré por exigencias del guion.

Ha estudiado Periodismo en la Universidad de Valladolid, con una estancia Erasmus en Universität Potsdam (Alemania). Termina el máster Teoría y Crítica de la Cultura en la Universidad Carlos III de Madrid con una tesina sobre la subjetividad y los significantes de la autonovela familiar contemporánea. 

Ha publicado Epidermia (El Gaviero Ediciones, 2011) y Berlín no se acaba en un círculo, publicado por Ya lo dijo Casimiro Parker en 2014. Es autora de la obra de danza y poesía Pielescallar (Ballet contemporáneo de Burgos, 2012), que se estrenó con gran éxito en 2012 en Burgos.

En Valladolid, compartió experiencias y literatura en el colectivo COLMO, organizador, junto al profesor Javier García Rodríguez, del festival de la palabra Versátil.es, conocido como POEXXI@ en su última edición. Durante dos años trabajó como responsable de prensa de dicho festival y presentadora en tres de sus ediciones. Además, fue la editora y coordinador del #3 de la plaquette anual de COLMO La Chica de la Curva, en un número titulado "La niña que arrastraba un globo roto en la hora del recreo", con poemas de Adriana Bañares Camacho y Gonzalo Álvarez Pereletegui.

También en Valladolid codirigía (junto a Rubén García Moreno) el programa Raparticular en la emisora Onda Expansiva Radio. Se pueden escuchar todo los podcast aquí. 

Ha hecho prácticas en el Diario de León y he colaborado con varios medios, tanto en papel como digitales (Diario Crítico CyL, Mamajuana!, Groenlandia, Grundmagazine...). Sus textos literarios han aparecido en fanzines, revistas y antologías, entre las que cabe destacar La Fanzine, Antaria, Ohio, El coloquio de los perros y Sangrantes. Es una de las 27 participantes en la antología Tenían veinte años y estaban locos (La Bella Varsovia, 2011), editada por Luna Miguel.

Además de las presentaciones de Epidermia y Tenían veinte años en ciudades como Ponferrada, Almería, Madrid o Valladolid, ha participado en distintos festivales: Poesía para vencejos, Voces del extremo (junto a Rut Sanz), Jornadas de puertas abiertas del Club Leteo "Poesía sin etiquetas", Festival de la palabra POEXXI@ y Ninguna voz es la mía. Encuentro de Poesía Joven en Baeza. 

Sus últimos trabajos han aparecido en Erosionados (Origami, 2013) y Cuaderno de vuelo (Edición digital, 2012). Últimamente también colabora con El Viajero de El País con artículos sobre Berlín y Madrid y con Koult.es con reseñas y artículos.

Su última aparición es en esta plaquette que reúne poetas jóvenes de España y Nicaragua y que ha estado financiada por el Ayuntamiento de Logroño dentro de su ciclo "Artefacto". La plaquette se llama Transatlántica y se puede leer online aquí.


De Epidermia (El Gaviero Ediciones, 2011)


#4

Tanto deseo en
medio de toda esta
tristeza de sal. 


#7

No heredé de ti
la poesía.
Fui yo
la que llenó la casa de
libros y tormentas.

De ti heredé los diciembres
los abriles
y esta epidermis
que se marchita
esos ojos oclusos
-todo párpado-

las arrugas de la infancia.


#6

La madre
no quiere tatuajes
en la piel
de su hija.

No quiere
que estos corropmpan
la carne
           que salió
                        de sus entrañas.

-Toda carne,
madre,
(también mi carne)
tiene veinte años
y está corrompida.



#18

De las noches, 
solo cicatrices



#19

La piel conduce a lo ajeno


TAMPOCO YO

Los periódicos locales
no publican noticias
que hablen de suicidios.

Voy aprendiendo el oficio.
Aprendo a callar.

Qué huérfanos
se quedan los muertos
arrojándose
desde los puentes de Norma Jeane
desde ese puente herrumbroso
que huele a azufre.
Ese puente feo.

Tú tambaleante,
un bebé en tu vientre:
simbólicamente yo.

Los periódicos
nada dijeron
cuando quisiste morir, madre.

Tampoco yo.


Fin de semana perdido

     Señor 

     Tengo veinte años
     También mis ojos tienen veinte años 

     y sin embargo no dicen nada

    (A. Pizarnik)

Mi casa
huele a cenizas.

He prometido
no volver a fumar.

Los fantasmas 
no son muertos
me han pedido
besos de lata
y cenar conmigo.

Me han sajado
la carne viva.

Nariz. Vagina. 

Ano. 

Uñas

Yemas tiernas.

Sangre.

He muerto
retorcida,
en un orgasmo de pánico.

Me he pasado
la noche
en Urgencias.

Son azules
las manos de la afonía.

No es un sueño
esta metáfora.

No soy 
frágil
soy mentira.

Estoy muerta.


*

algunos hombres gritan

algunos hombres gritan
de cara a un lugar oscuro
que
procuro esquivar por las noches.

la doblegación vive allí
escondida de otros monstruos.


Curar algo

Las plumas mojadas de las cigüeñas
avisan
del invierno de marzo.

Las griposas soledades del pecho.

Las manos de piel de lija
acariciando fríamente el frío.

La gripe, la afonía, la tos,
el crotoreo, los saxos.
El humor transparente
granulado
de paracetamol.

Ramblas de agua y plumas y saliva.

Tiritas para el frío
e hilos sueltos para cubrir la sangre viscosa
del astro que anida sobre tejados y nubes rojas sobre bailarinas enfermas. Antenas parabólicas sobre las que las cigüeñas ven desaparecer el sonido borroso del sol y del día. Los colores escuálidos de la tarde se hunden tristes como voces de Edith Piaf de Sam Cooke de Nina Simone sobre el aire del agua. La sangre aparenta cansancio la luz roja antros que madrugan sombras desabridas.


Nighthawks

                                     El origen de todas las cosas... ¿cuándo fue?
                                     Esta noche habrá sido. La noche es la gran máquina.

                                     Ahora toca inventarles un alma, una palabra,
                                     ahora habrá que pactarles una maternidad.
                                     O quizá sea al revés: quizá cada palabra es una búsqueda
                                     de la cosa que nombra.

Juan Andrés García Román,  
El fósforo astillado

Estamos aquí apoyados pero qué te tengo que decir si la noche está entrando a todas luces con su aire de vino italiano y sus noctívagos tú y yo preguntas en alto tú y yo preguntas preguntas quizá si puede haber un

si puede haber un
yo.

Estamos mirándonos el ombligo einander mirándonos nocturnos mirándonos nerviosos y me gustaría pedirte sí vale que duermas conmigo pero pedirte
pedirte
que te despiertes
que la mañana
la mañana
es tuya
y no solo los remolinos inconclusos de la noche.

Puedes llamarme como quieras tienes mi permiso pero

despierta
la mañana es demasiado clara
y mis retinas son sensibles son demasiado sensibles a la oscuridad y tus ojos son los pasos de los búhos y tienen las patitas de las ardillas la palabra
la palabra
puedes cambiarme el nombre
sustantivos comunes
llamarme ardilla
o polilla
o merecedora de la luz
o mariposa suicida
puedes llamarme
animal o cintura
pero

despierta donde estés
despierta
no solo la luz es tuya
despierta esta vez.




[Berlín no se acaba en un círculo, Colección Poesía, editorial Ya lo dijo Casimiro Parker, Madrid, 2014]


Pan de domingo

Hoy hay pan para comer.
hay pan duro de domingo.
hay conversación con mamá y la luz nublada.
hay querer volver.
querer volar.
tener una vida pequeña que tratar con cuidado
hoy hay un pan antiguo para comer,
comerlo por los bordes,
comerlo y vomitar.
no quiero marcharme de esta ciudad que me odia.
quiero conquistarla, yo sola
quiero
salir de este vaso que no moja el mundo
quiero
regresar.


*


No comparto el nombre con ningún antepasado:
mi nombre es nuevo y yo estoy debajo de él
como la montaña que nace de la torsión de la tierra

Soy extranjera en una nueva ciudad
cuyas raíces se extienden dentro de la tierra y se extienden en la arena.

Soy extranjera en mi país, si es que existe,
somos extranjeros en mi cama
     donde mis raíces se hunden y crecen hacia el sótano.
Mientras mi piel reproduce todos los alfabetos del continente
y mis ramas, las ramas de mi nombre, apuntan con sus tildes y su acento
extranjero hacia un cielo.


*


Yo vivía enfrente de una reserva natural.
De la mano de un hombre me interné en el bosque
una mañana de febrero.
Nos perdimos
el hombre y el niño.

Y el bosque era inmenso y oscuro.
Y el bosque era yo


La mudanza 

Ya solo me queda una maleta y un libro
En esta casa.
Después, cerraré la puerta con llave.
Empiezo una nueva vida, es decir,
Deshago todas las maletas y las vidas anteriores en otro punto del mapa.
No, no tengo ganas de escribir,
Igual que no tenía ganas de hacer maletas;
Es penoso repartir muebles,
Dolores, daños,
No tenía ganas de decir tantos adioses sin decir
Y otros, tan cortos.
Y, sin embargo, es necesario escribir y empaquetar.
Luego, partir:
Intentar llegar a otro punto con todas las cargas, el peso, la evidencia
De quien solo
Se adhiere a objetos con forma de rostros doblados.
El próximo lunes, al llegar, el primer día de un mes cualquiera,
Estará todo repartido
Y habrá que deshacerlo bien.
A ti te dejo las copas de vino que robamos juntos, las fotos de carné
Y todos esos recuerdos
Que permanecen casi ilesos en los objetos con los que dormimos,
A los que observamos, con los que vivimos.
Solo un libro, una maleta y lo puesto.
El próximo lunes
Llegaré llena, hasta arriba, deshecha,
Llegaré cargada con algo que ya no será mío
Y que ni tú ni yo, hablando lenguas distintas,
Nombraremos ya jamás.


*

Mis ascendientes son estrellas, pero hoy el cielo está cubierto,
yo he de escribir la dignidad de los astros
y reconstruir el mundo este invierno:

al menos yo
he de
conocer
una sola ciudad sobre la tierra.






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