miércoles, 17 de octubre de 2012

ELENA LAFERT (8.076)




Elena Lafert 

(Buenos Aires, ARGENTINA 1949) vive en Colonia del Sacramento, URUGUAY  desde 1998. En el año 2003 publicó poesía, La hora violeta, editado por "Civiles Iletrados". Escribió, junto con la escritora norteamericana Melina Draper, una obra de poesía bilingüe, Lugar de Origen/Place of Origin, publicado por "Oyster River Press", Durham, NH, en los Estados Unidos de Norteamérica, este año 2008.

Nací argentina, en 1949. Colonia del Sacramento fue mi perdición. No elegí quedarme, fue a pesar de mí misma. Me retuvo un hombre que plantó una morera al pie del balcón (construido por él), desde donde miro el río todos los días. El hombre y el árbol me enredaron permanentemente.

Pero en el fondo, soy una viajera. Está en mis genes. Un día me di cuenta que estoy en el mismo lugar desde donde emprendí un viaje que duró 20 años. Recorrí todo el continente americano por tierra, salvo un tramo en avión, de Colombia a Nicaragua. Crié a mis dos hijos en el suroeste de Estados Unidos, lugar mágico en el desierto, al pie de las Rocosas. Y a la vuelta, terminé en la otra orilla del Río de la Plata, la oriental. Hace más de una década que vivo aquí. Pero al contemplar el río, pienso que mi viaje continúa.



poemas:


oficios nocturnos

crepitar de conexiones
eléctricas
atronador torrente
detrás de la pared
repique telegráfico
de mensajes oscuros
frases sin fin atascadas
en un disco de pasta
silbidos cortando
el ronronear de motores
insistentes
cimbronazo de martillos

los oficios
de una mente
estrepitosa






así están las cosas

temibles

las bestias
no han de dormir
hasta ofrecerles
una canción

de amor






calentamiento global

mis bestias sagradas y yo
convivimos
en un clima impredecible

el fuego destructor
y creativo de mis furias
el inestable magma
en el fondo







el habla preciosa

valichú
que habitas la espesura
del monte

mangangá de la noche
no me hagas daño
bagual

el manguruyú y el surubí
amanecieron muertos
en la playa

el mismo añá
te llenó de ponzoña
yara sedienta

que venga el gran señor de los urundays
con su guaicurú sagrado
para aliviarnos

bajo el jacarandá
junto al paraná guazú
el burucuyá me hará dormir

hasta que el samuhú
borracho de flores
se colme






Calunganuee! Uee! Yumbá! 

la mama vieja no puede más
al fuego de las lonjas
el gramillero
le sanará los huesos, la voluntá

los tambores llaman
la calle será un temblor
Calunganuee! Uee! Yumbá!

desde el centro de la cuerda
pulsa el corazón de la ciudad
la mama vieja ya no deja de bailar





Buenas noticias

ondula leve
en el jardín
el perfume de fresias


Primavera

pájaro, dice el aliento
flor, la edad pasajera
y el viento dice: beso


Azul

gran alfombra azul
el jacarandá
está lloviendo flores







Conjuro

Desnuda
trazo la línea
el círculo
escudo de la tierra
piel 
de nuestra alma.
El caballero mágico
me venda los ojos.
Un aroma irresistible
secreto
de alga o humo
y la palabra beso
sobre la arena.





Los huesos de los árboles 

En la ciudad de los túneles verdes
asoman los huesos
de grandes manos enterradas

hubo decapitaciones
miembros mutilados 
mientras huían los pájaros

el crimen nos truncó las alas
la ciudad 
es nuestro cementerio.






Abundancia 

Cada piedra grande 
o pequeña en mi camino 
es medicina.

Me cubriré de silencio 
para encontrar la luz 
en los lugares más oscuros, 
y el agua que repara, 
en las planicies desiertas.






Perfiles 

Con esta prominencia
no se entiende mi prioridad
-¿o sí?-
el cultivo de un bajo perfil.

Hay poemas que son un gozo 
[de otros] 
pero no hay nada como escribir, 
hurgar la oscuridad nocturna 

buscando la piedra angular, 
sagrario imprevisto 
para el sacrificio 
de ir muriendo de a poco.





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