martes, 15 de julio de 2014

RICARDO LÓPEZ ARANDA [12.322]


Ricardo López Aranda

Ricardo López Aranda (Santander, Cantabria, 20 de diciembre de 1934 - Madrid, 25 de noviembre de 1996), autor de teatro español.

Ha obtenido los premios: Primer Premio Nacional de Teatro Universitario (1958) por Nunca amanecerá; Premio de periodismo Santo Tomás de Aquino (1958) por su artículo Hacia una universidad mejor; Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca (1960) y Premio Aguilar 1960-1961 por Cerca de las Estrellas; Accésit al Premio Lope de Vega (1964) por Noches de San Juan; Premio Quijote de Oro (1971) por el guion para televisión Páginas sueltas; Premio María Rolland (1983) por Isabel, reina de corazones.

Obra

Teatro

Nunca amanecerá, 1958
La esfinge sin secreto, 1958
Cerca de las estrellas, 1960
Noches de San Juan, 1965
El cocherito leré, 1966
El Buscón, adaptación de la novela de Francisco de Quevedo, 1970
Los extraños amantes, 1974
El pájaro del arco iris, 1975
Isabelita la Miracielos, 1978
Isabel, reina de corazones, 1983
Yo Martin Lutero
El asedio
La cita
La espera
Las herederas del sol
El faro
Esperando la llamada
La contrata
Cuando las gaviotas gritan
La subasta de los hombres nuevos

Poesía

El crisantemo y la cometa
Biografía secreta

Cine

Cerca de las estrellas, 1962
Fortunata y Jacinta, 1970
Marta, 1972
Tormento, 1974

Televisión

Páginas sueltas, 1970
El juglar y la reina, 1978
Fortunata y Jacinta, 1980
Leona Vicario, 1982




Si Ricardo López Aranda era autor de teatro, también era poeta, pero guardó secretos sus poemas y nunca intentó publicarlos, por pudor, ya que la poesía es el más fiel reflejo del alma... de su mar...

« ...sospecho que el motor secreto de toda mi creación literaria está en estos versos. Que en ellos está la clave de todo. Quizá sea ésta una de las razones -hay otras- por las que no los enseño a nadie... »

Poeta era Ricardo, en sus obras, en su vida...

« ...Cuando rebusco en las viejas carpetas y ordeno los viejos poemas, y como me sorprenden los más viejos poemas -los más lejanos-, los que escribí a los dieciséis años, como ése que dice: "Me has puesto, Dios, colgaduras, de terciopelo negro, en las ojivas de mi catedral de carne", que me ha servido para trazar un arco y dentro de él encerrar toda mi vida y ofrecértela así hecha humo y piedra.

Al releerlos todos —Dios mío, casi dos mil poemas— me ha dejado perplejo observar la insólita unidad de todo —en el fondo somos desde la pubertad los mismos— [ ... ] el hombre maduro -los cuarenta- que hoy relee y el que a los dieciséis trazó los planos -sin saberlo- de estas diez catedrales de mi vida... »

Empieza a escribir sus primeros poemas en 1951, con dieciséis años. Y durante toda su carrera como escritor seguirá escribiendo poemas a la sombra de sus obras de teatro. A lo largo de su vida escribirá 40 libros de poesía que mantendrá ocultos. Cada libro ilustra una época de su vida, y en ellos el autor muestra su intimidad y expresa sus ilusiones y sus desesperanzas.

Las dos únicas veces que enseñó sus poemas fue al principio, en 1956, cuando presentó su libro de poemas Angeles de Barro al premio Garcilaso de la Vega, con el cual quedó finalista; tenía 21 años... y al final de su vida, en 1995, con el libro El Crisantemo y la cometa; tenía 60 años... 40 años de silencio absoluto...

« ...el no tener ni pretensión de ser, ni necesidad de ser declarado -admitido- como poeta, por tener ya mi nombre hecho y prestigiado en otro campo literario, me permite una sinceridad que por ejemplo en teatro sería difícil arrancarme. [ ... ] Quizá explique todo esto el hecho de que nunca escribí versos para verlos publicados... »

Las únicas publicaciones que se conocen de su poesía son El Crisantemo y la cometa, editado ya cuando estaba enfermo, en 1995, un año antes de su muerte y Biografía secreta que conoció una publicación póstuma en 2003.


libro el crisantemo y la cometa


libro biografia secreta

VOY A HACERLO, AL FIN...

...a mi madre muerta.

Voy a hacerlo, al fin
-madre-.
Al fin me atrevo: A hacer
recuento de mi vida;
que es tanto
como decir: Volver
a tu seno. Y allí
-en ti, de nuevo,
acurrucado, húmedo, los ojos ciegos
aún- esperar tu grito: La señal
de morir tú,
y de yo salir al mar
y llorar
de tanta claridad, de tanta luz.

Mi vida -la más honda- se paró
-reloj de sangre y de latido-
en el instante mismo
en que tu pulso se hizo mármol.

Varado en la playa de tu tumba
durante todos estos años
el galeón de mi vida se ha estancado.
Hoy no sé qué ola gigantesca
me ha puesto a flote.
Antes de abrir mis velas
y, solo, sin ti,
por el mar del vivir
precipitarme,
echo el ancla en tu borde. Que preciso
hacer recuento de mí.
Ayúdame
a abrir mi caja de Pandora: Quiero saber
-y tú sabes qué difícil
es para mí esto-
lo que hay dentro de mi espejo.
Ver
lo que soy y lo que he sido.
Volver la vida del revés como un bolsillo
y escudriñar en cada repliegue. Hacer
un recuento de mí mismo.

Y esto en este libro:
mi secreta biografía: el camino
-releyendo lo escrito
durante años y años- de volver
al manantial -tú- de mi río.

Esta página primera
no puedo escribirla yo, es tuya:
Aún no he nacido,
acurrucado, húmedo, los ojos ciegos
espero -tu señal, tu grito-
para brotar de ti, y salir
-¿de nuevo o por primera vez?-
al desconocido mar que es el nacer.

Fingimos que todo está igual
que entonces.
Que yo he subido desde mi mar de ahora
-estos libros de sueños hechos piedras-
por el río arriba hasta el manantial
donde está la señal
de la cruz del comenzar:
todo: tú. Sino que estoy aún allí
en ti,
y en el principio de todo. Y vas
tú a empezar a gritar -aaah-
y yo a empezar -¡aaah!-
a nacer.

Vamos, empieza ya a nacerme, que yo te seguiré.
- "¡Aaah !".
- "¡Aaah !".

poema de Ricardo López Aranda - editado en el libro "Biografía Secreta"





SER YO TU CIPRÉS

Ser yo tu ciprés, y tú mi cruz. Ser tu espadaña
y tú la enredadera
que me trepa y me trepa hasta el ahogo
Ser el badajo
de tu campana. Ser
la mano de viento que incline tus espigas a mi paso.
Ser
alfombra voladora; sube a mi grupa
y aférrate a mi cuello. Volaremos
por todas las calles de agua
de la vieja ciudad en bruma que fue mi alma
antes
mucho antes de conocerte; y cada casa
cada templo
cada plaza, que no te guste, la iremos destruyendo.

poema inédito de Ricardo López Aranda - Libro: Primer amor, último amor





PREMONICIÓN

Antes de conocerte
tuve tres veces el mismo extraño sueño

Soñaba
con una ciudad muerta
vaciada de hombres:
Sólo un pájaro,
un surtidor de agua,
Y el alba

Yo me preguntaba:
¿Qué significará este sueño?
¿Qué sibilino mensaje
contendrá? ¿Qué oráculo me envía?
subterráneamente qué advertencias?

Cuando te vi llegar a contraluz
del sol -¿recuerdas?: fue en la playa-
comprendí que el surtidor de agua
y el pájaro y el alba...
eras tú.

poema de Ricardo López Aranda - editado en el libro "Biografía Secreta" - Libro: Catedral primera






POEMA IV

¡Ay, quien les oyera!
A los cisnes de loto y de granito
cantar sus arias del odio y de locura
bajo las cúpulas vibrátiles de los sauces

Ay, quien les viera
A los minotauros niños
con sus trajes de primera comunión tallados en piedra mientras avanzan litúrgicos rituales
por las calles de agua de los sueños.

Ay, quien fuera
la primera voz
y la trompeta
del arcángel final, y el eco
que desde la primera voz a la trompeta
une
los muros del viento
dónde hacen su nido
la cometa y la palmera.

Ay, quien tuviera
para jugar
por muñeca un águila real
y para tirar del coche de madera
un unicornio volador.

Ay, quien hubiera
tenido como cuna el mar
las cometas por canicas, el sol
como peonza y las estrellas
como amigos para jugar
a las prendas con ellas.

poema inédito de Ricardo López Aranda - Libro: A la Deriva





ESPEJO

Pero...
sabes que soy yo
el ala
que soy yo
el vuelo
que soy yo
el ángel
que soy yo
la muerte
que me habita
y no poder desnudarme
del ala
del vuelo
del ángel
de la muerte
que me habita.
Y renacer
ni nada: vivo
eternamente cautivo
sin ala
sin vuelo
pero vivo
mi muerte
sin ángel
vivo.

poema inédito de Ricardo López Aranda - Libros: Los silencios cautivos







SIN TÌTULO

Cuando tú mueras, hijo
-porque estás vivo, vivo, vivo,
digan lo que digan la luna y la corneja ...-
apagaré una a una las estrellas,
meteré el sol en tu féretro,
doblaré en seis pliegues el cielo
-ya sabes: en forma de barco-
y le dejaré a la deriva.

La desesperación es eso:
un hijo muerto
flotando en el vacío del universo.

poema de Ricardo López Aranda - editado en el libro "El crisantemo y la cometa " 





AVE FÉNIX

Tu y yo sumergidos
en la esponja azul sumergidos de la tarde
buscándonos por su sonoro laberinto
buscándonos por sus húmedos gritos
oyendo el eco de los gritos,
el chapoteo de las manos
como olas adosándose a los muros
buscándonos
por los secretos canales de este cuerpo vivo
transparente, azulado
como una lata de cristal
estrechamente horadado
por los gusanos de aire de los sueños
tu y yo buscándonos
sin encontrarnos jamás porque somos
el mismo

Si ser ave fénix
es renacer de las cenizas
yo renaceré de ti: somos
el mismo.
Tu, mi futuro - la ceniza
que seré mañana. Yo
tu pasado.

poema inédito de Ricardo López Aranda - Libro: La cometa y el niño







VEN CONMIGO

Ven conmigo

A ver el coral
que ha florecido bajo el mar

Ven conmigo

En él han hecho su nido
una alondra y un pez lirio

Ven conmigo

Entra y siéntate:
encenderemos restos
de navíos antiguos

Ven conmigo

Te daré la llave:
una estrella fósil

Ven conmigo

Si miras hacia atrás
te convertirás
en estatua de sal.

poema inédito de Ricardo López Aranda -





PESADILLA

Mírame:
hace mil años que no duermo
intentando huir de Ti.
Esforzándome - ay, inútilmente -
en llenarlo todo
de farolillos de laca al rojo vivo, crucificando
en el redondo vientre de la noche
los espejismos de paz
los sueños - imposibles ya lo sé -
de justicia; las quimeras
que durante diez mil siglos fabricaron
mis padres los esclavos.
Dime: por qué nos diste
este poder de imaginar
lo justo
¿si jamás, jamás, jamás ha de cumplirse?
Como tú.

poema inédito de Ricardo López Aranda - Libros: Los silencios cautivos






QUE NO ES ESO

Que no se ha
Que no es eso
Que no
Que no se ha muerto
la primavera

Entonces
los árboles avanzan en hilera
como un bosque de esqueletos
flores de cera
No lo sé, No quiero
saberlo

Pero por algo
en pleno día las luciérnagas
han encendido sus cirios
y las estrellas
sus candelas.

Seré el fin del universo
No lo sé. Ni quiero saberlo
Entonces
¿Por qué lloras ?
¿Cómo lo sabes?
¿No lo ves? Nieva

Será que a la primavera
le han dado adormidera
y los traviesos copos
se han escapado de la escuela.

Pero mira, mira los pájaros llevan
bastones de ciegos
y las mariposas han tapado sus vidrieras

No lo sé. No quiero saberlo.
¿Escuchas? La campana
gigante
bajo el mar
está tocando a muerto
Por qué será
No lo sé. y no quiero saberlo
Mira: Todo
el universo
avanza en doble hilera
y llevan a hombro
al sol muerto.

No es el sol
Pues si no es el sol
debe ser dios.
Más es. Era... mucho más:
que es mi hijo
a quien toda la creación
lleva a enterrar
al mar.

poema inédito de Ricardo López Aranda - Libro: Catedral Primera





COMO EN LA NOCHE PASA UN TREN, PASA UN COMETA

No te has perdido nada, te lo juro.

Te habrían enseñado
a creer en las palabras
grandes, en los sueños.
Para después, de grande,
descubrir que no era cierto.
Así estás mejor: desnacido,
regresado, muerto.

Desde este solitario acantilado,
desde el que me asomo a tu cuadrado
pequeño mar de mármol,
quiero decirte la verdad.

La vida es como
un resbalar de cielo a tierra
de mil extrañas figuras inconcretas,
mientras se oyen las voces
de los asustadores oráculos.
El tiempo es lo que se tarda
en descifrarlos. En saber
que no eran nada.

Yo lo supe muy pronto
para mi desgracia. Y para
no desesperar me hice
sacerdote de sueños
-que eso es ser poeta-.
Me inventé algunos muy hermosos.
Y durante muchos años
he creído -y así fui feliz- en ellos.
Hoy, hijo mío -¿qué más
da ya?- puedo decirte
-y debo- toda la verdad.

Como trenes que pasan en la noche
-lejanos, fugaces, incendiados-
así son los sueños:
algo que se espera y se espera
y cuando, al fin, llegan
no hay apeadero
desde donde subirse a ellos,
y pasan -fugaces, incendiados-
como cometas
sin asidero, luminosos, ciegos.

Eso es vivir: tejer la nada
del pasado con la nada del futuro
con la lanzadera de los sueños.

No has perdido nada, te lo juro.

poema de Ricardo López Aranda - editado en el libro "Biografía Secreta" 





SI FUERA UN DARDO CADA GRITO MIO

Si cada blasfemia
que me brota del labio
fuera un dardo
te juro, Dios, que en cada instante
saldrían de mi arco tantas flechas
que el sol de mediodía
en la más profunda noche convirtiera.

poema de Ricardo López Aranda - editado en el libro "Biografía Secreta" - Libro: Antifonario blasfemo








CANCIÓN DE CUNA

La vela de ese balandro
como un ciprés de plata
brotando en el centro del agua,
me habla de ti.

Tu estás debajo
yo arriba
tu eres el balandro
yo el agua
tu eres la gaviota
Yo el aire que la mece.

Yo te acuno
y tu me cantas la nada

La vela de ese balandro
es el cuchillo
con que yo te asesino.

poema inédito de Ricardo López Aranda - Libros: Volver al manantial





PRIMERA NAVIDAD SIN NACIMIENTO

Cuando llegamos al cementerio
estaban ya todos los pájaros ahorcados en las ramas
cuando llegamos con tu féretro.

Cuando regresamos a casa nuestros amigos nos dijeron:
¡Es preciso vivir! Es preciso
hacer como si nada
hubiera sucedido
¡Es preciso! Así que cegad

a cal y canto
"los gritos donde aúlla vuestro llanto"

Pasaran los días
las semanas, los meses y los años,
-cada segundo un siglo-
Hasta que, al fin, aquella noche
-¿recuerdas?- cogimos
nuestras lágrimas con rabia
-estaban disecadas, pútridas; y las tiramos
una a una por el balcón hacia la cuna
enguatada de nieve de nuestros patios.

Y luego ¡nos emborrachamos!

Pusimos discos a velocidad acelerada
-que risotadas, que gritos-
Pintamos de purpurina el cielo rosa
Luego colgamos una luna
de latón en la blanca habitación vacía
con espejos rotos
-nuestro mentido olvido hecho fino estallido-
fabricamos los ríos. Luego
con los restos
de un viejo plumero
fingimos las palmeras.

Y al fin ya tirados por el suelo
con miga de pan fuimos tallando con los dedos
el dromedario, y el rey Mago
el puente y la lavandera; el pastor
con su cordero.

Y luego cogidos de las manos
nos pusimos
-llorando a gritos-
a cantar.

« Esta noche es Nochebuena
y mañana Navidad.
¡Cantad pastores que el Niño-
Dios, mañana nacerá! »

Pero nosotros sabíamos
que no era verdad:
que había nacido
y muerto ya.

poema inédito de Ricardo López Aranda - Libro: Catedral Primera


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