domingo, 3 de agosto de 2014

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA [12.629]


RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

(Madrid, 1888-Buenos Aires, 1963) Escritor español. Licenciado en derecho por la Universidad de Oviedo, consagró su vida exclusivamente a la actividad literaria, en la que se mostró como un escritor fecundo y pionero de un tipo de literatura que, dentro de la más pura vanguardia, se erige como una construcción personal de gran originalidad. Sus primeras obras muestran una actitud crítica e innovadora frente al panorama literario español, dominado por los noventayochistas, y coinciden con la dirección, asumida desde 1908, de la revista Prometeo, receptora y difusora de los primeros manifiestos vanguardistas en España, de los que fue su primer e incondicional defensor e impulsor. Animador indiscutible de la vida literaria madrileña, en 1914 creó una de las tertulias más frecuentadas y famosas con que ha contado Madrid, la del “Café Pombo”. Su particular visión de la literatura, concebida dentro de los presupuestos del arte por el arte, sin ningún intento de reflexión ideológica, dio lugar a un género inventado por él, las greguerías, definidas por el propio autor como «metáfora más humor». Consisten en frases breves, de tipo aforístico, que no pretenden expresar ninguna máxima o verdad, sino que retratan desde un ángulo insólito realidades cotidianas con ironía y humor, a base de expresiones ingeniosas, alteraciones de frases hechas o juegos conceptuales o fonéticos. Su vasta producción literaria incluye desde artículos y ensayos, algunos agrupados en libros, hasta dramas de tema erótico y obras más o menos novelísticas, muchas de ellas basadas en una trama truculenta, al modo de los folletines costumbristas, que por las incoherencias en la narración, las imágenes de tipo surrealista o el barroquismo de la expresión se convierten en una forma de absurdo que destruye todo sentimentalismo y las acerca a lo patético y grotesco. En 1936, a raíz del estallido de la guerra civil española, se exilió en Buenos Aires con su esposa, la escritora Luisa Sofovich, y en 1948 publicó la obra autobiográfica Automoribundia, testimonio de su vida y compendio de su estilo y su personal concepción literaria.




GREGUERÍAS


Lo que defiende a las mujeres es que piensan que todos los hombres son iguales, mientras que lo que pierde a los hombres es que creen que todas las mujeres son diferentes.


El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero.


Los que matan a una mujer y después se suicidan debían variar el sistema: suicidarse antes y matarla después.


Los globos de los niños van por la calle muertos de miedo.


El bebé se saluda a sí mismo dando la mano a su pie.


¿Y si las hormigas fuesen ya los marcianos establecidos en la Tierra?


La gallina está cansada de denunciar en la comisaría que le roban los huevos.


Lo peor del loro es que quiera hablar por teléfono.


Eso de creer que el loro no sabe lo que dice es no querer ofender, pero el loro nos mira cuando nos insulta.


Respetamos ese insecto que se pasea por el frutero porque es el que ha becado el campo para que vea la ciudad.


El sueño es un depósito de objetos extraviados.


El que está en Venecia es el engañado que cree estar en Venecia. El que sueña con Venecia es el que está en Venecia.


Los recuerdos encogen como las camisetas.


Al ver el anuncio de "6 vueltas" en el aparato de feria nos ha parecido que la vida no es más que eso, "X vueltas".


No hay que tirarse desde demasiado alto para no arrepentirse por el camino.


La prisa es lo que nos lleva a la muerte.


En cada día amanece todo el tiempo.


El más sorprendido por la herencia es el que tiene que dejarla.


Por los ojos nos vamos de la vida.


Nos sorprende ver en la tienda de antigüedades la taza en que tomábamos el café con leche cuando éramos niños.


Es sorprendente cómo se mete la fiebre en el tiralíneas del termómetro.


Astrónomo es un señor que se duerme mirando las estrellas.


La medicina ofrece curar dentro de cien años a los que se están muriendo ahora mismo.


En lo que más avanza la civilización es en la perfección de los envases.


El ventilador debía dar aire caliente en invierno.


Los ceros son los huevos de los que salieron las demás cifras.


Un país donde los que juegan al toro siempre encuentran quien haga de toro es un país paradójico progresivo.


La historia es un pretexto para seguir equivocando a la humanidad.


En las grandes solemnidades llenas de personajes uniformados parece que hay algunos repetidos.


Me gustaría pertenecer a esa época del futuro en que la historia tendrá doscientos tomos, para ver cómo se la aprenderán los niños.


No confiéis demasiado en vuestro propio corazón, porque él os fallará en definitiva.


No importa que nuestro vaso sea pequeño, pues lo importante es que la botella esté llena.


No debemos ser cómplices ni de nosotros mismos.


A un mentiroso sólo lo cura un sordo.


La popularidad es que nos conozcan los que no conocemos.


La mayor ingenuidad del novel círculo literario es el nombramiento de tesorero.


El lector -como la mujer- ama más a quien le ha engañado más.


Al cine hay que ir bien peinado, sobre todo por detrás.


No hay nada que desoriente tanto como un número de teléfono que hemos apuntado y que no sabemos a quién pertenece.


Hay tipos a los que es tan difícil sacarles una idea de la cabeza como el tapón que se ha hundido en la botella.


La O es la I después de comer.


Templar el agua del baño es como preparar un buen té.


El que bebe en taza, hay un momento en que sufre eclipse de taza.


El que pide un vaso de agua en las visitas es un conferenciante fracasado.


Algo se juega uno al echar los dados de hielo en el vaso.


Burbujas: momento en que el agua entrega su alma a Dios.


El baño, al desaguarse, protesta de lo sucedido.


En las aguas minerales burbujean peces invisibles, almas del silencio acuático, respiración de ranas, peces desaparecidos y últimos suspiros.


Las lágrimas que se vierten en las despedidas de barco son más saladas que las otras.


Las lágrimas desinfectan el dolor.


La lluvia es triste porque nos recuerda cuando fuimos peces.


Los lagos son los charcos que quedaron del Diluvio.


El granizo arroja su arroz festejando la boda del estío.


Las olas esculpen en las rocas calaveras de gigantes.


El hielo se derrite porque llora de frío.


El agua no tiene memoria: por eso es tan limpia.


El agua se suelta el pelo en las cascadas.


Donde es más feliz el agua es en los cangilones de la noria.


No hay nadie que saboree el agua como el pájaro.


El arroyo trae al valle las murmuraciones de las montañas.


El río cree que el puente es un castillo.


Los ríos no saben su nombre.


El ideal de las piedras es lavarse los pies en los ríos.


Los ríos siempre están escribiendo al mar la más larga carta.


Ese que lleva el paraguas abierto cuando ya no llueve parece un paracaidista caído del nido.


El paraguas puesto a secar abierto en el suelo parece una tortuga de luto.


Abrir un paraguas es como disparar contra la lluvia.


Los paraguas son viudos que están de luto por las sombrillas desaparecidas.


En las tormentas hay truenos sin rayos porque su rayo se ha traspapelado, y por lo mismo hay rayos con olvido de su trueno correspondiente.


El mar se pasa la vida duchando a la tierra para ver de hacerla entrar en razón.


El mar sólo ve viajar. Él no ha viajado nunca.


El mar arrastra de los pelos al río.


En la ola está el espejo de los abismos.


La ola muere en espuma de impotencia al no poder pasar tierra adentro.


El mar es mucha espuma de brocha y mucho filo de ola para afeitar las algas de la playa.


Todo el mar quiere salvarse en el tablón que flota.


La melancolía de los ríos de América es que son tan grandes que no pueden tener puentes.


El acto más bello de la playa es ver cómo se quita las medias de arena la mujer bonita.


Los mejillones son las almejas de luto.


Esponjas: calaveras de las olas.


En las caracolas ha quedado rizada en miniatura una ola, un rizo del mar cuando era niño.


Los cangrejos son manos de pianistas torpes tocando barcarolas.


- ¿Los peces lloran?
- Los peces no necesitan llorar, porque el mar es pura y salada lágrima.


Las conchas de las playas son los restos de los arroces que se come Neptuno.


Un pie levanta la colcha del mar: es el delfín.


Cuando aparecen tres perlas en una ostra es que el mar ha regalado al hombre una botonadura.


Las nubes de la tarde acuden al ocaso para empapar su sangre y caer como algodones usados
en el cubo del otro hemisferio.


Hay nubes que son como alas extraviadas.


Las nubes caen como leones sobre la luna, pero no la pueden devorar.


La tormenta comienza con un gran portazo conyugal, como si la diosa se hubiese marchado violentamente, dejando al dios encolerizado.


Hay unas nubes largas y finas que son como costillas del cielo.


Los días de lluvia, el Metro se convierte en submarino.


La lluvia acaba por olvido; pero, a veces, vuelve a acordarse, y vuelve a llover.


El pingüino, con la servilleta puesta, está esperando la hora de la sopa del Juicio Final en las playas antárticas.


Toda gota nace para estalactita, pero cae sólo como mortal gota.


La nieve se apaga en el agua.


Los remeros de la regata componen el ciempiés acuático.


La tragedia de la gota de agua cayendo en el cubo del lavabo toda la noche es una tragedia de asunto lacónico, pero espeluznante, que conocen las pobres criaturas humanas, en las que no todo ¡ni muchomenos!, es heroico…


Extraído de Ramón Gómez de la Serna. Greguerías. Cátedra.


Ramón Gómez de la Serna b Meurisse 1928.jpg


Infancia y juventud

Nace Ramón en Madrid el 3 de julio de 1888, en el número cinco de la calle de las Rejas (en la actualidad, número siete de la calle Guillermo Rolland). Hijo de don Javier Gómez de la Serna y Laguna un abogado de clara vocación por el partido liberal y funcionario del Gobierno del Ministerio de Ultramar, y su madre doña Josefa Puig Coronado que poseía una línea directa con la escritora Carolina Coronado (su tía). Al ser bautizado en la Iglesia de San Martín se le imponen los nombres de Ramón Javier José y Eulogio. Pasó su infancia entre juegos por la Plaza de Oriente, acompañado de su tía Milagros. Algunos años después la familia se traslada a la calle de la Cuesta de la Vega cercana a la calle de Segovia (a la altura del viaducto). Una subida de alquileres, unido a la espera de un nuevo hermano de Ramón, hicieron que la familia se trasladara a la céntrica calle de Corredera Baja de San Pablo (cerca del Teatro Lara, por aquella época recién inaugurado). Es en esta época en la que comienza su formación en el Colegio madrileño del Niño Jesús. Debido al desastre de 1898 se cerró el Ministerio de Ultramar lo que obligó a su padre a presentarse a una oposición como registrador de la propiedad, oposición que finalmente ganó, haciendo que la familia se tuviera que trasladar a Frechilla (pueblo de la provincia de Palencia).




Tres años pasará Ramón, junto a su hermano José, ambos internados en el Colegio de San Isidoro en la ciudad de Palencia (cerca de la Catedral). Durante estos tres años la situación política española era muy complicada, la pérdida progresiva de las colonias y la agitación política hacían que las aspiraciones políticas de Ramón Javier José y Eulogio estuvieran atentas y en sus frecuentes viajes a la Capital va adquiriendo un renombre hasta ser elegido como diputado. Esta situación hace que la familia regrese de nuevo a Madrid a una casa ubicada en la calle Fuencarral (números 33-34), Ramón continúa sus estudios en los Padres Escolapios del Instituto Cardenal Cisneros. Su tío Andrés García de Barga y Gómez de la Serna (un año mayor que él), apodado Corpus Barga, con su ejemplo le incita indirectamente para escribir. En 1903 Ramón acaba su bachillerato y su padre le regala como premio un viaje a París. Este viaje lo hace solo, y con una pequeña aportación económica se acomoda en una pensión cercana al Sena.

Tras el periodo de bachillerato se inscribe en la Facultad de Derecho, estudios por los que al cabo de los años no parece ofrecer mucho apego. Su tío publica sorpresivamente un libreto a la edad de los diecisiete años titulado Cantares, un canto melancólico a los años de la adolescencia. Ramón se ve espoleado por la prematura afición de su familiar por la literatura y se esfuerza por emularle. En 1905 su padre, que era por aquel entonces Director General de Registros y Notariado, le financia su primera obra titulada Entrando en fuego. Ramón tenía dieciséis años al publicarse en la imprenta del Diario de Avisos de Segovia. La familia se sorprende por la aparición de dos escritores a tan temprana edad, con la excepción de su tía Carolina Coronado que les anima. A pesar de ello, desconociendo los motivos en 1908 se matricula en la Universidad de Oviedo para continuar sus estudios de derecho. A pesar de acabar la carrera nunca llegó a ejercer la profesión: el afán literario le absorbió. La familia le aconseja que aprovechando la carrera oposite a la Administración. En 1908 publica el que será su segundo libro Morbideces en el que se retrata a sí mismo en su propia juventud y contiene los principios de lo que se considera su estilo. Es en esta época cuando muere su madre Josefa Puig Coronado. Empezó su carrera literaria en el periodismo, donde destacó por su carácter original, ejerciendo una rebelión imaginativa y nihilista contra una sociedad anquilosada, burguesa y sin expectativas. Es en esta época cuando empieza a rondar los cafés de tertulia de Madrid, sale a las diez de la noche, tras cenar y regresa a las dos, trabaja por la noche.

Comienzos: Revista Prometeo




Busto en bronce de Gómez de la Serna, por Enrique Pérez Comendador. Detalle del monumento al escritor en Madrid (1972).


Ramón abandona la casa familiar de la calle Fuencarral y se instala en la calle de la Puebla en este nuevo enclave tendrá un espacio más íntimo para poder escribir artículos de periodismo. En esta época inaugura la revista Prometeo y escribe bajo el pseudónimo de Tristán, que servía a los intereses políticos de su padre, renovar el panorama literario español bebiendo fundamentalmente de la literatura finisecular francesa e inglesa. En el primer número de Prometeo Ramón escribe un artículo titulado «El concepto de la nueva literatura»; este titular abre paso a la colaboración que durará cuatro años a lo largo de sus treinta y ocho números. En los artículos escritos durante esa época Ramón es tildado de iconoclasta, anarquista de las letras, blasfemo, etc. Durante este periodo no sólo se dedica a escribir en el Prometeo sino que da conferencias en el Ateneo de Madrid. Durante estos años publica Beatriz en 1909, Desolación un drama, Ateneo, El libro mudo y en 1911 Sur del renacimiento escultórico español así como Las muertas.

Durante esta época, a la edad de veintiuno se enamora de la también escritora y periodista Carmen de Burgos, apodada Colombine, mujer veinte años mayor que él. Vive sola, tiene una hija y posee una plaza en la Escuela Normal. Puntualmente todos los días iba Ramón a visitarla a su casa a las cinco de la tarde, escribían juntos y luego paseaban por los Cafés de la Puerta del Sol hasta medianoche. La preocupación del padre por este idilio alocado hace que mueva sus influencias y le nombren a Ramón como secretario de pensiones en la oficina española de París. Ramón realiza ilusionado su segundo viaje a París, se aloja cerca del Café de la Source (al que acude por las tardes Manuel Machado). A pesar del distanciamiento, Carmen pide una excedencia de tres años y fue en 1909 a visitarlo para quedarse con él en París, ambos preparaban juntos varios viajes por Europa, visitando a Londres, Nápoles, Lisboa... En París se acompañaba a menudo de la vista de amigos como: la mujer de Eduardo Zamacois donde solían quedar en el Café de la Source, su tío Corpus Barga.Durante esta estancia en París continuó escribiendo en la revista Prometeo. Justo al final de la etapa empieza a mencionar a sus amigos una nueva creación: las greguerías. Fue Carmen de Burgos la madrina de las greguerías, en ese periodo parisino. Las greguerías las irá escribiendo poco a poco, a lo largo de toda su vida.

Los viajes que hace con Carmen a través de Europa. El viaje a Inglaterra coincidió con el periodo navideño al volver a París tiene una airada entrevista con Pío Baroja (ambos no se caían simpáticos),6 Tras ello viaja a Italia y posteriormente a Suiza. Al llegar a París le llegan noticias del planeado desmantelamiento por su padre de la revista Prometeo. Por otra parte el empleo como secretario de pensiones en París se extinguía. Poco a poco la idea de regresar a Madrid se iba haciendo más evidente. Finalmente ambos regresan a Madrid, Carmen retoma su empleo de la Escuela Normal y él regresa a la calle de la Puebla.

Periodo pombiano

Ramón regresa a los Cafés madrileños y se hace amigo del pintor José Gutiérrez Solana, de Azorín, Manuel Bueno y tantos otros que le acompañarían en las tertulias. De entre todos ellos se encuentran como inseparables: Paco Vighi y Tomás Borrás. Pronto entra en nómina del periódico La Tribuna. Tras recibir una pensión de su padre regresa a París por tercera vez en 1914 y escribe la que será su primera novela, El doctor inverosímil, rematando el libro el mismo día que comienza la Primera Guerra Mundial. El ambiente bélico le hace regresar de nuevo a Madrid. El padre le consigue el puesto de oficial técnico de la Fiscalía del Tribunal Supremo. Se dedicó a cumplir el nuevo puesto y a diario acudía al Tribunal Supremo.

Es por esta época cuando, al regreso de Madrid tras su tercer viaje de París, es cuando se le ocurre como proyecto crear una reunión literaria en forma de tertulia. En la primera fase se centró en buscar un lugar apropiado, en aquella época había muchos cafés y era más bien una labor ardua buscar un lugar apropiado para la tertulia. Uno de los requerimientos era que fuese céntrica, no popular. Un buen día entró a tomar algo en una simple botillería de la calle Carretas (calle radial de la Puerta del Sol) situada en el número 4 de la calle Carretas. Este establecimiento cerraba pronto debido a la ausencia de parroquianos y se denominaba Café Pombo, a pesar de estar ubicado en pleno centro no era uno de los grandes cafés (tal y como lo eran el Fornos, el Suizo, el de la Montaña, etc.) Este dato le bastó para tomar el Café Pombo como lugar de reunión literaria sobre el que centrar su proyecto. Lugar de aire provinciano, pero sin embargo con antigüedad. La tertulia se forma inicialmente con sus más leales y cercanos amigos debido a tarjetas de invitación enviadas a ellos, y tiene como novedad que se celebra un día de la semana siendo como consenso que sea sólo los sábados. La tertulia se denominó «Sagrada cripta del Pombo».
Durante cerca de veintitrés años que va desde 1914 hasta 1936 funcionó la tertulia de la «Sagrada cripta del Pombo», inició las actividades la tertulia bajo el permiso de Eduardo Lamela propietario del local, que los sábados procuraba cerrar más tarde. Es en esta época cuando Ramón se hace más madrileño. El año 1917 lo dedica plenamente al Pombo. La tertulia de la «Sagrada cripta del Pombo» es un éxito del que se habla en todas partes y cafés de Madrid, sus ecos llegan incluso a París. Se hace reportero del Circo y escribe El circo del que su hermano Julio le dedica el prólogo. El padre se va a vivir temporalmente a Segovia y con unos ahorros se compra un Hotel en la nueva calle María de Molina número 43. En 1918 escribe un libro resumen de las tertulias, El Pombo, obra que completa en un segundo tomo que años después denomina La sagrada cripta del Pombo. El padre se jubila de la vida política y una diabetes se complica haciendo la muerte del padre acontece el 22 de febrero de 1922. Este suceso culmina con la venta del hotelito y posteriormente se deshace el hogar de los cinco hermanos: Ramón, Pepe, Javier, Julio y Lola.

Ramón alquila un estudio en la calle de Velázquez número 4, es el torreón de Velázquez que después denominaría (en la actualidad es parte del Hotel Wellington), en este reducido espacio coloca sus cosas y cachivaches, pone en las paredes un estampario de fotos y recortes de periódicos. Coloca un maniquí de cera con forma de mujer, al que adorna y viste. Los ingresos de la nómina procedentes del Ayuntamiento se cortaron de golpe en 1923 con la llegada al poder del general Miguel Primo de Rivera corta con los puestos administrativos 'ficticios' con el objeto de reducir cargas al Estado. Con la herencia y la venta del hotelito se hizo construir un chalet en Estoril (Portugal), chalet que denominó El Ventanal. Los viajes Madrid-Lisboa de fin de semana se hicieron frecuentes en busca de soledad y atmósfera propicia para escribir. Los ingresos de Ramón provenían de su colaboración El Liberal y la venta de libros. Su escasa economía causó que finalmente tuviera que vender El Ventanal. Una huelga de Prensa dejó al país sin periódicos y a causa de ello acabó cerrando El Liberal. Es en aquella época en la que Nicolás María de Urgoiti crea el diario El Sol y Ramón pasa a escribir en el diario, esta colaboración tuvo una gran repercusión. Escribe de vez en cuanto también en La Voz. A la edad de treinta y cinco años Ramón ya era conocido en el mundo literario y periodístico de la época. El 13 de marzo de 1923 sus amigos le homenajean con una cena literaria en Lhardy; este homenaje sería muy famoso en la época debido a que el propio Ramón ofreció otro homenaje paralelo en un lugar más humilde y asequible para todos los bolsillos: El Oro del Rin. La resonancia del evento llegó hasta París.

Madurez literaria

Ramón empieza a colaborar con la Revista de Occidente (colaboración que no abandonará hasta 1936), es en esta época de los años veinte cuando empieza a elaborar biografías: Colette, Apollinaire y Remy de Gourmont. El ambiente de Madrid estaba marcado por la dictadura de Primo de Rivera, muchos intelectuales se habían declarado contrarios al régimen. Ramón buscando otros aires decide ir a vivir a Nápoles, se establece en Rivera de Chiaia número 185 y sigue enviando sus colaboraciones a El Sol y La Voz. Vive durante dos años en Nápoles, pero acaba regresando finalmente a su Torreón de Velázquez. Entre las novedades a las que se enfrenta, se encuentra la radio en España (en el que participa), el cine. Es en este regreso cuando se empieza a interesar en la tauromaquia (en 1926 publica una novela titulada Torero Caracho). Sus libros comienzan a traducirse a otros idiomas.



Viaja por España dando conferencias, en algunas provocaba fallos eléctricos y con una palmatoria daba su famosa conferencia de la maleta, al reiniciarse la luz se comía la vela (que estaba elaborada de confitura). Es en estos viajes donde elabora más greguerías. Las conferencias «greguerizantes» se suceden por diversas capitales, en ellas aparece lo sorpresivo causando desconcierto. Dueño de sus recursos literarios, se desborda en las conferencias, y cuando habla de los faroles un ciego se le acerca al término de la misma para decirle que gracias a él «ha podido verlos». En otras ocasiones no tiene tanto éxito, como durante el Concurso de Cante Jondo de Granada cuando, uno de sus oyentes, señalándole con una pistola, le comenta al espectador que tenía al lado: «¿Qué?... ¿le mato ya?». Fue uno de los tres miembros extranjeros de la Academia Francesa del Humor junto Charles Chaplin y Pitigrilli. Valéry Larbaud introduce la greguería (échantillons)

Puede criticarse el exceso de su producción greguerística; pero como decía Jorge Guillén (Automoribundia, capítulo LI): «Cierto, a Ramón, en cuanto abre la boca, se le cae una greguería; prueba de que esto constituye, más que un género literario, la manera espontánea y elemental de sucederse la actividad normal e ininterrumpida de su humor».

El 15 de septiembre de 1927 apareció un titular en los periódicos madrileños anunciando la muerte de Ramón por error de las agencias informativas, los que llamaban al torreón para dar el pésame se encontraban con la sorpresa de su voz. El periódico argentino La Nación le reclama artículos, algo que acepta con gran ilusión. Realiza su cuarto viaje a París con motivo de la celebración de las nuevas ediciones de El circo y El incongruente. Los periódicos españoles se hacen eco de los éxitos de Ramón tras los Pirineos, su tío Ramón escribe en la Revista de Occidente sobre el escritor en París. La llegada de París hace que Ramón se encuentre en su máximo auge de popularidad. En 1929 Ramón intenta introducirse en el teatro con Los medios seres, su idea inicial de publicarlo en la Revista de Occidente. Pero Valentín Andrés Álvarez le convence para ponerla en escena el siete de diciembre de 1929. Fue un fracaso el día de la inauguración, los abucheos fueron acallados con los amigos del Pombo, entre los que estaba Enrique Jardiel Poncela del que él mismo se declara discípulo, José López Rubio y Miguel Mihura. La obra se retiró de cartel precipitadamente. Ramón se fue a París para alejarse del estrés que le produjo el varapalo teatral. Al regresar a Madrid, la amistad que tenía (muy alejada de la pasión inicial) con Carmen de Burgos hizo que tuviera algún que otro escarceo amoroso con su hija María, episodio que recoge el libro Memorias de Colombine de Federico Utrera. Sus viajes a París se hacen tan frecuentes y llega a alquilar un estudio, monta una tertulia en el Café de la Consigne, pasea con su musa parisina Magda.

Regresa de nuevo a Madrid y abandona el torreón para ir a vivir muy cerca en el número 38 de la calle Villanueva, lugar en el que recompone su espacio barroco del torreón. En esta época se dedica a promover a nuevas figuras literarias. Unión Radio firma un contrato con Ramón para que le instale un micrófono en su casa, y pueda dar una sesión radiofónica todos los días. En aquella época Ramón posee amigos seguidores y enemigos, entre ellos se encuentra Federico García Sanchiz. Ya a comienzos de 1930 surge en Ramón el interés de visitar América, y por invitación expresa a dar unas conferencias, viaja en trasatlántico. En Buenos Aires tiene una gran acogida debido a sus colaboraciones a La Nación. Es allí cuando conoce a Luisa Sofovich (Luisita como la llamó desde los comienzos), ella tiene un hijo de un matrimonio fallido. Ramón retrasa su viaje para que ella rehaga sus papeles y pueda regresar con Ramón a Madrid. Cuando los tres pisan tierra española el 23 de febrero de 1932 la situación política corresponde al apogeo de la Segunda República. Ramón continúa haciendo vida social en los cafés madrileños, e incluso visita a Carmen de Burgos que permanece eternamente encerrada, prosigue con las charlas radiofónicas de Unión Radio. El estado de Carmen de Burgos empeoró notablemente y el 9 de octubre de 1932 una angina de pecho dio final a su vida en el estudio de Divino Pastor. Luisita, porteña de nacimiento, se sentía mal en Madrid al cabo de un año de convivencia, la añoranza iba en aumento.

La Exposición del libro español en Buenos Aires le solicita presencia como miembro del comité organizador, simultáneamente se organiza un ciclo de conferencias. Esto supuso el segundo viaje a Argentina y Luisita va con él. La exposición fue muy visitada, sobre todo por los lectores de La Nación. Es en este viaje donde idea el proyecto de hacer una ópera titulada Charlot con música de Mauricio Bacarisse; al final el proyecto se queda en nada. En octubre inician el regreso a Europa.

El exilio voluntario

La situación política que se encuentra Ramón en España tras este segundo viaje a Argentina es muy volátil. La Revolución de Enero de 1933, Revolución de Asturias de 1934. Se polarizan los sentimientos, los amigos se dividen en uno u otro bandos, algunos de los amigos del Pombo se suman al falangismo de José Antonio Primo de Rivera. Las tertulias se polarizan y Ramón teme que se contagie de ese ambiente la Cripta del Pombo. Luisita cae enferma de septicemia y eso preocupa a Ramón. A pesar de ello continúa en actividad periodística escribiendo para el Diario Madrid. Figura entre los fundadores de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura.6 El ambiente de tensión obligó a Ramón a lanzar el 10 de julio de 1936 una solicitud de clausura de la tertulia «La sagrada cripta» en el café de la calle de Carretas. El domingo once fue la última vez que emitiría su tertulia radiofónica por la Unión Radio. Los asesinatos del teniente Castillo y de José Calvo Sotelo y el pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936 alarmaron a la opinión pública precipitando los acontecimientos.




El estallido de la Guerra Civil Española sorprende a Gómez de la Serna en Madrid. Luisita empieza a buscar apoyos en el periódico La Nación para poder sacar a Ramón y a su familia de España, posteriormente se acordó que se celebraba el congreso internacional del PEN Club en Buenos Aires. Ramón y Azorín habían inaugurado anteriormente el PEN Club en España. Se planeó la salida por un puerto republicano que permitiese su acceso a Francia y decidieron hacer el viaje cuando le llegó la confirmación de los tres pasajes en el transatlántico Bell'Isle desde Burdeos. Esas noches antes de su partida fueron dolorosas, en Madrid dejaba la biblioteca que tras cuarenta y ocho años había logrado reunir.7 Finalmente el puerto fue Alicante y allí un carguero italiano le lleva a Marsella y posteriormente un viaje en tren hasta Burdeos. En Burdeos en pasaje de tercera comenzaron el viaje a Montevideo con escala en Lisboa. Esta era su tercera travesía a Argentina. En Argentina les esperaba el poeta Ángel Aller, a las pocas horas de pisar Montevideo mandó los artículos escritos durante la travesía a La Nación y una copia de la novela ¡Rebeca! a Editorial Ercilla en Chile por no poder editarla ya en España.



El periodo porteño



Placa en el inmueble de la calle de Guillermo Rolland n.º 7.


Los inicios de su exilio en la ciudad de Buenos Aires no fueron muy agradables, y gracias a Oliverio Girondo, que les ofrece ayuda en esos primeros instantes de vagabundeo, poco apoyo encuentra por parte de otras personas. Recibía ofertas desde España de su amigo falangista Tomás Borrás intentándolo unir a la causa, ofertas que él denegaba. Las noticias que llegaban de España anunciaban un recrudecimiento de la guerra y Madrid era una ciudad sitiada. En Argentina las entrevistas que le realizan le requieren que tome partido por uno de los bandos. Y las conferencias que firma en contratos, le sugieren un punto de visa partidario que Ramón intenta evitar. Reduce su actividad social, el año 1937 y 1938 son años de re-ediciones de sus obras. Ya en 1938 Oliverio les consigue una vivienda en la calle Hipólito Yrigoyen a la altura del 1974 (barrio de Balvanera), esa será su vivienda definitiva. La Guerra Civil acaba y sus viejos amigos le envían cartas al nuevo domicilio. Otros españoles aparecen en Buenos Aires huyendo. Mantuvo contacto especial con Ortega y Gasset y Gregorio Marañón que durante la guerra habían tomado partido por los nacionalistas. Fue destacado a la embajada en Buenos Aires un amigo suyo: Ignacio Ramos.

Poco a poco se va fundiendo con la sociedad de Buenos Aires, se nutre de este nuevo mundo para él. Se dedica con furor a la greguería. Ya a comienzos de los años cuarenta se identifica con lo porteño. Participa de las actividades culturales de la ciudad. Escribe una biografía sobre su tía Carolina Coronado, de Azorín, de la pintora Maruja Mallo, de Valle Inclán. Empieza a escribir artículos a comienzos de mayo de 1944 en el diario oficialista español Arriba, cuyo director es el falangista Javier de Echarri, un admirador de Ramón. Las elecciones de 1946 dan la victoria a Juan Domingo Perón. A finales de los años cuarenta y en el exilio comienza a escribir su autobiografía: Automoribundia. Se encierra en su estudio y si sale es con Luisita a la Costanera, al Zoo, o a pequeñas calles con aroma porteño. De incógnito acude al Richmond intentando recordar los viejos tiempos. Le diagnostican diabetes, que ya afectó a su padre. Cada vez duerme menos y necesita de medicamentos para poder hacerlo. En 1947 Buenos Aires acoge una Exposición de Arte Español y aparece entre las obras pictóricas el cuadro de Solana sobre el Pombo.3 La propiedad del cuadro de Solana llevaba tiempo litigándose entre una heredera del dueño del Café Pombo (Eduardo Lamela) y Ramón, que finalmente lo cede al estado español.

En 1948 publica su propia biografía, que titula Automoribundia, en cincuenta y uno capítulos, en España causa furor su publicación. Ramón tiene ya sesenta años y siente nostalgia de su Madrid: así lo hace ver en su obra Las tres gracias, de 1949, en la que el protagonista es el propio Madrid y tres muchachas. A pesar de su edad planea viajes a Montevideo y a Chile para dar conferencias. La tentación de volver a España existe, pero económicamente sobrevive en Buenos Aires y Luisita (que le cuida) está contenta viviendo en su ciudad natal. Ramón lee un día en el diario Arriba que la tertulia del Pombo se reanimaba liderada por José Sainz y Díaz donde se recitarán Romancero legionario, a Ramón no le hizo gracia la noticia al comprobar que su tertulia estaba siendo utilizada políticamente, lo que él siempre había impedido. Jesús Rubio (subsecretario de Educación Nacional) ha encargado al presidente del Ateneo de Madrid que invite oficialmente a Ramón a un viaje a España de dos meses de duración. Ramón duda y consulta con sus allegados, finalmente decide regresar. Toma junto con Luisita un navío español (Monte Urbasa) que le llevará a Bilbao con escala en Canarias. Los diecisiete días de travesía atlántica pesan: trece años de exilio voluntario pesan en su memoria. El día 22 de abril de 1949 llega a la ría de Bilbao, tres días después entra en Madrid. Se aloja en el Hotel Ritz. En su primera salida del Hotel va al Café Lyon, las multitudes de amigos y curiosos le acosan. Comunicó a todos los pombianos que el 30 de abril de 1949 se reabría la sagrada cripta. Tres sesiones logró celebrar durante su estancia en Madrid. Conferencias, actos protocolarios, chocolatadas, verbenas populares, presentación de libros, etc. La vida en Madrid durante este mes pasó rápidamente entre agotadores días llenos de actividades. El Ayuntamiento de Madrid le pone una placa conmemorativa en el edificio donde nació y en una ceremonia de reconocimiento descorre la protocolaria cortinilla. Entre los actos oficiales se encuentra una recepción con Francisco Franco. Ramón nota que poco a poco los actos oficiales van enfriándose y al final son inexistentes. Decide ir a Barcelona y el 31 de mayo abandona Madrid para viajar a la ciudad Condal. Ramón le comunica a Luisita en Barcelona que se marchan a Buenos Aires cuando lleguen a Bilbao. Toman el barco de regreso y prueba de la repentina decisión es que se deja conferencias sin celebrar. Durante la travesía de regreso se muestra esquivo y apenas sale del camarote.

Ramón vive un periodo de trabajo solitario encerrado en su torreón bonaerense, pero malas noticias le llegan desde España. La primera es que el fallo del Premio Nacional de Literatura, al que se presentaba con Las tres gracias, concede el premio al uruguayo Antonio Larreta, mientras Azorín (que pertenecía al jurado) participaba durante la votación con una actitud indolente y pasiva. La otra mala noticia es el cierre definitivo del Café de Carretas, cerrando ya toda ilusión de celebrar otra tertulia. Durante los siete años que van desde 1953 a 1960, Ramón publica doce libros y varios millares de artículos periodísticos y varias series de nuevas greguerías. Durante ese tiempo los cambios de dirección en el diario español y oficialista Arriba muestran también cambios de sensibilidad artística, la llegada de Rodrigo Royo a la dirección del periódico hace que envíe a Ramón una carta rogando el cese de envío de greguerías, aclarando: «escriba usted otra cosa; reportajes o artículos por ejemplo». Ramón se niega al requerimiento mientras que el diario ABC le ofrece un contrato para la recepción de series de greguerías. Ramón trabaja, además, como guionista para la televisión de Argentina y adquiere fama.

En España su primo Gaspar encabeza la solicitud internacional del Premio Nobel, los homenajes se repiten simultáneamente en España y Argentina. La salud de Ramón se resiente, atenazado a la insulina (nuevo descubrimiento médico), los doctores le detectan una flebitis latente. Las invitaciones para regresar a Madrid se sucedían y el alcalde de Madrid por aquel entonces el conde Mayalde le solicitó en numerosas ocasiones su presencia. Ramón con su precaria salud salía de paseo, obligado, tan sólo una vez por semana. Argentina le ofrece una pensión vitalicia. El empeoramiento de la salud en 1962 hace cundir la alarma, se le detecta un cáncer entre el píloro y el duodeno. En abril de 1962 el embajador le comunica la concesión del premio Juan March. A comienzos de 1963, el día 12 de enero fallece Ramón en Buenos Aires. El 23 de enero sus restos llegaron a Madrid, donde permanece enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres, propiedad de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, en la Sacramental de San Justo, junto a las tumbas de Larra, de Espronceda, de Núñez de Arce, de Bretón de los Herreros, de Hartzenbusch y de Marquina...

El autor

Escritor de personalidad muy acusada y de una vastísima obra de más de un centenar de títulos, creación literaria más significada y reconocida es la «greguería», nacida en 1910, que ejerció una enorme influencia en los creadores de su tiempo y, especialmente, en los poetas de la generación del 27. Ramón es un decidido entusiasta de lo nuevo, y en cuya defensa e impulso desplegará una actividad muy intensa. Su temprana vocación se anuncia cuando a los diecisiete años escribe la que será su primera obra, titulada Entrando en fuego (1905).

El periodista

Es muy probable que Ramón escribiera desde sus primeros instantes en diversos periódicos locales. Pero su periodo inicial lo tuvo sin lugar a dudas en su paterno Prometeo. Podemos seguir su obra periodística anterior a la Guerra Civil Española en La Tribuna, El Liberal, El Sol y La Voz. Su obra literaria se encuentra en casi todas las revistas del momento, desde las minoritarias y efímeras hasta Revista de Occidente, La Gaceta Literaria o Cruz y Raya.
Los años veinte son los años del reconocimiento internacional de Ramón, vive en El Ventanal, el chalet que se construyó en Estoril con Carmen de Burgos, en Nápoles y vuelta a Madrid; en París, en el Cirque d'Hiver da una conferencia subido a lomos de un elefante; en el Circo Americano de Madrid lee su conferencia de un rollo de papel sentado en un trapecio elevado sobre la pista.

El teatro

Cultivó un teatro muy innovador, cercano a la estética surrealista, cuyo mejor exponente es Los medios seres, que llegó a representarse pero no fue entendida por el público madrileño, poco habituado a las extravagancias vanguardistas.

El ensayo

En sus obras ensayísticas lo más destacable es la introducción de las vanguardias europeas en España (su libro Ismos, por ejemplo, que introdujo un nuevo vocablo en el diccionario castellano). También sintió interés por el madrileñismo castizo y encontró una forma de renovar el costumbrismo que se había utilizado en su descripción en la metáfora del mercadillo de Madrid, al que dedicó su libro El Rastro, donde los objetos infortunados y abandonados son salvados por su evocación lírica.

La greguería

Las greguerías son unas sentencias ingeniosas, y en general breves que surgen de un choque casual entre el pensamiento y la realidad. Es indudable que Ramón fue su creador. El propio Ramón la define esquemáticamente del siguiente modo:

humorismo + met\acute{a}fora \longmapsto greguer\acute{\iota}a

La imagen en que se basa la greguería puede surgir de forma espontánea, pero su formulación lingüística es muy elaborada, pues ha de recoger sintética, ingeniosa y humorísticamente la idea que se quiere transmitir.
El efecto sorpresivo se obtiene a través de:
La asociación visual de dos imágenes: «La luna es el ojo de buey del barco de la noche».
La inversión de una relación lógica: «El polvo está lleno de viejos y olvidados estornudos».
La asociación libre de conceptos ligados: «El par de huevos que nos tomamos parece que son gemelos, y no son ni primos terceros».
La asociación libre de conceptos contrapuestos: «Lo más importante de la vida es no haber muerto».
Gómez de la Serna dedicó, a lo largo de su vida numerosos libros a este nuevo género, que cultivaba asiduamente en secciones fijas de los periódicos y lo consagraría como uno de los escritores más conocidos de las letras españolas: Greguerías (1917), Flor de greguerías (1933), Total de greguerías (1955), etc. Este género, de hecho, sirvió para renovar la anquilosada idea de la metáfora y de la imagen poética que poseía la estética literaria española y anticipó el surrealismo.
En su prólogo a Total de greguerías, citó como antecedentes de la greguería a parte de la obra de autores como Luciano de Samosata, Horacio, Shakespeare, Lope de Vega, Quevedo, Jules Renard, Saint-Pol Roux, George Santayana, entre otros.1

La novela

Su carácter crítico y sarcástico se ve reflejado en las novelas y relatos breves, en especial en obras como El chalet de las rosas (1923), análisis de la psicología criminal; El torero Caracho (1926), visión grotesca del ambiente taurino, y El caballero del hongo gris (1928), descripción del mundo de la vana apariencia y la superficialidad. Destacables son también sus novelas eróticas, Senos (1918), La viuda blanca y negra (1918), La mujer de ámbar (1927) y La Nardo (1930). En La quinta de Palmyra, por otra parte, trata el tema de la homosexualidad femenina. Escribió un libro de memorias en dos volúmenes, titulado Automoribundia y Nostalgias de Madrid (1955).

La biografía

Ramón Gómez de la Serna fue un prolífico biógrafo, en su labor se llega a retratar a sí mismo. Las obras biográficas son elegidas por Ramón por una cierta afinidad personal.

Obras

Algunas de sus obras son:

1905 — Entrando en fuego», Diario de Avisos, Segovia
1908 — Morbideces, El Trabajo, Madrid
1909 — El cofrecito encantado, Saturnino Calleja, Madrid
1911 — El libro mudo, Imprenta Aurora, Madrid
1912 — Ex-votos, Imprenta Aurora, Madrid
1912 — El lunático, Imprenta Aurora, Madrid
1914 — El doctor inverosímil, La novela de bolsillo, Madrid
1915 — El Rastro, Sociedad Editorial Prometeo, Madrid
1917 — La viudad blanca y negra, Biblioteca Nueva, Madrid
1917 — Senos, Imprenta Latina, Madrid
1917 — El circo, Imprenta Latina, Madrid
1917 — Greguerías, Editorial Prometeo, Madrid
1918 — Pombo, Imprenta Mesón de Paños, Madrid
1920 — Toda la historia de la calle de Alcalá, Imprenta con los plomos de La Tribuna, Madrid
1920 — Toda la historia de la Puerta del Sol, Imprenta Mesón de Paños, Madrid
1921 — Disparates, Espasa Calpe, Madrid
1923 — La quinta de Palmyra, Biblioteca Nueva, Madrid
1923 — Cinelandia
1924 — La sagrada cripta del Pombo, Tomo II, Imprenta G. Hernández y Galo Sáez, Madrid
1926 — El torero Caracho, Agencia Mundial de Librería, Madrid
1927 — Seis falsas novelas, Agencia Mundial de Librería, Madrid
1927 — La mujer de ámbar, Biblioteca Nueva, Madrid
1928 — El caballero del hongo gris, Agencia Mundial de Librería, Buenos Aires
1935 — Greguerías 1935, Editorial Cruz y Raya, Buenos Aires
1936 — ¡Rebeca!, Ed. Ercilla, Santiago de Chile
1942 — Azorín, Editorial Losada, Buenos Aires
1944 — Don Ramón María del Valle-Inclán, Espasa Calpe, Buenos Aires
1948 — Automoribundia, Buenos Aires
1949 — Las tres gracias, Ed. Perseo, Buenos Aires
1956 — Nostalgias de Madrid, El Grifón de plata, Buenos Aires
1961 — Piso bajo, Espasa Calpe, Madrid











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