martes, 14 de octubre de 2014

RAÚL MENDIZÁBAL [13.657]


RAÚL MENDIZÁBAL

(Piura, Perú, 1956). Es poeta y carpintero. Estudió tres años de literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Realizó 2400 horas de lectura a pescadores artesanales de la Mar Brava en Callao, preppies de Harvard.

Abandonó estudios de literatura en la Católica,  donde ganó los Juegos Florales de Poesía de 1979,  para dedicarse a la carpintería y a la vida doméstica.

Entre su obra poética encontramos: Dedeálade, selección de textos poéticos hechos en la Universidad de Princeton por José Antonio Mazzotti. ASALTOALCIELO editores – 1995. Dedeálade (69 poemas), selección hecha por el autor. Trompa de Eustaquio/ASALTOALCIELO/Hipocampo editores – 2004.

El Chino Mendizábal ha sido publicado y traducido en numerosos diarios, revistas, sites y antologías, peruanas y extranjeras desde 1978. Uno de sus logros más interesantes, fue el de dar aproximadamente 1,200 horas de lecturas públicas en el Perú, Chile y Nueva Inglaterra. Sí, 1, 200 horas.



     HECHA EFECTO LA PURGA no hubo mayor maravilla para Gregori Samsa que despertar en medio de un nuevo relato aún mientras contenía el bajo vientre.

     El aura de huaminga había ya traspasado a su mujer quien siempre un paso delante se descargaba en el baño hacía media hora antes.

     La urgencia le llevó de la cama al jardín donde bajo sol corrió la sombra de un largo río nocturno que supo esperar suficientemente (merced a la planta 44 años de insidia kafkiana se confundieron sin ignominia con la virginal mierda de sus animales caseros).

     Establecidas calma y nuevos convenios y mientras la tierra hacía su trabajo de reconciliación de sustancias pudo al fin oler por encima como inaugural la aún no pérfida brisa de génesis de los elementos (que penetró sus pulmones mientras daba su primer vagido).

     Y luego de abundante ablución desayunó un plátano y supo porque en pobreza y pueblos esenciales constituye comida (y el aroma sin truco ni aderezos interminable sació en los pulmones la mitad de su hambre).

     Como debe ser.

     Un hombre así definitivamente puede luego darse y besar hijos arroparles con sus ropas de invierno y acompañarles a la escuela (sin tomar aún muy en cuenta sus recientes viriles protestas frente a la puerta llena de amigos: pero papá pero papá pero papá).

     Goyito Sánchez más que haber cagado sobre un destino inequívoco ha enterrado un hacha de puño de olivo y devuelto a deriva una nueva criatura dormida (formándose aún en su flotante canasta de neotenia y de sueños envuelta con un estandarte) :

     Ojos de flúor Guantelete de oro Corazón en llama Verbo por fin vidente

27 set. 00






para Joaquín

hogar es donde está el clavo del cual colgar la chaqueta

patria son los clavos que hay en casa de los amigos
            para que podamos
colgar la chaqueta

cielo es una habitación muy grande donde vivimos todos
            (aunque nos olvidamos)
y los clavos están uno juntito a los otros
pero nadie usa chaqueta
(todos estamos calatos)

¿tú?
tú eres mi clavito de olor

27 ag. 03 / 16 mar. 06






poeta neo-barroco vierte congojas en la lap

no recordar siquier el lago
ni su imagen contrapuesta en la otra cuenca
            del espejo
no recordar siquier la estancia
cuando el temblor fue por vez primera
debido a temor además de a frío
como al ser extraído de útero

ni el ulular a través de la ventana trapezoide
su preciso dictado
primer clamor de amor
de pájaros tan bravos
que mas bien parecían piafar

la voz
como siempre incomprendida
cuando es vez primera
llamó sin embargo alto
             y claro

haber salido al llano
desnudo pero inflamado
a encontrarla ovillando el lazo de oro del encanto
plegando la espiral del corno del agüero
y todavía aguardando

o topar siquier con el rastro o con la sombra
con el ya inasible perfume o la tenue carcajada
que aunque cruel reiterara sus promesas

pero no
otro cordón me mantuvo atado
una mirada de rayo me clavó de prepucios al estrado
sobre el cual me observan gozando corifantes peruvianos
mientras en casa: la mano
la esposa durante diez segundos la más bella
o de igual manera que ahora:
blank du blanks

11 feb. 00







prima julianne

ella hizo muy rápido el camino entre berkeley y detroit
allí junto con los negros peleó y ubicó bombas en la motown
             allá por el 67
época de sus diecinueve floridos años en que morir no significaba nada

en harlem quiso ser negra
y en red-star reservation un piel-roja más
ella intentaba tocar a la gente a través de un muro de cristal
hasta que conoció a ed
ella pensó es un licenciado del viet-nam
             algo especial ... algo especial

con él creyó tener el mundo hecho un nudo en su cintura
pero ed sólo sirvió en una base de operaciones
             y nunca escuchó silbar una bala en el frente
             y su mirada era aún ingenua
             y su forma de ver el mundo también
hasta que su vida se hizo insoportable al lado de julianne
no creyó conocer ni sentir nada
pues todo lo convertía ella en nudos
o en cadenas de dudas
dudas detrás de dudas
y falsas interpretaciones

ella para entonces gritaba
que cuanto comía sabía a nada
que las fresas y uvas a cera
que todo cuanto había detrás de una valla bicolor ya no le interesaba
             y gritaba y gritaba
y culpaba a ed de haber arruinado su vida
y salió a las calles como una loca a tocar a la gente
y a hablar con los mendigos
y aprender oficios pequeños en los que prodigaba sonrisas
           indulgentes a sus sencillos maestros
             y falso cariño para sus hijos
             y cuidadosas anotaciones de cumpleaños y aniversarios
             en su atiborrada agenda
hasta que se dio cuenta que estaba embarazada
y regresó donde ed
y quiso a ed como creyó quererlo

y aun cuando wounded-knee había estallado
y hubo quema de trigo excedente en lugar de donarlo a los pobres
y la woman-liberation abría aún más las piernas al sentarse
              desaprensivamente
ella cuidó de ed y fue como su esclava
y lo invitaba a acariciar su cada vez más abultado vientre
pero ed ya no era ed más

ni era ed el mismo
él dejó una pensión asegurada para julianne y para quien mierda
               tuviera que venir y se largó
se marchó al canadá a tumbar árboles
a fornicar cada sábado religiosamente
y hacer de su vida
                 nada especial           nada especial

oh julianne julianne
no sintió asco al limpiarle el culito a su pequeña hija
ni aquella tierna repugnancia al cambiarle de pañal
y darle el pecho le producía la misma emoción que discar un aparato
              telefónico

julianne julianne
dónde has llegado querida
dónde has llegado con tu pálido amor

                    he llegado hasta ed en ontario
                    a sus pies con un tiro en la sien
                    como un árbol que nunca ha enraizado
                    como un árbol que nunca copó

julianne al morir sintió todo de golpe
la sonrisa de ed que era más triste
sintió las manos y los pechos tan llenos tan llenos
sintió cariño en miles de palabras de agradecimiento y de dios te guarde señora
y sintió verdadero asco y verdadera ternura
cuando julianne murió

17 jul. 79





ENVÍO UNO DE SUS LIBROS a cardenal a que me lo dedique
y junto me devuelve su más nuevo poema fotocopiado
donde habla de la economía de nicaragua
y que no me sorprende en nada
y es verdad lo que dice allí
y está todo bien hecho
aunque lo transmita sin asombro
ni voluptuosidad
como cerrar un libro
disponiéndose a dormir
sin soñarlo
yo me pregunto: ¿debería haberlo escrito el viejo ?

estoy aquí con un saludo cordial en la tapa
con un sello de su ministerio
en un libro para muchos
y además la xerox de un poema casi para mí
pero casi sin nadie dentro
pero es el mismo hombre quien ha escrito
sin dejar un momento de serlo
pero no es igual

¿entonces
está recogiendo la cabeza entre sus manos
aturdiéndose por escribir
con hermosos mares voluminosos dentro
y la música más veloz y no escribe nada ? ¿no alcanza nada?
sobre ese fieltro disecando una araña que diseca una mosca que
         habita la concha
vacía de un caracol

corrigiendo y agregando a poemas de desecho
esta técnica
y esta conciencia del efecto
y la sonoridad
y este hábil pase de manos
sobre este fardo de paja donde rumio
regurgito
y vuelvo a rumiar


1 en. 86







MI MUJER CANTA
canciones por pedazos
por aquí
y allá
deja de cantar cuando entro
donde ella está
siempre me concede
toda la importancia
mira siempre donde estoy
apenas se despierta

por eso
dejo de escribir
cuando ella entra
cantando
y ya ni vuelvo a hacerlo
porque además después me olvido
y la inspiración no va
del dos al cuatro
(sino que vamos
los dos al cuarto)

por lo mismo
hago poemas por pedazos
por aquí
y allá
no importa
si la escucho cantar
llegando a casa

23 en. 87






artistas peruanos

de su mano la belleza parece chibolo ajeno, óe

19 feb. 91





viaje al corazón

rosi
voy a dormir
apaga la luz del 2 de marzo de 1956 cuando vine
           para conocerte

pues
¿quién es más ligero?: tú
¿quién ama más?: tú
¿quién tiene el rostro de mi muerte?: tú tú turútu
         tutú

19 en. 92






JUGAR A MORIR
la inmersión en el silencio
la flecha invisible de los ojos

el picaflor en escorzo
la sangre de la flor: muelle
y de horchata

la inmersión en el silencio
los países son tu cama
viajas del hilo del que pendes
caleidoscopio de las sombras
            (suena a mierda)

trasvasas lenguas
arracimadas de amor
continuo

plenilunio:
el muelle no recoge más
              ahogados

la inmersión en el silencio
             ¿dónde estoy?

ya no alcanzas a mirarme
             ¿dónde estoy?

25 ag. 92




Raúl Mendizábal: Compasión por el Otro

por Paolo de Lima




Pucayacu

las noticias son menos tristes ahora porque ya nos 
acostumbramos
a los muertos en la sierra central como si fuese lo ordinario
echados mirando lo alto en una foto de paseo al campo
con botellas rotas de degüello al lado 
y los vientres hinchados y los brazos
durmiendo en el pasto

sin embargo
abrir la puerta en la sierra central no es dar cara al sol
sino a un culatazo
ir a la feria en domingo es para no dar luz sobre los 
muertos
mira de lejos:     ésta es flor
                    ha crecido apenas para recordar cómo te llamas y ocultarlo
                            y aquí está abel 
                    que ahora cuida de su hermano
                    que enloquece de miedo en las noches
                            y aquí clara 
                    con las uñas cortas que come con ira como las aves

contigo o sin ti
iguales ahora que ninguno tiene cara y hasta los dientes 
han ennegrecido
y más abajo escuché que había otros veintitantos
que desenterraron después como si hubiesen jugado 
a la gallina ciega
y después se olvidaran
quietecitos nomás con los ojos vendados y las manos tiesas
al frente
pareciera que en serio para asustar
y uno quieto también 
temeroso de apartar una rama
y uno muerto también 
            de levantar una tapa
de prender una luz en medio de esta habitación oscura
            tan grande

18 may 85



Este poema de Mendizábal fue escrito en 1985 y se publicó por primera vez en la página cultural de El Diario (05 de noviembre de 1987, 12) e inmediatamente se incluyó en La última cena (VV. AA. 1987: 30-1), de donde lo tomamos. Posteriormente, formaría parte de Dedeálade, publicado por Asaltoalcielo en Filadelfia en 1995, y único libro del autor hasta el momento. Es posible leer en varios fragmentos de este texto el préstamo de la voz autorial a una viuda del terror de la sierra central peruana, precisamente una de las viudas que dejó la masacre de Pucayacu. En ese sentido, el poema puede ser leído como una forma de elegía.

Desde su título, pero también con la historia contada y la fecha de escritura puesta al final del texto (que funciona como un paratexto que remite al día en que la opinión pública tuvo conocimiento de las dimensiones de la masacre), se nos ofrecen unas marcas temporales e históricas claras del contexto político-social de la violencia vivida en el Perú durante esa década. A mediados de los años ochenta, cinco años después de iniciada la lucha armada senderista, las noticias sobre los muertos se toman «como si fuese lo ordinario»; se ha banalizado la violencia que antes tenía carácter excepcional. Por ello, la tristeza va desapareciendo porque este tipo de hechos luctuosos y dolorosos se tornan costumbre. Pero, ¿para quién o quiénes? Esos muertos productos de la guerra provienen de la sierra central peruana (departamentos de Huanuco, Pasco, Junín, Huancavelica y la parte norte de Ayacucho) y «las noticias» de las que da cuenta el poema pueden interpretarse como las escuchadas o leídas por habitantes de otras zonas del país. Un habitante de la sierra central no llamaría a su zona con esta denominación, eso lo dice alguien que proviene de afuera. De ahí que podamos pensar que se trata de una proyección del yo poético que traslada su propia costumbre ante las noticias diarias que los medios de comunicación escritos y los noticieros radiales y televisivos propagaban sobre esta guerra que en 1984-85 aún se situaba casi exclusivamente en esta fundamental zona del Perú. De nuevo aparece el distanciamiento entre el yo poético y la otredad, en este caso representada por los campesinos reprimidos a los que hace referencia el poema.

Hay que destacar también que tal actitud de indiferencia comenzó a formar parte de la mayoría de los habitantes del país, y que lo interesante de este texto es precisamente dar cuenta de tal hecho y reaccionar ante la modorra o costumbre que en el fondo puede tomarse también como una forma de complicidad —a través del silencio o el miedo— con tal estado de cosas. De ahí que la elocuente descripción de esa terrible «foto de paseo en campo / con botellas rotas de degüello al lado / y los vientres hinchados y los brazos / durmiendo en el pasto» pueda ser tomada como expresión de esta actitud de no querer ver lo evidente, de no querer ver como propios los padecimientos del Otro. O, más terrible aún, como si se tuviera la convicción de que la represión tiene principios diferentes en las alturas de la sierra que en la ciudad. El Perú oficial y el Perú profundo conviviendo sin verse. Como siempre.

Y, como siempre también, la poesía brindando su invalorable cuota de belleza en medio del caos y el horror para invitar a salvar(nos) o librar(nos). La segunda parte del poema adquiere un carácter más personal y lírico. Empieza con ese «sin embargo», ese «a pesar de» que dará cuenta de las cosas en su exacta dimensión. Y es precisamente aquí cuando podemos comenzar a escuchar esa voz de la viuda del terror a la que nos referimos. La autorrepresentación del Otro enmarca el testimonio que conforma el poema. La voz lírica sigue siendo testigo ya que no participante. El carácter de autenticidad y verdad reside en el personaje que ha presenciado y padecido en carne propia estos hechos.

Ya Mazzotti (2002a: 108-9) ha establecido la comparación entre la idea de oscurecimiento con el cese del ciclo vital y la prevalencia del no-nacimiento y la no-regeneración. «Mira de lejos» le dice la viuda a su esposo muerto, asesinado y enterrado en una fosa común. De lejos, desde la otra vida, con la esperanza de seguir viendo a sus hijos cuyos nombres son puestos en minúsculas para enfatizar el carácter anónimo y colectivo de estos niños o jóvenes de la comunidad andina. Jóvenes como «abel / que ahora cuida de su hermano», elemento subvertido del conocido relato bíblico de los hijos de Adán y Eva (Caín, como se recuerda, es quien precisamente mata a su hermano Abel)13. Y las diferencias y desplazamientos son tan importantes como la repetición de un texto (o de una historia) en el nuevo texto. Una pequeña utopía regenerativa.

Sin embargo, la voz de la viuda del terror sigue hablando al marido muerto: «contigo o sin ti», le manifiesta. El hermano no cuida de su hermano porque «ninguno tiene cara y hasta los dientes han ennegrecido» y varios cuerpos más están siendo desenterrados de manera alegre, como en un juego de «la gallina ciega». En medio de este desorden nacional donde no hay inclusión del Otro posible (para remitirnos a Habermas), y con todas estas tragedias particulares (la viuda, sus hijos) que refieren no obstante a una ciudadanía mutilada14, ¿cómo se sitúa la mirada del intelectual? En principio, se encuentra marcado por ese «ahora» y ese acostumbrarse que no obstante no puede dejar de dar cuenta de la violencia política. Ya en una entrevista el propio Mendizábal había dicho, cuando hablaba de la poesía de su generación: «La violencia nos marca para siempre. Tenemos la piel más dura. Somos cínicos pero eso nos hace más tiernos. No sé cómo aguantamos tanta violencia que nos llueve» (Freyre y Santiváñez 9). Por eso, los «y uno quieto […] y uno muerto» con que va concluyendo el poema, sitúan al yo lírico como espectador y testigo; sin intervenir en lo que está sucediendo. No querer apartar una rama ni levantar una tapa, es no querer ver mejor o de cerca (o desde dentro) las cosas. Sin embargo, ese «uno» que ha dado cuenta de su compasión por el Otro, tiene suficiente conciencia de saberse dentro de «esta habitación oscura tan grande» y con el temor de «prender una luz en medio». Esta habitación que es el propio país retratado en la desoladora falta de rumbo en medio de la guerra que envuelve también al yo poético del poema.

En Poéticas del flujo Mazzotti ve en la incorporación de temas más allá de los meramente personales, que daban su sello característico a la producción poética de Mendizábal, «otra lección aprendida de los maestros del 60, [que] le permite discurrir también por acontecimientos colectivos, como la violencia política o las masacres de comunidades andinas, aunque enfocados, eso sí, desde el sentimiento íntimo que despiertan en la mirada del poeta» (2002a: 107). Mazzotti analiza la perspectiva temática de los poemas de Mendizábal que incorporan el contexto nacional (exclusivamente «Pucayacu») para concluir que no hay diglosia ni quiebre lingüístico.

Comentemos brevemente algunos de estos poemas de Mendizábal. En «día de los muertos, 83», el sujeto poético, que ha anunciado desde el primer verso que «tiene una bala en el cerebro» (que se puede relacionar con el comienzo del poema «1.» de Una procesión entera va por dentro de Rodrigo Quijano15), da cuenta de una «señal de época» que revela que su espíritu ya ha captado el caos y la violencia de su entorno, a la vez que se encuentra luchando por no impregnarse, aunque asomos de ello aparecen en los ojos, en «las miradas raras que [la amada] dice[s] que tengo». Es interesante dar cuenta de cómo el sujeto poético internaliza esta señal de época. Las «miradas raras» hablan del caos y la violencia; se trata de un fenómeno de internalización que se trasluce en la voz poética inmanente del texto, el cual va perfilando a través de ese sistema de referencias la situación del momento. Y también la violencia que se respira en el ambiente, esa que «está como una bola de mierda y acero estropeándome / el sueño», conduciéndolo a la «dispersión» y a la locura. No solo la voz poética internaliza la violencia sino que expresa a su vez una relación entre el mundo exterior y su propia visión que señala el caos y la desorientación.

En el poema titulado «jonás» (Mendizábal utiliza las letras minúsculas tanto para los títulos como para cada palabra de sus versos), se empieza hablando de «todo aquel ruido fuera»; este poema es en realidad un arte poética que da cuenta de un poeta (y ciudadano) que no participa sino horrorizándose de la violencia que se vive, y se pregunta de qué manera lanzarse a denunciarla con palabras o redimir con ellas a los confusos, sus propios compatriotas pequeño-burgueses. Lo único concreto es que se sitúa en el ámbito de la escritura, con lo que se intenta agrandar la luz pequeña de la habitación vacía y «tan grande» que se menciona en la parte final de «Pucayacu». Por lo demás, el deíctico «fuera» establece una distancia entre el yo que habla y el mundo o su realidad. Mientras que en «día de los muertos, 83», como vimos, la mirada rara reúne los dos mundos: ambos se tocan.

En otro de los poemas, «el cerdo se aliña con laurel», se marca distancia o diferencia respecto a «los artistas malditos» (quizá una alusión a los poetas de la agrupación de principios de los ochenta «Kloaka», ya que en el ambiente cultural limeño se les denominaba de este modo), los cuales, por ansiar la Gloria, así con mayúsculas, «no desea[n] ocultar los estigmas que hacen al enemigo detectarle». El poeta equipara el culto de estos poetas «malditos» con el «culto a la muerte». Por último, el poema «chica esta mañana amanecí» comparte con el anterior el mismo tono procaz y abiertamente insultante: «que los chicos feroces se metan su política al culo / y su poesía al culo». Tono que se puede asociar a su vez con lo que Eduardo Chirinos llamó el «contexto de violencia generalizada, que iba desde el trato personal hasta la guerra interna» (Rabí). Sin embargo, lo que resulta claro es que en este y otros poemas en los que Mendizábal trata el tema de la violencia política, se ha construido un yo poético que no sólo interioriza la violencia, si no que a su vez dialoga —y discute— con las otras poéticas aparecidas paralelamente a la suya propia planteando de este modo su alternativa u opción.

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