jueves, 3 de septiembre de 2015

GOTTFRIED AUGUST BÜRGER [16.980] Poeta de Alemania


Gottfried August Bürger

Gottfried August Bürger fue un poeta alemán nacido en Molmerswende el 31 de diciembre de 1747 y fallecido en Gotinga el 8 de junio de 1794. Es conocido principalmente por traducir del inglés al alemán Los maravillosos viajes por tierra y por mar, guerra y divertidas aventuras del barón de Münchhausen de Rudolf Erich Raspe.

Estudió teología y fue profesor en la universidad de Gotinga, donde enseñaba estética. En 1784 moría su primera esposa. En ese mismo año es nombrado privatdozent de la universidad. En 1785 contrae matrimonio con su cuñada, que morirá meses más tarde, en enero de 1786. Un año más tarde, en 1787, es nombrado doctor honorario de filosofía; en 1790 se casó por tercera vez aunque dos años más tarde se divorciará, y fallece en 1794.

Perteneció a un grupo de poetas y escritores de Gotinga, con los que creo una nueva tendencia poética alemana, destacó por sus poemas folclóricos, entre sus obras destaca «Lenore», de 1773, poema largo que cuenta una historia de influencia vampírica, «Cazador salvaje», de 1778, y «Canción de un buen hombre», de 1778. Tradujo al alemán a Shakespeare y a Homero.

Pero es especialmente recordado por su traducción sobre las aventuras del barón de Münchhausen, que hizo que la personalidad de este personaje traspasara las fronteras de Alemania y se convirtiera en un personaje universal. En estas historias se permitió introducir algunas nuevas de su propia cosecha, y fue tan popular su versión que hizo que se olvidara la de Raspe, que era la original.




A las mujeres

La naturaleza dio cuernos a los toros,
le dio pezuñas a los caballos;
a las liebres, patas veloces;
a los leones, fauces amplias;
a los peces les dio aletas
y alas a los pájaros.
A los hombres dio, en cambio, la sabiduría.
!A los hombres! ¿y no a las mujeres?
¿Qué les confirió a ellas?
¡La belleza! ¡La belleza!
en lugar de todas nuestras lanzas,
en lugar de todos nuestros escudos,
pues ante la belleza femenina
no resisten ni el acero ni el fuego.





El cazador salvaje

Está oscuro a su alrededor
y todo está sombrío como una
tumba, ruge el mar lejano como
el látigo que oscila. El infortunio
acosa a la criatura y el deseo impío.
La tierra se aferra a la vértebra humana
como un mar de fuego y huye entre fuertes dolores
hasta el último día o en la libertina noche.






Lenore

Amaneció Lenore al par del alba carmesí, 
surgiendo de temibles visiones, 
"¿Eres infiel, William, o estás muerto? 
hace tanto que te fuiste." 
Porque él, con los guerreros de Federico, 
a la lejana Praga fue a luchar; 
nunca escribió, en el fragor del combate, 
y triste estaba el corazón sincero que lo añoraba.

La Emperatriz y el Rey, 
cansados de una lucha sin cuartel, 
al fin terminaron con el odio pertinaz, 
que inspiraba la rivalidad: 
y la multitud marcial, con risas y canciones, 
hablaba de su hogar mientras marchaba, 
y ¡clank, clank, clank! venían los rangos, 
al sonido de las trompetas que crecía.

Y aquí y allá y en todas partes, 
a lo largo del camino lleno de gente, 
venían viejos y jóvenes, con música alegre, 
a unirse a las bandas; 
y los niños saltaban y gritaban para espiar a la multitud, 
y temblando y estremecida la novia empujaba: 
Pero ¡Oh! para los labios suaves de Lenore 
se habían terminado los besos y agradecimientos.

Corría rápidamente mirando hombre por hombre 
con ojos anhelantes; 
pero se sentía sola en la multitud poderosa, 
como si la presionara y aplastara, 
Mientras pasaba de la tropa -un grupo agradable- 
orgullosas las plumas oleaban y caían, 
Ella se arrancaba los pelos y daba vueltas, 
y como loca se tiraba contra el piso.

Su madre la acariciaba con dulzura, 
con suaves palabras de aliento: 
"Hija mía, que Dios te contemple 
y te tranquilice, niña mía." 
"¡Oh, madre, madre! ¡Lo que se fue, se fue! 
No comprendo cómo el mundo sigue rodando: 
¿Qué piedad tiene Dios conmigo? 
¡Pena, pena y aflicción, para mi pesado corazón!

"¡Ayuda, Cielos, ayúdenla! 
¡Niña, reza un Ave María! 
Grandes y sabios son los actos de Dios; 
Él te ama y se compadece de ti." 
"¡Fuera, madre, fuera con esas mentiras! 
¿Acaso Él ve mi desesperación, o escucha mi llanto? 
¿Qué importa ahora esperar o rezar? 
La noche ha llegado, ya acabó el día.

"¡Ayuda, Cielos, ayuda! Quien conoce al Padre 
sabe por cierto que ama a su niña: 
El pan y el vino de su mano divina 
suavizarán su ira temperamental." 
"¡Oh, madre, querida madre! el vino y el pan 
no aliviarán la angustia que tortura mi mente; 
porque será tarde para el pan y el vino 
para este frío cádaver que aúlla desde la tumba."

"¿Qué pasaría si la falsa fe del traidor falló, 
acuciada por dulces tentaciones? 
¿Qué pasaría si en la lejana Hungría 
el tomó otra novia? 
Rechaza al frágil tonto, mujer, 
que acepta piedras y rechaza las perlas: 
mientras que el alma y el cuerpo estén juntos 
en su corazón traicionero siempre habrá tormentas."

"¡Oh madre, oh madre! ¡Lo ido, ido está, 
y perdido quedará! 
La muerte, la muerte es el destino de mi alma, 
aplastada, quebrada y desolada. 
¡La chispa de mi vida! ¡Abajo, abajo a la tumba: 
muere sola en la noche, muere lejos en la oscuridad! 
¿Qué piedad tiene Dios de mí? 
¡Lamentos, ay, por mi pesado corazón!"

"Ayuda, Cielos, ayuda, y no la abandonen 
porque sus penas son muy agudas, 
no sabe lo que dice, 
¡Oh, no consideren pecado sus palabras! 
Abandona, hija mía, tu desdicha, 
y piensa en las felicidades prometidas, 
para que tenga paz tu mente 
y sé una esperanza y hogar y novia para él."

"¿Madre mía, qué es la felicidad? 
¿Madre mía, qué es el infierno? 
¡Mi felicidad es estar con Guillermo, 
Sin él, es mi infierno! 
Muero sola en la noche, lejos en la oscuridad! 
Tierra y Cielo, Cielo y tierra, 
nada peor que estar sin Guillermo."

Esta pena quebraba el pecho de Lenore, 
y apesadumbraba su cerebro; 
Así surgía su lamento al Poder en lo alto, 
para cuestionar y quejarse: 
Sacudiendo sus manos y golpeando su seno, 
Gritando y aullando sin descanso, 
hasta que su suave velo la luna desplegó, 
y las estrellas brillaron en el azul oscuro.

¡Pero se escuchan unos ruidos y el trote 
de un pesado caballo! 
¡Cómo retumba el acero mientras surge el jinete! 
¡Cómo grita el eco! 
Mientras silenciosa y claramente la campana gentil 
repiquetea y tintinea dulcemente; 
y claro y muy bajo a través del tablón de la puerta 
llega una voz a los oídos:

"¡Hola, hola! Destraben la puerta; 
¿Estás despierta, novia mía, o dormida? 
¿Tu corazón aún está libre y fiel al mío? 
¿Estás riendo, novia mía, o llorando?" 
"¡Oh, cansada estoy, Guillermo, he esperado por ti, 
Lamentandóme mientras aguardaba todo el día, 
llorando con una gran pena, 
por la crueldad de tu demora."

"Hasta la mortal medianoche no descansamos, 
he viajado rápido desde muy lejos, 
y aquí estoy de vuelta con ellos 
ahora ya pasó la oscuridad." 
"Ah! Descansa con ellos hasta que la noche esté tranquila, 
suave debes ser, y blando, y cálido: 
Escucha al viento, cómo susurra y golpea 
a través de las zarzas espinosas."

"A través de las zarzas de espinos déjalos suspirar, 
Déjalos suspirar, niña, déjalos! 
Calma la fiereza del ojo brillante de mi cabalgadura, 
y su orgulloso y salvaje penacho. 
Arriba, arriba y lejos! No pararé, 
Carguen rápido detrás mío, arriba, arriba y lejos! 
Cientos de millas serán cabalgadas 
hasta que pueda reposar en la cama nupcial."

"¡Qué! cabalgar cien millas esta noche, 
llevado por esas locas fantasías! 
¿No escuchas la campana con su lamento, 
mientras tocan las once?" 
"Mira, mira! Mira! la luna brilla: 
Nosotros y los muertos cabalgamos rápido en la noche. 
Es por una apuesta que te llevaré 
al recinto nupcial cada vez que nazca el día."

"¡Oh! ¿Dónde está el cuarto, querido Guillermo, 
y dónde la cama, Guillermo? 
"Lejos, lejos de aquí: quieto, estrecho y frío: 
tablón y fondo y tapa." 
"¿Hay lugar para mí?" - "¡Para mí y para tí, 
Sube, sube a la montura rápidamente! 
Los invitados a la boda están listos, 
y la puerta de la cámara está abierta."

Aquí a la derecha y allá a la izquierda, 
pasaban los sembrados de maíz y tréboles, 
y los puentes apenas vistos por los ojos asombrados, 
mientras los sobrevolaban traqueteando. 
"¿Qué pretende mi amado? La luna brilla, 
Los muertos viajan rápido a través de la noche. 
¿Acaso mi amado teme a los tranquilos muertos?" 
"¡Oh, no, déjalos dormir en su lecho polvoriento!"

En la fresca y suave brisa que flotaba alrededor 
mientras los cuervos volaban sobre sus cabezas, 
¡Din dón! ¡Din Dón! Es el sonido, es la canción, 
"Lugar, hagan lugar para los muertos que pasan!" 
Lentamente el tren funerario se acerca, 
llevando el ataúd, llevando el ferétro; 
y el lamento de su canto era crudo y sibilante, 
como el croar de las ranas en las marismas.

"Desenterraste tu cádaver en la medianoche oscura, 
con himnos y tañidos y gemidos, 
Pero yo te devuelvo al hogar, mi joven esposa, 
para una fiesta nupcial más hermosa. 
Ven, corista, ven con tu gentío coral, 
y canten solemnemente una canción de bodas, 
Ven, hermano, ven - deja escapar la bendición 
que no se interrumpa el descanso del novio y la novia."

¡Pasan a la derecha, pasan a la izquierda, 
los árboles y montañas en la carrera! 
¡A la izquierda, y a la derecha y la izquierda, 
vuelan sobre el pueblo y el mercado! 
"¿Qué pretende mi amado? La luna brilla, 
Los muertos viajan rápido a través de la noche. 
¿Acaso mi amado teme a los tranquilos muertos?" 
"¡Oh! déjalos solos en su lecho polvoriento!"

¡Mira, mira, mira! en el árbol del patíbulo, mientras bailan rodando alocadamente, arriba y abajo, al resplandor lunar, un grupo volátil, semi perdidos: "¡Jo, jo! loca multitud, vengan aquí, y unánse al comienzo de mi veloz carrera; Vengan, bailénme una danza, oh bailarines, mientras nos encerramos en los tablones del lecho nupcial."

¡Cómo corre la luna allá en lo alto, 
en la salvaje carrera alocada! 
¡Afuera y adentro, moviéndose como las estrellas 
y giran sobre el cielo resplandeciente! 
"¿Qué pretende mi amado? La luna brilla, 
Rápidamente los muertos cabalgan a través de la noche. 
¿Acaso mi amado teme a los tranquilos muertos?" 
"¡Ay! Déjalos solos en su lecho polvoriento!"

"¡Corcel, corcel! apura la marcha, 
que la arena del tiempo está bien gastada; 
¡Corcel, corcel, rápido! comienza el día, 
El aroma matutino se siente. 
Termina nuestra cabalgata, termina: 
¡Hagan lugar, espacio para el novio y la novia! 
¡Finalmente, al fin hemos llegado al sitio, 
porque la velocidad del muerto no ha aminorado!

Y rápidamente hacia una puerta de hierro, 
llegaron con las riendas sueltas; 
Al toque del jinete los cerrojos cedieron, 
y las trabas se quebraron y cayeron; 
las puertas se abrieron ante el toque de difuntos, 
y sobre las blancas tumbas se lanzaron sin orden ni concierto: 
las tumbas parecían arbustos sombríos, 
mientras brillaban por la débil luz de la luna.

¡Pero mira, mira! en un parpadear, 
una maravilla fantasmal, 
la chaqueta del jinete, pedazo a pedazo, 
se cae como ceniza brillante, 
Sin sangre y sin pelo, una calavera desnuda, 
la visión de esa macabra cabeza fue horrible, 
ya no estaba allí la máscara de la vida, 
y el esqueleto llevaba un reloj de arena y una guadaña.

Fuerte relinchó el caballo mientras se hundía, 
y las chispas caían desparramadas: 
¿Qué hombre podría decir si hubiera huído, 
o se hubiera desmayado en terreno abierto? 
¡Lamentos desde la tierra y aullidos en el aire! 
¡Gritos y gemidos por todas partes! 
Semimuerta, medio viva, el alma de Lenore 
luchó como nunca antes había luchado.

La tropa del cementerio -un grupo fantasmagórico- 
rodeó a la mujer agonizante; 
Adentro y afuera en sus volteretas 
a través del giro de los danzarines: 
"Paciencia, paciencia, cuando el corazón se está quebrando; 
A tu Dios no se le hacen preguntas: 
¡Fuera de tu cuerpo y liberada: 
El Cielo conservará tu alma eternamente!"

malacandra, Número 11, noviembre 2002
Traducción de Karina Leöhmann 
Texto original: Lenore






Leonore

Lenore fuhr um’s Morgenroth
Empor aus schweren Träumen:
„Bist untreu, Wilhelm oder todt?
Wie lange willst du säumen?“ –
Er war mit König Friedrich’s Macht
Gezogen in die Prager Schlacht,
Und hatte nicht geschrieben,
Ob er gesund geblieben.

Der König und die Kaiserinn,
Des langen Haders müde,
Erweichten ihren harten Sinn,
Und machten endlich Friede;
Und jedes Heer, mit Sing und Sang,
Mit Paukenschlag und Kling und Klang,
Geschmückt mit grünen Reisern,
Zog heim zu seinen Häusern.

[69] Und überall all überall,
Auf Wegen und auf Stegen,
Zog Alt und Jung dem Jubelschall
Der Kommenden entgegen.
Gottlob! rief Kind und Gattinn laut,
Willkommen! manche frohe Braut.
Ach! aber für Lenore’n
War Gruß und Kuß verloren.

Sie frug den Zug wohl auf und ab,
Und frug nach allen Namen;
Doch keiner war, der Kundschaft gab,
Von Allen, so da kamen.
Als nun das Heer vorüber war,
Zerraufte sie ihr Rabenhaar,
Und warf sich hin zur Erde,
Mit wüthiger Geberde.

[70] Die Mutter lief wohl hin zu ihr: –
„Ach, daß sich Gott erbarme!
Du trautes Kind, was ist mit dir?“ –
Und schloß sie in die Arme.
„O Mutter, Mutter! hin ist hin!
Nun fahre Welt und Alles hin!
Bei Gott ist kein Erbarmen.
O weh, o weh mir Armen!“ –

„Hilf Gott, hilf! Sieh uns gnädig an!
Kind, bet’ ein Vaterunser!
Was Gott thut, das ist wohl gethan.
Gott, Gott erbarmt sich unser!“ –
„O Mutter, Mutter! Eitler Wahn!
Gott hat an mir nicht wohl gethan!
Was half, was half mein Beten?
Nun ist’s nicht mehr vonnöthen.“ –

[71] „Hilf Gott, hilf! Wer den Vater kennt,
Der weiß, er hilft den Kindern.
Das hochgelobte Sakrament
Wird deinen Jammer lindern.“ –
„O Mutter, Mutter! was mich brennt,
Das lindert mir kein Sakrament!
Kein Sakrament mag Leben
Den Todten wiedergeben.“

„Hör’, Kind! wie, wenn der falsche Mann,
Im fernen Ungerlande,
Sich seines Glaubens abgethan,
Zum neuen Ehebande?
Laß fahren, Kind, sein Herz dahin!
Er hat es nimmermehr Gewinn!
Wann Seel’ und Leib sich trennen,
Wird ihn sein Meineid brennen.“ –

[72] „O Mutter, Mutter! Hin ist hin!
Verloren ist verloren!
Der Tod, der Tod ist mein Gewinn!
O wär ich nie geboren!
Lisch aus, mein Licht, auf ewig aus!
Stirb hin, stirb hin in Nacht und Graus!
Bei Gott ist kein Erbarmen.
O weh, o weh mir Armen!“ –

„Hilf Gott, hilf! Geh’ nicht in’s Gericht
Mit deinem armen Kinde!
Sie weiß nicht, was die Zunge spricht.
Behalt’ ihr nicht die Sünde!
Ach, Kind, vergiß dein irdisch Leid,
Und denk’ an Gott und Seligkeit!
So wird doch deiner Seelen
Der Bräutigam nicht fehlen.“ –

[73] „O Mutter! was ist Seligkeit?
O Mutter! Was ist Hölle?
Bei ihm, bei ihm ist Seligkeit,
Und ohne Wilhelm Hölle! –
Lisch aus, mein Licht, auf ewig aus!
Stirb hin, stirb hin in Nacht und Graus!
Ohn’ ihn mag ich auf Erden,
Mag dort nicht selig werden.“ – –

So wüthete Verzweifelung
Ihr in Gehirn und Adern.
Sie fuhr mit Gottes Vorsehung
Vermessen fort zu hadern;
Zerschlug den Busen, und zerrang
Die Hand, bis Sonnenuntergang,
Bis auf am Himmelsbogen
Die goldnen Sterne zogen.

[74] Und außen, horch! ging’s trap trap trap,
Als wie von Rosseshufen;
Und klirrend stieg ein Ritter ab,
An des Geländers Stufen;
Und horch! und horch! den Pfortenring
Ganz lose, leise, klinglingling!
Dann kamen durch die Pforte
Vornehmlich diese Worte:

„Holla, Holla! Thu’ auf, mein Kind!
Schläfst, Liebchen, oder wachst du?
Wie bist noch gegen mich gesinnt?
Und weinest oder lachst du?
„Ach, Wilhelm, du? .. So spät bei Nacht? ..
Geweinet hab’ ich und gewacht;
Ach, großes Leid erlitten!
Wo kommst du her geritten?“ –

[75] „Wir satteln nur um Mitternacht.
Weit ritt ich her von Böhmen.
Ich habe spät mich aufgemacht,
Und will dich mit mir nehmen.“ –
„Ach, Wilhelm, erst herein geschwind’!
Den Hagedorn durchsaust der Wind,
Herein, in meinen Armen,
Herzliebster, zu erwarmen!“ –

„Laß sausen durch den Hagedorn,
Laß sausen, Kind, laß sausen!
Der Rappe scharrt; es klirrt der Sporn.
Ich darf allhier nicht hausen.
Komm, schürze, spring’ und schwinge dich
Auf meinen Rappen hinter mich!
Muß heut noch hundert Meilen
Mit dir in’s Brautbett eilen.“ –

[76] „Ach! wolltest hundert Meilen noch
Mich heut in’s Brautbett tragen?
Und horch! es brummt die Glocke noch,
Die elf schon angeschlagen.“ –
„Sieh hin, sieh her! der Mond scheint hell.
Wir und die Todten reiten schnell.
Ich bringe dich, zur Wette,
Noch heut in’s Hochzeitbette.“

„Sag’ an, wo ist dein Kämmerlein?
Wo? wie dein Hochzeitbettchen?“ –
„Weit, weit von hier! .. Still, kühl und klein! ..
Sechs Bretter und zwei Brettchen!“ –
„Hat’s Raum für mich?“ – „Für dich und mich!
Komm, schürze, spring’ und schwinge dich!
Die Hochzeitgäste hoffen;
Die Kammer steht uns offen.“ –

[77] Schön Liebchen schürzte, sprang und schwang
Sich auf das Roß behende;
Wohl um den trauten Reiter schlang
Sie ihre Lilienhände;
Und hurre hurre, hop hop hop!
Ging’s fort in sausendem Galopp,
Daß Roß und Reiter schnoben,
Und Kies und Funken stoben.

Zur rechten und zur linken Hand,
Vorbei vor ihren Blicken,
Wie flogen Anger, Heid’ und Land!
Wie donnerten die Brücken! –
„Graut Liebchen auch? .. Der Mond scheint hell!
Hurrah! die Todten reiten schnell!
Graut Liebchen auch vor Todten?“ –
„Ach nein! .. Doch laß die Todten!“ –

[78] Was klang dort für Gesang und Klang?
Was flatterten die Raben? ..
Horch Glockenklang! horch Todtensang:
„Laßt uns den Leib begraben!“
Und näher zog ein Leichenzug,
Der Sarg und Todtenbahre trug.
Das Lied war zu vergleichen
Dem Unkenruf in Teichen.

„Nach Mitternacht begrabt den Leib,
Mit Klang und Sang und Klage!
Jetzt führ’ ich heim mein junges Weib.
Mit, mit zum Brautgelage!
Komm, Küster, hier! Komm mit dem Chor,
Und gurgle mir das Brautlied vor!
Komm, Pfaff’, und sprich den Segen,
Eh’ wir zu Bett uns legen!“ –

[79] Still Klang und Sang. .. Die Bahre schwand. ..
Gehorsam seinem Rufen,
Kam’s, hurre hurre! nachgerannt,
Hart hinter’s Rappen Hufen.
Und immer weiter, hop hop hop!
Ging’s fort in sausendem Galopp,
Daß Roß und Reiter schnoben,
Und Kies und Funken stoben.

Wie flogen rechts, wie flogen links
Gebirge, Bäum’ und Hecken!
Wie flogen links, und rechts, und links
Die Dörfer, Städt’ und Flecken! –
„Graut Liebchen auch? .. Der Mond scheint hell!
Hurrah! die Todten reiten schnell!
Graut Liebchen auch vor Todten?“ –
„Ach! Laß sie ruhn, die Todten.“ –

[80] Sieh da! sieh da! Am Hochgericht
Tanzt’ um des Rades Spindel,
Halb sichtbarlich bei Mondenlicht,
Ein luftiges Gesindel. –
„Sasa! Gesindel, hier! Komm hier!
Gesindel, komm und folge mir!
Tanz’ uns den Hochzeitreigen,
Wann wir zu Bette steigen!“ –

Und das Gesindel, husch husch husch!
Kam hinten nachgeprasselt,
Wie Wirbelwind am Haselbusch
Durch dürre Blätter rasselt.
Und weiter, weiter, hop hop hop!
Ging’s fort in sausendem Galopp,
Daß Roß und Reiter schnoben,
Und Kies und Funken stoben.

[81] Wie flog, was rund der Mond beschien,
Wie flog es in die Ferne!
Wie flogen oben über hin
Der Himmel und die Sterne! –
„Graut Liebchen auch? .. Der Mond scheint hell!
Hurrah! die Todten reiten schnell!
Graut Liebchen auch vor Todten!“ –
„O weh! Laß ruhn die Todten!“ – –

„Rapp’! Rapp’! Mich dünkt der Hahn schon ruft. ..
Bald wird der Sand verrinnen ..
Rapp’! Rapp’! Ich wittre Morgenluft ..
Rapp’! Tummle dich von hinnen! –
Vollbracht, vollbracht ist unser Lauf!
Das Hochzeitbette thut sich auf.
Die Todten reiten schnelle!
Wir sind, wir sind zur Stelle.“ – –

[82] Rasch auf ein eisern Gitternthor
Ging’s mit verhängtem Zügel.
Mit schwanker Gert’ ein Schlag davor
Zersprengte Schloß und Riegel.
Die Flügel flogen klirrend auf,
Und über Gräber ging der Lauf.
Es blinkten Leichensteine
Rund um im Mondenscheine.

Ha sieh! Ha sieh! im Augenblick,
Huhu, ein gräßlich Wunder!
Des Reiters Koller, Stück für Stück,
Fiel ab, wie mürber Zunder.
Zum Schädel, ohne Zopf und Schopf,
Zum nackten Schädel ward sein Kopf;
Sein Körper zum Gerippe,
Mit Stundenglas und Hippe.

[83] Hoch bäumte sich, wild schnob der Rapp’,
Und sprühte Feuerfunken;
Und hui! war’s unter ihr hinab
Verschwunden und versunken.
Geheul! Geheul aus hoher Luft,
Gewinsel kam aus tiefer Gruft.
Lenore’ns Herz, mit Beben,
Rang zwischen Tod und Leben.

Nun tanzten wohl bei Mondenglanz,
Rund um herum im Kreise,
Die Geister einen Kettentanz,
Und heulten diese Weise:
„Geduld! Geduld! Wenn’s Herz auch bricht!
Mit Gott im Himmel hadre nicht!
Des Leibes bist du ledig;
Gott sey der Seele gnädig!“





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