sábado, 27 de septiembre de 2014

CELINA CÁMPORA [13.481]


Celina Cámpora

Nació en San Nicolás de los Arroyos, Provincia de Buenos Aires, República Argentina. Es profesora de castellano, literatura y latín. Realizó estudios de postgrado en Madrid, España, obteniendo el título de Investigadora de la Lengua y Literatura Españolas por su Tesis La Poeticidad del Poema. Estudió Teoría de la Expresión Poétcia con Carlos Bousoño.

Figura en las Antologías Al filo de los Nombres (Argentina, 1992); Mujeres Poetas en el País de las Nubes (México, 2001), Antología Homenaje a Oliverio Girondo (Argentina, 2003).

Ha residido durante nueve años en la República del Perú, donde realizó múltiples y diversas actividades vinculadas con la Poética y la Literatura en prestigiosas Universidades y Centros Culturales de ese país, donde a su vez publicó dos poemarios: Revelación de la Palabra, con Prólogo del poeta Arturo Corcuera (Lima, 2001) y Presagios del Escampe, con Prólogo del poeta Antonio Cisneros (Lima, 2002).

En el año 2004, publica en Argentina un nuevo libro de poemas, Crepúsculo del Agua; y, en el año 2008, con el sello editorial Vinciguerra, publica un nuevo poemario: Libro de las Puertas.
Participó en los Festivales Internacionales de Poesía de México, 2001; Cajamarca, Perú, 2003; Rosario, Argentina, 2004; Medellín, Colombia, 2005; Valencia, Venezuela, 2005; Montevideo, Uruguay, 2007; entre otros.

Ha sido miembro jurado en numerosos Concursos Literarios, en los géneros de poesía y cuento, en Argentina y en el extranjero.
Fue galardonada en diferentes certámenes  de literatura, y sus poemas y trabajos han sido recogidos en diversos diarios y revistas hispanoamericanos.

Desde el año 2006, está a cargo del Taller de Literatura y Escritura “Andrés del Pozo”, de la Dirección de Cultura Municipal de San Nicolás de los Arroyos, como así también del Taller de  Lectura y Análisis de obras de Literatura Argentina (año 2006); Literatura Peruana (año
2007) y Literatura Norteamericana (año 2013), en la misma Institución.
Desde el año 2006, hasta la actualidad, se desempeña como Profesora de Comunicación, en el Instituto Tecnológico (ITEC) “Rafael de Aguiar”, de San Nicolás.

Ha realizado múltiples y diversas conferencias en Argentina y en el extranjero, siempre enfocadas en la Lingüística y en la literatura.
Actualmente reside en San Nicolás de los Arroyos.

De ella, Arturo Corcuera ha dicho:

Javier Sologuren, dirigiéndose a la poesía, le dice: “Sólo en el dolor creo haberte visto.” Y yo siento que en la poesía de Celina habita una gran soledad, y al desamparo de esa soledad su voz cobra el estremecimiento de una auténtica poesía. Podría decir con Sologuren: “Es en soledad donde tus voces se oyen.” Celina escribe: “aquí estoy/ acompañada de una sombra”; “ah enséñame/ a no llorar más/ por los ausentes”; “desde que salí del vientre de mi madre/ estoy a la intemperie”; “hecha de arcilla y sal/ de soledades anteriores/ a las que hoy me habitan”. Habla Celina de su “desamparada desnudez’: de “emigrar/ donde los pájaros/ no me devoren los párpados”; “solo hallo mi cuerpo vacío”; “otra vez la indefensa sensación/ de haber retornado/ de los abismos”; “hasta que Dios/ deje de lamentarse de mí/ hasta que yo deje de llevar luto por mí’: versos desgarrados en los que Revelación de la palabra alcanza su mayor dramatismo.

Antonio Cisneros también dijo de Celina Cámpora, refiriéndose a su poemario Presagios del Escampe:

“El acto poético es, verdad de perogrullo, ante todo un hecho de lenguaje. Musas y musarañas aparte, aquello que se dice  y el cómo se dice pertenecen a una sola emisión de voz. La poesía no existe fuera del reino de las palabras, jamás en el mundillo, cándido y perezoso, de las buenas intenciones. Y Cellna Cámpora, creadora y alarife, navega como pocos en esa intensidad que proviene de los ritos del verbo.
En el volumen Presagios del Escampe, amén de otras excelencias, hay una definitiva vocación por el riesgo en el uso de la palabra. Creo que es lo que más me conmueve de este libro. El viaje a la memoria, el amor y la muerte, la soledad, el llanto, la esperanza son nombrados de una manera tal, que entre sus páginas descubrimos eso que queríamos decir y, sin embargo, no sabíamos cómo.





Del poemario Revelación de la Palabra


VIGILIA

Acurrucada estoy
Vigilando pacientemente
La estrella que tal vez
Recoja mis ocasos

Soy esa hija del viento
Que espera ser adoptada
Por los brazos tibios
De algún visitante solitario

Hecha de arcilla
De sal
De vientos acumulados
De soledades anteriores
A las que hoy me habitan

Aquí permaneceré
Hasta que Dios
Deje de lamentarse de mí
Hasta que yo
Deje de llevar luto por mí
Hasta que la sigilosa
Pesadilla del olvido
Haya terminado




EL OTRO ESPACIO

Alguien me arrebata
La soledad
Y atraviesa el misterio
De la niñez marchita
Sin comprender
Que el tiempo
No reparó las heridas
Y el dolor duele tanto
Que he envejecido temprano

Si tan sólo hoy
Pudiera adueñarme del cielo
Tal vez
Lograría reconstruir
Los espacios vacíos
De mi cuerpo

Pero sé desde siempre
Que los tiempos
N o coinciden con la sangre
Se quiebra la luz
Y temo que el cielo
Se haya olvidado de nosotros

Tercera revelación

se desborda la palabra
y desemboca
a mí como océanos

coro de incesantes sonidos
donde las certezas se dilatan

¿quién me ausentó
de mí
por temor a hallarme
transfigurada en el Verbo?

La palabra se desangra
en deslumbrantes colores
y estalla
en síndromes
de incandescencias extrañas

¿quién enmudeció
mis voces
para hacer del amor
esta ausencia de mí?





Cuarta revelación

gemidos ancestrales
me muerden
gritan
me devoran las vísceras

alienados alientos
invocan otros tiempos
siderales
cósmicos
donde el grito
sólo es el pasadizo
al recuerdo

¿quiénes desean hablar
desde otras voces?

¿quién intenta romper
el silencio de mi voz
para invocar
la palabra
que no ha nacido aún?

¿quién se sumerge en rrú
y emerge de mí
como sombra de su sombra?





Sexta revelación

persisto aún
bajo este cielo
en este mundo
para repartir mi palabra
a los mudos silentes de amor





Revelación Final
(séptima)

no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
Alejandra Pizarnik

Alejandra
hilvanada en huracanes intensos
originaria
Y
abismal
¿cómo rescatarte de las locuras
y extraerte
la palabra que te salve?

También yo soy alejandra
bajo tu nombre
bajo tus elípticos sueños
¿habito también tus rebeliones
o
es tal vez
tu voz
la que me llama
desde el jardín de lilas?

Alejandra
estigmatizada en el poema
apocalíptica
Y
eterna

despójate de la yacente
hazle el amor al amado

y luego retorna
al Verbo

para revelarte
en ordenada furia de vida





Del poemario PRESAGIOS DEL ESCAMPE



aquí está
ha parado a beberse su sed

es la descampada del cielo
la que imperiosamente
araña la tierra
para levantar a sus muertos
y besarles la frente

…….

aún no deseo morir    necesito palabras para resistir los desencuentros
solamente una luz en la noche  solo un racimo más de vida para
convertirme en pétalos y cisnes   para encantar al viento

sin embargo cuando desee morir ciertamente será de noche  y será
en un templo iluminado solo por tenues velas rojas interrogando el
final    será un ritual semejante a un nacimiento donde la amada por
nadie reclamará por sus dolencias a la naturaleza elevándose al Dios
que le exigió demasiado

…….

solo un minúsculo punto de partida
el
horizonte
y yo, infinitesimal
en el centro
con los brazos en cruz
¿hacia dónde?
¿hasta cuándo?

…….

en esta certera noche
de pájaros muertos
tengo miedo

miedo a despertar
y ver a mis amados
diluyéndose entre sus lágrimas

miedo a perderme
a pedir auxilio
y que no haya oídos

y esta noche
en que el miedo me somete
tampoco vengas

ni con abril en abril
ni los ojos aullando
ni siquiera
con la débil luz
de un amor
a punto de extinguirse

…….

hoy tristemente una  mujer sueña
una casa en el campo
una tranquera abierta
y camina sola

sueña un palomar
con escaleras de caracol
y se pierde

un tractor desvencijado
arando tenazmente la tierra
y  una infancia

detrás de la ventana:
una cocina a leña
incendios
y un sueño
con olor a cenizas

(Para Arturo Corcuera)

…….

                                                                                
ah irrespetuosa mujer

el límite no es el cielo o la tierra
tampoco el mar

demasiado tarde te diste cuenta
de que
cruzaste la frontera
para nada

…….

siempre en los extremos
piedra abandonada
o
luz hechizante

oh Dios ¿por qué
siempre estoy en los extremos?

…….

como una hostia
siempre partida en dos
o en mil

como una ceremonia impura
desde el cielo a los labios

soy una visión sagrada
un beso en llamas

o una mujer en la última entrega

…….

escindida y abismal
como esta noche
vacía de presagios

sin más señales
que las piedras

hechas de harapos y ceniza
jirón a jirón
yo la única constante

…….

encendiendo los ojos
en la oscuridad

invistiendo a la soledad
con un puñal

acechando
a los animales perdidos

la noche y yo
somos lo mismo
bajo las estrellas

…….

más lejos o más cerca
está uno mismo
están los sueños

una mujer de luna nueva
en el escampe

adentro y afuera
siempre
siempre
siempre
la vida se abre a todos los misterios






Del poemario CREPÚSCULO DEL AGUA



Crepúsculo del agua

(a R. in memóriam)

Tú, el último de mis muertos
El más amado
El más ausente de mi piel
El siempre distante de la tormenta

Tú, crepúsculo del agua
En qué inciertos abismos sepultaste
El deseo de fundirte con la luna

cuál frontera auxilió tu voz
e interrogó tus ojos en el fuego

tú, alud en calma
profeta de octubre cielo
cuándo te despierto la sed
y derrito los miedos
que desvelan tu vientre

a quén le confesaste
tu delirio incontrolable de ser hombre

(aunque sea sólo una vez)

hombre con hambre
con frío y calor y sudor
y escarcha
y sombra y sed
y primavera y pájaro y canto
y pasión y sal y sangre
y huesos húmedos
bajo los tilos ardientes de octubre
tú, cisne de luna nueva
en qué inesperada y última ceremonia
huiste de ti
al primer aliento de la tierra

ritual de todos mis retornos
tú, mi primordial referente




Tríptico para la Anunciación
Altar primero

porque tus dientes son desmedidamente blancos
porque has sido el ángel en mi altar de pobre
en mi altar de mendiga de las sombras
de mendrugo a la orilla de tus dientes de pez
de tu hambre párvula y voraz

porque para partir sólo hace falta un soplo de agua sobre los
pies
porque a la muerte sólo le basta una palabra en el límite negro
del crepúsculo
porque para nacer es esencial la sonrisa en tus dientes de pez
desmedidamente blancos



Sonata triste para un adiós anticipado

para este adiós anticipado
yo la dueña absoluta de las palabras
tengo apenas una lengua sin filo
una desvelada y muda lengua sin sueños
una lengua de agua
de preferencia de sal y agua
que no puede unir las seis letras de tu nombre
para que no se diluya junto a la arena del reloj
que anuncia tu partida flamante y perfecta
para este adiós inesperado y transparente
yo dueña tan sólo de un puñado de sonidos
siento un leve golpe de muerte en el pecho
un beso otoñal que huele a mármol oceánico
un salto pleno al vacío
que me escupe al otro lado de las palabras
a la orilla vulnerable del crepúsculo
para este adiós a través de los espejos
yo Celina Cámpora dueña exclusiva de un terreno baldío
donde la mala hierba crece a fuerza del silencio
observo el mundo bellísimo y redondo
como un aguijón resplandeciente
que gira prodigioso
y clava sus punzantes e inmundos dientes
en la siempre extraordinaria ceremonia cotidiana




Un rectángulo de cielo nos celebra

más allá de la palabra y del agua
del vagido y el grito
del crepúsculo y todos los silencios

más allá de la voz y de la fe
acaso nos queda aún un rectángulo de cielo que nos celebra acaso
esta náusea el vómito este desconsuelo de perros lastimosos en
el vientre esta ráfaga de hedores obscenos sean sólo una leve
estadía en la cripta para el ritual que nos lanza de igual modo a la
vida o a la muerte siempre la idéntica absurda ceremonia el
mismo sagrado dolor y luego la incierta felicidad de los desiertos
y la intemperie
el interminable paseo de fieras acosando el laberinto de espejos
que nos escupen al rostro desde nuestro propio rostro aumentado o
diminuto y a veces sólo a veces una luna agazapada y fugaz que
nos alumbra y canta

más allá de la voz y de la fe
acaso nos queden estas vacías manos de barro estos dos huecos
ojos de barro y un par de pies (también de barro) con los que
vibramos alrededor del sol con los que izamos el amor hasta
desollar las piedras

más allá de la muerte o de la vida
de los límites del miedo y de todas las fronteras
de los tenores posibles del abismo

acaso haya un dios que nos reciba
acaso sólo nos quede el poema







Del poemario LIBRO DE LAS PUERTAS


Sobre el mundo

Para Alfonsina, Javiera y Silvina Sauret.
A la infancia, que sabiamente persiste.

En San Nicolás de los Arroyos
se huele a tilos en primavera
y resulta que desde la lejanía,
es interceptar la niñez en el campo y las tranqueras,
es hacer posible cruzar a un gato rojo
hasta la carne que cuelga
de la minúscula mano de una niña cereza,
darle de repente un paseo en bicicleta
o cortarle las uñas y el bigote
para enseñarle a ser no gato.

También San Nicolás desde un ángulo insomne
es escuchar al río en todas sus pulsaciones
enlodar los pies hasta el fondo del agua
hendir los dedos en el cielo enjoyado
y caminar hacia lo profundo
y no revelado de la alameda
una asfixiante noche de chicharras.

Pero es que San Nicolás desde otros cielos
que más da si es el último refugio de Buenos Aires
un acuerdo de próceres y poetas bordando la patria
o un clavo en medio del corazón

Ella se vuelve de improviso,
desde el reverso del cuadro:
y es una mujer de invierno con las cartas marcadas
de cemento y sed
madre de delantal húmedo colgando el deseo,
entre los alambrados radiantes y el sol;
Guillermo Hoyo hilvanando otra vez
su historia para que duela menos y
carnaval de niños y disfraces en la vereda del Boulevard.

Y es también pueblo perdido en el crepúsculo,
puerto enclave donde un barco carga cereal,
minúscula estación de trenes
y eucaliptos amenazando al cielo.

San Nicolás es una fiesta ritual
del corazón a los dientes
como los amores irreversiblemente secretos.

Pero, ¿dónde habré de estar mañana
cuando el día despunte
cuando ya no pueda descansar en ningún páramo,
en ninguna flor
ni siquiera en la niña cereza,
o salir a buscar palabras para otros versos;
cuando San Nicolás sea un sueño conquistado
o un suspiro remoto
y mis uñas crezcan como raíces
dentro de la tierra del Pago de los Arroyos?




Virgen de la lágrima

A Ofelia C.

Sin embargo, nadie se muere en la víspera del día,
sin embargo ese mediodía hubo tanto deseo
horadando la gran frontera. Sin embargo, el deseo
es ciego y desea más palabras, más canto bajo el
agua.
Ella es de fuego, como el deseo encerrado con cien
cerrojos en sus piernas desolladas. Ella no sabe que
posee un oráculo de eternidad en su mano derecha.
Sin embargo, ella está sola, y desea no ser el límite,
la caída, el desamor.

Nadie se muere en la víspera del día. ¿Estupor, deseo
o temblores en el corazón?
¿Vida o abismo en el universo de los silencios?

Sin todos los sinembargos, ciertamente, la la lágrima
es el lugar de lo imposible, es la intersección de una
calle, es una puerta, es el fulgor.





Por fin, Lima.

Para Arturo Corcuera y Antonio Cisneros,
los maestros, enseñándome siempre a abrir puertas.
Especialmente, a Mónica Arévalo y Walter Twanama.


¿Y ahora, qué? De San Nicolás a Lima y
este yo mío, tan solamente mío y austero,
tan inasible bajo el cielo limeño indiferentemente
gris,
dando de improviso y de lleno en el centro
del corazón.

¿Fueron casi diez o cien años?
¿Fue el sueño de los mil días con cada uno
de sus peldaños
o el umbral de cada flamante anochecer? No importa.

Y ahora, más ahora que nunca antes,
la memoria respira, intactas,
todas las playas del Sur,
todo el mar de enigmas que se multiplica y crece;
me devuelve también la carretera de Lima al
Palacio de los Unanue
con su cochecito de metal siempre en el mismo sitio,
con su capota vacía,
esperando el regreso de su niño
o tal vez el mío,
desde otro Sur siempre infalible y distante.

Y de improviso, se abre otra vez la Puerta Principal
de la Casa Marsano, en la Avenida Arequipa,
y cruzo cada salón, cada umbral,
y como en un ritual originario  y resplandeciente,
respiro lento y profundo
el eco imperdible de sus muros.

¿Pertenezco yo a Lima o es quizá Lima
ya mía para siempre?

Por última vez, mis ojos encienden
todos los balcones del Centro y La Punta,
por última vez, recojo de la playa la última piedra,
por última vez me inclino,
cierro la mirada a los cielos,
celebro un íntimo ritual
y finalmente,suelto todas las llaves al mar.




Río Paralelo

Río de todos y de la noche constelada,
espejo de árboles enjoyados
y de sonámbulos pescadores,
seduce finalmente mis labios
con tu sed flotando bocarriba.

¿Cuándo me traerás el corazón
enlazado a una señal, a una saeta?

Hoy vengo a caminar, una vez más, paralela a ti,
sobre tu falda de pez hambriento,
aquí muy cerca de tu oído,
para escuchar de tu lengua de aguas,
el sonido azaroso de mi nombre
el sonido del océano esperándote lejano
los sonidos ciegos del último amor.

Enséñame, Paraná páramo tantas veces prófugo,
implacable, cargado de promesas,
en cual de tus atajos me quedo para siempre,
deslúmbrame con tu canción a tierra deshauciada,
muéstrame tu sonrisa de dios despiadado sin máscaras.

¿Cuándo me traerás el corazón
enlazado a una señal, en una barca?

Sin tiempos, ni horizontes,
déjate beber,
río paralelo a la muerte,
y por única vez, déjame vivir y
caer hacia arriba
caer horizontal
caer profundo
en tu vientre abierto,  como un náufrago.




Huaquillas

A Jesús Garay.

“juntamos una a una todas las piedras
una mañana de decisiones implacables:
y con todo el deseo orientado hacia el lado del mar
comenzamos a recoger piedras como oro en pepas”.

Allí estabas tú, atento a mis indicaciones,
como siempre,
con la cabeza inclinada y los ojos amurados al piso
intentando comprender qué flores brotarían
esta vez de entre las piedras.

No eran piedras cualquiera, no,
perfectamente ovaladas y pulidas por el golpe
del mar contra la orilla de la playa insomne de Lima
las que en silencio elegíamos como diamantes:
verdes oscuras, amarillentas,
azuladas, grises y sepias.

En mi cabeza hacía ya tiempo
había oscilado como péndulo,
un jardín de invierno con un manto verde
que condujera a los visitantes hacia ti,
guardiana transparente de mis muros.

¿Quién lamentará ahora no haber estimado
la desmesura de mi corazón?
¿Quién zurcirá mi ausencia como se va zurciendo
día a día la muerte, la soledad,
o una música encantada?

Desde Huaquillas a Lima
envuelta en frágil papel
Tú, la más fuerte
la más espléndida solitaria
la única puerta original siempre sin llave.

Sobre un alcázar de azulejos sevillanos
estás aún en mi lábil hogar de cristales límpidos;
persistes en custodiar
las ruinas de la casa de los álamos,
allí, entre las flores de aquellas casi
lejanas horas vacías, allí,
quietamente, al costado,
entre el musgo y la enredadera;
y persistes aún en embriagar mis días próximos,
como entonces,
porque era yo quien te llevaba los geranios satinados
que me estiraban los guardianes del parque.

“Y te pedía todos los días que no fuera la certeza
el desamor
y te pedía más tiempo para gobernar el tiempo,
y la paciencia inmemorial de las hormigas
y te pedía un día más para por fin ser viento”.

¿Quién cuida ahora de ti, mujer de todos los
acertijos y estaciones?
¿Cada cuántos días embeben  las plantas
que yo amaba
en tu gruta de los sueños desollados?

Hace más de un año que no puedo besar
tu corona de reina desolada:
sin embargo, sé que estás ahí
al alcance de mis ojos, cuando develan tu sonrisa
en el silencio del heliotropo
ahí, al alcance de las puertas
marcadas de mi destino,
aunque yo esté suspendida aquí, tan lejos.





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