martes, 24 de enero de 2017

EMILIO HERNÁN HERRERA [19.895]


EMILIO HERNÁN HERRERA   

Emilio Hernán Herrera nació en el barrio de Belgrano, Buenos Aires, Argentina en el año 1978. Estudiante de Letras. En el año 2006 publica, para Ediciones Baobab, su primer libro, Ocho lunas de una noche de Carlos Oquendo, donde presenta una selección de sus heterónimos, homenaje al poeta Fernando Pessoa. Participó en la Antología de El Rayo Verde 2013, 2014 y 2015, 2016. Es parte de la VII Antología de Ediciones Ruinas Circulares 2015 como finalista. En el 2016 presentó su segundo libro: UN CUARTO AZUL, por ediciones El Ojo de Mármol. 



ÉXODO MARITIMO

en el fondo del agua
sacan a las vacas vivas
las van llevando en fila india

los caballos con sus patas congeladas
van ordenando la tropa
del otro lado de la zanja infinita

allí había pastizales
soja trigo avena
que ningún dios comerá

entre la zanja y el hundimiento
aún se ve la tranquera
que alguna vez fue campo abierto
con sus cosechas tempranas
esperando el nuevo invierno

ahora todo está ahogado,
es un río infinito



MOLINOS DE AGUA

el hombre de la ciudad
ve por primera vez
la aldea de los molinos de agua

diez molinos de madera
van tomando el agua del río
mientras unos niños corren
cruzando los puentes

llevan flores en sus manos
ofrendas humildes y de colores
que dejarán sobre una piedra enorme
que pertenece a una tumba

allí duermen los restos
de un campesino que pasó los cien,
un sabio y puritano
que enseñaba las letras

el hombre
ve contento aquellas cabañas de bambú
el sonido de los pájaros libres
el canto del río calmo
sometido a los molinos

la música más cercana a la paz
en un lugar que no le pertenece
le dan ganas de tirar su reloj
a un pozo ciego

dejar su ofrenda floral
rasgar sus vestiduras occidentales
ser un campesino con quimono.



SOL DE OTOÑO

pega el sol contra mi cara
es una suerte ver el azul limpio
tener la persiana levantada
mientras anoto expediente por expediente,
las chicas se quejan
de tener mucho trabajo

es lunes bien temprano
el sol quiere decirnos 
que aún tiene energía
para hacernos pensar en el verano

fingir que ese cielo tiene el canto de las olas
o hacernos ver los expedientes
como toneladas de arena

mi mano sobre la cara,
el sol tiene ese encanto
de hacernos creer que hay sólo
una estación por año

me arremango el pullover
de bajo de el
tengo tres o cuatro remeras,
creo que perdí la cuenta

sigo anotando,
las carpetas entran en calor
afuera hace frío,
por un rato no importa demasiado.

                                                                              


BAJO EL PARAGUAS

entre el bloqueo de la gente y sus paraguas
está la idea de huir de París
y que tu baile en la tormenta
tape cualquier imprudencia
que se me ocurra decir.



OBJETOS SIN NOMBRE

el deseo de plantar
un limonero
se fue por la alcantarilla
como todos los libros de poemas

autores de todas las generaciones
se fueron
recorriendo el pasillo central
del edificio
pasando la puerta de rejas
hasta las zanjas muertas
donde se acumulaban
las pérdidas

los objetos sin nombre
parecían todos, la misma cosa
no había forma de retenerlos

el agua los había convertido
en seres vivientes
que sabían flotar
pero no sabían qué destino tomarían.



PAREDES PINTADAS

el azul separa
la ventana de mi cuarto
del cielo

elegí ese color
para combatir la soledad
dejar atrás el pasado
pintar las paredes
el techo
el borde de la cama
las calcomanías del escritorio

el azul en todas partes
para olvidar el mal trago
el sol de las tardes vacías
las noches con gusto a temor
el cigarrillo apagado en el cenicero
la botella de ginebra por la mitad.




LAS PUERTAS DEL CIELO

la puerta corrediza de mi cuarto
da al espacio
así lo sentí desde chico
cuando se abría la puerta
y subía el escalón que separa
el lavadero de mi habitación

la oscuridad del silencio
en cada baldosa húmeda
el rocío de la noche
las sábanas recién colgadas
se estiran con el viento

enciendo un cigarrillo
siento la distancia
entre la terraza y el cielo
imagino en cada estrella
una ciudad desconocida
millones de años
nos separan

y esa creencia
de que más allá del cielo
hay una galaxia
donde alguien desconocido
está pensando lo mismo.



EL HINOJAL

me senté en tu orilla,
laguna El Hinojal
donde los peces salpican
el azul de sus almas

en Chascomús se habla
otro idioma
se repite el che al final
de cada verso
se aleja el tiempo
en El Hinojal
un hombre de boina
pasa veinte horas buscando
algo en la laguna

recuerdo esos días
cuando bañaba
mis dedos con tu agua
entre el mixto barro natural
y pensaba en un futuro regreso
a este, aquel, paraíso completo.



AL LIMÓN

tres moscas en el comedor,
de esas pequeñas y molestas,
no son como las grandes
más fáciles de ahuyentar

revolotean sobre las cosas limpias
se olvidan de las sucias
descartan el tacho de basura
o las bolsas de residuos

prefieren
los vasos recién lavados
con detergente olor a limón
atraídas por el gusto
de meter sus patas
en lo más limpio de la casa.



LA NIÑA EN LA TORMENTA

busco mi sombra en los charcos
en el agua acumulada en la pileta
sólo veo las monedas ahorradas
que no sé cómo terminaron ahí

el barro de la inundación
por todos lados,
la soledad

la cara de mi hija
se mezcla entre las cajas
de los discos que ya no sirven
y sus dibujos de la infancia
arrugados sucios rotos

la tormenta es el llanto
de una niña sin consuelo
que busca refugio
en el hombro de su padre. 



UN VASO AZUL

todo es inesperado
entre la tormenta y no saber
cómo rearmar ese vaso
que estalló contra la pared
del patio

entre el enojo de los dos,
la idea remota
de juntar cada trozo de vidrio,
creer que algún día
podría volver a ser un vaso
azul y brillante

y al mismo tiempo
sentir que la lluvia
pide que dejemos todo así
que la rejilla
se lleve todo ese sinsabor
o que el barro tape
cualquier indicio de consuelo. 




De: "Un cuarto azul", El ojo del mármol, 2015


PISO FLOTANTE

no hay manera de escapar
de esconderse del miedo
como hacíamos de chicos
cubriéndonos con una sábana

en la tele informan que está lloviendo
que el verano termina mal
con grandes tormentas
trato de seguir escuchando
pero la alarma del auto es más fuerte
se multiplica
como el viento
que rompe los vidrios de las casas
un rayo azul se clava en la antena
la luz de todo el barrio se corta

alguien golpea la puerta
es el agua que ya tiene forma de ola
convierte el espacio
en una habitación flotante
el gato salta sobre la cama
ya estamos nadando,
el nuevo río nos lleva.



DIALÉCTICA DEL FUEGO

me pregunto si la desesperación
es igual para todos
Si Hegel, cuando se sintió morir
se sintió realmente morir       
Fabián Casas

a Julieta Lerman

en esta habitación
llena de tijeras en la mesa
recortes que vuelan hasta tocar el piso,
una voz inconclusa de la calle
dispersa el vaivén de los graffitis
que se van formando en su caída


todo puede pasar
que la luz no sea azul
que este pensamiento ilógico
de ser una simple sombra
en un mismo cuadro
tampoco sea nada

repito varias veces lo mismo
intento ordenar lo dicho
mientras observo
cómo el fuego de este último cigarrillo
lo quema todo
y me acuerdo de Hegel
sin preguntarme si aquella noche
verdaderamente sintió la muerte.
  



La lengua del viento

la lluvia más bella
se iba hasta el fondo
como agua de madrugada
en forma de guadaña sobre el campo
¿acaso era el día del juicio final?

así te ocultás con la tierra mojada
barro impreciso parecido a tu piel


lo más asombroso es el silencio tuyo
escena donde el viento habla por los dos

el amor es más constante que la muerte, leías 
es claro que el tiempo se pierde
demasiado pronto demasiado tarde,
el azul nos separa
de espaldas bajo el diluvio.




La otra rayuela

es como pisar un charco
el agua se nutre de nosotros
caminar y ver una rayuela
sacarle algunas fotos
dibujar con tiza los números
en el pavimento

de eso se trata el juego:
saltar los charcos
sin piedritas ni casilleros
de algún modo
ambos queremos llegar
al mismo lugar desconocido. 

                    



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