martes, 5 de agosto de 2014

CAROLINA RACK [12.679]


Carolina Rack

Nació en Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires, en 1981. Es profesora y licenciada en letras (UBA). Desde el año 2005 es docente en diferentes ámbitos y niveles vinculados a la literatura. Ha participado en el programa de formación de escritores organizado por VOX y el Instituto Cultural de Bahía Blanca durante los años 2007 y 2008, así como de diversos talleres de formación. Forma parte del grupo Acción Creativa junto al que ha editado dos colecciones de plaquetas literarias y en el que participa activamente en el desarrollo de talleres culturales y espectáculos para su localidad y la zona. En el año 2009, en el marco de la muestra colectiva un día en la vida, publicó la plaqueta de poesía Calle Mate y en el año 2010, para el proyecto Acción Rotativa, publicó la plaqueta Du Bist net Shön.






Los de Mate Gasse son los pobres, los polak.
Nunca saludes un polak, te persiguen
y son sucios. Si no te bañás quedás como un polak.
Parecen dos polak, decía mi tía cuando volvíamos del campo.
El frío del baño en la casa inmensa, después de la ducha,
y los ojos negros del polak que se sentaba en la esquina
me daban ganas de escapar a la Mate Gasse.
La maldad de mi prima: hay un polak que gusta de vos.





Cada calle es una calle sola 
sin otras que a simple vista la crucen
por amenazantes, son pocas y bien largas, lo suficiente
para huir a tiempo si vivís justo en el medio
de una calle que está en una manzana
larguísima equivalente a tres cuadras 
y escuchás el ruido de los invasores
o de los que quieren deportarte, llevarte a una guerra
matarte de frío, de hambre, de venenos
buscarte para ir a lugares desconocidos
que tienen demasiadas calles, tres calles
donde en las colonias hay una sola, 
con el número correspondiente de esquinas
por donde doblan y pueden 
acceder rápido a todas las casas
robar chicos, secuestrar comida, usurpar 
violar a las rubias, rayar los pisos, 
desparramar las piedritas, arrastrar macetas
romper los jardines y las verjas pintadas.

Y si lo mirás desde google earth ves
detrás de cada casa un espacio verde
unos patios campos
donde podés criar hasta seis terneros
hacer crecer zapallitos y pepinos
en el verano,
construirle una casa a los chorizos
que se secan en invierno,
diseñar una ermita con piedras
para una virgen o santo estatuilla 
o pintadas en azulejos, sacar sillas
al patio delantero, recibir
visitas bajo un sauce, subirte
al muro del gallinero para espiarle
los chanchos al vecino, quejarse
por el olor y los cajones de abejas
vivir con el asfalto por delante
el césped recién cortado por detrás,
los hoyitos para los rosales,
la vereda barrida.
ahora sí, miro cuidadosamente cada
centímetro y no encuentro 
nada que me perturbe.






Llamamos a la que 
reza el rosario
por unos pesos
canta los cinco misterios
en giros melódicos
por costumbre
balancea el cuerpo flaco
desliza las cuentas
por sus dedos
un coro de agudos la sigue
hacia el final acelera el ritmo
por el apuro
quince, veinte pesos le dio la tía
saluda y se va.
Los viejos quedan en vela
los jóvenes hablan de no alargar la agonía
nos vamos a dormir un rato.
Llevan el cuerpo a la iglesia
un cura borracho confunde el sermón,
peregrinamos detrás del coche por la KircheGasse
no fumes, dice mamá, apagá el cigarrillo, queda mal.
Litros de agua bendita sobre el cajón
que, al parecer, también es cosa de rusos
como las flores de plástico
y los cementerios prolijos.






Carnaval en la calle ancha, no me gustan los pomos,
la espuma, o sí: estar mojada en febrero está bueno
pero ahí vienen esos rusos que son brutos,
antes nos gustaban, eran lindos,
después: el ataque, te agarro la cara, de los pelos
el pomo se gasta rápido, nunca a los ojos,
rompemos el aerosol, lo llenamos con agua
ya van a ver, del miedo y mojada
Vicky corre al lado mío, la llaman por su nombre
a mí no, no soy de acá, quién me conoce,
ese (fue ese),
yo con remera azul, estreno jean y la remera adentro
bajé catorce kilos, la remera debe ir adentro,
la panza chata, indicio: puedo ser atractiva
me tocan el culo
salimos corriendo y con espuma del pomo gastado
con la última espuma los rusos brutos escriben putas en la pared.






Cuando gana Independiente llevan chorizos al bar,
pagan la ronda a los hinchas,
hay uno al que le dicen panqueque, es del club que gana,
no se merece el chorizo, pero se le da,
ayuda en los festejos, lo gastan, eh, vos, panqueque.
Lo contaba mi tío en alemán,
la palabra panqueque resonaba
el sonido del charango en el medio de la estepa rusa:
kafjaskdfhskadfjkas PANQUEQUE dfasfjksafksañfdjkaseuiaewui






Du bist net schön

Cómo pueden unos pies bailenteros
trasladar por toda la pista
a esa boca dura
de labios apretados
de dónde salen esos pies
se preguntan algunos
yo sé:
salen del calor ruso alemán
ensayado en los zaguanes
bailando entre mujeres
con la prima o la vecina más grande
para ir al baile
la Madre sólo permite ir al baile acompañada de Irma
que es más grande y no la deja volver sola,
no la deja hacer huellas en la calle de tierra
con sus taquitos chupete
ni mezclarlas con los pasos de un hombre.
La Madre descansa imaginando
una vuelta de chicas que caminan
con los brazos entrelazados
como parejas
van de cuatro o cinco,
con tapados y lanas,
algunas usan medias de nylon,
cuidadas por Irma
riendo nada más, algo excitadas
todavía por el baile y la humedad
del galpón.
No sabe que
para ponerle coraje a la helada
hay que bailar en ronda y copita de licor
apretar los cuerpos un poco
los ojos entrecerrados para bajar las luces.
De todo eso sale
el calor ruso alemán
que se comunica con pies y caderas
suelta el recuerdo, agitada en el pasado
y la boca todavía muy quieta
de señora grande,
como debe ser
(hacia donde las lleva la ronda del baile
van las chicas
se mueven rápido
bailan entre ellas,
pasean escotes
estraples, minis,
algunas corean
las canciones en alemán,
suben el volumen de su sonrisa
con la cumbia,
ellas sonríen
las chicas serias pasaron de moda).






La remera animal print
todavía marca una cintura
célebre. Sus ojos giran
mira sin parar en todas direcciones
quiere saber qué pasa
los pies van guiados por la multitud
llevan el compás,
pero una zona de su cuerpo,
tal vez los hombros,
parte de la espalda
se mantiene indiferente
al ritmo. Esa es una marca
de familia: la rectitud
y además
el nudo que explica
por qué la polca está más cerca
de una guitarra punk
que de la cumbia colombiana.

Rubios naturales
Ediciones Vox, 2012.








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