miércoles, 8 de octubre de 2014

ALEJANDRO GUANES [13.593]


Alejandro Guanes

Nació en Asunción, capital de la República del Paraguay, el 18 de noviembre de 1872, hijo de Francisco Guanes y de Matilde Recalde.

Fue poeta, prosista, docente y periodista. Adolescente aún, fue a Buenos Aires para seguir sus estudios secundarios en el Colegio de San José de la capital porteña; allí, dio a conocer sus primeros poemas, entre ellos “Primavera”, dedicada a la patria lejana y amada.

De regreso a su país, colaboró en periódicos y revistas, entre ellos la “Revista del Instituto Paraguayo” que, por influencia de Guanes, incluyó en sus páginas de manera permanente una sección dedicada a la poesía de jóvenes autores tales como Ignacio A. Pane, Juan E. O’Leary, a más del mismo Guanes -entre los paraguayos- y extranjeros como Victorino Abente y Lago y Martín de Goycochea Menéndez. Cultivó la sátira periodística bajo el seudónimo de “Tío Camándulas”. Fue redactor de “El Diario”, “La Tribuna” y “El Orden”, importantes periódicos vinculados al denominado “Novecentismo paraguayo”, movimiento auroral y de gran producción literaria en el Paraguay de este período, del cual forman parte, entre otros, Cecilio Báez, Manuel Domínguez, Eloy Fariña Núñez, Manuel Gondra y el propio O’Leary, verdaderos fundadores de la cultura paraguaya moderna.

Enseñó “Preceptiva literaria” en el Colegio Nacional de la Capital y realizó traducciones del inglés, el francés y el portugués; de entre ellas fue muy celebrada la del célebre poema “Ulalume”, de Edgar Allan Poe.

Como los demás integrantes de su grupo, escribió cuando todavía estaba muy vivo el recuerdo de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza (1864-1870) y en su poesía trata de afirmar los valores espirituales de una nación que renacía de la catástrofe.

En un prolijo estudio sobre “El ciclo romántico modernista en el Paraguay”, Juan Manuel Marcos señala, a propósito de Guanes: “Murió sin publicar libro, ni dejar previsto el título de los póstumos que le publicaron: “Del viejo saber olvidado” (1926), ensayos de tendencia teosófica, una isla mística en medio del positivismo imperante, y “De paso por la vida” (1936), poemas post-románticos inspirados en Lamartine, Musset, Espronceda, Zorrilla. Su poema “Las leyendas” (1909) evoca las tradiciones paraguayas. “Salve, Patria” incita a la Nación a levantar, majestuosa, su “frente hoy abatida”, “Primavera” es el poema de la juventud nostálgica, lejos de la tierra natal. El intenso lirismo de Guanes no alcanza a disimular la “pasión patriótica” común a todos los novecentistas”. “Del viejo saber olvidado” reúne su producción en prosa y “De paso por la vida” la poética.

Por su parte, Hugo Rodríguez-Alcalá, en su “Literatura paraguaya” señala: “Su poema más famoso, “Las leyendas”, es una impresionante evocación del caserón antiguo de sus antepasados que hace revivir los momentos más trágicos de la historia familiar. En este poema -y en otro titulado “Ocaso y aurora”- Guanes revela ser escritor representativo de su tiempo...”

En 1984, “Alcándara Editora” publicó una “Antología poética” con lo mejor de su producción literaria. En la presentación de ese volumen se lee: “Frontera entre el romanticismo tardío y los atisbos iniciales del modernismo poético paraguayo, la obra escasa pero acendrada de Alejandro Guanes... suelta una delgada iluminación crepuscular a través de una generación entera de escritores nacionales. Desde la penumbra del dolor, vestido de recuerdos invencibles, con la evidencia de la suerte inmortal que alienta oscuramente en el precario palpitar del hombre, el poeta nombró su tiempo y su gente, sin olvidar un levantado amor a su patria, el recinto de sangre infortunada que ocupó su juventud”.

Refiere Carlos R. Centurión en su impresionante “Historia de las letras paraguayas” que “el poeta Alejandro Guanes, en la primera década del siglo XX, escribió “La cámara oscura”, comedia dramática que no llegó a la escena”.

El ilustre hombre de teatro paraguayo José Luis Ardissone presentó una obra basada en la vida de Guanes bajo el título de “Caserón de añejos tiempos”, uno de los versos de su poema emblemático “Las leyendas”; ese trabajo fue llevado al video y difundido profusamente.

Últimos años

Casado con Serviliana Molinas, falleció el 28 de mayo de 1925, a la edad de 52 años.



LA HORA DE LAS LÁGRIMAS

... Su claro azul el cielo torna sombrío,
temblorosas las flores pliegan el broche,
sus lágrimas primeras vierte el rocío…
Del perfumado seno del bosque umbrío,
tenebrosa y silente nace la noche.

... El tordo soñoliento cesó su canto,
allegóse al alero la golondrina;
van enlutando al mundo las sombras tanto
y es tan siniestro y tétrico su inmenso manto,
que su tristeza al alma se contamina.

... Al beso de la brisa sollozadora,
rutilan las tremantes líquidas perlas
que al caer, taciturnas, la noche llora.
¡Lágrimas! ¡Cuántas ruedan en esta hora!
¿Quién es el que no tiene porqué verterlas?




¡SALVE, PATRIA!

... ¡Salve, gentil, encantadora tierra,
salve, Patria querida,
más dulce al corazón y más amada
cuanto más abatida!

... ¿Por qué agotados he de ver tus senos,
marchitos tus pezones,
fuentes de vida rozagantes hechos
a amamantar leones?

... Sol de trópico enciende tu horizonte
y pinta tus palmares
y viste de crespón multicoloro
tus bosques seculares;

... sol de trópico besa fulgurante
tus llanos, tus alcores,
y estallan a su beso tus entrañas
en explosión de flores;

... sol de trópico besa tis vergeles
y a sus tibios raudales,
son amor los perfumes de las flores:
y los besos, panales.

... ¿Por qué agotados he de ver tus senos,
marchitos tus pezones,
fuentes de vida rozagantes hechos
a amamantar leones?

... ¿Por qué he de ver una encendida lágrima
temblar en tus entrañas,
si no hay oculto un cáncer en tu pecho
que muerde tus entrañas?

... Es que tu tierra primorosa y fértil,
que tu tierra opulenta,
harta está de la sangre de tus hijos
y del sudor sedienta!

... ¡Ah, si me fuera dado de tu frente
disipar las angustias,
en un beso libar todas tus lágrimas
de tus mejillas mustias…!

... Yo veré convertido en paraíso
tu jardín hoy agreste,
y veré recamada de guirnaldas
la fimbria de tu veste.

... Yo veré levantarse majestuosa
tu frente hoy abatida,
y tu querido pecho desbordarse
en explosión de vida.

... Han de besar mis labios cariñosos
tu planta triunfadora
en la senda florida del progreso
¡no hay noche sin aurora!

... Hoy, sólo rompe en mi garganta el grito:
¡Salve, Patria querida,
más dulce al corazón y más amada
cuanto más abatida!




TU ALMA

“Si es la pupila un espejo
en que el alma se retrata,
los que tienen ojos negros
han de tener negra el alma”.

Dijo un poeta y deduzco,
si tal argucia no engaña,
qué pues tus ojos son pardos,
no ha de ser azul tu alma.

No quiero decir con esto
que tengas el alma parda;
semejante conjetura
peca por aventurada.

Quieran las musas que el bueno
del vate se equivocara:
¡ojalá tus ojos pardos
encubran un alma cándida!

Un alma como celaje
flotante de la mañana;
un alma como una aurora,
mitad fuego, mitad nácar!

Y pues es muy diferente
la que tus ojos retratan,
no debo buscarla en ellos:
¡esos pícaros engañan!

Asómala, pues, hermosa,
hasta tus labios de grana
y déjame delirante
ver en un beso tu alma




RECUERDOS

A mi esposa

… Diez y ocho años há que en tu seno de Anadyomena,
rosa encendida, cáliz de aromas, búcaro ardiente,
de amor y dicha bebí anhelante la copa llena;
por vez primera me harté de mieles adolescente.

… Fue una mañana fresca y hermosa de primavera,
coloreados los horizontes de rojas franjas,
de verde obscuro todas las frondas de la pradera,
de oro las pomas almibaradas de las naranjas;

… de la alborada multicolores vívidos lampos
anunciadores alborozados de una esperanza,
en tus ventanas, tras de los montes, sobre los campos,
en las planicies de las Misiones en lontananza...

… Triste y cansado llegué a tu puerta... Tú me abrevaste
en la alma fuente de tu cariño... ¡Lumbre encendida
fundió la esencia de nuestras almas, y en el engaste
Dios puso el sello de su fecundo soplo de vida!

… Cunas y tumbas marcan la huella de nuestro paso,
como jalones blancos y negros. En nuestra senda
flores y espinas... Ya de venturas mágico vaso,
ya de olores los más precitos la copa horrenda.

… Y ora el aplauso de la lisonja nos adulara,
ya nos hiriera la maldicencia con su murmullo,
indiferentes a la Fortuna, la diosa ignara,
la frente limpia, como patena, fue nuestro orgullo.

… Una guirnalda de albos azahares rodó... Mis manos,
al detenerla, se lastimaron, en sangre tintas
la recogieron: y los azahares frescos, lozanos,
se convirtieron en mil claveles de rojas pintas.

… Con los primeros hilos de plata sobre las frentes,
y más que nunca latiendo juntos los corazones,
son tus miradas mis luminarias más relucientes,
y por ti vibra la arpa dulcísima de mis canciones.

… Y en nuestro cielo, limpio de nubes, con lumbre plena,
culmina el astro de la esperanza resplandeciente,
que estaba en orto cuando en tu seno de Anadyomena,
por vez primera me harté de mieles adolescente.




GLOSA DE LAS SIETE PALABRAS

I

… Pater, dimitte ills: non enim
… sciunt quid faciunt.

… Señor a cuyas plantas se despierta
la serpiente de fuego;
Maestro de sapiencia, abre mis ojos,
¡dame el conocimiento!

… No lo quiero por mí, concupiscente,
ni de egoísmo enfermo:
por seguir tu sendero estrecho y áspero
para amarte lo quiero.


II

… Amen dico tibi: hodie meum eris in paras.

… Tiéndeme tu brazo diestro,
brazo avenado en el crimen,
que perdonan y redimen
las palabras del Maestro;
arda como Tú en el estro
de Bondad, que te salvó,
mi alma que el crimen manchó
y que se lava en su llanto,
¡oh Dimas, único Santo
que el Cristo canonizó!


III

… Mulier, ecce filius tuus.

Por mí lo dijo, ¡oh Padre! Por el pobre
huérfano triste que a tus plantas llora
en la nostalgia de su excelsa patria:
… Por mí lo dijo.

No fue por Juan, el que te viera en Patmos
del Sol vestida y a tus pies la Luna
y la diadema aurisolar ceñida
… de doce estrellas.

Fue por el nauta que en lejanos mares,
por procelosa tempestad batido,
perdido el rumbo, torna a ti los ojos,
… ¡Maris Stella!

Por el mortal de ensangrentada planta
que los caminos de la vida huella,
ínclita hija de David soñada,
… puerta del cielo!


IV

… Elí! Elí! Lanmajha sa bactani.

… Si la duda sólo labra
corazón que a ella se dé,
pecho cobarde en su fe
que la esperanza no abra,
no pudo ser tu palabra:
"¿Por qué me desamparaste?"
sino en notorio contraste
con la exégesis del sabio,
debió de exclamar tu labio:
"¡cuánto me glorificaste!".

… Si de tu cruz me alejé
y tras el placer precito
sigue el sendero maldito
de la perdición de mi pie;
si en él se extingue mi fe
y corro desatentado
en pos del cielo soñado
de una dicha fementida,
diré al exhalar mi vida:
¿por qué me has desamparado?

… Mas si en ardiente piedad,
respira mi pecho infausto
y es mi dolor holocausto
que extingue mi iniquidad;
se expande mi aliento helado,
y mi espíritu exaltado,
Señor, al Padre confío
clamaré entonces: "Dios mío,
Cuánto me has glorificado!"


V

Sitio.

… Como roja siempreviva
se abre tu boca, Señor,
sedienta de nuestro amor:
"de ti, ¡fuente de agua viva!"
Mi sed es sed rediviva
de mi inaplacable aspereza:
abrévame con largueza,
que tengo sed de Verdad
y tengo sed de Bondad
e inmensa sed de Belleza.

… Por tu sed enardecida,
por aquella sed cruel,
mira a mi alma dolorida,
que está clavada en la vida
bebiendo vinagre y hiel.


VI

Consumatum est.

… ¡Venciste, Galileo! Dejaste consumada
en un suplicio horrendo tu obra de avatar,
al nublarse en tus ojos la luz de tu mirada,
sumióse el mundo en denso capuz de obscuridad.
… ¡Venciste, Nazareno!... Es pan de nueva Pascua
Tu cuerpo, rosa mística, pendiente de la cruz.
Al besarte las plantas, queme mi labio el ascua
con que inundaste al águila de Patmos en tu luz.
… Venció el Hijo del Hombre... María Magdalena,
los pies besa al Rabino, transida de dolor,
los pies besa al Maestro que una tarde serena
borró con su Palabra tu pecado de amor...


VII

Pater, in manus tuas commendo spiritum meum.

… Del ocaso,
del turíbulo gigante
del ocaso, que arde en púrpura
con las preces de la tarde,
con las preces de los mudos elementos,
se alza al Padre
la oblación del holocausto más sublime de los siglos,
la oblación inapreciable
de tu vida,
la oblación inapreciable de tu sangre.

… Rásgase el velo del templo,
los sepulcros se entreabren,
y las piedras con las piedras se entrechocan, y los muertos
se levantan de las tumbas...
… Como un eco,
en mi boca amoratada y retorcida por las ansias de la muerte,
vibre tu frase, Maestro:
Padre mío: en tus manos
mi espíritu encomiendo.



EL DOMINGO DE PASCUA

A LA MUERTE
(PARÁFRASIS)

… Buena amiga, no me asusta
tu obscuridad ni tu nombre,
sé que a tu seno va el hombre
dulce reposo a gustar.
Tu nombre asusta al cobarde
que a la dicha en culto erige;
quien por el deber se rige
llega tranquilo a tu faz.

… Negra, horrísona tormenta
el lomo del mar enarca,
y es de ella presa mi barca
desde el puerto que dejó;
a ti va, isla de reposo,
"que en medio el mar de la vida
al marinero convida
con su brisa sin rumor".

… Voy a ti, sauce sombrío
el de ramaje doliente,
a abatir la triste frente
que arrugara el padecer;
tras la noche en que me abrigues
lucirá un alba de grana;
tiene la tumba un "mañana";
la cuna tuvo un "ayer".

… Blanca virgen misteriosa
de los últimos amores,
novia que en el lecho de flores
ofreces eterno amor,
apresta el tálamo blando
para el amante rendido,
para el esposo oprimido
por la garra del dolor.

… Busqué en la ciencia del hombre
la verdad clara y desnuda,
y sólo afanosa duda
halló en ella mi ansiedad;
calme mi sed de agua viva
que esconde tu negro arcano:
obra para mí tu mano
la puerta a la eternidad.

… Corro a tu dulce reclamo,
tierna madre cariñosa,
la cabeza pesarosa
en tu regazo hundiré:
el "nephente" que me brindas
es una copa sin heces;
el reposo que me ofreces
no es el sueño del "no ser".

… Será para mí viaje
de dicha y encantos lleno,
con el semblante sereno
y tranquilo el corazón,
dejar la arena en que el hombre
en torpe lucha se agita
y a la mentira maldita
fastuoso altar erigió.

… Cierre tu piadosa mano
mis tristes ojos al sueño:
sediento de tu beleño,
oigo extasiado tu voz:
contraerán suave sonrisa
mis labios descoloridos,
cuando apagues los latidos
de mi herido corazón.



PRIMAVERA

(Versos de la adolescencia del poeta, con
los cuales se inició, obteniendo el primer
premio en un certamen colegial en Buenos Aires).

… Ensayo, Patria mía, lejos de tu almo cielo,
notas de un pobre canto que tiembla en mi laúd;
el canto melancólico que en hondo desconsuelo
me arranca la nostalgia, mientras tu augusto suelo
despliega de sus galas la nueva juventud.

… El dulce paraíso, el que nacer me viera,
se pinta en mi memoria con todo su esplendor;
la aurora de mi vida, mi alegre primavera,
tus bosques encantados, la plácida ribera
en que se miran límpidos, sus formas, su color.

… Acaso en esa orilla, tras las graciosas brumas
que el manto de la aurora desprende de su tul,
navega el mismo cisne, níveo bajel de plumas
que yo feliz miraba trazar en sus espumas
la temblorosa estela que copia el cielo azul.

… Y al asomar la noche, la triste noche calma,
el soplo de la brisa se impregnará tal vez
del mismo dulce aliento con que embriagaba mi alma
del perfumado aliento que bebe en la alta palma
en la mansión tranquila, feliz de mi niñez.

… Gimen en esa brisa la nota, que al poeta
inspiran apacibles los cantos del amor;
florece en su hondo beso la tímida violeta,
y al agitar las ramas su errante ala inquieta,
susupiran los boscajes concierto arrobador.

… ¡Oh Patria! Cuando pase la nieve de mi invierno,
cuando mis huesos cubra la losa sepulcral,
tus primaveras viertan sobre mi sueño eterno
sus perfumadas flores y con su arrullo tierno
entónenme tus brisas perpetuo funeral.




EN LA PRIMERA PÁGINA DEL
ÁLBUM DE MI HIJA MERCEDES

Lo que el lago al limpio cielo
que se mira en su reflejo,
lo que el soplo fugitivo
de la brisa es a la flor,
será este Álbum en tu vida,
reluciente, fiel espejo,
blando beso que se empape
de tu esencia en su tremor.

Hoy tu vida es un oriente
recamado de celajes
que aún no dora un sol
que oculta con su sombra el porvenir,
y si flor, es un capullo
que la brisa en los boscajes
aún no puede su perfume
misterioso difundir.

¡Alborada! Tiñe el rayo
precursor de la mañana
los celajes del oriente
convivido fulgor;
¡Primavera! En blando beso
roce el aura alegre, ufana,
con sus alas el capullo
primoroso de la flor.

Nunca surquen ese cielo,
nunca manchen su tersura,
ni el relámpago sangriento
ni el brumoso vendaval;
no marchite la flor bella
que entreabre el aura pura
ni el calor del sol de estío
ni la ráfaga otoñal.

Despertad, dulces alondras:
esplendente nace el día
y de trinos y gorjeos
los espacios inundad;
el pentagrama acaricia
palpitante la Amanía:
¡arpas mágicas, sonad!







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