lunes, 24 de agosto de 2015

YESSENIA ESCOBAR ESPITIA [16.877] Poeta de Colombia


YESSENIA ESCOBAR ESPITIA

Nació en la ciudad de Barranquilla [Atlántico], Colombia el 23 de marzo de 1979.

Digna heredera de una tradición irreverente de poetas como Aimé Césaire y Saint-John Perse, marcada por los fueros de una escritura que lleva el ritmo de su propia sangre,  y por la agobiante soledad de sus vocablos,  Yessenia Escobar  Espitia (Barranquilla, Colombia)  entra al mundo de las letras profetizando una  palabra nueva, un sílaba embriagada con un acento muy personal, exacerbado, melodioso, cargado con los matices de sus ancestros que viajan en sus venas como estrellas luminosas.  Desde su enmarañado universo, nos llegan estos poemas arrancados a sus noches, a  la insaciable curiosidad, a su comercio íntimo con el lenguaje y sus fantasmas, a sus relecturas de Walcott y de los poetas laguistas ingleses, a su flamante  amor por el sueño, a la exasperante  búsqueda de su origen, a los árboles  que crecen en la arena, a la mirada.  Su  poética   traduce los instintos de una mitología interior arrancada a las aguas del Caribe,  a la conciencia de un mundo anterior al suyo que otras veces es un sueño, carga consigo en los bolsillos palabras que brillan  y  pesan como el metal, las  pule en su taller y las vende a los viajeros.  Vive alucinada entre grandes estrofas, camina por sus bosques recogiendo caracolas y presagios, recogiendo  las notas de una música herida  por el tiempo.     Fernando Denis




EL BUITRE

Alígero, rampante cual Ayperos, majestuoso bajo el éter
se alza el buitre. En su místico trasvuelo,
cauto, grácil, sigiloso, soslaya el campo verde y generoso
que pródigo se ofrece ante sus ojos.
Desde su bosque de nubes afina sus catalejos sin premura
atisbando, con celo, el llano árido y portentoso
con la apetencia exacerbándole las tripas.
Sus emplumados mástilesde magna envergadura
descuella atarazando los confines, cerniendo su gloria tras su ruta.
El buitre es animal poco afectuoso,  la desgracia ajena
lo alimenta,mas nunca se ha escuchado a ciencia cierta
que de su propia especie haga deleite.Embebido,
en el vuelo el buitre merodea sobre la faz tendida
que tramara su noche,
y ya de lejos  las campanas plañen, redoblan, gimen,
abriendo en su corear el telón de la faena.
El tórrido sopor envenena la esfera, la brújula, en tiempo,
tras el preludio de un desfile de amapolas
mientras  el buitre, imperturbable, esperaque presto se le dé inicio
a la obra, a la gran charada.
La zafra, el fusil y la pipetase asoman en las manos
entre sombras.Un estrépito resuena en plena siega
acallando la calma del paisaje, el reluciente paisaje.
El buitre a la sazón cuelga sus patas,desciende en su ritual
de alas abiertas,su señal le anuncia a sus igualesque acaba
de ser servida la cena.




SI LA NOCHE FUERA VERDE

Si la noche fuera verde
y yo gimiera entre sus párpados,
como un bosque, como los ecos de un río lamiendo el erguido acantilado
de fiebre, sus orillas,
traería a mi bosque las palabras que soñamos,
las prístinas, las que buscan una voz de mármol
para quedarse en su eco.
Y entonces haría míotodo el mar en su rumor inmenso, 
verde y planetario.
Pero la noche es parda, roja, azul, descolorida.

La noche es niebla. Noche quemada en mis orillas.
No me queda másque guardar las horas
y quedarme callada.

                                                 


NO CABE DUDA

¿Guardarías los silencios en las manos
o todo el rumor del mundo?
¿Agobiarías mis certezas, meciéndome en la plenitud
de tus brazos dormidos,
como acunada en el caos de un sueño mudo e indecible?
Si estos augurios de las ninfas manaran de tus labios
o tan sólo fábulas lloviera en la caterva,
¿me adoptarías como el verbo que vibra en tu sangre
o el paliativo de ese eco animado y dulce que mora en tu consciencia?
Si las sílabas del mundo, de sus ruinas, de sus espumas, manaran sórdidas
y un postigo de fuego girase en sus entrañas,
me alzaría como fuente, como espiga vertical,
fría y mágica y sin vestigio de duda
me incrustaría, como piedra, en tu alma.





INSOMNIO

La noche merodea en los rincones del delirio
probando un sorbo de cada sombra, de cada instante
de esa sombra.
El mundo cae como una luenga estela de sueños,
ecos que suben desde las raícespor mi cuerpo desnudo,
tembloroso, con olor a madreselvas.

Mi noche, oh esa noche llena de hábitos y fosforescencias,
infinito túnel, umbral de piedra, meandros de la sed no saciada,
farallones de musgo y de sombra, subterfugios,socavones, sótanos,
trémulos avernos que caminan hacia una línea
de Kafka, y lloro,porque me envenena  el canto,
ese  gusano de seda que tendrá alas en mis ramas,
como la tierra que consume mi carne,
mientras miro el horizonte y giro con él
y me ahogo en los colores hondísimos,  en la palabra más líquida,
ahogada estoy entre silencios.





SUEÑO

La noche es un aullido que se escapa
como un haz de luz en las mareas,
pues las horas son el mar incesante, 
y acaso yo sea esa rocadesnuda ante el embate de su fuerza.
Me yergo como un grito en el silencio,
Soy ojos, fragmentados cual espejos, un enjambre de dudas
corroyéndome el sueño, esa cosa de luz que camina en mi mente.
Soy un punto de tierra en la hojarasca, un vórtice donde se acomodan
mis asombros, y una estacaclavada en la ola señala
el lugar del trueno,
tanteo a ciegas buscando el sitio donde dejar mi sed,
sumiendo un poco más de piel a mi memoria.

  



DÍA DE INVIERNO.

La tarde se deshace en lágrimas contritas,
cautiva por las agujas del tiempo.
Afuera, un tugurio de paraguas ennegrece el horizonte.
Sobre el lecho de asfalto serpentea un doliente arroyo,
asiendo como puñados de piedraslas máquinas de los hombres.
Ahogadas en su propio estropiciose miran impávidas las horas,
como si fueran fantasmas en el purgatorio.
El camino se hace largoy los huesos,
pesados como toneles de hierro,vuelven aún más lento
el andar de los pasos.
Los labios afanosos, ya gélidos y opacos,
buscan con desespero el sabor tibio del verano.

Pero el verano ya no concurre a las bocas,
ni a los cuerpos,ni a las verdes murallas,
sólo deja celosías  para mirar la noche.





ESTA CASA EN RUINAS

Esta casa ya no guarda en sus paredes
el moho de la utopía, ni el verdoso cardenillo de idealismo,
ni las causticas y mórbidas telarañas que el tiempo tejió
con mágica enredadera en la memoria:
ya sólo en el umbral copulaban palabras antiguas.
No abre las ventanas a otros mundos, no se cierran tampoco
mientras afuera merodee el judío errante,
aquel  que turba las conciencias de los que duermen.
Aquí ya no se hospedan huéspedes malditos,
ni los míseros con sus violines rotos tocan a la puerta,
sólo alberga príncipes vestidos de pueblo
que se bañan con cántaros de miel y aman el trino,
enjuagan sus gaznates con aceite de antiguos mercaderes
que ya no llegan a su puerta,
y ataviada de lino y rojo terciopelo, enmudeció  la lira de Erato y Euterpe
y vendió sus arcos a juglares espurios.
Ahora subasta sus ruinas en el mercado del usado.








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