miércoles, 24 de junio de 2015

ALVARO BALTAZAR CHANONA YZA [16.359]


ALVARO BALTAZAR CHANONA YZA

Nació en Yucatán, México, el 28 de agosto de 1962. Ha publicado en revistas literarias de Cuba, España, Perú y México. Sus textos pueden leerse en las siguientes antologías: Anuario de Poesía 1990 (Conaculta-INBA, 1991), Poetas de Tierra Adentro I, de Héctor Carreto (Conaculta, 1991); Un camino de hallazgos. Poetas bajacalifornianos del siglo veinte, de Gabriel Trujillo Muñoz (UABC, 1992); La voz ante el espejo. Antología general de poetas yucatecos, de Rubén Reyes Ramírez (ICY, 1995); Del silencio hacia la luz: Mapa poético de México, de Adán Echeverría y Armando Pacheco (2008); y Panorama de la poesía mexicana 2009, de Rubén Falconi y Romina Cazón; y la Antología del XIV Encuentro Internacional de Poetas (Zamora, 2010).

Es autor de Catarsis (UABC, 1988), La alforja de los desprendimientos (ICY-Conaculta, 2009) y Preludios para Cáncer (El Celta Miserable. Orizaba, 2009).

Gabriel Trujillo Muñoz lo ha incluido en el Diccionario biobibliográfico de escritores de Baja California siglo XVI-siglo XXI (IMAC, 2000). Tiene estudios castrenses en la Universidad del Ejército y la Fuerza Aérea y un Postgrado en Cirugía por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Correo electrónico: chanonayza@hotmail.com


La primera piedra

Mi lengua retorcida atesora la bilis antigua de los tristes
el grito inacabado del estómago y los intestinos,
que no aprenden aún
a digerir las hierbas amargas de la vida…

en esta hora en que vuelvo sobre mis propios pasos
acaricio el hígado de Dios, que endurecido,
golpea la puerta de mi casa
deletreo la soledad de las hienas que no amaban a sus hijos… 

siento el viento de la juventud que me ha dado la espalda
el cobre fracturado de los ríos que ya no hierve en mi sangre
la sal del mar que pule
la risa amarillenta de los muertos…

ya no me duele el aire que respiro, ni la mirada violenta
del amigo que traiciona, sólo este jazz que se repite
como la ruta de un esclavo en círculos concéntricos
y el eructo entrecortado y seco de los ajos después de cenar...

soy libre ya de toda culpa,
puedo arrojar contra el rostro desfigurado
de mis enemigos
la primera piedra… 


Viento negro

Pulen fusiles
sobre las tibias arenas del desierto
los gladiadores
del último imperio americano…

Roban petróleo
orinan sobre los muros cansados
de la piedad
guardan sus bayonetas en el ataúd
de la Biblia
destilan odios sin nombre
sobre el útero hinchado de todas las mujeres
del Islam…

Atropellan con orugas de bronce y acero
las costillas de la tierra
que gime como una loba sin leche para sus críos
porque ha llegado la hambruna
y el largo hedor de los cadáveres
ya cubre las flores de la primavera…

Sobre todos nosotros
arrastrarán sus blancos carbones
los misiles…

Dios
ya no se alegrará de la lluvia 
sin la risa de los niños
otra vez, viento negro:
              que ningún hombre más
              escupa sangre
              para que otra pueda ser feliz… 


El evangelio turbio de Virgo

B).

Hay un hombre de piedra colgado
en el antiguo museo de la noche
con los brazos sangrantes y abiertos
como un Cristo judío…

No sabe rezar, no quiere disculparse
no conoce los alcances del perdón…

Con los ojos cerrados ve muertos caminar
por todas partes
niños lavando a toda hora
los cadáveres de sus padres
y algunos juguetes…

Es un artesano que infatigable
repara las cabezas de granito
de otros dioses celosos
sedientos de sangre y de venganza…

Su casa, su taller
todos sus instrumentos
de fe y de labranza
han sido quemados entre la purificación
y la blasfemia…

Quiso tener el corazón de Ruth
en las tierras de Moab
donde comían los hígados crudos
de sus hermanos
los chacales de la idolatría
las hienas de Gomorra
los huevos tiernos de sus críos…

Piensa que algún día tendrá
la edad suficiente para creer
en la causa noble de los sacrificios
que la paz que aún no conozco, Señor:

sea con él

y sea contigo…


G.) 

Aún veo temblar
los escalpes humeantes
de todos mis hermanos israelitas
en el helado crematorio
de los nazis…

Los clavos y los tres maderos
que sostienen el abrazo fatal
de un carpintero
que no quería ser rabí…

En la pantalla de plasma
el estrecho bigote de un nuevo dictador
la insoportable huella de un oso carnicero
hundirse sobre la nieve resignada
de Siria, Auschwitz y Terblinca…

Los nietos hermosos de Palestina
inmolarse como pájaros de fósforo azul
junto a los gritos ensordecedores
de una ambulancia o un mortero…

Mientras escucho un shofar
llorar sin descanso
el corazón de María en los suburbios
de Getsemaní
en cuyos muros pretéritos
no ha dejado de orinar
piedras y sangre
ese viejo gorila llamado
Herodes El Grande…

El solo hecho de mirar
me hace culpable
ser parte de esto
es mi castigo…


H.

Toco las incontables heridas de mi carne
anémica y subterránea
una a una, no para ver si se mueven al verme; o si
duelen,
sino para sentir que todavía están ahí
porque hace mucho que no me dicen
nada…

Como a todos nosotros, este dolor de andar también
consume
se agota de tanto que lo insultas y aborreces, incluso,
decide alguna vez dejarnos para que otro dolor venga
o mejor aun; se va a vivir con otro…

Yo sé en qué rincón llagado de mi estómago
ha dormido
en qué lugar de mis vértebras
se ha comido a las células huidizas
de mi sangre
en que aciago grito de mis testículos y mis rodillas
se ha quejado de su propio dolor de lastimarnos
sé hasta dónde, sin querer, se ha marchitado
como esa flor
que en el pequeño ataúd de nuestros hijos
olvidamos…

Yo soy como todos ustedes la prueba viviente
de esta verdad y esa simbiosis: el dolor aún sigue
estando ahí
pero a fuerza de negarlo aprendió a vivir conmigo…

Hoy no quiere nada más de mí, ya no se queja,
ya no se siente así mismo
ya todo se lo di; ya no me duele…



Tu reposo

Antes de dormir recogerás la ropa sucia de mis hijos
lavarás tus pies de arena, tus caminos de arcilla
que no anduvieron las hormigas, los granos de café
y las últimas lluvias del otoño.
Como una gata que en el reposo encuentra la fuerza necesaria
para enfrentar a los ejércitos gibados de la noche
quemarás tus armas sobre los sueños desteñidos de la estufa…
Serás el fruto azul y desnudo del conocimiento
la manzana en que el gusano obeso de la culpa
se anida para recordarnos que somos la carne de los gentiles
el suero de Abraham que no coagula
la llave que abre y cierra el paraíso
con algunas espinas y hierbas amargas para ofrecer
en sacrificio durante la pascua judía.
Serás el hueso doloroso que se atora en mi garganta
en las palabras que no puedo decir cuando muerdes mi lengua
la punta agotada, casi rota de mi sexo
que llora como un niño hambriento
en los suburbios de tu pelvis…
Serás la leche de los pechos que no me alimentaron:
Eva, Sara, Esther, María de Magdala
el ángel que me condenara a morir lejos de la casa
en que cortaron mi cordón umbilical y mi prepucio
teniendo como testigo al profeta Elías…
Y cuando te duermas sobre la tierra de los justos
por mi fe en ti, colérico y celoso,
Dios me llamará a cuentas como a Lot
entonces, me quedaré sin nada…








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