sábado, 11 de octubre de 2014

ELSY SANTILLÁN FLOR [13.627]


ELSY  SANTILLAN  FLOR

ELSY  SANTILLAN  FLOR, poeta, narradora , dramaturga y abogada nacida en Quito, Ecuador, en 1957.  Es Doctora en Jurisprudencia y Abogado de los Tribunales del Ecuador. Ha escrito obras en narrativa, poesía, narrativa infantil y teatro. En 2014 fue invitada al XXVII Encuentro Iberoamericano de Poesía en Salamanca, España y en ese marco se presentó también en:   Aula Magna de la Universidad de Salamanca, Palacio De los Serrano, en Ávila y Casa de América en Madrid, con recitales poéticos. Ha sido incluida en diversas antologías del país y extranjeras de cuento y poesía. Traducida parcialmente al Húngaro, Francés y Yugoslavo.

OBRA PUBLICADA

Narrativa 

- De mariposas, espejos y sueños  Cuentos.  
- De espantos y minucias.  Cuentos.  
- Furtivas vibraciones olvidadas.  Cuentos.  
- Gotas de cera en la ceniza.  Cuentos.  
- Los miedos Juntos.   Cuentos.
- Las ficciones de la soledad, Cuentos, 
- Algaradas.  Cuentos

Narrativa Infantil

- Las doce habitaciones de la magia.  Narrativa infantil
- Maravilloso Agustín.  Narrativa infantil.
- Tiniebla 13 Cuentos fantásticos.

Teatro

- Danza imperfecta
- Cena para estúpidos

Poesía

- En las cuevas ajenas de la noche 
- Aristas en el tiempo nuevo
- Proscritas Nimiedades

En colectivo es coautora de los libros:

- Deseabuios 1.  Quito, Ecuador
- Desabuios  2.   Ibiza, España, 
- La certeza de los presagios.  Cinco narradoras  ecuatorianas.

Premios

-Premio Nacional “Jorge Luis Borges”.  1995
-Premio Nacional “Pablo Palacio”.  1998
-Mención de Honor del Premio “Joaquín Gallegos Lara” a la mejor obra publicada en Teatro. Consejo Metropolitano de Quito, 2011
-Premio en colectivo de La Casa Internacional de Escritores y poetas de Bretaña, París, 2012 - 2013





INFANCIA DE HORAS DELICIOSAS

de colores suaves 
llena de música,
de perfumes
y de voces.
Los días infinitos
amasados en arrullo y canto.
Mirada perdida en las paredes altas 
buscando curiosa las figuras
de seres fabulosos en sus frescos.
Tibieza de arreboles en las cosas,
en las simples cosas 
que guardaban magia. 
Sonrisas y flor de madreselvas, 
juegos inconclusos,
gotas de lluvia en las brillantes piedras.
Pilares vigilando los tres patios
y gorriones grises en los aleros de plata.
Así fueron los años inocentes
que espantaron prestos la exquisita pena 
cerrando los portones frente a ella.
¿Dónde habrán ido aquellos tiempos?
Escaparon 
como se dispersa el agua en las arenas.
Se fueron 
en estampida de sueños y de alas.
No retornaron jamás
y me olvidaron.




LA ZARPA HABILIDOSA DEL DESTINO

me llevó a un lugar extraviado en el olvido. 
Jamás imaginé que esto pasara, 
mas pasó, 
y sé, 
no hay vueltas, 
mucho menos retornos prometidos.

Estuve en medio de lo que otra hora fue vorágine,
sombras, dolor y mortecino miedo,
evocación de recuerdos, y las voces
saliendo de rendijas y oquedades.
Miedo atroz y rayo estremecido.

Más todo pasa, 
como pasan las corrientes
de ríos y de mares,
como siguen los años y los siglos.

Todo pasa…, 
pero queda el alarido
oculto entre los pliegues de la falda
o rozando el cabello cualquier tarde.

Queda ahí
Cual monstruo que acecha entre las sombras,
cual sombra que acecha entre los monstruos.



EL DOLOR RECORRE HOSCO POR LO INTERNO

cual enemigo clandestino 
y al acecho,
como enfermedad temible e incurable.
Se enquista en las profundidades de la carne,
y aflora cuando quiere y como quiere.
Recorre ansioso los caminos,
las posadas,
los instantes.

Baja y sube como déspota inquilino,
como dueño atroz,
u opuesta entidad intransigente.

No permite que la placidez alumbre.
Es rabioso perro de hortelano.
Lo presiento 
en medio de tediosos lances, 
de imperfectas brumas,
de naturalezas muertas.

Es el vampiro de todos los segundos
que sorbe los poquísimos instantes 
de fugaz sonrisa en estampida.

El dolor 
Este dolor. Es un desgraciado mal parido.



LOCURA CAMINA POR LA CALLE

va a paso lento
a sonrisa cruzada de ficciones.
Lleva un traje sastre,
tacos y cartera de oro,
joyas en su garganta seca.
Graciosa ve a todos lados,
ningún transeúnte se le escapa.
Los mira con ojos de alegría,
sonríe con mohines seductores,
palmotea alegre en sus espaldas.
La gente no la siente, ni presiente,
es invisible en esta hora,
su cuerpo se atraviesa como el aire.
Locura otea ansiosa las ventanas
no encuentra a nadie, se molesta y pasa
produciendo una grotesca risotada.
Salgo de mi rincón
abro mis puertas
le digo que esperaba su llegada.
Curiosa me mira
toca mis cabellos, 
olfatea mi aura,
mi alma entera
y cadente avanza por la calle




EN LAS CUEVAS AJENAS DE LA NOCHE


VII

Por magia, por luna y por espejo,
por astro, por volcán y por encanto,
por mío, por nuestro, por anhelo,
por aire, por tierra y embeleso.
Por ser, por querer, por olvidar,
por queja, por lágrima y sonrisa,
por amar, por soñar, por poseer,
por la ida, la salida, por la rabia.
Por el beso, la mirada, la caricia,
por el deseo, el anhelo, la certeza,
por el sol, la estrella, los relojes,
las once, las cinco, medianoche.
Por el saludo, la mirada, el fingimiento,
por el encuentro, la cita, la comedia,
por el auto, el café, el trago corto,
por no verte, por los gestos, por la duda.
Por la noche, por el día, por la ausencia,
por el ruido, el verso y la canción,
por el irse, el volver, el abrazar,
por tu boca, tus manos, tu saliva.
Por el ansia, la locura, la pasión,
por la entrega, la ternura, la palabra,
por la foto, el poema, por los libros.
Por vivirte, solamente por vivirte…




XIV

Amarrada
al universal imán que me gobierna,
con la inconmensurable verdad
de no poder romper la cadena.
Maniatada
y no precisamente a la fuerza,
me agrada masticar mi suerte.
Masoquista de la chupa sangre,
sádica de la tortura,
adoro herir mi piel
y
untar sal en su dolor

Prisionera en horribles celdas
sometida a los más refinados tormentos
-aúllo y agito mis alas-
Cuando siento el exterminio de mi YO.

Ahora vengo
de dejar mis uñas en su calle,
mis dientes en su cama,
mi sangre en su camisa.
Todo por raspar al corazón
en su áspero cerebro
de cemento.





Es la orfandad 
que recorre presurosa,
por galaxias de sueño 
y de cristales.




Una mujer me tiene maniatada
mientras otra salpica su sangre en mis vasijas.
La una es una perra de hortelano,
la otra una puta de juzgados.

A ninguna la conozco frente a frente
pero han sabido exasperar a los demonios
que pululan en las sombras de la mente.

Las dos
amasijo de execrables decisiones,
estampida de satanes,
pariendo un hijo bastardo cada día.

Ambas
dos piedras en el monte oscuro,
dos flechas incrustadas en la carne,
dos brujas con grilletes
bailando en aquelarre.






La zarpa habilidosa del destino 
Me llevó a un lugar extraviado en el olvido.
                             Jamás imaginé que esto pasara,
                                                           mas pasó,
                                                               y sé,
                                                       no hay vueltas,
                                         mucho menos retornos prometidos. 
Estuve en medio de lo que otra hora fue vorágine,
                                       sombras, dolor y mortecino miedo,
                                      evocación de recuerdos, y las voces
                                      saliendo de  rendijas y oquedades.
                                        Miedo atroz y rayo estremecido.
Más todo pasa,
como pasan las corrientes
                          de ríos y de mares,
   como siguen los años y los siglos.
Todo pasa…,
               pero queda el alarido
oculto entre los pliegues de la falda
o rozando el cabello cualquier tarde.
Queda ahí
Cual monstruo que acecha entre las sombras,
cual sombra que acecha entre los monstruos.





Doce niñas jugaban a la ronda,
el sol de aquel verano
resplandecía caluroso entre la fronda.
Unas cuantas eran primas,
                            hermanas varias de ellas,
                            las demás amigas.
Unas eran morenas, rubias, pelirrojas,
delgadas, gordezuelas,
de rizado pelo
                   o lacia cabellera.
Todas reían y cantaban una estrofa
(con manos enlazadas
(serpenteando en vueltas)

En su canto todas eran
mariposas,
                ninfas,
                          reinas.
Hadas,
          princesas
                       y deidades.

Felices, daban vueltas en la ronda
sin saber que el futuro
-como en suerte de ruleta-
cambiaría advenedizo. 
  
 Para esas pequeñas
el destino les tenía deparado
                                        sombra y tristeza,
                                 amargo trago de desdicha,
                              insomnes tinieblas de tragedia.

                           Y el monstruo perpetuo
                                   que es el tiempo
                en voraz remolino y en furioso viento
                              se tragó sus historias
                                  y sus sueños.

Ninguna de ellas jamás recordó ese canto,
                                                ese día,
                                    mucho menos esa hora.

                 Y aquella ronda
–como las simples cosas de la vida-
         fue olvidada para siempre.







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