martes, 17 de febrero de 2015

RICARDO CARREIRA [14.922] Poeta de Argentina


Ricardo Carreira 

Nació en Buenos Aires el 23 de diciembre de 1942. Se lo suele definir como artista, trotskista, anarquista, alquimista, libertario, hereje, poeta y loco. Salió al ruedo en 1966, con varias exposiciones, de un tipo especial de obra que años después dio en llamarse “arte conceptual”, y estuvo relacionado con el Di Tella. Avanzó hacia la politización del arte y ese mismo año es invitado al Premio Ver y Estimar en el Museo de Arte Moderno. También participa en la exposición “Plástica con plásticos”, organizada por la Cámara de la Industria Plástica. Allí presenta la obra de la foto. En 1967 participa de las Experiencias Visuales del Di Tella. Exhibe en el Premio Braque. Al año siguiente participa de la destrucción del retrato de Kennedy en el Salón Ver y Estimar. Participa también de los incidentes del Premio Braque en el Museo Nacional de Bellas Artes, que terminaron con la cárcel para él y otros nueve artistas. Forma parte del grupo inicial de “Tucumán Arde”. Integró el grupo de artistas que exhibió en el CAYC a fines de los setenta y comienzos de los ochenta. En 1989 participa en el libro No al indulto, la obediencia debida y el punto final, organizado por León Ferrari, Fernando Bedoya y Emei. En 1990 forma parte de la muestra “Los coleccionistas”, organizada por Mónica Guariglio en el Centro Cultural Recoleta. Murió de septicemia el 27 de agosto de 1993.




Ricardo Carreira
De 
POEMAS


1

El café se evapora en la taza verde.
café,  taza.
evapora.

La luz rebota contra el plato, la taza y la
mesa.
luz,  plato,  taza,  mesa.
rebota.

Tomo la taza y la cambio de lugar.
taza,  lugar.
tomo,  cambio.

Hay menos café en la taza porque está
caliente y se evaporó.
café,  taza.
hay,  evaporó.

El golpeteo de la luz la hace vibrar como una
campana.
golpeteo,  luz,  campana.
hace,  vibrar.
parece,  quieta.

Cuando la apoyo sobre la mesa, la mesa gasta a
la taza y la taza gasta a la mesa.
mesa,  taza.
apoyo,  gasta.

(…)




2.

Hay trescientos libros cerrados en mi biblioteca.
libros, biblioteca
300 palabras por página
palabras, páginas.
Voy leyendo palabra por palabra.
palabra.
Sé que estás ahí leyendo.




*


Tengo una piedra blanda y redonda en una mano.
Te pido que me dejes tomar tu mano.
Cinco más cinco dedos y las manos.
Todo lo creado por nosotros tocaron tus manos,
miles, muchas cosas.
Ahora solas tus manos y las mías, tibias
oscilando juntas, sin que se note.
Tu mano ha tocado una taza por todos sus lados
y aristas, un plato, una radio por la llave y
toda, por el pasa cassette, el enchufe, las
paredes poco, las puertas, tus zapatos, tu
corpiño, tu pollera, el peine, el perfume, y
mucho más.
Ahora están solas, tu mano y la mía, juntas,
con sombra.
Tengo una piedra de varias formas en mi mano.
Tus manos han tocado un televisor, silla, vaso,
reloj, tenedor, ladrillo, lámpara, heladera,
pañuelo, pullover.
Ahora están, tu mano y la mía tibias, juntas,
oscilando, a media sombra.

(están tibias porque están resonando como una
suave música)

no te oigo.


*


Una mujer está en el baño, desnuda, su ropa
seca está sobre el suelo mojado.
La ropa va absorbiendo poco a poco el agua.





Las puertas de madera están sujetas al marco
de hierro.
Hay tres paredes sin puerta.
Sobre el suelo hay tres grandes máquinas sujetas
al suelo con tornillos.
No pasa la luz entre el suelo y la máquina.
Estoy en la calle haciendo fila entre diez 
empleados.
Han alquilado mis manos y mis pies durante
treinta años, diez horas por día.
Tengo mis zapatos sujetos a mis pies.
Me aceptan, y paso por la puerta, encuentro
tornillos, aserrín y agua a mi paso.
Allá está la máquina esperándome como una 
estatua de acero sucio y gris.
Contra la pared, cerca del borde del techo, hay
una ventana que deja pasar la luz que se mezcla
con la luz de la pieza.
Una delgada capa de grasa se une entre la
palanca de mando y mi mano.
Soy la continuación de la máquina y el suelo.
El sonido del parlante de la oficina se mezcla 
con la luz de la calle y la luz de neón de la 
habitación sobre mí.

Mi mano se despega de la máquina, 
cierro el puño y pienso en mí.
La mano.





Mataderos, de Ricardo Carreira
(El niño Stanton, 2010)

Por Valeria Medero

Incluyendo poemas, prosas y dibujos, "Mataderos" arma un corpus, le da forma, espesor y límites a una producción artística que su creador deseó dinámica, fluyente e inasible; y que tras ese deseo fue convergiendo finalmente en una forma única: la performance. Es la muestra de una obra que subsiste incompleta por deseo y por ausencia de su autor. Cuando Carreira quemó sus pinturas en 1974, había decidido que su nuevo proyecto artístico no sería sino "hablar", por eso su obra no se puede considerar sino inconclusa sin la presencia física de su autor; dado que es la obra de un artista cuya pretensión fue pasar a ser él mismo su obra. Porque Carreira aspiraba a un arte que no estuviera hecho de objetos, sino que se constituyera en el mismo sujeto-artista: arte, artista y obra como un todo indivisible.

El libro se divide en 3 partes: poemas; prosas, papeles y apuntes (donde también hay dibujos); y epílogos y anexos. En la primera parte, una selección de poemas es la plataforma de lanzamiento, el lugar desde donde Carreira apunta y dispara al mundo: con el anclaje en la palabra. También es el lugar desde donde rescata la materialidad de la experiencia de las palabras.

Sus poemas son un sistema de categorización, donde destacan el nombre y el verbo: desnudos de sintaxis, en lugar de pasaje obligado y posición evidenciada al final del verso. Como parte constitutiva del tejido rítmico, es desde el nombre donde subraya el peso de los versos: en la repetición, en el peso de los objetos que fueran intervenidos por el verbo. 

Cada objeto se mueve a una velocidad distinta
Y entra en contacto con distintas cosas.
Objeto, velocidad, contacto, cosas.
Mueve, entra.

Mesa. (allá hay una mesa de madera)
Tiempo. (¿dónde está?)
cualquier cosa que se mueve sirve para comparar
el movimiento de otras cosas.
cosa, movimiento.
mueva, sirve, comparar. 

Subrayados y resonando al cierre de cada estrofa, resaltan extrañados los objetos del mundo tangible; el ritmo trata a las palabras como objetos y los objetos recorren las líneas de sentido del poema, enrareciendo su presencia cotidiana.

Pero la materialidad también es la del cuerpo, la del cuerpo sensible con el que el poeta palpita el mundo, porque "todo lo que resuena tiene distintas tibiezas". Materialidad que empuja a la acción, teoría que se vuelve acción política en los textos siguientes, política que se vuelve intervención en el campo cultural. Así, en la segunda parte encontramos los textos donde Carreira postula su teoría del arte, del lenguaje, de la palabra como material del poeta; pero también del Estado y la sociedad contemporánea.

Como una teoría del arte, Carreira plantea la idea de deshabituación como objetivo, parecida a la idea de extrañamiento de los formalistas rusos. Deshabituar, incomodar, molestar de manera permanente a la conciencia adormecida por la rutina, ése debería ser el propósito del arte en la lucha por la libertad y el cambio social.

Qué arte hay que hacer entonces?: +

Conciencia, que no sea eludible y que no se pueda aguantar esa conciencia. Cuanto más masiva y cotidiana mejor. Cotidiano como mis zapatos pero que me vayan uno muy grande y el otro muy chico.

La conciencia como condición de la verdadera libertad.

Esta selección de textos poéticos, críticos y teóricos, recorre el trayecto del artista en esa búsqueda e intenta capturar su presencia en la memoria de quienes lo conocieron y compartieron con él algunos de los espacios donde circulaban los artistas. De esa intención surge la tercera parte del libro, donde Ricardo Piglia resume así su visión del proyecto artístico de Carreira: "para Carreira el arte siempre fue una forma de acción. En los últimos años trasladó esa práctica a los usos del lenguaje. Las palabras se le convirtieron en un campo de lucha, una versión en miniatura del orden del mundo", orden asociado al status quo, que en consecuencia había que alterar, subvertir, des-ordenar, romper para liberarse de ataduras. Porque así como estamos, no todo está bien y lindo.





Memoria

Una simple marca en una madera tiene más memoria
que un ser humano. Hasta que la marca sobre la
madera no sea borrada, ésta persistirá como
gravado. Mientras que un ser humano con sólo
mirar para otro lado ya no percibirá el grabado
de la madera.
Una foto, un gravado en madera, una cinta de tape
tienen mucha más memoria que nosotros.
Nuestra memoria es más bien externa, nuestra
memoria son los objetos externos. Si bien tenemos
memoria, la memoria propiamente de nuestros
sentidos tiende a borrar. El aparato de
percepción visual borra a la velocidad que recibe
la luz. Si tuviéramos la memoria de una foto no
podríamos desplazarnos frente a nuestros objetos y
con sólo mover la cabeza saldrían borrosas
todas las imágenes.
La posibilidad de borrar nos permite ver un
objeto en todas sus partes, adelante, atrás,
adentro, posibilitando la realización de
cualquier trabajo.
Nuestra memoria son los objetos externos a
nosotros. Todo objeto creado es una memoria, como
una foto, un tape, un grabado.

Mataderos, Ediciones Stanton, Buenos Aires, 2010







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