lunes, 11 de marzo de 2013

JOSÉ FLORENCIO MARTÍNEZ [9415]



José Florencio Martínez nació en Trespaderne (Burgos) en 1950. Desde 1973 vive en Barcelona donde obtuvo la licenciatura en Derecho en 1980. Ha colaborado en las páginas de crítica literaria de El Periódico de Cataluña y en las revistas El Ciervo, Arte Urbano y Alga. Es socio de la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña) de donde fue miembro de su Junta Directiva durante 4 años. También pertenece al grupo de poetas El laberinto de Ariadna. 

Ha publicado en poesía: Sonetos y otros sones del corazón, De las madrugadas amantes (poemas de jazz), 4 estaciones de amor, El espacio de la mirada, Tríptico italiano, Sobre los números, Ángeles o poemas, Teseo no saldrá del laberinto. 

Ha sido incluido en las Antologías: 10 de Barcelona; El laberinto de Ariadna (10 años de poesía) y en la antología de poesía erótica Erato bajo la piel del deseo. Teatro: Lo hemos afusilao esta mañana, El geriátrico en la playa y El carnaval de los locos. Biografía: Biografía de Lope de Vega (1562-1635). Un friso literario sobre el Siglo de Oro.


Ha obtenido los siguientes premios:
  - I Premio en el Concurso de Poesía José Mª Valverde (2000).
  - Finalista del Premio Amateur de Poesía Planeta de Agostini (2000).
  - Accésit en el Concurso de Poesía José Agustín Goytisolo (2002).
  - I Premio de Poesía Semillero Azul, Sant Joan Despí. (2003).
  - I Premio de Poesía en castellano Vila de Martorell (2004).
  - Accésit y edición XXVI Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, 2006. Diputación de Huelva.




BARCELUNA (Cava de jazz)

Salimos del garito y era tarde.
Llovía fuera y dentro de la música.
Pero la noche adelantaba su pierna
derecha entre los dos y el gin-tónic
y no servían de nada los paraguas de Sidney Bechet
ni los Lester Young calándonos los huesos.
Acabábamos de conocernos hacía dos cigarrillos.
Arrastrábamos ambos mala racha últimamente
y la soledad nos helaba el alma de febrero.
La Plaza Real se había quitado las máscaras
y los muelles del puerto eran un enorme pájaro muerto.
Buscamos una pensión barata donde juntar
[las cicatrices al amanecer,
donde huir de aquella atmósfera de exilio y de destiempo.
Ramblas abajo, tú eras el carro de las heridas
y yo el perrillo atado al eje de la rueda.

(De las madrugadas amantes/Poemas en jazz)





Los números transfinitos

No sino sombra son que se conjuga,
engranajes de sombra de lo no comprensible, 
grietas de sombra densas, desgajadas
de las manos de un dios como migajas.

Pies de lo intransitable, luz
de lo nunca diáfano, agua de sombra 
de la insaciable sed de trascendencia.

Casi sois nuestros, peces abisales,
y hasta la infinidad seremos vuestros.

Donde la nada toca a Dios.

                              




Elogio del matemático

Sus números, sus métodos,
sus proporciones
buscan la claridad.
Trabaja con lo cierto
de la irreal realidad.
Su telar es de hilos
imaginarios.
Mide la luz, lo innúmero
del aire, de lo leve.
Sabe cómo gravita
un ala —¿un amor?—,
un cuerpo hacia otro cuerpo.
Proyecta luz y cuenta
las leyes interiores
—esa tela de araña—
del espacio y el tiempo.
Va más adelante
en la lectura del poema.







Los números quebrados

Para cuando te rompas,
cántaro,
tengo ya las lágrimas a punto.

Para cuando te quiebres,
pájaro,
recoger tu canto.

Para cuando derrames,
cántico,
tu agua por el desierto de mis labios.





DEATH IN VENICE

           Quien con sus ojos la belleza ha visto,
           está ya entregado a la muerte”.
          (August von Platen)


Todo es un rostro. Alado es el silencio
cuando pasa. La realidad no existe.
Sólo existe ese rostro y la belleza
de su cuerpo descalzo en el no tiempo.

El adagietto de su paso duele.
Vas a abrazarlo pero no converge
tu sueño con su abrazo. Al aire abrazas.
Su tacto es imposible. Mataría.

Caronte espera en el embarcadero.
El agua, el aire, el cielo están podridos.
Pero lo has visto. Ya no verás nada.

Se ha cruzado contigo en una calle.
Y tras su paso, el ángel de la muerte:
su núbil, serenísimo silencio.

de Teseo no saldrá del laberinto





ISLARIO 
                               Para Ricardo

Desde Firostefani (Santorini), se contempla
 Thirasia y el sol poniéndose sobre Folégandros

De cuerpo en cuerpo vas o de isla en isla
abrazando cinturas, circundando
la marea lunar de los deseos,
las playas reclinadas de sus olas.

Cuántas navegaciones por sus noches,
cuántas albas varadas en sus radas,
cuántos remos hundidos en sus aguas,
cuántos naufragios entre sus bajíos.

De cuerpo en cuerpo en busca de la rosa,
en busca de la diosa y su sonrisa
con tanta soledad de continente.

Arriar, izar las velas y los sueños
y dejarte la piel, los años, todo
de paso por los cuerpos, por las islas.

de Teseo no saldrá del laberinto





Scherzo de Florencia

Ponte Vecchio

Y desde el Ponte Vecchio
la luna que desdeñan en el Arno
los joyeros.




Via Ghibellina

Todas las lilas de un jardín cerrado
daban su aroma al huerto, satisfechas.
Pero en la tapia alguna saludaba
-gracias por escapar de la clausura-
también al viandante, sonriendo.





En la terraza de un café

-¿Sabes, Firenze? A veces, la belleza
no es sino un espejismo circular
abocado al abismo de la nada;
y al borde de ese abismo ahora doy vueltas
a esa nada sorbiendo un cappuccino
en la terraza de un café en que el tiempo
(que ha aparcado un momento sus corceles)
se deslíe como un terrón de azúcar.
Firenze, a veces, ¿sabes?, la tristeza
fluye bajo tus puentes como el Arno.

[del libro Tríptico italiano
XXIX Premi de Poesia, Vila de Martorell 2004}




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