miércoles, 14 de mayo de 2014

FELIPE EUGENIO POBLETE RIVERA [11.677]



Felipe Eugenio Poblete Rivera 

(Viña del Mar, CHILE   1986). Publicó "negro" (Ediciones Altazor, 2013). Además de magíster en historia del arte, es editor del sello "yogurt de pajarito". Ha escrito sobre poesía chilena y argentina en revistas de circulación digital. Fue becario de los talleres de la Fundación Pablo Neruda en dos oportunidades, el 2009 en La Sebastiana y el 2011 en La Chascona. Participó de las "III Jornadas de poesía universitaria" en Bogotá (Colombia), en 2011, y al año siguiente, en un pequeño recital poético en La Habana (Cuba).

Junto a la poeta Catalina Espinoza, realizaron y manufacturaron una antología de Rodrigo Lira, en razón de su trigésimo aniversario de muerte, "Sangre de Lira" (yogurt de pajarito, 2011), de distribución gratuita.




derrama

a sus nidos el teatro de la lluvia
cuando de mañana su viento acusa
al gentil desenfreno de los soles:
en despacio balar de rama en rama
y de calle en calle y de tordo en tordo
van completando de luces los árboles
sus copas. Mientras los barcos navegan
replicando el derrame de los nidos
por la Mar confundiendo pescadores
prosiguen los siete vientos rodando
por entre repetidas dunas hasta
los hogares de quienes marisquean
quejumbrosos. Los frenos de la tarde
caminan sobre  las rutas de tierra
sin ir nunca más allá de la noche
pero no hay luces que ordenen su vuelo
ni hay represas que contengan su llanto:
¡sólo derrámense!   —con sutileza—
como el crecimiento de los naranjos
o el suicidio tan lento de los ríos.

Y estas lluvias: al modo de un fogón
o nubes, al horizonte poblando
derraman edades por las planicies
por la memoria, por los corazones
o cualquier otra casa en que se anida:






la Luz de las velas

de copa en copa la triste huida
hacia veladura en telas de puerto
o como si mi Nombre no pudiera
desde tu boca ser lanzado.
Vamos
compartiendo, amada, las sábanas
de las manos: todos sus verdes pinos
mientras desiertas las zonas nos dan
la bienvenida:
“Extranjeros, en nuestras pieles
hallarán confort y reposo
a vuestros pesares y huidas.”

Arriban las velas hasta el silencio
y nuestro tiempo (guardado en bolsillos)
se desmiembra de su natalidad

P r o n t o
dices sin siquiera mirarme
ni mirarte tú viva, como
si fueras un cine vacío
o fueras promesa de lluvia.

En esta estadía los pastos miden
nuestra permanencia por el pujamen
y cada minuto volcado al Tiempo
es tiempo anquilosado
a la frágil memoria.
Besaré todos tus pasos, amada
de las velas traeré el blanco Blanco
espacio de los fuegos
traeré la Luz de las velas.







Dos soledades

I

tranquilidad antigua, desgastada
de un parque, como un envoltorio
que ha recibido demasiado sol

tranquilidad de sombras
de breves rayos de luz,  confusos por el viento

solo en esta vieja avenida el ruido
de la ciudad es deformado
como la memoria por el olvido

y sin gloria triunfa el roce del aire
con miles de hojas secas.



II

En esta ocasión, incluso la tarde
está moribunda, de color ocre
triste, como una lámpara de lágrimas.

Equivale su voz
a la mirada del ajedrecista
que revela el error de la jugada

¿Qué importa un paseo azul, por un parque alfombrado
de recuerdos y sueños
tras la oración profana de disculpa?







mantra

como escalones lloras los pastos. Una luz plena
arma caudales de aguas que fluyen
dentro del río y el río es grave, va tan repleto:
Aires quemados, sombras partidas y ciegos llantos.

Va desde entonces colmado en penas. El río sube
en escalones suben tus pasos. Uno por uno
rompen las sombras. Suben  maderas, páginas suben.
Este poema si es una Casa
siempre habitada: viven púrpuras todos tus huesos.







triste miedo

De poder silbar viento
cuando el sol es ausencia y mastines son la noche.
De poder silbar, de poder tan solo
abrir las luces en gesto de arcángel
en la inundada espesura del Tiempo.
De poder silbar por miedo y no a causa
de la música triste
madura en el silencio que somete a los fuegos.

De poder tan solo cortar el hilo
que me amarra la garganta a los dedos.




DE   n e g r o :





negro fue el momento de la noticia: 
tu muerte, sin palabra 
negro, fue negro 

me fue imposible hablar 
balbucear no, no fue dada palabra 

imposible el instante 
negro el instante mismo 
                                    recién ahora 

recién ahora letras salen casi: 
va 
vas 
viniendo 
para 
abajo 
entera 








II 

fue un día ardiente y blanco: 

negro, como el de los ojos cerrados 
frío, pero brillante como el bronce 
pues ya no hay sol, ya no hay sol en el día 
los colores se van como los pájaros 

sobrepasaste todas las fronteras 
a tus pies quedaron todos los muros 
así fuiste: final y solitaria 
en todo diferente de un recuerdo: 

rompiéndote los huesos con los huesos







III 

yo no tengo certidumbre de dios 
no quiero ir a la iglesia 

pero el alma se sale: por la boca 
                                y por las manos 

quedan marcas del nombre que te dieron 
en las olas del pecho 
ni las olas se van 
del mar, del pecho: no se van jamás 
¡y tal es el dolor! 

¡pues todo! todo se queda acá adentro: 
el misterio con su sombra violácea 
el hondo entusiasmo por la tristeza 
                                     el negro y mortal vértigo 

yo no tengo no quiero 
pero como las lágrimas 
que me lloran a mí: 
¡el alma se me sale! 







IV 

de a poco saliéndote de la vida 
                                       de la tierra, del aire 

sin reconocer: tamaños, figuras 
sin poder escuchar tus propios gritos 
encontrando murallas donde luces 

a tientas abrazas lo que no está 
o chocas con lo que ya no percibes 

de a poco saliéndote de la vida 
como si el cuerpo: 
¡te hubiera crecido de golpe, rápido! 
sin que te dieras cuenta 
en tu día el sol quiere salir negro 
golpeándote, doliéndote 
estrellándote con lo detenido 

antes, antes: cuando aún caminabas 









por los cielos de junio: la bandada 
emigra con su forma de be corta 
como si fuese: a escribir tu nombre 
pero apenas es la primera letra 
entre las nubes del cinco de junio







VI 

¡tan vertiginosa tan tempestad! 
que está el aire quieto desde que faltas 
faltas tú, la enamorada de lenguas 
están noche los días 
están luto las noches: 
parece no llegar la madrugada 

también mi llanto es negro: 
por las noches en vela 
que me paso pensándote 
y aunque amanece: todo sigue negro 
leche negra del alba 

y en silencio doy cuerda a mi tristeza 
                                   día tras día 







VII 

puente casi hacia el aire: 
hilo negro a través del firmamento 

coronaste las fechas 
en el fin de la vida 
al que nos llevas al marcharte tú 
algo profundo de nosotros mismos: 
¡te lo has llevado! 

en el fin de la vida 
que nos obligas a observar de frente: 
vastas arenas húmedas 
como si el mar se hubiera retirado 
dando imagen a la confusa niebla 
vapor en que los nombres 
indican a otras cosas: 

                                     amor es la locura 
no es posible otra casa: 
                                     casa casi del aire







VIII 

sombra rota y entera 
te has alejado del todo, de todo 
¿cómo podría hablarte? 

bajé a bañarme en un sitio mortal 
a las costas de tu nacimiento 
                                    que son las mías 
mirándome en silencio, devastadas 
sin poder saber cómo: 
¿cómo podría hablarte? 

instauras, negras, tus olas quebradas 
llevas rotas las alas 
ya no sabes qué es el amarillo 
tu sombra se ha descosido del mundo 
te sales de ti misma 
te desplumas, te sales 
                                    hacia arriba hacia abajo 

no respiras y tienes: 
                                   este descanso infértil 
como el del agua adentro de las nubes 




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