viernes, 1 de abril de 2016

JOHANNES BEILHARZ [18.354]


JOHANNES BEILHARZ

Johannes Beilharz nació en 1956 en Oberndorf am Neckar, Alemania. Estudió Inglés y Lenguas Romances y Literatura en la Universidad de Ratisbona; luego, Inglés, Literatura y Escritura Creativa en la Universidad de Colorado, Boulder, Colorado, EE.UU. (MA, 1981). Es poeta, escritor, traductor, pintor y fotógrafo que escribe en Alemán e Inglés. En estos idiomas ha publicado en revistas en papel y revistas electrónicas de EE.UU., Alemania, Australia y la India. Sus libros publicados incluyen Die gottlosen Ameisen (cuentos), Lo mejor de Meme (poesía y narrativa corta), 101 (haiku y de Fibonacci), Eine Nummer Finnische Jazz für die Missverstanden (poemas). Traduccionesn: Barbara Guest, Fallschirme, Geliebter (poemas selectos de Barbara Guest en alemán); Enric Cassases, Die Häuser meiner Strasse (del catalán). Ha realizado muestras pictóricas y fotográficas y participado en muestras colectivas en Alemania, Francia, Italia y la India desde el año 2002. Actualmente vive en Roma, Italia, y en Pliezhausen, Alemania.


POEMAS DE JOHANNES BEILHARZ
Traducción de Ricardo Rubio

Cisnes bonitos

a Loreena McKennitt

Prístina imagen, prístina voz,
grabaciones de un claustro en Canadá.

No es una idea de lo que trasmite la letra,
estoy en el mundo de mi propia mente,

del que ahora voluntariamente parto
desde una deliciosa y soleada costa verde

—empujando el vehículo más allá
de la tierra—

a este vehículo, que es un cisne,
lo envío a la ondulación suave

del lago donde abundan otros cisnes
que se mueven con lentitud,

dando parsimoniosos giros.
Hay un silencio fantasmal.

¿He creado esto?
Intento preguntarle a mi cisne,

pero no hay señal
de comprensión en su ojo oscuro.

Miro hacia abajo y veo la regularidad
de los remos de sus pies negros.

No sé a dónde se dirige este viaje,
este viaje

a caballo del cisne
en el mundo de mi propia mente,

pero estoy calmado en mi calmado vehículo,
y no me preocupo por llegar a la costa.

 

Primavera, azul y amarillo

I

Oh, qué grato rumor —es primavera,
las flores están cantando

Bueno, si pudieran lo harían
Aún así podría ser un lugar tranquilo

música, pero serena


II

Se acaba de descubrir
una puesta de sol allí afuera, con un triángulo
amarillo pálido entre los tejados
e islas de nubes azul oscuro
muy quietas

Formidables hebras universales del pensamiento,
con huecos de vacío aquí y allá,
un camino por el firmamento
que le sería propio a un budista

El amarillo resiste, aunque
cada vez es más gris, y las islas
y su luz y sus pesados pensamientos
derivan hacia el norte por el océano
del universo

 

Existe la posibilidad de que puedo 
no haber sido Jeremías

Toleré la burla durante años,
habiéndome crecido una barba larga y salvaje
y usando el atuendo de antiguos arameos
(Lo que por cierto es difícil de conseguir
y no es agradable de usar debido a la tosquedad
y picazón) y llamando a la verdad del Señor
con mi voz cada vez más ronca,

y mi viejo amigo sufre lo mismo por saber
y admitir abiertamente que es
la segunda generación de Juan el Bautista,
razón por la que decidimos probar la verdad de una vez por todas
haciendo una regresión,
al menos a nosotros mismos, ya que no para las masas
de los incrédulos que abundan hoy en día.

Prestamos atención a nuestro entorno y finalmente supimos de alguien en quien
confiar y llamamos por teléfono para establecer la cita,
fuimos a la hora señalada, nos sentamos un rato en la sala de espera,
finalmente, accedimos a nuestros turnos de uno en uno. Él me indica
que siga el péndulo con mis ojos, que sólo haga eso,
que no piense en cosa alguna, y lo hago y al final
llego a ese raro estado en el que aún sé que tengo
un cuerpo, pero también puedo verme desde afuera,

y luego todo se intensifica, se abre un agujero, me deslizo a través de él
después de algunas vacilaciones y sabiendo que estoy en diferentes tiempos,
pero todo lo que veo son pastizales y ovejas y un perro
que se asoma, quedo bajo la lluvia, siento sequedad y calor, como
carne de oveja y lentejas que alguien me trae, sólo eso,
nada de Babilonia y sus ejércitos, de los cuales yo había
supuestamente profetizado a mi gente, nadie como
Nabucodonosor, a quien me hubiera gustado ver,
no, sólo ovejas y hierba y la tierra seca y barrancos
y el desierto y charcos de agua aquí y allá.
Y lo extraño es que mi amigo después me dice
que vio exactamente lo mismo. Ningún bautismo
de personas en el Jordán ni alojados en el desierto
durante 30 días con una dieta de langostas. No: ovejas,
pastoreándolas, limpiándolas, sacrificándolas,
sufriendo el calor y la sequedad con ellas, caminando
con ellas. Bueno, tal vez ambos éramos pastores.
Tal vez. Tal vez repetidamente.

 

Sea la gloria

Ha sido un verano caliente, aunque esto es
sólo el principio, con el sol cayendo
día tras día. ¡Quiénes somos nosotros para quejarnos! En
invierno hay muy poco de eso. Pero las quejas
llegan fácilmente a este insensible corazón mío.

Los que me conocen y me aman lo saben
y lo toleran, pensando que es solo una broma. Pero yo
podría estar equivocado. Es una pena que haya tantos
mosquitos hambrientos, por ejemplo, y que el dinero
no venga solo. En cambio, se necesita
la gratitud y el elogio, lo sé. Gloria al
cielo azul, a la abundancia y a
los bajos precios de la gasolina. Gloria cuando afloja
el tránsito en las calles de Roma porque las mamás
hace mucho que no conducen como vaqueras y vaqueros
a la escuela en sus todo-terrenos. Gloria a una brisa ahora
y entonces. Gloria al ventilador en mi oficina y su
incansable esfuerzo para institucionalizar la brisadez
por encima y alrededor de mí. Gloria al hecho de que
estoy lejos de Boko Haram e ISIS, Afganistán,
Ucrania, Irak, Siria, Yemen y Myanmar, que
no estoy en un barco de Libia hacia costas inciertas
en esta fecha dieciséis de junio del año del Señor
dos mil quince. Sea la gloria.

 

La carretilla azul

   a William Carlos Williams

En el lugar donde solía estar la roja
ahora hay una azul con la rueda bastante renga

Que los pollos sigan siendo aquellos que el Sr. Williams
vio en este corral semiabandonado es dudoso

Ni siquiera en otros dos mil años
habrá carretillas por aquí

pero para entonces los pollos podrían haber
tomado el mundo por venganza

Oh permeabilidad, oh fugacidad, ¡qué poderosa eres!

 


Cinque pezzi di mare (Cinco piezas de mar)

                                             a Dušan Bogdanoviæ

El mar está en calma,
olas superficiales del Mediterráneo

Un hombre calvo emerge de las olas
hasta la altura de sus caderas, luego se regocija

Desde la orilla, su pequeña hija saluda
desde una silla plegable de color amarillo

Ella está a la sombra de una enorme sombrilla
anaranjada

La esposa está panza arriba friéndose
bajo el sol brillante

 

Tres pares de zapatos

               Ma sotto le scarpe degli angeli non restano tracce.
(Debajo del calzado de los ángeles no quedan huellas.)
Osvaldo Fanella        

Una vez, años atrás, presencié en un tren
de Roma a Estambul
cómo tres personas que se habían sentado frente a mí
en el compartimiento por un largo rato,
incluso durante una siesta prolongada,
poco a poco se hicieron más y más sutiles,
con alas que emanaron de sus
hombros, los tres girando más
y más en el aire, en un vapor
que se elevó y se disolvió
hasta que todo lo que quedó fueron
tres pares de zapatos —firmes, toscos y
pesados en el suelo— que sin duda
debían tener algún defecto al otro lado
del arte impecable de la densificación.
Y ahora, en retrospectiva, sólo puedo decir
—sobre sus rostros, sus figuras, sus ropas—
que los tres han sido ángeles.

 

A veces pienso que soy un escarabajo

El otro día alguien me pisó la antena izquierda y me arrancó un pedazo.
Duele como el demonio, pero no hay a quien contárselo. Yo sigo sin ella.

He visto a hermanos y hermanas aplanados
o disecados boca arriba o parcialmente comidos.

Por poco he evitado ser aplastado un par de veces,
sobre todo al cruzar ese funesto tramo amplio, estéril y sin sombra.

Está muy ardiente durante el verano, el agua puede arrastrarme,
a veces hay inundaciones y puede ser resbaladizo en invierno.

Los objetos de gran tamaño son peligrosos al acercarse,
pero otras formas de vida tienen riesgos parecidos debido al hambre.

No sé qué hacer con esta vida, en la que mi única ambición es
pasar de un lugar a otro para encontrar algo con qué alimentarme

y para procrear de modo que otros como yo puedan moverse de aquí para allá y alimentarse y procrear y morir.

He oído el rumor de que la meta eterna es la constante
superación — pero eso está más allá de mí.


Charlie y yo

Lo llamé (alguien que conozco lo conoce y me dio su número), llamo y él dice
Está bien, encontrémonos. Nos encontramos en un lugar por el río donde uno se puede sentar al aire libre y beber
y fumar y estar cerca de la vieja pared de piedra oscura y cerca del agua.
Hablamos de esto y lo otro (no es necesario decirle por qué quise encontrarme con él)
y todo el tiempo me pregunto por qué parece tener cierto encanto inexplicable
a pesar de su cara de alcohol y humo en-escabeche, el sudor rancio y el alcohol que exuda su piel
y el terrible aliento que flota sobre la mesa hasta mí. Ahora me cuenta
acerca de algunas mujeres de su vida, al parecer, su tema favorito y sin fin.
La gente pasa. Todo el mundo lo conoce. Algunas mujeres se detienen para darle un beso en una mejilla
o en ambas. Es una tarde agradable y soleada. He contado veintitrés mujeres.
¿Que pasa contigo? pregunta sorpresivamente hacia algún lugar en medio de las veinticuatro
pero luego pasa a la veinticinco. Es muy interesante haber averiguado sobre
Clair, sin una ‘e’, Dejanelle, Louise, Dalila, la chata Jane y otras sin nombre.
Es como si yo las reconociera si me encontrara con ellas en alguna parte. Nunca
logro preguntarle qué ocurrió en Andernach, o por qué, en ese poema que siempre
recuerdo, arrojó la radio por la ventana.

 

En la oscuridad

If tomorrow wasn’t such a long time…
(Si el mañana no fuera mucho tiempo…)
– Bob Dylan

El chirrido de una sierra circular en mis oídos,
audible sólo por ellos,
sombras y formas borrosas
yendo y viniendo, desviándose
antes de que pueda echarlas,
reiteraciones de imágenes,
parpadeando como en una vieja película.
Todo negro, gris y blanco.

Me recuesto allí durante horas.
Consultando el reloj, me dice que han sido minutos.

A continuación la llegada de un coche,
el atrás y adelante con que se estaciona.
Se abre la puerta, la música se apaga,
la puerta se cierra. Pasos.

Debo tomar el control de mis pensamientos,
darles dirección, encauzarlos.
Eso muchas veces me ha servido.

La respiración tranquila está junto a mí.
Vuelvo a mi lado. A veces sucede.

Y a veces el sueño entra de pronto
como un abrazo celeste,
sin aviso, celestialmente.

 

Cuarenta años flotando

Un modesto hombre subordinado,
no está seguro de sus nombres, pero seguramente
este Hölderlin no fue uno bueno,
desde su ventana con una vista del monótono
y verde Neckar, del palomar, atento
a la corriente del río en el verano
con la ventana abierta, de su visible
movimiento solamente durante la parte más fría
del año. En algunos días sus pies
parecen alargarse durante todo el camino
por el mohoso lecho del río, el agua lo inunda
hasta la cintura o aun más arriba,
su cabeza emerge hasta el cielo. Hay
una plenitud que no puede ordenar,
una avalancha de visiones coloridas,
los pies, arraigados en el barro marrón,
nada pueden hacer. Finalmente, todo esto siempre desaparece,
con la regularidad de las escasas
comidas, de ponerse y quitarse
la obligada ropa gris, los viajes a la letrina,
hablar con sus guardianes y con las ocasionales visitas
de niños que quieren algo
escrito por el poeta loco en su torre.

 

Tampoco soy el exterminador

Una doncella, 18 o por ahí, rizado
cabello castaño, ojos color avellana, despabilada
y animosa, toca el timbre de mi puerta, ese
timbre de la puerta de algún lugar de Kensington,
donde a veces los sueños se me trasplantan.

¿Qué va a ofrecer?
¿Galletas? ¿Folletos? ¿Una buena
causa? ¿Está con la Amnistía,
con Mothers of Invention, Green-
peace, Palabras sin Fronteras?

Nada me había preparado para la
explosión: Abrí una pulgada, y allí
me disparó desde su boca,
naranja, rojo, amarillo, incluso azul,
y me abrasó sin esfuerzo,
sin dolor, convirtiéndome en un pequeño
borrón negro en cuestión de segundos.

Todo lo que pude recordar fue
que pensé en que algo habría
hecho para merecer eso (sí,
mi complejo de Jesús, ¡lo sé!)
y me pareció recordarla
diciendo Neither am I the
exterminator.

Así que había un no,
pensé, todo mi ser
en una cosa negra y quemada
en el suelo, ¿pero dónde
estaba el ni de todo esto?
Entonces se me ocurrió,
en medio de un destello repentino,
esto debe haber sucedido
en un tiempo completamente distinto,
pero lo recuerdo bien,
porque supe que sabría.


Ein Gemälde

Getreidesäcke, die munter tollend durch die Luft fliegen ...

"Cuatro granos de trigo"

Auf welcher Hochebene mag das gewesen sein? Welche Sierra hat da hineingeschnitten?

War eine Abtei dabei, die am blauen Meer oder vor einem blauen Horizont auftaucht wie eine Insel und einen Eindruck von Unbelebtheit hinterläßt?

Eine Mühle, war da nicht eine Windmühle?

Das größte Bild, das ich jemals gesehen habe. So hoch, daß es nur schräg in die Halle hineinpaßte.

Daneben die Insel eines Kunstledersofas mit Wartenden, die nicht einmal vorgaben, das Bild anzuschauen. Ruhe ist die erste Bürgerfreude.

Verließ jemand das Sofa, eilte gleich jemand anders herbei, kaum Augenkontakt, jedoch fast Körperkontakt.

Manuel de Falla, Andalusien, Stuttgart, Katalonien, Schwäbisch, Hochdeutsch, Französisch, Beine, Kleider, gepflegt paranoisch Kritisches, unparanoisch Kritisches, ungepflegt unparanoisch Unkritisches?

¡Viva la asociación muda!

Geschrieben aufgrund der Dalí-Ausstellung 1989 in Stuttgart.




Trockenheit

(Im Stil James Schuylers)

Während draußen die Kälte
Löcher einreißt, sitze
ich hier in meinem
grauen Flannel-Rennanzug
und lasse eine andere Kühle
mich umgeben (das Zimmer
ist wohl geheizt: 60 °F
etwa). Ich halte diese
schwere Schreibmaschine in den
Fingern und twiddle sie
hin und her: Mal sehen,
ob nicht etwas aus ihr heraus-
fällt, das ich brauchen könnte...
Denn ich brauche etwas. Ich
weiß genau, daß es kein
Hund sein kann, überhaupt
kein Tier im Moment. Eine
enthüllende menschliche
oder göttliche Regung könnte
mir helfen, denke ich.
Aber daraus wird natürlich,
wie immer im Schatten,
nichts.

(1982)

 

Schneeblindchen & die 7 Affen

Dies könnte ein Gedicht von Richard Brautigan sein.

Es hat einen Titel, für den sich möglicherweise Leute
interessieren könnten, die nicht regelmäßig Gedichte
lesen oder die schönen Künste im Auge behalten.

(1985)

 

Statuette

Rosalía de Castro

Du mit deinem galizischen Gärtlein
mit den wildwuchernden Kräutern
Hast du vielleicht auch einen Schluck
Mittelalter genommen und das Krüglein
dann sorgsam wieder zurückgestellt?

(1983)

 

Wie man sich einen Regenbogen herstellt

Ich bin umringt von Erde; man kennt mich kaum
ich bin so braun.
Und doch kenne und liebe ich die Poesie:
Stefan George und Richard Wagner sind meine engsten
Freunde; auf sie könnte ich nie verzichten.
Diese Liebe und Achtung wurde mir nicht anerzogen;
es handelt sich dabei um instinktive Selbstentwicklung.
So genieße ich als bescheidener Maurer die höchste
Kultur; was die Leute über George und Wagner auch
immer sagen belastet mich nicht im geringsten;
es ist wie wenn man einen Stein auf den anderen
setzt - diesen Schluß ziehe ich aus Handlichkeitsgründen
in seiner spezifischen Umgebung - man sollte den darunter
nicht vorher entfernen.

(1983)

 

Er hat noch keine einzige gute Zeile geschrieben
sagte Ed Dorn über Ron Padgett.

Die Frage stellt sich, wie man eine gute Zeile
schreibt, wenn es ein so relativ publizierter
Dichter nicht einmal schafft.

Hat man es von Geburt an in sich?
Setzt man sich hin - seriös und nachdenklich -
und überlegt, was gesagt werden muß oder kann?

Und auch wie es gesagt werden muß oder kann -
einschließlich Alexandriner oder Atemeinheiten
oder Keuchhusteneinheiten oder Streicheleinheiten?

(1985)

 

Käse

Kenneth Koch imitierend

Und wo hast du gestern deinen graugrünen Luftballon verkrötet?
Kenneth kaut schon seit Tagen Kaugummi, sagte
die Fröschin.
Hausaufgaben - Biologie, erste Klasse. Anna Rosenblum
auf rosa zwischen den Seiten.
Ihr sparsamer Sex Appeal: brennendes Geheimnis.

Damit setzte er sich die Baseballmütze auf,
kurz schwankend, ob nicht die Käpt'n-Schmidt-Mütze angebrachter
wäre. "Wir gehn auf Seereise -
die Henne trägt uns in die Welt: Atlanta mit seinen Cokeflaschen,
Trinidad mit seinen Strohdächern - wenn ich mich nur besser an
sie erinnern könnte."
Dann ein Sprung nach Kamtschatka - hups, wir sind im falschen
Land! Gelbe Strohgarben, Muschiks, Kolchosniks. Auf Hawaii?
Der Hund saß mitten auf der Wiese und lauste sich den Schwanz.
Dabei dachte er sich etwas.

Florida mit seinen jungen Mädchen und vielfarbigen Trinkstrohhalmen.
Da stieg ich aus dem Zug und stolperte über den Bahnsteig.
Cousin Kate nahm mich in die Arme. Ah Florida! Falle des
amerikanischen Traums!
Die Vereinigten Staaten sprachen zu ihm, sogar Onkel Samuel mit
seiner Angströhre und den hodenkillenden gestreiften Hosen.
"Ich möchte, daß Südafrika einer dieser Staaten wird,"
sagte die Tochter des Millionärs, während wir uns auf einem Heuwagen
liebten, der quer durch den Apfelstaat Washington tuckerte.

Ahoi, Kameraden!

(1983)

 

Ich könnte doch auch

Für (oder gegen?) H.G. Bulla

Ich könnte mich doch auch erinnern,
mich besinnen, die täglichen Erfahrungen
aufmerksam registrieren - und gefaßt,
aber unverschlossen weitergehen!

Ich könnte doch auch einen Blick
in die Fleischerzeitung werfen, wo
drinsteht: "Das Leben geht weiter"!

Vielleicht tue ich es deshalb nicht,
weil das Leben tatsächlich weitergeht?

Aber vielleicht sollte ich mich doch
besinnen? "Be" wie in "beklagen", "befragen",
"besteigen", "befleißigen", "behaupten",
"belügen", "befriedigen", "beleidigen",
"beflügeln", "bereinigen", "bekleckern",
"berauschen", "belauschen", "befinden",
"sinnen" wie in hinterm Ofen sitzen,
Pfeife rauchen, mit den Augen zwinkern,
langsam mit den Händen auf dem Rücken
spazieren gehen, nur dann und wann ein
paar Worte sagen (dann aber weise),
mit geneigtem Kopf zuhören, ein Buch
lesen und mit Sensibilität darüber
reden, plötzlich Vogelgesang hinter
Baulärm bemerken, Däumchen drehen?

Kurz: gehört nicht ein bißchen Pathos
dazu?

(1985/1999)

 

Streifen

Für Paula Inwood

Das Wort streifen hat mich schon immer besonders berührt;
einmal als eine Berührung (Beispiel: "ihre Hand streifte mich")
oder aber auch als Streifen (die Streifen in der Straßenmitte,
die Bienenstreifen von Paulas Pullovern).

Gerade erschrak ich, weil mich völlig unerwartet meine eigene
Hand gestreift hat.

(1985/1999)

Alle Copyright © J. Beilhart
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