sábado, 22 de marzo de 2014

ANATOLE FRANCE [11.330]



Anatole France

Anatole François Thibault (16 de abril de 1844, París - 12 de octubre de 1924, Saint-Cyr-sur-Loire), conocido con el sobrenombre de Anatole France, fue un escritor francés, padre del también escritor Noël France.

Fue primero bibliotecario en el Senado, y fue elegido para la Academia Francesa en 1896. En 1921 recibió el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de su obra.

Anatole France apoyó a Émile Zola en el caso Dreyfus; al día siguiente de la publicación del Yo acuso, firmó la petición que pedía la revisión del proceso. Devolvió su Legión de Honor cuando le fue retirada a Zola. Participó en la fundación de la Liga de los Derechos del Hombre.

También se comprometió en las causas de la separación de la Iglesia y el Estado, de los derechos sindicales, contra los presidios militares.

Fue colaborador del diario L'Humanité, y tomó partido en 1919 contra el Tratado de Versailles (Contra una paz injusta, que publicó L'Humanité el 22 de julio de 1919). Se presentó a diputado en las elecciones legislativas de 1914. Cercano a la SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera, futuro Partido Socialista Francés), estuvo cerca del Partido Comunista Francés, aunque más adelante se mostró crítico.

Tras el 24 de mayo de 1924, en su 80° cumpleaños, al día siguiente de la victoria de la izquierda, asistió a una manifestación pública en su honor en el Trocadero.

De su padre heredó el interés por la Revolución Francesa. La familia era propietaria de una librería que vendía tanto libros como panfletos y otros materiales editados durante la Revolución. De ahí, el joven Anatole sacó parte de sus ideas y primeras lecturas. Años más tarde, en 1912, publicaría una novela acerca del período del Terror de la citada revolución, Los dioses tienen sed.

Anatole France en carta abierta a propósito de la ejecución de Francisco Ferrer Guardia.

Consideraciones de crítica y autores

En un artículo escrito para el periódico español El País, el escritor mexicano Carlos Fuentes opina, acerca de la importancia de Anatole France y de una de sus novelas, Los dioses tienen sed, para Milan Kundera:

"France, estima Kundera, ha caído en la lista negra, ¿quién lo lee? Yo recuerdo que para mi padre y mi abuelo era un autor fundamental y yo me uní al universal desprecio que condujo a los surrealistas a considerarle como "un hombre degradado" (Aragon), "un cadáver" (el grupo entero). Kundera se ocupa de la novela de France ubicada en tiempos de la Revolución Francesa, Los dioses tienen sed, como un examen de lo cotidiano en la época de la guillotina. El personaje Gamelin es un hombre honrado que esconde a un monstruo. Su secreto para sobrevivir consiste en saberse en un tiempo desierto de humor que crea un desierto de la seriedad. No le basta. Se contradice. Gamelin es un hombre que puede saber sin darse cuenta que el conocimiento auténtico no se refiere ni a la política ni a la historia. Y es que el tiempo del destino individual jamás debe -o puede- coincidir con el destino de la historia. Historia, política e individuo se entremezclan pero jamás coinciden plenamente. Por los resquicios, se cuelan la novela y el novelista. France, concluye Kundera, no escribe para "condenar" la Revolución, sino para examinar el misterio de sus actores. El misterio de una nación que se regocija viendo cortar cabezas."

Obras en orden cronológico

Anatole France según dibujo de T. A. Steinlein
Les Légions de Varus, poema publicado en la Gazette rimée (1867)
Alfred de Vigny (1869)
El Parnaso contemporáneo (1871) (algunos poemas)
Poemas áureos (1873)
Las bodas corintias (1876), drama en verso.
Yocasta (1879), relato corto.
El gato escuálido (1879), relato corto.
El crimen de Sylvestre Bonnard (1881), premio de la Academia francesa.
Los deseos de Jean Servien (1882)
Abeille (1883)
El libro de mi amigo (1885), el libro favorito de los maestros escolares para los dictados durante mucho tiempo.
Le Château de Vaux-le-Vicomte (1888)
Balthasar (1889), colección de cuentos.
Thaïs (1890)
El estuche de nácar (1892), colección de cuentos.
El figón de la reina Patoja (1892)
Las opiniones de Jérôme Coignard (1893)
La azucena roja (1894), novela.
El jardín de Epicuro (1895)
El pozo de Santa Clara (1895), colección de cuentos.
Au petit bonheur (1898)
Pierre Nozière (1899)
Historia contemporánea (cuatro volúmenes de 1897 a 1901)
I. El olmo del paseo (1897)
II. El maniquí de mimbre (1897)
III. El anillo de amatista (1899), sátira mordaz de la vida tanto parisiense como provinciana.
IV. El señor Bergeret en París (1901)
Clío (1900)
El asunto Crainquebille (1901)
Opiniones sociales (1902)
Crainquebille (1903)
Histoire comique (1903)
Le Parti noir (1904)
Sobre la piedra blanca (1905)
Hacia tiempos mejores (1906), recopilación de discursos y cartas
La Comédie de celui qui épousa une femme muette (El hombre que casó con mujer muda) (1908)
La isla de los pingüinos (1908)
Vida de Juana de Arco (1908)
Los cuentos de Jacques Tournebroche (1908)
Las siete mujeres de Barba Azul (1909)
Le Génie Latin (1909)
Los dioses tienen sed (1912)
El genio latino (1913), recopilación de prólogos.
La rebelión de los ángeles (1914)
En la vía gloriosa (1915)
Pedrito (1918) (texto completo en Wikisource en francés)
La vida en flor (1922)
Le Mannequin d'osier (1928)
Trente ans de vie sociale, en cuatro volúmenes (1949, 1953, 1964, 1973)



POESÍAS




Marina 

Bajo las blandas palideces que vuelan en silencio
El acantilado, el mar y la arena, en la ensenada
Las embarcaciones se revelan ya.
De la vorágine oriental el sol emerge
Y cubre al océano de una capa embrazada.
La duna a lo lejos sonríe, ondulante y rosada.
Viajan los relámpagos en los cristales de las casas.
En el vértice de los cuchillos las jóvenes frondas
Comienzan a reverdecer en la claridad primera,
Y el cielo aspira largamente la luz.
Él fija en el espacio un vago rumor
Donde el trabajo humano va a lanzar su clamor.
Las mujeres en zuecos descienden de la aldea,
Los pescadores hacen secar sus redes sobre la playa,
Y el sol ilumina las espaldas de los marineros,
Los espasmos de los peces en el mimbre de las cestas.
En un hueco de acantilado donde flota la estopa,
Un viejo hombre calafatea, cantando, su chalupa,
Mientras que todo en lo alto, entre los cardos blancos,
Caminan dos aduaneros, al paso, graves y lentos.
En un barco pesquero con vela latina,
Blanco triángulo, reluce a través de la llovizna,
Un viejo marino, de pie sobre el castillo,
Estira el brazo a lo largo, interroga al viento.

                                                                   (De Los poemas dorados, 1873).








Le refus 

Au fond de la chambre élégante 
Que parfuma son frôlement, 
Seule, immobile, elle dégante 
Ses longues mains, indolemment.

Les globes chauds et mats des lampes 
Qui luisent dans l'obscurité, 
Sur son front lisse et sur ses tempes 
Versent une douce clarté.

Le torrent de sa chevelure, 
Où l'eau des diamants reluit, 
Roule sur sa pâle encolure 
Et va se perdre dans la nuit.

Et ses épaules sortent nues 
Du noir corsage de velours, 
Comme la lune sort des nues 
Par les soirs orageux et lourds.

Elle croise devant la glace,
Avec un tranquille plaisir,
Ses bras blancs que l'or fin enlace
Et qui ne voudraient plus s'ouvrir,

Car il lui suffit d'être belle : 
Ses yeux, comme ceux d'un portrait, 
Ont une fixité cruelle, 
Pleine de calme et de secret ;

Son miroir semble une peinture
Que quelque vieux maître amoureux
Offrit à la race future,
Claire sur un fond ténébreux,

Tant la beauté qui s'y reflète
A d'orgueil et d'apaisement,
Tant la somptueuse toilette
Endort ses plis docilement,

Et tant cette forme savante 
Paraît d'elle-même aspirer 
A l'immobilité vivante 
Des choses qui doivent durer.

Pendant que cette créature,
Rebelle aux destins familiers,
Divinise ainsi la Nature
De sa chair et de ses colliers,

Le miroir lui montre, dans l'ombre, 
Son amant doucement venu, 
Au bord de la portière sombre, 
Offrir son visage connu.

Elle se retourne sereine,
Dans l'amas oblique des plis,
Qu'en soulevant la lourde traîne
Son talon disperse, assouplis,

Darde, sans pitié, sans colère,
La clarté de ses grands yeux las, 
Et, d'une voix égale et claire,
Dit : " Non ! je ne vous aime pas."






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