lunes, 30 de mayo de 2016

JAVIER SALEH [18.805]


Javier Saleh

Nací en 1976 en Boedo (una idea que insiste), Argentina. Soy escritor, periodista y poeta. Me inicié en el arte con  “La Contradicción” un programa de música y literatura en la Radio Comunitaria de Caseros en 1998. Con el grupo de poetas “los 12 Griegos” fundamos el Taller de Poesía autogestionado “La Mesa Cuadrada” y desde 2002 al 2006 nos apropiamos de gestionar la poesía en diferentes casas, gratuita y horizontalmente. Junto a Marcos Bentos creamos “Cero Coma Nadie”  un programa de radio que incluía periodismo, literatura, cine y música y que luego sería la semilla del proyecto artístico La Hernia de Sísifo : un grupo multiartístico de 10 integrantes que en forma gratuita desde el 2009 recorrió el país durante 5 años rompiendo todos los cánones de los tradicionales ciclos de poesía. Dicto talleres de Radio y de Escritura. Estudié Ingeniería Mecánica y Filosofía. Pero sigo siendo Nada. Doy clases de Física, Análisis Matemático y Dibujo Técnico en Escuelas Secundarias. Recorrí en moto (solo) toda la república Argentina, Uruguay, sur de Brasil, toda Bolivia, centro y norte de Chile y en el 2013 cumplí lo que creí mi máximo sueño: llegar a Cuzco en mi Kawasaki Ltd 454. Hace dos semanas acabo de llegar del viaje más largo en moto y otra vez en solitario: 14 mil kilómetros desde Ciudadela a Quito ida y vuelta. Soy hincha de San Lorenzo y militante de la vuelta a Boedo.  




Esta serie de poemas formó parte del documental "de Glew a Paso del Rey", a cargo de Uramielo Producciones donde dos músicos inquietos por naturaleza - Dúo Leiva Guzmán- se proponen atravesar gran parte del conurbano bonaerense a bordo de los trenes uniendo estaciones, y guiándonos en esta aventura de música, poesía, paisajes y amistades. Totalmente a pulmón, sólo por amor al arte. ( 2011)


Sonría, lo están filmando

Juan mira los horarios del tren.
Ninguna hoja dice:
de Juan a María
veinte y treinta
cena.

Se fija:
Domingos y Feriados
horas extras en el puerto.

No lo dice. Pero Juan lo sabe.

Pedro hoy no desayunó.
su hijo tenía el último pan en la mano
y un pan es demasiado equipaje para subir al vagón.
Pedro no vio caer el pan en el andén
las ratas sí.

Hubiera querido besarlo si hubiera sabido.
pero el pan lo sabe.

Alejandra no durmió.
su bebé había llorado toda la noche. 
embarazada, piensa,
alguien me hubiera cedido el asiento.

Juan que se hace el dormido
y lo sabe.

Una cámara fija los espera en la estación.

Pedro sostiene a su hijo
como su hijo no sostuvo el pan.

Juan intenta ver
de María a Juan
en la hoja de los horarios.

Te amo a las veintidós y cuarenta.

Pero no.

Alejandra piensa en desatender la píldora por unos meses.
eso o dejar la dieta y engordar, quizá.

la cámara enfoca

todos a fuerza de llegar,
llegarán.
no lo saben
pero también
quieren ser documentados.



 El auricular de Van Goh

Sobre los rieles siempre la cruz
siempre la madera del niño abandonado
sobre los rieles  el tiempo se aleja 
dibuja su vagón de tercera
traza pobres con color ligero de equipaje

a la mano con el pincel
le molesta la llegada
las ocho horas que tendrán que fingir
el dibujado milagro de ser todos bajando 
la lluvia vitalicia en la derrota
apenas el futuro vagón quemado
como bosque digno

eso lo entiende la mano con el pincel

anónimos que no serán seducidos por el poema
adictos a aguantar con clase
damnificados de los ojos cerrados o abiertos,
soñar con la gran herida de la ciudad

comprende que en la hoja en blanco 
los semáforos , los baches del asfalto
son parte de los hombres buenos medidos en monedas                                                                   
la mano que pinta puede ser otras manos
y habrán salvado al hijo

a las a veces en que una ventana
también da a un oxígeno roto

a los kilos de pobreza
que deberían llevarse en trenes de carga

al marco de un cuadro que será pintado
o no.

  
Flowers in the thirst

“Utula” no es un poblado de Finlandia
“Folklore” sigue siendo de origen inglés
y “Huinca” sigue siendo lo contrario de Mapuche

pero el exbailarín siempre está quieto
el truco es mover el piso

se imagina a Cristo clavado en el guatambú
en su reloj , se mojan varias horas como los parches
y entiende,  que un bombo suyo
ya no está en manos de sólo un grupo de mayor edad.

Huinca como ajeno a lo ya
como extranjero
de ese velocímetro modo de ser actual

el ingeniero naval llega
con sus barcos propios de folclore firme
de tradición a la vista
con su fuego propio de idioma

piensa y con su taco apunta la bola de nieve personal
barriendo modernidades
se le ocurre
que el dial no está apuntado en el rock
y entonces iza el parche seco como bandera

como los perros
el luthier orina la madera para que le sea propia

no sangra sangre. Es él.
está lejos de un pasado clavado en una cruz
es apenas futuro por agua

llevar de país al hombre
es su misión
la sonrisa de ahogarse hundido en un capricho
haciendo willy con un ayer de sobrepeso
prematuramente

ahora esta esperando que en su vereda
se estacione un mejor ceibo

porque su  sucesor vendrá legüero
o no vendrá
por más que él allane el camino
por más que él sea esas dos sordas leguas.



El arriero no va

el vaivén es un aviso:
hamacarse para sobrevivir

muchos se miran los pies
como imposibilidad de ir
de irse

no quieren ver el paisaje

a veces mucho lo mismo
disminuye el índice de certeza

verán un igual mañana
un regreso en espejo

por suerte también a veces
viajan niños que no piden

pocas
pocas

y uno recuerda que en toda esta fila de caos
hay un poco de poesía latiendo

la puerta se abre y se cierra
saben que es una apología de sus destinos

los pasamanos no alcanzan
para sostener historias

y el teatro
como pacto de rutina
dibuja un viento de anochecer
que los seduce como vagones

juntos e incomunicados.

Afuera,

afuera nadie prevé
que otro teatro
impensado
desajusta el látigo
de cierta
libertad.


Otro anillo para Dios

el señor de los títeres
mueve sus venas en la planta baja

por el molinete
pasa un amor
donando sangre sin comillas
a sus primogénitos trapos

hijos invictos de silencio
un silencio de vía
sin trenes a la vista.

sus manos
son la capital del libre albedrío
donde el sueño se convierte en sólido

y a pesar de los rieles
el maquinista no sabe dónde va

llevar de la nariz
al autor,
quizá.

los dedos
como patria potestad del hilo

los trapos, hermanos menores
de la libertad

saben
que para que el tren arranque
hay que empujarse
solos

no semejan maniquíes
en vías de desarrollo

se dan cuenta
que el maquinista no es pastor de ovejas

aunque ese azar que los vagona
de vagón en vagón
fuera dios buscando
un mejor titiritero

y trenes
que dejen rieles
por las dudas.




En la escritura lo que viaja es mi cuerpo. Un montaje de brazos y piernas puestas a disposición del papel. Se desplaza nada metros. Y sin embargo se mueve. Como una roca quieta. Como un paisaje debajo del casco de moto. Hay una verdad chiquitita que se encuentra. Peregrinación del lenguaje, mucho antes que el lenguaje. Como un poco atrás del cuerpo. Como dice un proverbio del motociclismo: Yo no hago la ruta, ella me hace. 

Si la poesía no está en una jerarquía superior a ninguna otra jurisprudencia, porque justamente es una jerarquía más de los infinitos modos de ser en el mundo, la poesía fue uno de los tantos modos que yo elegí. También soy motociclista. Y viajero existencial. 

Como viajar, cuando se escribe, uno es parte del paisaje, hay ya un acorde (que no siempre está acorde a las circunstancias) sonando, chocan de frente el jazz atonal con el heavy más extremo, voy de John Cage hasta Judas Priest sin escalas, paseo por los callejones de Fritz Lang, los guiones de Tarantino, siento el tic tac de David Linch, la neurosis de Fellini, la épica de Stanley Kubric. Leo, y cuando termino de leer a Heidegger sigo leyendo a Heidegger a cada cucharada por segundo. Todo es parte de mi cuerpo, todo se internaliza, y cava. Profundo cava. Y vuelvo a leer, de tres de a cuatro libros, no hay límite de géneros: filosofía, la Biblia, una revista porno, una novela o poesía, la sensación de San Lorenzo en el 81 o el “la” 440 haciéndome señas. Escribo con los muchos que empujan sin estar, los muchos que no estando, niegan la ausencia. Es un ejercicio de estar alerta al detalle. A sacarle el jugo al viento. Leer y leer. Mucho. Pero mucho. Viajar mucho. Pero mucho. Poner el cuerpo en la ruta. El cuerpo en el papel. Como si fuera un ataúd vital. 

No creo en la inspiración. Investigo todo, aunque luego de eso no quede nada en el papel. Creo en la uvanización de la cosa. En la escalonización del cuerpo. Esa llegada del camión que choca de atrás. El accidente construido. La deconstrucción de lo que escribo aún mientras escribo. Juego a la investigación arqueológica a cuchillazos quirúrgicos. Es que también soy periodista, no puedo evitarlo, no quiero evitarlo. Elijo que no. Me lo tomo en serio, pero siempre como un juego de seriedad. Es sólo poesía dirían los Redondos.  

Por eso me interesa el juego en la escritura. Una vez puesto todo en la mesa, todo lo que soy,  hacer con eso otra cosa, casi otra cosa sin manchas de aquello que soy. Pongo el cuerpo y la memoria del cuerpo en la mesa antes de escribir pero la palabra cuerpo nunca pasa el tamiz. El cuerpo queda afuera para escribir casi siempre. Se transforma en otra cosa. No es una bandera, sólo es la biografía de cómo escribo yo, hasta el yo de hoy. Por ejemplo hay un libro que recomiendo y por ende una poeta: Amansalva de Emilce Strucchi. Donde el cuerpo se hace carne en el libro. Hay un poema que cierra el libro anterior La luz es otra cosa, y que abre  (la poeta hizo la repetición adrede) Amansalva: 

como quien sale al mundo por vez primera
ella extiende límite a su llanto:
la ronca huella
no su calor

y busca el rostro con los puños cerrados
se acerca a ciegas a su boca
y a ciegas
se aproxima a conocer el pecho
hasta olvidarse el cuerpo en los brazos del hijo

para ser murmullo
el olor gutural
y un estallido que asesine la región del simulacro
ese bocado de humanidad que le arrancaron a un hueco del destino
por donde un ala sangra su parte de fracaso
y no hay quien tenga recuerdo de su origen:
ninguna foto
para testificar tantos preludios
abrazados a heridas implacables
(o ciertas)
cuando era alondra y desbordaba el canto

como quien regresa con mi fe intacta
para reconstruir su muerte en paz
curvándose sobre estos pies difusos…

a mis espaldas se alzan voces

susurran
un delito anterior

del libro Amansalva de Emilce Strucchi, ed. Deldragón, 2006. 

Es que hay una picazón a la hora de ser poeta. Mi cuerpo se aleja de esa prepotencia del artista por sobre el que no, esa falsa sensibilidad. En mis viajes, he visto mucha sensibilidad en la gente sin estudios, en la gente sin Gelman. No siento en la piel esa sensibilidad artística para el arte, distinta de la sensibilidad médica que debe tener el médico, el psicoanalista (en lo suyo), el artesano (en lo suyo), el plomero en su vínculo con su cliente.  

No todo es poesía, me digo, como no todo es ingeniería ni todo es amor. Y una montaña es una montaña, me advierte siempre Spinetta. Sin poetas no hay poesía. Sin hombres no hay mirada poética. Poner el cuerpo también es una forma de mirar. Un poema es un hecho, un viaje es un hecho, un pullover tejido es un hecho. Un edificio hace la realidad, un árbol plantado, un gen xy, un idioma extranjero, un campo de concentración. Pero todo ismo está lejos de la libertad. Por eso escribo con lo que viajo, con el yo de la cosa. La brújula construida y la lupa propia. Una mirada perfecta es el último bastión de la ceguera. El arte como mirada. Desde ahí escribo, sobre eso me paro, y futbolísticamente “le hago cuerpo” a la vida. 


(Voyeur con lentes de descanso)

I

Dicen que una mirada vale más que mil palabras. 
Que mejor mirada en mano que cien ojos volando.
O algo así. 
A veces una mirada vale sólo mil pesos. 
O el humo de la primera entre comillas “su mirada”. 
Y es cierto que la primera vez duele. 
Pero no tiene nada que ver con la mirada. 
Son los ojos los que duelen. 
La mirada es el paisaje de ver. 
Y un paisaje no duele. 
Duele el por qué de ese paisaje. 

Como un hacha hecha de viento   

la mirada “ya no te amo”
ni mirando, te la ves venir. 



II

El grito está en la mirada,
el dolor sale por los ojos 
no en el hematoma del silencio.

Otros ojos darían la retina entera por un cambio, 
miradas que cambian la vida de otras miradas.
Miradas que matan por una mirada a otra mirada.
El mal llamado punto de vista. 
O punto de mirada. 
Futuro pañal de dos miradas que se miran,
otra lombriz de nombre Borges.


III

Perímetro del ojo en ella metros
sostener la mirada
lo corpiño del ojo.
Si uno pudiera con tester de mirada 
saber cuánto me quiere ella en su te quiero. 

Indescifrable
como ojos cerrados
impares ante un gol de equipo contrario 
el árbitro apuntando el centro de la cancha
o un diagnóstico desfavorable
médicamente 
o platónica:

el orden de los amores
no altera el poeducto. 


IV

Todo mirar es una noche rota con ojos descalzos
La magia de los miles de conejos que ya no están en la galera. 
Una mirada perdida (luego se le dio otro nombre al adjetivo).
Una especie de mirada oculta, 
la mirada oculta en frente siempre de Lugano 1 y 2. 

Un proceso de organización ocular de la mirada.
Lo que solemos llamar golpe de mirada, 
de silencios, de pensamientos metidos dentro de esos silencios. 
Dentro de lo negro del silencio. 
Claramente es una mirada sin interruptor. 
Poética. 76 balcones y 220 Volts. Claramente. 


V

Pero no, sí, es verdad 
que una mirada vale más que mil palabras
y que todo depende del cristal con que se mire.
El uso de anteojos de sol
por ejemplo:
puro humor negro de la mirada. 
Y no es lo único negro. 
La mirada o el mirada no se sabe. 
Como ese fogón de lo indecible
que generalmente todos sabemos. 
Generalmente. 
Y entre comillas, generalmente, 
no de “en general”. 
Y no militarmente.

(Inédito, del libro también inédito pronto a salir en Mayo)

“Viajar, pues, tiene que ver con la muerte. Viajar no para llegar sino por viajar, para llegar lo más tarde posible, para no llegar posiblemente nunca. Quien viaja no posee la almohada en la que apoya la cabeza ni el techo que le resguarda. Y así comprende que nunca se puede poseer verdaderamente una casa” dice Claudio Magris.

Evidentemente me quedé pensando en el título del blog. Me atrae siempre en un poema la búsqueda de un título. Creo que es un todo ajeno, incluso al poema que antecede. Me gustan los títulos que tienen vida propia. 

Es que hace unas semanas regresé (el verbo es inexacto, no existe retorno de lo que queda tatuado en el cuerpo) de mi viaje en moto a Ecuador. Es más fácil no leer en Feisbuc que llegar en moto a Quito. Cuando hablo de llegar, me refiero al cuerpo llegando. Llegado. Como si fuera posible. Ya que no se conduce una moto, se es motociclista. Como no sólo se escribe poesía, se es poeta. Viajando (quise decir escribiendo) existencializo la muerte, trato. Y vaya que puse el cuerpo. Bajé 7 kilos en dos meses. Es que el camión de frente tensa cualquier seguridad. Como la escritura. 

Pero no es el sufrimiento y el esfuerzo lo que me convoca. Es la experiencia del durante. Todos ansiamos ser pingos en cada preciso instante nuestro. El instante es nuestra cancha. 

He dormido varias veces abrazado a la moto, apoyando la cabeza en los mapas. He pasado inviernos sin más que papeles escritos sobre el colchón, mirando la hora a las 3:00 am, a las 3:01 am, y a las 3:02 am y así hasta los gallos de Pedro. A veces escribir es tener insomnio. Quedan pocos fósforos pero la oscuridad se come sin hambre. Desde ahí escribo. Duele en la introspección no escribir. Viajando uno escalona la ruta de abrazo en abrazo. En los dos meses de mi viaje en moto a Ecuador (por decir unidades de tiempo, por decir coordenadas) se notó en la ruta el desabrigo de cada despedida, que para nada es físico. Así como se siente el cuerpo cuando no se escribe durante algún tiempo.

Nunca la ruta fue tan solitaria, y no por eso menos asfaltada. La experiencia queda en el cuerpo, la sumatoria de los viajes largos se siente en cada final de hueso. Despedirse es imposible. Irse lo es. Siempre es un viaje de ida. Al igual que la escritura, un viaje no tiene nada que ver con un paisaje, es la moto sobre el paisaje, es la muerte que alrededorea todo lo que importa. Pasa lo mismo en el papel. Escribir, sólo escribir, no tiene nada que ver con el poema. Hay un detrás que lo sostiene. Una historicidad de lo escrito. Que como toda foto en donde uno aparece solo, nunca se está solo, porque alguien la sacó. Es todo lo que ponemos en la mesa. Se inventa una mesa que no está. 

Volver, quizá sea una palabra. Escribir también. Sigo intentando el viaje de ida en cada cosa que  escribo. Y preguntándome no cuándo vuelvo. Sino, a qué. Pero lo único que se resbala es el pasado. Aunque la ruta lo actualice constantemente. Porque una frontera nunca queda atrás. Nunca. La poesía tampoco. 



Javier Saleh (Buenos Aires), Sujeto sobre uno avos, Buenos Aires, 2016.



"Ya sido (yacido)
y aún escribir ya
lo que ya en otro
definitivamente no
pero no ya desde mí
no, y tal vez así de igual
yo en vez de él
y sin embargo no
no ya lo mismo
y no ya
y no
no, sobre no,
todo"

CAMILO MORAL
Yo, periódico

El jardín de los yo que se bifurcan

(Ayodado en sí)

Por ahí la suerte
por una vez
de vez en cuando yo

su entonces otro de mí
se huya algún minuto
a la vez que yo

allá la intemperie muy adentro
permanezcan las cosas aquí
cuando menos yo

quizá cada vez su cada otro
así tal yo te digo
debieras vos casi nada yo

porque no hay ahora sin verbo
ni hay ya fin de qués de cómos
y de pronto yo

porque en vez de andar
como ninguno en vos

sin más

elegí a pesar de mí
todavía yo

y ayoderse



"Explicar es entrar
en un proceso oncológico
irreversible"

WILLIAM IRWING
Home Sweet Poetry

(Una balanza con diez versos)

El silencio es el último método
para entenderse con los demás

otro holocausto embarazado
todo un poema acercando
la nuca al revólver ajeno

callarse la boca
dentro del papel,
dentro de su oscuridad

hubo otros, después,
que fueron complicando las cosas

confundieron escribir con explicar
y entender con aplaudir

prometieron bajar el índice de pobreza con poemas
hicieron una huelga general de poesía
(por tiempo indeterminado)
exigieron la libertad de poetas políticos en Nepal
siguieron con no sé qué y luego con qué sé yo

cada vez que alguien dice te entiendo
claro que te entiendo!!
hay un tren vacío apuntando otra vez
el olor a placenta.

Pero no entienden el pezón
lo asocian a un tango de ésos
que no se bailan
a los pobres y su exclusividad con la pobreza

quinto A contra sexto B
la lucha de clases.

Sin embargo los ojos mudos
son una partitura que hay que interpretar

somos justo ese miedo
de esta terrible rutina
donde nos palpan a cada minuto
para saber si todavía
técnicamente
estamos temblando.

Pero no se puede escribir con miedo
(el miedo se vence con el miedo).

No hay nada que entender,
es cierto, ahora lo entiendo

la noche termina siendo la muerte en pose
otro asesinato con manchas de poesía.

La verdad no-traga-saliva
y el pene blando no duele

y si a buen entendedor pocas palabras
(siguiendo con la temática de los penes)
entonces este poema bien largo
no está nada mal
para empezar a entendernos.

Pero Dios me libre de que entiendan
y de que todos entendamos algo parecido.

No se dejen engañar
con los días soleados
y antes de meterse al agua
hay que tragar agua
no aire.




"Hasta hoy se preguntaban si las hormigas
también sienten este hormigueo
cuando las están por aplastar"

CAMILO MORAL
Marabunta

El sujeto mira con binoculares
el movimiento social

(Ipso facto)

Hay una verdad con los dedos cruzados
como pájaros con frío en un mismo pulmón

todo doblarse a cero es otra flor artificial
el ensayo por corte da una historia vencida
otros cien grados sin vocación de vapor

la prolijidad con que se suceden los hechos
esa higiene para ver los puños caídos
el grito innecesario de darse por muertos
son breves cuadros de un atardecer
que no preguntan si ahora es el momento.

Otra vez la pendiente abrupta
otro líder al que no se le ven los ojos.

Un montón de cabos sueltos
se ovillan entre sí
al menor cambio de luz
como cabellos recogidos
destinados a echarse para atrás

como un agujero comido
sin la dirección exacta
nuestro río no se mueve nunca

esas cadenas huelen a contratapa
fechas y banderas
en la atmósfera de la luna

como cifras redondas
de a uno por el viejo molinete
evidentemente no saben
no sabemos (nunca sabemos)

que te llevan también
con sala de estar
o no estar

con Shakespeare y todo.


"Una quietud oblicua
bien puede ser la hipotenusa de
de todas las nadas"

El apellido de Homero

(Ad hoc)

Como una lluvia de día anterior
metida mar adentro
alguna felicidad sin fotos:
la última erección del silencio

casi todo casi nada
demasiados siglos
clavados en un solo hombre

sin embargo
un atisbo de habeas corpus
resiste como si nada
como si algún autoatentado de poesías
nos salvase

qué más puede haber
en este Afganistán
de soledades
qué más puede haber
de todas nadas

la muerte dada de alta
como una pregunta
que se cree infinita

nada salvo
este hecho histórico
aplastando a la palabra
o algo de esa nada
que debe haber en Dios

y por eso fanfarronea
con tanto universo solo.

A veces el vacío
es una distancia a vencer

este yo poema
y sus otras nadas
circunstancias

también, nos cobran,
con la muerte, el envase

y con eso
habrá que sobrenadar
o quedarse siempremente
(con no creo
para nada)
anonadado.




"Dicen que si no sabés
el nombre del hueso
la quebradura no duele"

WAMBA MOBUTU
Hasta el incesto siempre

La torre de Bolligen en perspectiva isométrica

(El único talón de Aquiles)

El cajón nos costó lo mismo que si hubiera
tenido las dos piernas
no hay asfaltos ni rampas en su esquina
no jugaba partidas simultáneas de ajedrez
no pinchaba en la heladera los países que invadía el 
imperialismo
y se murió no sabiendo a qué clase social pertenecía
no mandó una vista aérea de buena

decía de su amputación:
un lugar menos para tener calambres

quizá no me quería,
los besos de ella eran al cincuenta por ciento
pero lo bueno de la hemiplejia
es que no te permite retroceder

y ese cuándo, no viene
con vasos de agua para la morgue
el cura párroco ahora habla de otra persona
con su mismo nombre y apellido
dice sin conocerla que era buena
dime qué silla de rueda tienes y te diré quién eres
decía ella

que ahora comprenderá a la cal
perfectamente

a esa quietud se fue
bien futuro con rueditas
bien ex mamá al tacto

ella no volverá de náufrago
en la saliva que no tragué
y con su ideología de oleaje
no será una sangre indeleble
que salpica

como silencio excedido de peso
sus porciones de biología
cambiarán de lugar pero no saldrán de ese frío:

y si la habitación del crematorio
tiene ventilador de techo
y mamá no estaba toda?

no, no dejamos el walkie talkie
dentro del féretro

y suerte que Aquiles no tuvo
picos de presión

Hasta ahí el sentido del humor
y la negación:

papá hablándole en restos de niño
a lo dentro del cenicero
y ella yéndose
no siendo promesa
ni nuevo amanecer
yéndose simbolizando
una ausencia sin apuro
en esta nada con buen filo

parada literalmente parada
cerca del perímetro de no ser,
mimetizada con esa palma abierta
que la entregase limpita
entre orión y tauro
la puerta de dos hojas
vaiveniando en el confín de ella
alejándose como esa calle curva
que no huele a flores

era ya fuera de alcance
la nada más querida
y algo de sin quizá

como una sombra sin movimientos
con pruebas de soledad intacta
no se fue a corregir la luz
hacia los pobres
y los ojos de ella
no serán dos agujeritos simulados
en una nube
sin pene
sin ítem de abuela
dejándome de herencia
el cordón umbilical
para algún invierno sin mujeres
y el ruido insoportable de no respirar

sin embargo a veces
acomodándose del lado sano
la sueño volviendo
en una pierna
como a saltos de embolsados
para que mi vía Apia
con su cara en coma farmacológico
sea menos bíblica

cumpliendo su función de no existir
se fue a inaugurar su nueva temperatura
cronista profesional del dolor fideo a punto
se fue con su obligación de madre:
morirse antes que yo.







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