viernes, 22 de junio de 2012

7148.- NORA CARBONELL

NORA CARBONELL (Barranquilla, Colombia 1953)
Poeta y narradora colombina nacida en Barranquilla en 1953. Licenciada en Filología e Idiomas con post-grado en Pedagogía de la Lengua Escrita. Diplomada en Gestión Artística. Realizó estudios de Formación de Docentes en Madrid (Ministerio de Educación y Cultura de España). Docente, orientadora de talleres infantiles y juveniles de creación literaria, coordina la revista literaria juvenil CAMPANILLA y dirige el programa ¡Viva la poesía! de Comfamiliar del Atlántico. Es autora de los siguientes libros de poemas: Voz de ausencia, Horas del asedio, Trece poemas y medio y Del color de la enrancia. Entre sus obras literarias para niños y jóvenes están: Armando líos en el arco iris, Lluvia María y el ladrón de sonidos, La Z en el país de los números enteros, Cuentos de viajes y aventuras. Sus textos aparecen en las Antologías Diosas en Bronce (USA), Barco de Espumas (Santa Marta, Colombia), Poetas en Abril (Medellín, Colombia) y Nuevas Voces de Fin de Siglo (Bogotá, Colombia). Entre otras, ha obtenido las siguientes distinciones: Primer premio en el Primer Concurso Regional de Cuentos infantiles (Comfamiliar del Atlántico), Mención de honor en el VII Concurso Nacional de cuento infantil (Comfamiliar del Atlántico), Mención de honor en el III Concurso de poesía Xicoalt (Salzburgo, Austria), Primer puesto en el Concurso Regional de Cuento Caribe (Grupo Literario El Túnel, de Montería, 2004).





En Granada, la luna

En Granada, la luna
enciende temprano
los naranjales
de la Alhambra.
Invisible, Federico
deambula 
por las callejuelas de la morería,
y en las cuevas del Sacromonte 
los gitanos taconean 
sobre el tablao de la noche.
Nosotros, invadidos por
la embriaguez de los viajeros,
también vagamos
insomnes y delirantes
por las orillas del Darro,
ilesos caminamos
entre el fuego de las luciérnagas.







Lisboa, Saudade

Cierro los ojos y regreso a Lisboa.
Inmóviles, los navegantes
vigilan el infinito.
Los blancos mástiles
cruzan la niebla antigua del puerto.
El lento ferry sesga el agua dócil
de invierno.
Margot se busca
en el mapa humedecido por la lluvia
(ella buscaba un recuerdo
que se negaba a abandonar).
Aquel desconocido,
manos fuertes, pulsera de plata
nos lleva hasta el fado, señor musical
de la nostalgia.
En el bar, los marineros hablan
en babélico rumor
y la seducción persigue
las hambrientas soledades.
Madrugada en Lisboa.
Cómo escucho nuestras pisadas
sobre las piedras de la plaza
y la voz grabada de Amalia Rodríguez
tan vívida, como el filo de luz
que roza mis ojos y me hace despertar.





Hablando de estaciones

En la estación pendular de las indecisiones
recuerdo al sabio de una película asiática:
"Entre dos caminos, escoge el más intrincado",
pero yo escojo el más fácil;
como el árbol, enigmático y quieto,
que mira como vuelan sus hojas
y permite que cualquiera
dibuje corazones en su piel,
confieso que me gusta lo difícil:
Los amores inútiles,
Los viajes sin brújula,
La estación de los asombros,
La rebelión del alma,
Las distancias infranqueables;
Esa mirada tuya, torturada
Por la incertidumbre.
Pero escojo lo más fácil,
Esta calma sembrada de preguntas,
Esta oscura contemplación
Este derrumbe repleto
de construcciones pequeñas y cotidianas.
Quizá porque la estación de los cobardes
es la mas difícil de sobrevivir.






Frente a la madre muerta

A Clemencia Tarifa.

Estás dormida, madre,
Y las hormigas exploran tu silencio,
Buscando el misterio que trenzó tus días
Y los míos
—Telaraña alrededor de la nostalgia 
De aquel tiempo feliz  
Que no despiertes madre,
Para que sigas mirando
Detrás del sueño,
Y cuando regreses, 
Ven a contarme
Qué hay de nuevo
Para mis versos delirantes.
Yo estaré aquí sentada,
Esperándote
Con la mirada ausente
Hasta que vuelvas.







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