martes, 17 de julio de 2012

VICTORIA SCHCOLNIK [7.268]



Victoria Schcolnik

Victoria Schcolnik nació en Buenos Aires, 1984. Es Licenciada en Comunicación y poeta. Editó sus poesías en tres antologías, incluyendo La última poesía Argentina (Ediciones en Danza, 2008). Organiza diversas producciones y ciclos poéticos, y artísticos en general. Es editora de la revista Ventizca –publicación que integra arte, pensamiento, observación e investigaciones, y sale con cada estación del año-; y co-dirige, junto a Guadalupe Wernicke, VOCAL, una revista para escuchar que viene en formato de cd e integra música y poesía. Colaboró en las revistas "La mujer de mi vida" y "Plebella". Trabajó en la radio de la Universidad de Belgrano en "A la una" junto a Agustina Muñoz, un programa sobre música, pensamiento y arte, durante el 2006. También acompañó a Muñoz como asistente de dirección en su obra teatral Las mujeres entre los hielos (teatro Camarín de las musas, 2007). Estudió con la cineasta Inés de Oliveira Cézar e hizo un meritorio en dirección en el film de su autoría: Extranjera, 2007. En el 2008 trabajó en un grupo interdisciplinario de improvisación dirigido por Roxana Galand que se presentó en el Centro Cultural Borges en el marco Experiencias en Escena con funciones de improvisación durante el mes de agosto. Este mismo año fundó junto a las poetas Teresa Arijón, Paula Jiménez, Claudia Masin, Mercedes Araujo y Guadalupe Wernicke la editorial abeja reina, a través de la cual publicó su primer libro de poemas, el refugio. Estudió filosofía durante 6 años con la Doctora en Filosofía María Alejandra Tortorelli, y también danza desde los 14 años hasta la actualidad con diversos maestros de diferentes estilos y técnicas.
En 2011 integra Curandera Ediciones. Publica su libro Una tierra. 



“...dice que teme a las raíces de los árboles”


las florcitas silvestres
flotan

se acumulan,
como un residuo acuático
del viento

qué sabrán de la flotación
cuando miro a lo frágil apoyarse sobre lo frágil
reconozco en esa leve fricción
la forma en que mis manos esperan
sostener alguna gracia



*

el rocío se cristaliza
entre la hierba y mi piel, amanece
cientos de luciérnagas viniendo con sus brasas

¿cómo desciendo al lago, al azul frío
en el que nadan los cardúmenes
sin perseguir la corriente que los lleve lejos?

¿cuál es el rito de mi espera?

¿es el lugar de un amor
por el que pasan, sin detenerse, los peces?



*

te espero
como se espera la punta de una lanza
aún no clavada en el cuerpo



*

qué pasaría si un ejército llegara al lugar de batalla
y los enemigos hubieran muerto,
cómo hace uno cuando aquello
por lo que le ha tocado luchar
ya no existe
y se encuentra haciendo movimientos inútiles
limpiando la escarcha de inviernos pasados
esperando lo que ya no se ama


*


dice que teme a las raíces de los árboles
que cuando se va a dormir
siente que la tierra debajo del cemento no está quieta
dice que son las raíces de los árboles
y las llama “los fantasmas de la tierra”

dice que sus sueños son de cierta materia mineral
que conserva un secreto que sus sueños persiguen

sabe que las almas son algo extraño sobre la tierra
pero no distingue, no sabe
si es la tierra lo que tiembla o su cuerpo atado a un amor desconocido


*


los zapatos ya no sostienen al hombre
uno al lado del otro
descalzos

vendrá una mujer
se los probará, sentirá que le quedan grandes
y en esa pequeña distancia recordará que es niña
y que tenía un padre

ahora, el silencio le parece bello
escribe en su diario: sé estar
con algunas personas
el resto del tiempo pienso
me he quedado sola
y no sabré hablar cuando alguien se acerque



*

                                      dame el hablar desnudo
                                      elemental del mar
                                      Miguel Ángel Bustos

quise bucear esa sirena, recordar
los cabellos negros flameando
que el arrullo de sus palabras
y no el significado
me diera un mapa, me dijera
aquí has de hacer tu casa de arena
y entonces, con las manos deshaciéndose en el agua,
yo construyera un lugar para quedarme



*


es tarde
y los niños corren por el campo
buscando el secreto
que escribo y escribo
sin encontrar


*


ciertos jeroglíficos
sólo pueden comprenderse
con la tristeza del que acepta
que hay cosas imposibles



*


si yo pudiera cuidarme como se cuida a un hijo
con la misma intuición con que la madre
distingue la sed del sueño, si inventara un lenguaje
que uniera mi necesidad a la satisfacción, una palabra
que me diera refugio




*


hay resistencia antes de una palabra,
la huérfana

un cuerpo que vive el extravío como un nacimiento

tal vez, quisiera entrar en el sonido

un átomo se quiebra
y explota una ciudad y otra

si han inventado estas técnicas
por qué

no existe un origen para otras cosas minúsculas



*


Una mujer camina cerca de una cuesta, frena
está rodeada de piedras
¿qué puede pesar más que la detención?

un sonido se va acercando
como una cuerda que se le enrosca
y la lleva hacia los árboles

hay un poder en lo que escapa a la gravedad

puede alzar lo que está a punto de rendirse


*


Aprendí a guardar el dolor:
una costumbre parecida a la de esas familias
en las que hay un ancho silencio y lo custodian
como si fuera una herencia.
Pero las generaciones van desapareciendo
en ese mismo silencio que procuraron no delatar
y que en cada palabra ahorrada, se fue convirtiendo
en el lugar en el que habrían de morir.


*


En las madrugadas me despertaba temblando:
un cuerpo tan pequeño, traduciendo para sí
la fuerza que lo mantiene vivo,
como un telégrafo que desconoce su función, un aparato que vibra
y transmite mensajes a otra persona que está lejos
pero sufre la misma guerra.


*


Soy a la vez huérfana
e hija de todas las cosas,
con las que mantengo una relación de espera
porque mis actos están destinados
a darme la paciencia que me lleve
a un intenso y quieto fruto
que se desprende.


*


Esto es lo que crece quieto bajo la sombra
que poco necesita para sobrevivir,
gotas de agua apenas, la imaginación que lucha
contra el oscuro declive de las cosas.


*


Voy a esperar una señal,
que en una de sus vueltas el mundo frene
como si fuese un trompo que a lo último,
cuando los círculos son más profundos y entran
por fin en el espacio, termina cayéndose
y es un juguete fuera de su órbita:
un objeto.

Así dura en mí el instante, la sensación de que las cosas
están destinadas a detenerse, yendo hacia un centro
en donde estoy intolerablemente quieta.




.

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