viernes, 30 de agosto de 2013

DONALD SCHENKER [10.413]



Donald Schenker 

Nació en Nueva York, EE.UU. en 1930 y muere en Berkeley, en 1993. Estudia arquitectura y artes plásticas en Coper Union. Esta formación dejará una clara impronta en su escritura con primacía de la imagen y con vocación espacial. A mediados de los cincuenta se traslada a San Francisco donde participa en el movimiento literario de la época. Escribe en diversas revistas y publica Poems (junto con David Meltzer), en 1957, y Say X, en 1971. En 1985 le diagnostican cáncer. Vende su negocio y se instala con Alice, su esposa, en una cabaña del norte de California donde se dedica por completo a la escritura. Después de publicar varios libros, entre los que se destacan, Up Here en 1988 y High Time en 1991, y de dejar otros inéditos, Donald Schenker .

La poesía de Schenker fluye a modo de conversación sin que esto implique un desinterés por la forma. Asonancias y aliteraciones otorgan textura musical a un discurso constituido por vocablos del habla cotidiana y fraseos del Jazz. Siempre en diálogo con otros poetas de la misma época, como Ginsberg, Ferlinguetti, en Schenker encontramos una ironía tierna y azorada.

El universo poético de Donald Schenker esta poblado de espíritus juguetones y fuerzas devoradoras. El poeta se desplaza por este ámbito de doble signo y a su paso la realidad se eriza: los árboles envían mensajes, el campo sueña, lo inanimado se agita, los animales amenazan, curan o bailan. La magia está por doquier y se yuxtapone a lo ordinario creando una nueva identidad. Adentrarnos en la poesía de Donald y en su sentimiento fraterno hacia todas las manifestaciones de la vida, incluyendo el mundo inanimado, nos vuelve más enteros y nos aporta nuevas razones para valorar al ser humano.





El hombre linterna

Aquí, en mi oscura habitación, él
me muestra el cáncer que lo mató.

Abre su camisa y allí está,
resquebrajándose en la jaula de su pecho
sin calor, sin humo, el brillo
que nos fue dado siendo niños.

Imagina eso todavía
ardiendo, así, tan luminoso,
y él acarreándolo consigo
por todo el camino hasta aquí. 




The Lantern Man

Here in my dark room he
shows me the cancer that killed him.

He opens his shirt and there it is,
crackling in the cage of his chest
without heat, without smoke, the blaze
given us as children.

Imagine that thing still
burning like that, so bright,
and him bringing it all the way here.







La lluvia

Sin diferenciarse del cielo,
ella se acerca en cuclillas
derrumbando árboles,
tomándose su tiempo,

y algo me dice que ésta es la hora.
La lluvia llegará aquí y me descubrirá
empapado y despavorido como todo el resto.
Porque ésta es la hora.Sé que es ésta. 





Datos útiles sobre la danza de las vacas

para Bonney Meyer

La mejor época es antes de la primavera ,después de una
lluvia fresca ,cuando la tierra es blanda,el pasto como 
terciopelo.
La tarde es perfecta.Suspendidas en el alto azul
densas nubes de plata se deslizan a la distancia.

Elige tu sitio mientras viajas camino abajo.
detente a un costado,estírate, quítate los zapatos y
pasa por encima de la cerca.

Nota la delicadeza de tus pies descalzos
al avanzar hacia esas curiosas
vacas que están allí.
No disimules tu incomodidad.
Las muecas y el  lenguaje corporal de un dolor tan placentero
son atractivos para las vacas,así que no temas.

De hecho exagera. Canturrea un poco,
quizá algo que venías oyendo en el coche,
o un vals. Ponle más ritmo. Ríe. Canta. Siente
la verdadera vida en las amplias cavidades
de tu corazón y entonces

¿qué criatura no respondería?

Míralas balancearse,observa cómo ansían ser
vivarachas, desenvueltas, rítmicas, ligeras como tú.

Si huyen, es que estás haciendo algo
equivocado, no te mueves bien, desafinas.Trata de nuevo.
Siendo criaturas tímidas,
las vacas necesitan sentimientos verdaderos.
Recuerda esto no resultará si tu secretamente
te estás riendo ante la sola idea. Las vacas saben.







Mediodía en la pradera del oso

Recorrimos nuestros propios caminos
hacia la pradera, el oso y yo.
Nos íbamos a encontrar allí.

Él iba a detenerse
y abrir sus brazos
y yo iba a entrar.

En medio de la pradera,
en medio del día,
nadie, salvo él y yo.
Pensamos que debíamos intentarlo.

Pero algo aconteció.
Él llegó temprano y no esperó.
Y yo me retrasé.

él estaba partiendo cuando yo llegué
y no miró hacia atrás.

Yo me detuve y lo vi alejarse
y no lo llamé.

Durante largo tiempo regresé allí
todos los dias.
Luego cada mes, luego cada año.

En el centro de la pradera con el sol en el cenit
me hundo en el pasto,
cierro los ojos bajo la luz ardiente

y pienso en lo cerca que estuvimos,
el oso y yo.

Uno de estos días me toparé con él otra vez
en los bosques, en la cumbre.
Ninguno de nosotros necesita praderas ahora.

No es necesario revisar qué no funcionó,
examinarse el uno al otro,
hacer planes para un nuevo intento.

Ahí y entonces estará muy bien.

de El hombre linterna,Ediciones Recovecos,Córdoba,2012. 
Versión y introducción de Jorge Luján.





Noon at Bear Meadow


We were on our separate ways
to the meadow, the bear and I.
We were going to meet there.

He was going to stand up
and open his arms
and I was going to walk in.

In the middle of the meadow,
in the middle of the day,
nobody there but him and me.
We thought we’d try it.

But something happened.
He got there early and didn’t wait,
and I came late.

He was leaving as I arrived
and never looked back.
I stood and watched him go
and never called out.

I went back every day after that
for a long time.
Then every month, then every year.

In the center of the meadow at noon
I’d sink down into the grass,
close my eyes in the bright sun
and think about how close we came,
the bear and I.

One of these days I’ll run into him again
in the woods, on the ridge.
Neither of us needs meadows now.

No need going over what went wrong,
feeling each other out,
making arrangements for another try.
Then and there’d be fine.





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